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Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 29 de Mayo de 2016 11:32

(Foto: cartasdesdecuba.com)

Por Ernesto Pérez Chang.-

“Y gracias a que tengo un sobrino que es médico”, “tuve que darle veinte dólares a la enfermera”, “por suerte mi nuera trabaja en el hospital” o “hicimos un buen escándalo para que nos atendieran” son frases que escuchamos a diario en los hogares cubanos y lamentos que, al parecer, nos acompañarán durante un buen tiempo.

En 2010, las ventas de petróleo a Cuba, por parte de Venezuela, sumaron más de 14 mil millones de dólares, sin embargo, la mayor parte del pago no fue realizado mediante transacciones bancarias, sino que cerca de 9 000 millones fueron negociados con la oferta de bienes y servicios, la mayoría vinculados a la salud mediante un programa conocido como “médicos por petróleo”.

Lo que fuera considerado por los gobiernos cubano y venezolano como una operación humanitaria terminó por “descubrir” para la Isla caribeña, sumergida en una crisis económica casi perpetua, una verdadera estrategia comercial que la llevaría a reconfigurar sus planes de desarrollo para el futuro.

La explotación y exportación intensivas de capital humano a muy bajo precio comenzaba a rendir los buenos frutos que con anterioridad no se habían logrado ni con los métodos de pastoreo Voisin, en la ganadería de los años 60 (cuando los economistas cubanos pretendían superar, como exportadores, a Argentina en la producción de carnes), ni con las millonarias zafras citrícolas y azucareras de los 70, sin hablar de las actuales que apenas cotizan unos pocos dólares anuales.

Tan solo con el experimento “médicos por petróleo”, el gobierno cubano pudo comprobar que la exportación de servicios médicos, anteriormente muy reducida, podía multiplicar varias veces las ganancias que se obtenían anualmente por concepto de exportación de mercancías, que jamás habían superado los 4 000 millones de dólares.

La producción industrial y de materias primas para la exportación nunca más volvería a estar en el centro de atención en los planes para obtener dinero rápido y fácil, mucho menos cuando los servicios médicos demostraban ser la más efectiva y económica estrategia para incrementar las arcas del Estado, a la vez que servían de herramienta diplomática para manipular, favorablemente, la opinión mundial sobre Cuba en materia de derechos humanos y cooperación internacional.

La Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A. (CSMC), que en sus comienzos, hace ya un cuarto de siglo, era solo un pequeño grupo empresarial del Ministerio de Salud con un reducido espectro de comercialización, a partir del 2011 pasaría a transformarse en la locomotora de la economía cubana, al punto de llegar a ser hoy en día la más importante fuente de ingresos del país, con un aporte anual estimado en más de 8 000 millones de dólares (según datos del 2014 publicados en el periódico Granma), de los cuales la mayor parte proviene de los impuestos sobre el salario que la CSMC aplica a los “cooperantes” del eufemísticamente nombrado “Programa de Asistencia Médica Compensada”, una “actualización” (¿económica?) del olvidado concepto de “internacionalismo proletario”.

El crecimiento y expansión de la CSMC ha sido vertiginoso en apenas un lustro. Los datos ofrecidos a la prensa por los principales directivos dan cuenta de ello. El 6 de noviembre de 2014, durante la Feria Internacional de La Habana, la firma sostenía operaciones con 40 países; apenas cinco meses después, el 22 de abril del 2015, la propia empresa anunciaba, en el contexto de la XIII Feria Salud Para Todos, realizada en PABEXPO, que ya contaba “con un desempeño validado en 67 países, con la participación de más de 51 mil médicos y otros profesionales de la salud”, así como otras perspectivas de acuerdos con más de un centenar de naciones (Reporte de la AIN).

Pero los discursos públicos de los directivos de CSMC, vertidos en las promociones de las últimas Carteras de Oportunidades publicadas por la Cámara de Comercio  de Cuba y en los videos publicitarios de la propia empresa, disfrazan la realidad con la que operan a diario y no revelan la tragedia del despojo salarial que padece el personal médico y técnico que es “comercializado” bajo los “precios más competitivos del mercado”, según expresan las propagandas, siempre acompañadas del slogan “compromiso con la vida”.

