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Artigos: Cuba
Ricardo Alarcón, el último “fidelista” en desgracia PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 30 de Diciembre de 2012 13:56

Por Eugenio Yáñez.- 

Ricardo Alarcón siempre fue un hombre de Fidel Castro, pero nunca santo de la devoción de Raúl Castro y sus generales. Ya se decía en Secreto de Estado y en Jaque al Rey, dos libros escritos de conjunto por Eugenio Yáñez y Juan Benemelis hace varios años.

Entonces muchos lo consideraban en la cúpula del poder, junto a Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, porque Fidel Castro los había mencionado a Ignacio Ramonet, en una kilométrica entrevista, como eventuales relevos de los “históricos”. Sin embargo, para Raúl Castro no eran más que capataces desechables.

Era el único superviviente político de los tres. Los otros dos, aficionados a las mieles del poder, quedaron fuera del juego en 2009. Ahora, al publicarse la lista de candidatos a diputados para las “elecciones” de febrero del 2013, donde brilla por su ausencia, ni siquiera tendría derecho a estar presente cuando se constituya la nueva legislatura para el período 2013-2018.

Se buscan explicaciones a la carrera, como que el principal asesor de Alarcón, Miguel Álvarez, y su esposa Mercedes Arce, oficiales de la inteligencia cubana, fueron detenidos hace varios meses. O esto o aquello.

Sin embargo, el problema no es de ahora, sino de siempre. Alarcón era desde 1959 un “burguesito” a los ojos de los comandantes guerrilleros, alguien sin callos en las manos, hablando con educación y moviéndose en el terreno de las relaciones exteriores, mientras los “guardias” se llenaban de hambre y fango en las trincheras y se jugaban la vida en guerrillas latinoamericanas y campañas africanas.

Mientras Fidel Castro controló el poder absoluto nadie cuestionó a Alarcón, quien estuvo catorce años (en dos momentos diferentes) como representante del Gobierno cubano en Naciones Unidas (aunque a pesar de eso habla inglés con acento de Hialeah), fue viceministro y ministro de Relaciones Exteriores, y desde 1993 presidió la siempre unánime Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).

Para los “guardias”, Jaime Crombet, vicepresidente de la ANPP con Alarcón, era mejor, a pesar de ser suegro del tronado Pérez Roque: fue presidente de la FEU, y a la vez secretario general de la UJC y jefe de la Columna Juvenil del Centenario; después, viceprimer ministro. Y lo más importante para los militares: fue Comisario Político del Frente Norte en Angola mientras Alarcón “combatía” en New York dentro del edificio de la ONU.

Crombet solicitó su renuncia por razones de salud a mediados de 2012, que fue aceptada por Raúl Castro, quien lo despidió del cargo con cálidas palabras y lo designó asesor suyo para los cambios constitucionales con relación a esa entelequia del Poder Popular.

Habrá que estar atentos a las palabras de despedida de Raúl Castro a Alarcón. Dicen que sería asesor suyo para política exterior, lo que no sería tan relevante ahora que el canciller Bruno Rodríguez fue ascendido al Buró Político. O que se le encargará encabezar la “batalla” por la excarcelación de los cinco espías que cumplen condena en Estados Unidos, antojo sin sentido de Fidel Castro que le permitirá matar el tiempo y viajar medio mundo, o mundo y medio.

¿Cuál es el legado de Alarcón después de tanto tiempo al frente de la ANPP y casi toda su vida en función de la imagen exterior de eso que llaman “revolución cubana”?

No demasiado: haber presidido por veinte años una institución que reúne alrededor de 600 personas dos veces al año y ostenta el triste récord de que en sus reuniones nunca se haya producido un voto en contra de nada. Aunque eso no es poco, otros episodios suyos resultarán inolvidables, como cuando dijo que no se permitía a los cubanos viajar libremente para evitar la congestión del espacio aéreo internacional, o sus conceptos sobre los proyectos democráticos en la historia universal, a los que llamó “utopías” para justificar la dictadura castrista, pretendiendo emular a Pericles cuando no le llega ni a la chancleta a constitucionalistas y diplomáticos de la llamada “república frustrada”.

