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Confrontación o consenso: los dos modelos de América Latina PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Domingo, 11 de Mayo de 2014 02:25

Mientras algunos gobiernos buscan polarizar para construir poder, otros apuestan a los acuerdos entre distintos partidos para consolidar políticas de largo plazo

"La confrontación caracteriza mucho más a la política que el consenso, porque es una competencia entre visiones diferentes de lo que necesita una sociedad. Pero la democracia es un régimen más propicio para el establecimiento de acuerdos entre actores con visiones diferentes o incluso opuestas en términos ideológicos", explica el politólogo José del Tronco, maestro en Gobierno y Asuntos Públicos por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO México), en diálogo con Infobae.

 

"La confrontación caracteriza más a la política que el consenso, pero la democracia es más propicia para los acuerdos"

En las democracias más consolidadas del mundo ambas estrategias están presentes. Una confrontación pacífica por la conquista del electorado entre distintos partidos y proyectos de país, y una red de consensos necesaria para coordinar políticas de Estado y dar estabilidad a los ciudadanos.

Este modelo es sostenido con matices en América Latina por Chile, Uruguay, Costa Rica, Brasil y Perú, entre otros. En todos estos países hubo alternancias entre gobierno y oposición que no supusieron grandes rupturas. Sin importar el signo político de los gobernantes, las críticas opositoras son aceptadas y en algunos casos alteran las decisiones oficiales.

Pero desde los 2000 algunos empezaron a seguir otro camino. Hugo Chávez en Venezuela abrió la puerta a distintos líderes que utilizaron la confrontación como una fructífera herramienta de poder.

"Este viraje puede ser el resultado de los cambios sociales producidos en la región a partir de las políticas neoliberales, que incrementaron la desigualdad en todos los países de América Latina. La apuesta al conflicto puede ser una reacción frente a ese proceso", dice Rodolfo Sarsfield, profesor de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Querétaro, México, consultado por Infobae.

"También tiene que ver con antinomias no resueltas heredadas del pasado -como pueblo vs oligarquía, patria vs antipatria. Algunos actores políticos ven en ellas un mercado electoral que les trae beneficios", agrega.

Fidel Castro y Hugo Chávez, dos emblemas de la política como conflicto

Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua y, en menor medida, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, se fortalecieron declarando a sus adversarios enemigos de una patria que sólo ellos podían defender. Eso les permitió gobernar sin necesidad de negociar con la oposición, imponiendo su voluntad y acumulando enormes facultades.

Modelos consensuales

"El diseño institucional de la democracia chilena, que surgió como resultado de la constitución que entró en vigencia en 1990, está orientado a la construcción de consensos. Fundamentalmente, al establecimiento de dos fuerzas políticas, una de centroderecha y otra de centroizquierda, para que se controlen mutuamente y eviten un ganador definitivo y mayoritario. Las reglas promueven un sistema de toma de decisiones por el cual el gobierno no puede actuar por su cuenta y tiene que consensuar", dice Del Tronco.

"El diseño institucional de la democracia chilena está orientado a la construcción de consensos"

"En Brasil -continúa- sucede algo similar, aunque por causas diferentes. Hay un conjunto amplio de partidos y es muy difícil que uno predomine sobre los otros sin apelar a estrategias de coalición".

Probablemente sea uno de los ejemplos más notables de sostenimiento en el tiempo de políticas públicas, a pesar de los cambios en las fuerzas gobernantes. "En Brasil históricamente había continuidad en la política exterior y en la económica. Esta tradición convergió con la sucesión de cinco gobiernos, los dos de Fernando Henrique Cardoso y Lula da Silva, y el actual de Dilma Rousseff", dice Sarsfield.

"Han sido 20 años de acuerdos básicos fundamentales que se mantuvieron, consolidando lo que ya era tradición en Brasil. Así dieron lugar a lo que definiría como una socialdemocracia adaptada a la realidad latinoamericana", agrega.

El tercer ejemplo canónico es Uruguay, donde la centroderecha está representada por los dos partidos históricos, el Blanco y el Colorado, y la centroizquierda por el gobernante Frente Amplio, que es una gran alianza de partidos.

En los tres casos se ve desde los '90 hasta la actualidad la continuidad de ciertas políticas públicas. La condición que hizo esto posible es que todas las reformas introducidas fueron moderadas. Por ende, tolerables para todos los sectores de la sociedad.

