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Artigos: Cuba
El secreto de los Estados totalitarios PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 03 de Mayo de 2014 19:45

Por Carlos Alberto Montaner.-

¿Cuál es la pieza clave en la construcción de la jaula totalitaria? Sencillo: la eliminación real de la separación de poderes, aunque se mantenga la fantasía formal de que continúan existiendo.

Lo explico. Max Weber describió el fenómeno y acuño la frase "monopolio de la violencia". Lo hizo en La política como vocación. Era la facultad que tenían los Estados para castigar. Solo a ellos les correspondía la responsabilidad de multar, encarcelar, maltratar y hasta matar a quienes violaban las reglas.

Podían, eso sí, delegar esa facultad, pero sin renunciar a ella. Permitir mafias y bandas paramilitares que actúan al margen de la ley descalificaba totalmente al Estado. Era una disfuncionalidad que lo convertía en una entidad totalmente fallida, en la medida en que abdicaba de una de sus responsabilidades esenciales.

No obstante, el Estado, si se acomodaba al diseño republicano, incluso si se trataba de una monarquía constitucional, no podía recurrir a los castigos sin que lo decidiera una corte independiente. Este tribunal, a su vez, debía interpretar una ley previa, y sancionar de acuerdo con un código penal igualmente aprobado por un parlamento independiente.

El Barón de Montesquieu, lector de John Locke, lo había propuesto en 1748 en El Espíritu de las Leyes: el Estado debía fragmentar la autoridad en tres poderes independientes y de rango similar para evitar la tiranía. Las monarquías absolutistas reunían en el soberano esas tres facultades y eso, precisamente, las hacía repugnantemente autoritarias.

Si quien castigaba se arrogaba las facultades de hacer las reglas y de aplicarlas, la sociedad, carente de protección, se convertía en rehén de sus caprichos. Los gobernantes podían hacer de ella y con ella lo que les daba la gana.

Ese elemento —la separación de poderes— era la médula de las repúblicas creadas los siglos XVIII y XIX tras las revoluciones norteamericana, francesa y, por supuesto, latinoamericanas. De alguna manera, era la garantía de la libertad.

Este preámbulo viene a cuento del bochornoso espectáculo de la Venezuela de Nicolás Maduro, donde los paramilitares en sus motos, amparados por la complicidad del Gobierno, asesinan impunemente a los manifestantes que ejercen su derecho constitucional a manifestarse pacíficamente.

Viene a cuento de un parlamento convertido en un coso taurino en el que se lidia a la oposición, se le clavan banderillas, se golpea a los diputados que protestan, o los expulsan arbitrariamente, como hicieron con María Corina Machado, y se dictan medidas ajustadas a las necesidades represivas de la oligarquía socialista que gobierna.

Si Maduro necesita eliminar las manifestaciones de los estudiantes o encerrar a los alcaldes que protestan, o a los líderes a los que teme, como a Leopoldo López, solicita las normas, hechas a la medida por tribunales o por parlamentarios obsecuentes, y da la orden a los cuerpos represivos para que actúen.

Viene a cuento de unos tribunales que sentencian con arreglo a la voluntad del Poder Ejecutivo, porque la ley ha dejado de ser una norma neutral para convertirse en un instrumento al servicio de la camarilla gobernante, empeñada en arrastrar por la fuerza a los venezolanos hacia "el mar de la felicidad" cubano.

Un país, Cuba, donde, como en cualquier dictadura totalitaria, sencillamente no creen en las virtudes de la separación de poderes y repiten, con Marx y con Lenin, que esa es una zarandaja de las sociedades capitalistas para mantener los privilegios de la clase dominante.

Esta falsificación de las ideas republicanas —las de Bolívar y Martí, las de Juárez— van gestando una nueva facultad propia de este tipo de Estado: desarrollan el monopolio de la intimidación. Gobiernan mediante el miedo. Ese es el elemento que uniforma a la sociedad y la convierte en un coro amaestrado.

Como quienes mandan hacen las leyes y juzgan e imponen los castigos, acaban por generar un terror insuperable entre los ciudadanos e inducen en ellos una actitud de sumisa obediencia que suelen transmitirles a los hijos "para que no se metan en problemas".

La víctima termina por colaborador con su verdugo. Ese exactamente es el objetivo. Una vez que las tuercas han sido convenientemente apretadas y la jaula perfeccionada, el común de la gente, con la excepción de un puñado de rebeldes, aplaude y baja la cabeza.

En ese punto ya no existen vestigios de la separación de poderes.