El paraguas protector de Fidel Castro le dio seguridad e impunidad, pero no vergüenza, y mucho menos honestidad. Los argumentos de la ANPP para rechazar el Proyecto Varela presentado por Oswaldo Payá son dignos de un Museo de la Estulticia Absoluta. Y bajo su presidencia la ANPP fue cómplice de la implantación del “período especial”, de la Primavera Negra y del fusilamiento sumario de tres jóvenes negros por un intento de secuestro de una embarcación para escapar de Cuba, donde no hubo hechos de sangre.

Como Fidel Castro lo consideraba experto en las relaciones con EEUU, le correspondió negociar con “el imperio”, entre muchas otras cosas, la crisis de los balseros de 1994 y las posteriores conversaciones migratorias con ese país, que no condujeron a mucho por la terquedad y mala fe de Castro.

Tras la crisis de poder en 2006 estuvo activo en la prensa internacional, asegurando que el Comandante estaba vivo, cuando muchos lo dudaban. Y fue —por su cargo— un factor importante para legitimar a Raúl Castro como sucesor, pues la Asamblea debía oficializar la designación, como sucedió en febrero del 2008.

A partir de ese momento ya no era imprescindible para ninguno de los planes importantes del general, pero como Fidel Castro todavía estaba relativamente lúcido, fue mantenido en el cargo, y fue reelecto al Buró Político en el Sexto Congreso del Partido.

Sin embargo, Raúl Castro sabe esperar. Mientras tanto, para reorganizar y definir las funciones del Poder Popular y las relaciones entre el gobierno central y los gobiernos locales, tarea fundamental del Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, hace tiempo designó al General de División Leonardo Andollo, segundo Jefe del Estado Mayor General de las FAR y también segundo de la Comisión de Implementación de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido. No se sorprenda nadie si en la nueva legislatura en febrero del 2013 este general ocupa una posición relevante.

Se especula sobre quién será el sustituto de Alarcón presidiendo la ANPP, pero eso podría ser una pérdida de tiempo ahora: dependerá de lo que piense Raúl Castro sobre la relevancia y alcance de la Asamblea, y de lo profundo de su compromiso en promover jóvenes, mujeres y negros a los cargos más importantes del país.

Cualquiera que sea el destino de Ricardo Alarcón tras salir de la presidencia de la ANPP en febrero del 2013, hay que verlo como provisional: será solamente un paso más en su inevitable camino hacia el basurero de la historia, donde sin dudas terminará, junto a los jerifaltes del castrismo a quienes “chicharroneó” tantos años.

Tomado de CUBAENCUENTRO

 
El 2013 en La Habana, Caracas y Washington PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Sábado, 29 de Diciembre de 2012 12:33

Por Jorge Casrañeda.-

En el 2013, en Cuba, se festejarán dos aniversarios -el 54º de la revolución y el 60º del asalto al Cuartel Moncada- y quizás dos acontecimientos alentadores: la sobrevivencia de Hugo Chávez o la garantía de una sucesión chavista en Venezuela, y el principio de la normalización de relaciones con Estados Unidos. Sobre los aniversarios no hay mucho que decir; sobre Venezuela sólo cabe especular -ejercicio divertido por excelencia- sobre la recuperación de Chávez, la posibilidad de que asuma su segundo mandato el 10 de enero, o la celebración de nuevas elecciones el año que viene. En esa hipótesis, de nuevo sólo sirven las conjeturas: si la oposición sigue unida con la candidatura de Henrique Capriles, y si éste puede derrotar a Nicolás Maduro, el heredero del caudillo.