Dilma Rousseff y Lula da Silva, dos presidentes que hicieron cambios si romper con las políticas previas

"Este modelo tiene beneficios y desventajas -dice Del Tronco. La primera virtud es que las decisiones políticas que se toman son más sostenibles en el tiempo. En la medida en que implican cambios más graduales, hay menos resistencia dentro de las elites tradicionales. Como se tienen en cuenta los intereses incluso de aquellos que están en contra, no hay incentivos para que cuando éstos lleguen al poder quieran modificar radicalmente lo hecho. Así se favorece que haya más adaptaciones que rupturas".

"La principal desventaja es que las sociedades latinoamericanas son muy desiguales, con amplios sectores de la población sin posibilidad de ejercer determinados derechos civiles y sociales. Muchas veces los cambios graduales atentan contra la posibilidad de que estos sectores disfruten más rápidamente de esos derechos. Los más desfavorecidos tienen menos tiempo para esperar cambios graduales", agrega.

El principal interrogantes sería si es posible hacer cambios radicales y en poco tiempo sobre las condiciones de vida de la población, que a la vez sean sostenibles en el largo plazo y no se agoten en pocos años. No abundan los ejemplos históricos en este sentido.


El enfrentamiento como estrategia

"Cuando un gobierno necesita del acuerdo de la oposición, inevitablemente tendrá que negociar"

"Cuando un gobierno necesita del acuerdo de la oposición para sacar un proyecto adelante, no sólo va a tener que escucharla, sino que inevitablemente tendrá que negociar e incorporar algunas de sus propuestas. Pero cuando no necesita de esa oposición porque tiene la mayoría suficiente o porque tiene un estilo más decisionista, es capaz de pasar por encima de las instituciones de intermediación, como el congreso y los partidos. Entonces la confrontación puede llevar a la polarización", explica Del Tronco.

Venezuela es el ejemplo arquetípico de lo que ocurre cuando una fuerza política apela a la confrontación como principal estrategia política. Desde su asunción en 1999, Chávez realizó reformas institucionales que le quitaron poder a los organismos intermedios y concentraron facultades sobre su investidura.

En paralelo, fue recortando los espacios de expresión de los opositores, no sólo dentro del Estado, sino en los medios de comunicación. De la mano de un enfrentamiento cada vez más violento con sus adversarios, acumuló un enorme poder, que le permitió modelar a su gusto la sociedad venezolana. Pero tras 15 años de chavismo, y a más de uno de la muerte de Chávez y de su reemplazo por Nicolás Maduro, la inmensa polarización social convirtió a Venezuela en el país más inestable de la región.

La protesta callejera forman parte de la vida cotidiana venezolana

"El gobierno venezolano erosionó la capacidad de control del parlamento en la medida en que la mayoría de la que disponía era enorme", dice Del Tronco. En la misma línea, colonizó el Poder Judicial y la prensa, que responden de manera directa al Ejecutivo.

"Cuando lo que predomina es la confrontación se puede terminar en el terreno de la no política, como la violencia"

"Entonces -continúa- la única instancia de control que queda es la sociedad.Y es difícil pensar una democracia en la que gobierno y sociedad están opuestos de manera cada vez más aguda y radical. No es sostenible en el tiempo".

¿Cómo se sale de un enfrentamiento tan grande? "Cuando lo que predomina es la confrontación -dice Sarsfield- se inicia una espiral que puede terminar escapando del control de la propia política, ingresando en el terreno de la no política, como la violencia. Los potenciales costos o riesgos de privilegiar la confrontación a veces no ingresan en el cálculo de los actores que la utilizan estratégicamente con el horizonte de las próximas elecciones. Pero lo que puede ser beneficioso en las próximas elecciones puede ser muy perjudicial más adelante".

"Norberto Bobbio decía que la democracia es el gobierno de los moderados y que los extremos, a la larga, afectan la capacidad de producir políticas públicas representativas. No me imagino que la democracia venezolana pueda subsistir en el contexto de polarización en el que ha vivido hasta ahora. Lo que siempre resulta difícil es prever cómo se sale de una situación como la actual", explica Del Tronco.

"A mi no me espanta el conflicto ideológico, lo que me espanta es la imposibilidad de superarlo institucionalmente. En términos democráticos, la agudización del conflicto político no se puede mantener en el largo plazo porque se sale para un lado o para el otro. O la ciudadanía derriba al gobierno, o el gobierno se transforma en otra cosa para reprimir a la disidencia. En cualquiera de los dos casos, la democracia se ve erosionada", concluye.

Última actualización el Domingo, 11 de Mayo de 2014 11:01
 

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