DIARIO DE CUBA

 
VERDADES Y CUENTOS PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 02 de Mayo de 2014 11:17

Por Pedro Corzo.-

Mientras por décadas una facción de cubanos radicados en el exterior ha dedicado una gran parte de su tiempo a luchar para que en su  país retorne la democracia y se establezca una sociedad de derechos, otro sector,  menor en número pero también fuera de Cuba, ha trabajado por años a favor de que Estados Unidos modifique su política hacia la dictadura de los hermanos Castro sin demostrar interés en cambios políticos en la isla.

Es paradójico, pero ambos sectores han recurrido a diferentes estrategias para lograr sus propósitos y buscado ayuda en gobiernos y entidades extranjeras para alcanzar sus fines.

El primer grupo ha transitado numerosas vías. La lucha armada fue una de ellas, recurrió a la violencia cuando lo estimó pertinente y posteriormente, sin adjurar del pasado, un amplio sector de ese grupo se convenció que era necesario usar otros métodos para lograr el cambio necesario y asumir  estrategias diferentes.

El cambio no modificó el compromiso y la lucha por la libertad la continúan por otras rutas.

Denuncias mundiales, publicaciones, conferencias, respaldo material a la oposición interna, asistencia a eventos en los que se expone la realidad cubana, entrevistas con funcionarios de gobiernos para buscar apoyo en foros internacionales, todo lo que sea posible en el marco de lo políticamente correcto en estos tiempos.

Entre las facciones que integran este grupo pro democracia hay diferencias evidentes, algunos se cuestionan y no comparten posiblemente alguna que otra decisión, pero no hay dudas que son individuos y facciones que quieren un cambio que conduzca a la democracia y al respeto al ciudadano en Cuba.

Un aspecto divisivo en este campo es el embargo, porque hay personas que favorecen el fin del mismo sin esperar ninguna retribución,  ya que es una demanda que se corresponde a sus convicciones. Hay otros que se oponen a la violencia por principios morales, como hay quienes no  han participado en una huelga de hambre por sus creencias.

Justo es también decir que en este sector hay quienes todavía continúan defendiendo los métodos usados en el pasado, creen en la confrontación, están a favor de la ruptura y lo hacen con devoción, porque a pesar de los años, no les falta disposición para luchar.

El otro grupo es también complejo, porque  aunque hay representantes del sector que luchó por la democracia en Cuba, es muy discutible que en la actualidad mantengan el mismo compromiso.

Este sector, nutrido fundamentalmente por individuos que nunca enfrentaron la dictadura, invierte grandes esfuerzos y recursos para que sus reclamos sean escuchados por quienes puedan ejercer influencia a su favor, lo paradójico es que muchos cubren sus ambiciones de lucro bajo el manto humanitario de la reunificación familiar, el intercambio cultural y el fin del embargo.

Lo del embargo es importante, porque aunque afirman que su derogación favorecerá al cubano de a pie, la realidad es que las oportunidades de negocios se incrementarían y beneficiarían económicamente a lo que promovieron el cambio.

En realidad aunque, habrá excepciones, la intención es lucrar, porque la reunificación familiar y los viajes a Cuba sin limitaciones,  favorecen económicamente a  las agencias de viajes  que venden boletos para La Habana con precios a Madrid.

El intercambio cultural favorece a los promotores de espectáculos, una actividad lucrativa valida como cualquier otra, que no es necesario justificar con el cuento de que se está favoreciendo el reencuentro entre cubanos.

Su afán inmediato es que Estados Unidos elimine todas las restricciones impuestas al régimen de La Habana, incluido el comercio, financiamiento y por supuestos viajes e intercambios culturales que a fin de cuentas son como una acera de una sola vía porque termina favoreciendo al régimen de los Castro o a quienes puedan ser sus herederos, porque ellos tienen en su agenda el post castrismo, que no precisamente incluye un régimen  de derecho para los cubanos.

Estas  personas e instituciones no cuestionan al régimen de La Habana, incluido sus métodos más brutales. No sancionan los abusos a la oposición interna, las restricciones  a los derechos ciudadanos ni critican la corrupción que existe en la isla, su labor siempre está orientada a demandar indulgencia para el régimen y culpar de la ineficiencia de este, a los gobiernos extranjeros o al exilio.

En los últimos años un nuevo cuento se ha incorporado a esta agenda y es que la inversión favorece la democratización, como si esa fórmula hubiera dado resultado en China.

El hecho de que las dictaduras permitan la existencia de ricos y millonarios no garantiza la libertad de los ciudadanos, incluido los potentados, porque la nomenclatura dispone las reglas y las cambia cuando le viene en gana, porque el derecho de gente no existe para esos regímenes.