No abundan las hipótesis alternativas, sin embargo, sobre las consecuencias para La Habana del fin del subsidio venezolano a la isla. No es que sin el dinero y el petróleo de Chávez no pueda sobrevivir el régimen: ese tipo de vaticinios catastrofistas han sido desmentidos en demasiadas ocasiones en el pasado. Pero sin duda vendría un periodo de enormes dificultades para la isla. Por eso es que muchos observadores contemplan la posibilidad de que los cubanos hoy puedan negociar con más empeño y flexibilidad un principio de normalización con Estados Unidos aprovechando que Obama ya no se preocupa por la reelección. Más aún, al haber triunfado en Florida y haber obtenido más del 40% del voto cubano-americano, no parecería imposible que el inquilino de la Casa Blanca vaya mucho más lejos que durante su primer período, llegando incluso a levantar el embargo a Cuba, permitir viajes a la isla, y quién sabe, “quizás”, restablecer relaciones diplomáticas.

Todo esto puede suceder pero algunos hechos de los últimos días parecen dificultarlo. Como saben los ociosos como este comentócrata, que no tiene más que hacer que leer periódicos y ver noticias incluso en época navideña, John Kerry ha sido designado como nuevo secretario de Estado. Al ocupar ese cargo, Kerry abandonará la presidencia el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y será sustituido por un colega demócrata. El que se apunta, al que le toca, y el que casi seguramente va a ser es “Bob” Menéndez, cubano-americano y senador por Nueva Jersey. Conjuga posiciones muy liberales en asuntos migratorios, fiscales o incluso de índole social, con posturas feroces, anticastristas propias de cualquier legislador norteamericano electo gracias a votos y recursos cubano-americanos que abundan en Nueva Jersey. Si Menéndez ocupa la presidencia del Comité de Relaciones, se antoja casi imposible que Obama se atreva a cualquier tipo de gesto, incluso limitado al ámbito del Poder Ejecutivo, que relaje las restricciones de viaje o de comercio, por miedo a las represalias de todo tipo que pudiera ejercer Menéndez. Pero además conviene recordar que por primera vez en la historia post 1959, a partir de enero habrá tres senadores cubano-americanos en funciones: el propio Menéndez, Marco Rubio de Florida, y Ted Cruz, republicano recién electo por el estado de Texas. Y los tres, por distintas razones, pueden ser aliados de Obama si deciden, como todo parece indicarlo, buscar una reforma migratoria integral, usando al Senado como Cámara de origen. Mucho se ha comentado ya cómo Obama tiene una gran deuda con el electorado latino, cómo los republicanos no pueden permitirse el lujo de seguir antagonizándolos y cómo la reforma migratoria sí encierra una enorme importancia personal y simbólica para los hispanos. A Obama le faltan cinco votos para lograr la aprobación de una reforma (se necesitan 60); los tres cubano-americanos son absolutamente indispensables. Sin ellos no hay reforma; para ellos cualquier acercamiento con la Habana es un casus belli. No sé si los Castro pueden sobrevivir sin Chávez, pero sí sé que la normalización entre Washington yLa Habana se encuentra tan remota como siempre.

 
EL CONTROL SOCIAL DEL CASTRISMO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 28 de Diciembre de 2012 12:39

Por Pedro Corzo.-
Según cubanos que residieron en diferentes estados sometidos al control de la Unión Soviética, el totalitarismo cubano fue más severo en lo que respecta a controles económicos y sociales, que en el resto de los países del bloque soviético, a excepción de Albania.

Consideran que tal vez en esos países durante los primeros cinco o diez años, las prácticas fueron similares a las de Cuba, pero que durante sus estancias en esas naciones, incluida la Unión Soviética, a partir de la década de 1960, se apreciaba que las leyes y su aplicación eran menos restrictivas que en la isla.

Una de las singularidades del totalitarismo cubano fue vincular los organismos de masa que rápidamente habían constituido, CDR, FMC, ANAP entre otras y la politizada Central de Trabajadores, a la represión más cruenta y letal, que cumplían fielmente los órganos de la seguridad del estado y las fuerzas armadas.