Por lo que se expone en las vitrinas feriales, pareciera que la mayor parte de los ingresos de CSMC proviene de los servicios de atención médica en frontera, la venta de medicamentos y tecnologías o de sus paquetes de turismo de salud. Sin embargo, de acuerdo con algunos de los balances comerciales de los países con los que mantiene los mayores acuerdos de exportación, estas no representan el grueso de las ganancias, algo que contradice incluso el propio discurso oficial del gobierno cubano donde se define a los “cooperantes” como la principal fuente de ingreso del país, algo que ha obligado en los últimos años no solo a un incremento considerable de los salarios y de otros beneficios agregados en el sector de la salud, sino a emitir regulaciones que frenan la migración de profesionales y las “deserciones”, y que eliminan las contrataciones autónomas en el exterior, obligando al “capital humano” a usar la CSMC como única intermediaria (y depositaria de las ganancias personales) entre ellos y los gobiernos contratantes.

Nefastos testimonios, algunos pocos narrados por los técnicos, enfermeros y médicos “contratados” por la ECSM, se han acumulado durante estos años con semejante ritmo e igual silencio que el de la acumulación de dinero en una cuenta bancaria de la que pocos conocen finalidad y propietario reales.

En septiembre del 2015, una investigación del IWPR realizada en Trinidad y Tobago señalaba los mecanismos de presión usados por la CSMC para apropiarse de más del 50 por ciento de los ingresos salariales de los integrantes del Programa de Asistencia Médica Compensada.

El año anterior, en 2014, el periódico portugués Jornal, al acceder a contratos millonarios que Lisboa firmara por servicios médicos cubanos, desentrañó parte de la verdadera naturaleza de los acuerdos bilaterales entre la comercializadora y los gobiernos. En aquella ocasión la publicación reveló que los profesionales nuestros eran despojados de hasta el 80 por ciento del monto de los salarios.

Fue durante ese mismo año, en febrero, que la doctora Ramona Matos Rodríguez, del programa “Más Médicos” de Brasil, denunció los pormenores de los acuerdos “secretos” entre los gobiernos brasileño y cubano para “multar” los pagos de los contratados en más del 60 por ciento.

El trato de súbditos o de siervos de la gleba que se les da a  los cooperantes, los asaltos a sus bolsillos, no son una nueva operación postmoderna de mercadotecnia de CSMC, ya desde antaño entrenada en los métodos de control del personal médico “comercializado”, es decir, vendido.

Un trabajo de Julie M. Feinsilver, titulado “La diplomacia médica cubana”, del 2006, aparecido en Foreing Affairs en Español, se refiere a otras aristas de lo que constituye un sigiloso drama laboral, al estilo de aquellas contrataciones de mano de obra barata en factorías del desaparecido “campo socialista”.

En resonancia con esa doble economía nacional que ha sido diseñada, en principio, por el dualismo monetario que divide a los ciudadanos, a las empresas y a los servicios en categorías sociales, el sistema de salud cubano hace tiempo que dejó de ser uno solo para convertirse en dos productos más diferenciados que diferentes.

Uno, muy precario en cuanto a la atención primaria y de difícil acceso en los niveles especializados, es solo para el consumo interno; el otro, priorizado como renglón exportable, está destinado a su cotización en moneda fuerte, a la vez que sirve de mampara tras la cual se ocultan las deficiencias de un proyecto social humanitario que ha derivado en un jugoso negocio de Estado y una eficaz herramienta diplomática.

“No le hicieron los análisis porque no había reactivos en el laboratorio”, “tuve que mandar a pedir los medicamentos con mi hermana que vive en Miami”, “al team médico que me iba a operar lo mandaron para Venezuela”, “cerraron el consultorio por falta de agua”, son frases que continuaremos escuchando en las calles de Cuba mientras, en otra dimensión desconocida, la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A., según reza su slogan oficial, establece su “compromiso con la vida” y “hace suya la experiencia de cientos de miles de profesionales y técnicos, con apego a la ética humanista revolucionaria”.

CUBANET

Última actualización el Sábado, 04 de Junio de 2016 12:05
 

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