 
CUBANOS VIEJOS PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 27 de Abril de 2014 12:37

Por Harold "Popy" Ortìz.-

Porque las nuevas generaciones de cubanos en el exilio casi no conocimos a la floreciente Isla de Cuba de los años 50 ni su esplendor a nivel mundial, porque no ayudamos a edificar esas preciosas ciudades pletóricas de desarrollo y envidia del continente, porque nuestros padres, abuelos o hermanos no fueron fusilados por la dictadura comunista -quizás por eso-, no comprendemos a cabalidad el amor salvaje y la añoranza por la patria, que tienen los primeros cubanos que salieron de Cuba, y el rencor lacerante que les oprime el pecho contra la tiranía castrista.

Por eso es nuestro deber mirar atrás, y enseñar a nuestros herederos a hacerlo también, y saber que esos señores, primero, edificaron a la inigualable Perla de las Antillas, y cuando su futuro era excelso, se la quitaron para destruirla, segundo,  nos abrieron las puertas del exilio con las uñas de sus manos y pusieron el gentilicio “cubano” en los más alto del país más desarrollado del mundo, de ahí que todos los beneficios que hoy tenemos sobre otras naciones en gran parte se lo debemos a ellos, que son titanes sufridos y laboriosos de nuestra historia más reciente en el exilio.

Me encanta y me llena de orgullo patrio, una frase que leí en un cartel de un negocio; decía algo así: “Los cubanos son los culpables de que Miami sea un paraíso”.  Y muy bien se puede colegir que no se refiere a nosotros, las nuevas generaciones de exiliados.

Yo tuve el privilegio de conocer a un gallardo y aguerrido cubano “viejo” el Sr. Hugo Orizondo Meneses, y a su esposa María del Carmen (Cuca), que nos visitaban semanalmente cuando salimos de Cuba, toda la familia,  y nos fuimos a Dominicana.

Ese Guajiro, como Hugo se llamaba y en ocasiones llamaba a la gente, nos abrió las puertas entre la prospera comunidad cubana en Santo Domingo, incluso,  mi ex esposa, Marta Pérez Delgado,  trabajó con él durante muchos años y llegó a quererlo como un padre y a llorarlo como una verdadera hija, cuando se fue con Dios. Porque ese cubano “viejo” y su esposa  nos ofrecieron amor familiar en el momento más duro: cuando se abandona Cuba, nos trasmitieron su experiencia, y nos mostraron con su ejemplo digno, tesonero y honesto el duro camino del exilio para lograr propósitos honradamente.

Y en aquellas tardes henchidas de cariño por parte de los Orizondos, Hugo nos contaba el enorme trabajo que habían pasado -con sus hijos pequeños-,  en sus primeros años como exiliado, primero, en las salvajes y peligrosas montañas de Colombia, y luego en los campos Dominicanos.

Nunca olvidaré  que un día, en una de esas visitas de ellos a nuestro pequeño apartamentico, pero  ya amueblado con lo imprescindible, me dijo sonriente: “Guajiro, tu estas bien, nosotros no teníamos donde sentarnos y nos sentábamos en latas”.

Hugo Orizondo llegó a tener todo cuanto quiso  a fuerza de doblar el lomo, conoció países, políticos y personas distinguidas, escribió dos libros,  pero su único anhelo era volver a una Cuba libre, y el Señor se lo llevo a destiempo. Y él se llevó su ambición más grande a la tumba, y eso me arropa el corazón cada vez que lo pienso.

A Hugo - como a todos los cubanos ”viejos”-,  le brillaban los ojos con una luz diferente (luz que no tenemos así los cubanos “nuevos”), cuando hablaba de su patria amada, que era el tema obligado de cada reunión. Hugo, en sus años finales,  hubiera cambiado –como casi todos los cubanos “viejos”-, la totalidad de sus propiedades por una humilde casita en su tierra añorada.

Comprenderlos, admirarlos y honrarlos nos será más hacedero cuando pensemos en todo cuanto pasaron, y en el legado que nos dejaron.  Porque los “cubanos viejos” son los cariñosos abuelos de las nuevas generaciones de exiliados, los que de verdad se jodieron para desbrozarnos el camino que nosotros encontramos convertido en una moderna autopista.