El apoyo de las masas legitimaba, en la opinión de la nomenclatura castrista, todos los actos del gobierno contra los sectores o individuos descontentos, por crueles e injustas que fueran esas manifestaciones.

En toda sociedad el número de ciudadanos pusilánimes e inseguros, que prefieren no ver ni escuchar y mucho menos protestar contra los abusos es elevado, y de esa realidad solo se pueden percatar los que han vivido en una sociedad de miedo como la vigente en Cuba, por eso es que el resto de la población de la isla, la mayoría silenciosa como alguien la identificó en su momento, calla y se hace cómplice de las actuaciones de las autoridades y sus instrumentos.

Situaciones tan distantes en el tiempo como el abuso de las mujeres que en febrero de 1959 marcharon por La Habana demandando el fin de los fusilamientos, el entierro del Diario de la Marina, que simbólicamente sepultaba para siempre la libertad de prensa en la isla, los pogroms del Mariel y los acosos y violaciones flagrantes que padecen en pleno siglo XXI las Damas de Blanco y todo el que haga oposición a la dictadura, han sido constantes que caracterizan al gobierno de los hermanos Castro.

Asumir el manejo absoluto de la gestión económica fue fundamental para la dictadura. Impedir la independencia financiera de los ciudadanos y hacerlos exclusivamente dependientes del Estado, son factores claves para la permanencia del poder, porque entre otras condicionantes una eventual oposición debe contar con recursos económicos propios para ser viable y al controlar el estado la producción y los servicios, es muy difícil que la oposición se pueda convertir en una alternativa de cambio.

El gobierno de Cuba ha sido capaz, a pesar del agotamiento real del sistema y de la ausencia de su principal gurú, Fidel Castro, de seguir ejerciendo un fuerte control sobre los organismos de masas y continuar movilizándolas de acuerdo a sus conveniencias, porque los dirigentes de esas entidades están conscientes que rápidamente pueden cambiar de represores a reprimidos.

Los valores que la dictadura inculcó entre sus partidarios no fueron asimilados en la medida que convenía al régimen.

Cierto que muchos de los elementos en el proceso de adoctrinamiento masivo eran contrarios a la naturaleza humana, pero también el rotundo fracaso de la dictadura en la gestión económica y social ha conducido al desencanto de amplios sectores de la sociedad y en el presente, aunque todavía cuenta con suficientes gamberros para el acoso y el abuso, cada día son menos los que están dispuestos al atropello; en consecuencia, las presiones que ejercen sobre ellos las fuerzas represivas para que cumplan con el objetivo de legitimar los actos de la dictadura, cada vez son más severas.

La independencia ciudadana en Cuba está llegando. Cierto que es lenta. Apenas perceptible, pero indetenible.

Sin hacer referencia a la vanguardia de la sociedad, que está integrada por quienes en contra de la voluntad oficial demandan espacios propios y enfrentan los riesgos de la cárcel o el exilio interno o externo, cada día más ciudadanos toman conciencia de sus derechos y se percatan de lo alienada que es la sociedad en la que malviven.

Al principio el cambio de régimen no forma parte de las perspectivas de estas personas, pero el aislamiento que padecen y los ataques que sufren de inmediato, les conducen a una mayor independencia en su conducta hasta que concluyen que para alcanzar una plena realización ciudadana, hay que destruir el control social que el castrismo ejerce sobre uno y todos.

 
Cuba y Obama : (2009-2012) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 26 de Diciembre de 2012 11:12

Por Huber Matos Araluce.-


Al comenzar su segundo periodo presidencial se desconoce cuál será la política de Obama hacia Cuba. 

Pudiera continuar siendo la misma de “tomársela con calma”, definida por el entonces Secretario de Estado Adjunto para Latinoamérica Arturo Valenzuela  quien en diciembre de 2009 declaró a EFE y el Nuevo Herald publicó:

“El Gobierno de EEUU se está tomando con "calma'' el acercamiento y el diálogo que inició la Administración del presidente Barack Obama con Cuba, porque no busca un ‘‘cambio súbito'' en este momento en sus relaciones con La Habana…Washington pretende "tomar el pulso a la situación'' en Cuba para "ver cómo salir adelante''…''Lo que estamos viendo de cara al futuro es cómo seguir avanzando'' en los temas de interés común para EEUU y Cuba, agregó el alto funcionario… Sin embargo, recalcó que se trata de "algo que nos estamos tomando en estos momentos con calma''…''No es una cosa en que se está buscando un cambio súbito en este momento. Estamos avanzando'', subrayó el diplomático”.

O quizás en estos próximos cuatro años pudieran dejar de tomarla con calma, que es la política de no hacer nada y esperar, mientras se le hace creer a los cubanos otra cosa.

Hay especulaciones sobre si el presidente reelecto insistirá o no en un acercamiento.

Unos argumentan que sí lo hará, señalando que, como Obama no tiene que preocuparse por una reelección, puede intentar un acuerdo sin compromisos concretos sobre al respeto a los derechos humanos.


Otros creen que el grupo de políticos cubanoamericanos en Washington impedirá un acomodo con la dictadura en la Isla a menos que esta se comprometa a una transición hacia la democracia. 

Hasta ahora Washington ha declarado en forma repetitiva  que no podrá dar un paso más por el camino del acercamiento sin la liberación del ingeniero Allan Gross, preso en Cuba desde el 3 de diciembre del 2009 y condenado a 15 años de prisión por haber introducido a la isla equipos para facilitar la comunicación por Internet.

También el gobierno de Obama ha insistido en su interés de que en Cuba pueda prosperar un sistema democrático sin  haber propuesto una solución o estrategia para contribuir a lograrlo.

Sobre el tema cubano en la política de Washington gravita la presencia de tres senadores y cuatro representantes cubanoamericanos.

Con la posibilidad de que el senador demócrata cubanoamericano Bob Menéndez asuma la dirección del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, esta influencia se complementa con la de la representante Ileana Ross Lethiner, líder en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

Mientras tanto en círculos intelectuales en los Estados Unidos se discute sobre la oportunidad que tendrá Obama de forjar un legado histórico durante estos próximos cuatro años. Desde este ángulo el asunto cubano es de poca importancia.

Los Estados Unidos  tienen por delante un camino tortuoso.  Obama, con un poder limitado por el control republicano de la Cámara de Representantes,  tendrá que escoger sus iniciativas estratégicas y negociar con empeño.

Sin especular sobre el futuro, este artículo tratará de sacar algunas conclusiones sobre la política de Obama respecto a Cuba en sus primeros cuatro años de gobierno y el significado que tuvo y tiene el triunfo de Obama en la política cubana.

Los resultados positivos:

Aunque no hay encuestas sobre la opinión de la población cubana que midan la importancia política del triunfo de Obama, el efecto que tuvo en el mundo entero no puede haber sido diferente en Cuba. 

El impacto  en más de la mitad de la población en la isla por la  elección del hijo de un negro africano y una blanca estadounidense a la presidencia de los Estados Unidos  tiene que haber sido importante.

Por medio siglo el aparato de propaganda del régimen castrista  martilló sobre la situación de discriminación y desventaja de la población negra en los Estados Unidos.  Era una característica del sistema capitalista que el comunismo combatía.

Cualquier negro o mulato cubano debe haberse sentido muy orgulloso del éxito electoral de  Obama en los Estados Unidos.  La mayoría de los cubanos blancos también.

Su reelección debe haber reforzado aun más la idea entre los cubanos de que en los Estados Unidos las cosas no son como las afirmó el régimen durante medio siglo.

La  insistencia de Obama de un acercamiento con el gobierno cubano es probablemente desconocida por la mayoría de la población,  pero entre  los que la conocen debe haber debilitado el argumento del régimen de que los  Estados Unidos es el país agresor y la causa de los males que padecen los cubanos.