Harold Ortiz Ríos

(ver articulo): https://www.facebook.com/haroldortizrios

https://twitter.com/etrelas2orillas/following

(Inspirado en el artículo que sigue de un autor anónimo, pero que casi seguro fue uno de esos cubanos “viejos” que lloraron en silencio sus penas mientras araban la tierra de un país extraño, o limpiaban las letrinas de un hotel. Y en memoria de Hugo Orizondo Meneses, un Guajiro de Sancti Spíritus. Con foto de Hugo, adjunta)

LOS VIEJOS CUBANOS

Una perspectiva de Los Viejos Cubanos que vinieron en el 1960 vista por los cubanos que vinieron en el 1980 y despues...

Ahora que está de moda criticar a los viejos cubanos, vale la pena abrir el álbum familiar.


Ahí están bajando del avión, en los años 60, con sus ropas de domingo y una sonrisa nerviosa, todavía mojada por las lágrimas de la partida.
A muchos, sobre todo a los jóvenes, les cuesta entender que en la década de 1950, incluso con la dictadura Batistiana, Cuba era un mejor lugar para vivir que Estados Unidos.

En lo social. En lo económico.  En lo humano.  Acostumbrados a una cultura mediterránea en todo su esplendor y tolerancia, con una creciente permeabilidad entre clases, razas y credos, no es difícil imaginar el desgarramiento, el temor y la amargura de aquellos exiliados que al buscar apartamento tropezaban con un letrero de ‘No Cubans’.  No pets.

La más pujante clase media de América Latina recogiendo tomates y aguacates en Kendall y Homestead.  Miami, que hoy es un campo de contradicciones, era un campo a secas.

El rencor desfigura.

Esa primera década de refundación a partir de cero debió constituir una descomunal prueba para un pueblo que ya casi tenía en sus manos un porvenir envidiable.  Basta mirar las ruinas para comprobar lo que estaba en pie.
Pasamos la página del álbum y vemos a nuestros héroes con carro del año, casa propia y los hijos a punto de entrar a la universidad.  La bonanza de un lento sacrificio.  Y las arrugas prematuras.  Y la consternación de las ilusiones que se fueron en sobrevivir con dos trabajos.  En morderse la lengua en inglés y español.  En poner las dos mejillas muchas veces.  Ya pérdida la esperanza de volver.

Es natural, pues, que odien a Fidel con saña inmisericorde y fanática.  Y que ese odio con frecuencia paralice su razón.  Porque la razón que les toca comprender es salvajemente injusta.

Sobre esos hombros encorvados se levanta una callada y preservadora lección.  Del pastel de guayaba a la devoción constitucional, del taburete a la guayabera, esas canas coronan una larga batalla por nuestra identidad.

Académicos, campesinos, comerciantes, artistas, médicos, pícaros y mártires, soñadores y pragmáticos, ricos y pobres, restituyeron a la nación el patrimonio dilapidado por Fidel.

A ratos, el país de sus sueños es más concreto que el país real.  Ellos guardaron la receta y recordaron la canción.

En la última página del álbum, con el cuello almidonado y el pelo fragante a agua de colonia, tienen el candor de las piedras lavadas por la tormenta.

Los viejos cubanos: clave y aliento.  Ellos horadaron en la roca, con uñas y dientes, las puertas que yo encontré abiertas.  Ellos protagonizaron, a noventa millas, toda una epopeya de reafirmación nacional.  Déjalos quejarse.

Déjalos refugiarse en sus pesares.  La taza de café se les demora en las manos mientras leen las noticias de la isla. Y vuelven a oler las magnolias de desaparecidos patios.  Y en el frío cristal de la tarde vuelven a tocar el rostro de sus muertos.

Los viejos cubanos, curtidos a la intemperie.  Déjalos que sean como son.  ¡Porque son la sal de nuestra tierra!

(Autor desconocido)

 
Intelectuales y Dictadores PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 25 de Abril de 2014 14:36

Por Pedro Corzo.-

La muerte del Nobel de literatura Gabriel García Márquez, sitúa una vez más el tema de la fascinación que padecen algunos intelectuales ante el poder político, en particular, cuando este está representado por un dictador que encarna ideas extremistas.

García Márquez fue un adorador de Fidel Castro. Nunca puso reparo a los abusos de su gobierno. A pesar de su indiscutible talento, fue absolutamente insensible a la situación de los derechos humanos en Cuba.

La isla era para el laureado escritor un centro de veraneo. Disfrutó de riquezas extremas en medio de la crónica pobreza material y espiritual que impuso el totalitarismo castrista en Cuba.

Muchos escritores, pintores, creadores en general fueron cautivados por el proceso insurreccional y posterior triunfo de ese proceso. Confiaron que se iniciaba en Cuba, con posibilidades de extenderse al resto del hemisferio, un proceso de justicia social con libertad.