Todo esto sucedió  en circunstancias en que la mayoría de la población ya  conocía  que el bajísimo nivel de vida que tenía no era  consecuencia del embargo de los Estados Unidos.

En una encuesta del Instituto Republicano Internacional publicada en junio del 2012 se demostró que solo el 4% de los cubanos creían que el embargo y el aislamiento eran el principal problema de Cuba. Entre los jóvenes el porcentaje era aún menor.


Aunque la encuesta se hizo a principios de 2012 es difícil creer que tres años atrás, en 2009,  la mayoría de los cubanos no estuvieran ya convencidos de que no era el embargo la razón de sus males.

En resumen,  la elección y la reelección de Obama han perjudicado a la dictadura castrista al demostrar que los argumentos contra los Estados Unidos en el tema racial eran exagerados. 

Esto sucede en circunstancias en que la credibilidad del régimen estaba completamente cuestionada por una población cada vez más descontenta e incrédula y cuando Fidel Castro había  dado señales visibles de deterioro físico y mental.

Según el Latinbarómetro, Fidel Castro muy pronto sería uno de los dirigentes menos populares en Latinoamérica y Obama el de mayor simpatía.

Resultados negativos:

El Presidente Obama llega a la Casa Blanca convencido de que un diálogo con las tiranías que confrontaban a los Estados Unidos era posible.  Según él, esa era la estrategia para disminuir las tensiones y mejorar las relaciones.

En 2008 en uno de los debates por la candidatura del partido demócrata, la precandidata Hilary Clinton le argumentó al precandidato Obama que un diálogo del presidente de los Estados Unidos con un tirano no era recomendable sin negociaciones previas.

En el caso de Irán el propio gobierno de Obama ha aceptado públicamente que la política de acercamiento, lejos de mejorar, empeoró la situación.  Hoy Irán está mucho más cerca de tener un arma nuclear que cuando Obama llegó a la Casa Blanca.

Esta política fue interpretada por el régimen iraní como una de debilidad.  La Casa Blanca ha tenido que recurrir a sanciones para tratar de convencer tardíamente a la dictadura teocrática iraní de que el precio de continuar su desarrollo nuclear podría llegar hasta al uso de la fuerza.

En el caso de Cuba  la política de conciliación también fracasó aunque  el gobierno estadounidense no lo haya reconocido públicamente.  Tampoco es conocido el nivel de ignorancia al que llegó este gobierno en el trato con la dictadura.

Demostrar el fracaso de la política de Obama hacia el castrismo no requiere mucho esfuerzo. 

Desde diciembre de 2009 fue detenido en Cuba el Ingeniero estadounidense Alan Gross y luego condenado a 15 años de prisión. Su delito fue haber llevado a Cuba equipo de internet para facilitar la comunicación a los opositores.

Alan Gross ha sido un rehén sobre el que hasta ahora los Estados Unidos se ha  negado a negociar, aunque los secuestradores no han sentido ningún temor en insistir en el pago del rescate.


Por el contrario, el gobierno de los Estados Unidos ha declarado el precio que está dispuesto a pagar.  Se han comprometido a continuar con la política de acercamiento si Gross es puesto en libertad.

Pero el caso de Gross no es la única medida para determinar el balance  de la política de Obama respecto a Cuba.

Durante estos últimos cuatro años la represión contra los defensores de los derechos humanos y los grupos de la oposición política ha ido en aumento en la isla.   Varios opositores han sido asesinados y la muerte misteriosa de Laura Pollán ha quedado como una incógnita a resolver.

Es una farsa argumentar que la liberación del grupo de presos políticos conocido como el grupo de los 75 es un logro de Obama, Washington, Madrid o la Iglesia Católica cubana.

Quien provocó la crisis que obligó al régimen a tratar de “lavarse la cara” con tal “liberación” fue el asesinato de Orlando Zapata Tamayo y la valiente conducta de su madre Reina Tamayo y la dirigente de las Damas de Blanco, Laura Pollán.

Han sido purgados del gobierno cubano los elementos moderados que pudieron ser una alternativa de cambio en Cuba.  

Raúl Castro se ha dedicado a colocar a sus hombres en todas las posiciones insistiendo en que el cambio en Cuba es para consolidar el sistema y no para cambiar su naturaleza política.


En el orden económico quien se ha beneficiado de la política conciliatoria de Obama ha sido el régimen castrista.  En medio de una verdadera crisis  ha podido contar con un ingreso equivalente a más de cinco mil millones de dólares anuales.

Utilizar los cambios en Cuba orientados a disminuir la planilla estatal y a  facilitar que quienes queden sin trabajo puedan convertirse en cuentapropistas  para decir que las políticas de los gobiernos de los Estados Unidos, Europa o la Iglesia Católica tienen que ver con esto  es confundir la necesidad con el deseo.

El régimen castrista está acorralado por sus propias contradicciones, su incompetencia, una economía en extremo ineficiente, un pueblo que lo desprecia y un mundo que se ha ido transformado a una velocidad excepcional.

Los cambios que intenta hacer y los que ha hecho son para sobrevivir no para respetar derechos y modificar su naturaleza represiva. 

Mucho antes de que se permitiera la compra y venta de casas y de automóviles en Cuba, Fidel Castro trajo a Cuba la empresa extranjera, la española, y con ella se repartieron la industria turística cubana.  En otras palabras los cambios se hicieron por iniciativa propia y por cuestión de necesidad.

Fue otro sofismo el argumento que se esgrimió relacionado con la importancia transformadora de los viajes de los cubanos a Cuba como una especie de embajadores de la libertad .


Los viajes a Cuba se han convertido en negocios para mucha gente y  para el régimen en la Isla.  Lejos de provocar un interés en un cambio en Cuba lo que han logrado es reforzar la idea entre los cubanos de que la solución está en escapar de la Isla hacia los Estados Unidos.

En conclusión, la política de Obama hacia Cuba lejos de presentar un saldo positivo hacia la democratización del país, ha implicado un retroceso.  El gobierno de Obama perdió la oportunidad de usar su influencia en el mundo y su impacto directo en la economía y la política cubana –la población– para presionar al régimen castrista hacia una conducta más civilizada.

Lejos de mantener una estrategia de presión  como hizo con la dictadura en Burma,  Obama cedió en los momentos en que el régimen castrista entraba en un ciclo de vulnerabilidad que no ha podido superar todavía.

Sin el salvavidas lanzado por Washington la crisis en Cuba podía haber tomado otro rumbo.

Es diferente al saldo positivo de la presencia de Obama como presidente de los Estados Unidos en el terreno de la percepción de la población cubana sobre el conflicto racial  en los Estados Unidos. 

Con la simpatía que ha tenido con la población en la isla Obama pudo ser un factor determinante en el curso de los acontecimientos, pero no fue así.  Nunca entendió que sus mensajes al pueblo cubano tendrían más impacto que toda la propaganda de la dictadura.

Ese saldo negativo pudo haber sido mucho peor si Obama hubiera logrado que la Unión Europea modificara o eliminara la política conocida como la Posición Común* respecto a Cuba.

El saldo también pudo haber sido peor si la falta de visión de los hermanos Castro no los hubiera cegado.  Podían haber comprendido que lo que había que negociar con Obama era simplemente la entrada de turistas estadounidenses a cambio de, por ejemplo la liberalización de la política de emigración de Cuba.

Por el contrario, el régimen castrista, que se ha creído por demasiado tiempo ser el ombligo del mundo, insistió en hacer ceder al gobierno de Obama en temas más fundamentales como el embargo  y la liberación de los cinco espías cubanos condenados en los Estados Unidos.

Desde nuestro punto de vista fue la debilidad que interpretaron en Obama lo que les hizo pedir a los Castro más de lo que podían alcanzar y así perder la oportunidad  de una negociación en la que habrían logrado el ingreso de otros tantos miles de millones de dólares del turismo estadounidense.