Los abusos y fracasos acabaron con el encantamiento de muchos de esos intelectuales. Se decepcionaron del proceso y de su conductor, pero ese no fue el caso de Gabriel García Márquez, quien según pasaba el tiempo y Fidel Castro sumaba muertes y violaciones a los derechos humanos, la amistad y la admiración entre ambos se profundizaba.


Algo similar ocurrió con los muchos intelectuales que adoraron a José Stalin.


Por ejemplo Rafael Alberti, escribió cuando murió el dictador soviético, “Padre y maestro y camarada: quiero llorar, quiero cantar. Que el agua clara me ilumine, que tu alma clara me ilumine en esta noche en que te vas”. Pablo Neruda no se quedó corto y manifesto, “Stalin es el mediodía, la madurez del hombre y de los pueblos...Stalin alza, limpia, construye, fortifica, preserva, mira, protege, alimenta”. Nicolás Guillen expresó, en la Canción a Stalin, “Stalin, Capitán, a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún. A tu lado, cantando, los hombres libres van”, y el poeta Antonio Machado señaló, “es la mano abierta y generosa, el corazón hospitalario para todos los hombres libres”.


Adolfo Hitler también contó con admiradores en el mundo intelectual. Se afirma que el filósofo Martin Heidegger, considerado uno de los pensadores más importantes del siglo XX, simpatizaba con el dictador nazi, y Gunter Grass, admitió haber pertenecido a las SS, fuerzas nazis de elite, y Leni Riefenstahl, fue calificada de haber sido la cineasta oficial de nazismo.

Hugo Chávez, el caudillo venezolano, fue venerado por más de un creador, destacándose entre ellos el realizador Oliver Stone, que siente por Fidel Castro igual devoción, sin embargo hay que destacar que García Márquez apenas escribió sobre el déspota venezolano, teniendo en cuenta el protagonismo hemisférico que este tuvo por un largo periodo de tiempo y la amistad que unía a ambos con Fidel Castro.

El ensayista cubano Jacobo Machover, en su libro el “Sueño de la Barbarie” denuncia como autores de la talla de Jean Paul Sartre le hicieron el juego al castrismo por un periodo de tiempo, y que personalidades como el desaparecido José Saramago e  Ignacio Ramonet,  entre otros, siguen defendiendo la tiranía de más de cinco décadas de los hermanos Castro.

No obstante la devoción de García Márquez por Fidel Castro es la más difícil de entender, porque el laureado escritor tuvo la oportunidad de ser testigo del triunfo de la insurrección, pero también del deterioro del régimen.

García Marques prefirió ignorar lo que sucedía en Cuba por conservar la amistad de Castro. Calló ante los fusilamientos, prisiones, exilio, la destrucción económica del país, la exportación de la subversión desde La Habana al resto del continente, y la subordinación del régimen a la Unión Soviética.

El supo del caso Heberto Padilla y del exilio de Guillermo Cabrera Infante y del ostracismo interno y externo que padecieron muchos de sus pares de la isla.

La conducta del autor de Cien Años de Soledad, conduce a pensar que el talento puede no ser compatible con el más elemental sentido de justicia y puede ser capaz de generar un ambiente de "realismo mágico" que propicie ignorar todo aquello que colisiona con sus pensamientos e intereses.

El gobierno de Cuba valoró con tanta estima la aquiescencia  de García Márquez que el propio Fidel Castro le entregó una lujosa casa de protocolo y le distinguió  con las medallas Haydee Santamaría y la Orden Félix Varela.

García Márquez el escritor deja una profunda huella en la literatura mundial, el hombre lamentablemente deja muchas preguntas sin respuestas, entre ellas su amistad con Fidel Castro y por qué no vivió y murió en Colombia, si como dice el presidente Juan Manuel Santos,  fue el más ilustre de los colombianos.

 

¿Cuáles son los derechos de los escritores y de los artistas revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la Revolución: todo; contra la Revolución: ningún derecho.

Fidel Castro.



Pedro Corzo

Periodista

 
¿La izquierda latinoamericana se renueva? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 17 de Abril de 2014 00:43

Por Jorge Hernández Fonseca.-

La doctrina comunista comienza a tomar similar camino que la social democracia, manifestado por los consejos de Lula da Silva a Maduro para reunirse con la oposición "democrática" venezolana y por la adopción, de parte de los actuales gobernantes chavistas venezolanos, de un camino más abierto al contradictorio, contando con el beneplácito probable de los procónsules de Raúl Castro en Caracas.

 

Última actualización el Viernes, 25 de Abril de 2014 14:59
 
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