Por último y para documentar lo argumentado respecto a el interés que tuvo el gobierno de Obama en que la Unión Europea cambiara su política de la Posición Común, citamos al embajador español en Costa Rica, Arturo Reig, quien después de criticar como fracasos la política de los Estados Unidos hacia Cuba y la Posición Común de la Unión Europea, en un artículo publicado en La Nación el 28 de octubre de 2009 señalaba que:

“Por cuanto antecede y a la vista del callejón sin salida a que han conducido dichas políticas de la UE y de los EE. UU., había que preguntarse si valía la pena persistir en ellas y tanto la actual Administración estadounidense como España se han planteado si no había llegado el momento de establecer una auténtica interlocución con el régimen cubano para intentar que el ya mencionado proceso de reforma, pacífico, ordenado y negociado entre todos los cubanos, pueda iniciarse, contando con la ayuda y el apoyo de la comunidad internacional y, en particular, con los EE. UU., la OEA y la UE, y dentro de esta última, con el país que todos los europeos reconocen como el que tiene el mejor conocimiento de la situación en Cuba; es decir, España”.

Este artículo (el subrayado es nuestro) informa que el gobierno de Obama y el de José Luis Rodríguez Zapatero ya se han planteado lo que el embajador español define como una verdadera interlocución, es decir una negociación sin condiciones de transición democrática en Cuba.

Esta dejaría sin efecto, o desconoceria a la Posición Común europea y las condiciones que Obama ha hecho públicas de que un arreglo entre el régimen castrista y los Estados Unidos tendría como condición una transición en la isla.

Lo discutido entre Rodríguez Zapatero y el presidente Obama no llegó muy lejos.  Es probable que Alemania se haya opuesto, como lo ha hecho hasta estos días, rechazando que la Posición Común fuera modificada o desconocida.

Peor aún, antes de esta revelación del Embajador Español en Costa Rica, el periódico español El País –publicado en El Nuevo Herald– había informado sobre un mensaje del Presidente Obama para que fuera transmitido por Rodríguez Zapatero a Raúl Castro en el que le decía que:


Obama le manda a decir a Raúl:

“comprendemos que no se puede cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero que, pasados unos años, cuando se mire hacia atrás, debe quedar claro que éste fue el momento en el que empezaron los cambios’’.

En conclusión, el gobierno de Obama fracasó en su política de acercamiento con el régimen castrista.  El hecho de que el 48% de los exiliados lo hayan apoyado en su reelección no valida o redime este fracaso.

El gobierno de Obama estuvo de acuerdo con España en que la Posición Común de la Unión Europea era un estorbo en el acercamiento.

También el cambio que hubo en Latinoamérica respecto a Cuba obedeció al interés de Washington. 

Costa Rica restableció relaciones diplomáticas con el régimen de la isla y la OEA levantó las sanciones para facilitar el ingreso de Cuba en esa organización y crear en Latinoamerica un precedente que favoreciera la estrategia de conciliacion hacia el castrismo planeada por  Washington.

Ninguna de esas medidas fueron espontáneas sino el resultado de una política concertada entre Madrid y Washington. El castrismo ganó espacio político sin pagar o ceder en nada.

La razón de este fracaso no fue una cuestión de mala fe sino de ignorar la verdadera naturaleza de la dictadura en Cuba.

Obama puede haber aprendido la lección y su futura política tendrá en cuenta el pasado o dependerá de otras circunstancias. Nadie debe descartar que durante su segundo periodo el Presidente Obama se convierta en un aliado crucial y determinante de la oposición democrática cubana. Pero hasta ahora el precio de cuatro años de error e inexperiencia lo ha pagado el pueblo cubano y la oposición


*) Impulsada en 1996 por el ex presidente del Gobierno español José María Aznar, la "Posición Común" de la UE condicionaba la normalización de relaciones con Cuba a los avances que debía dar el régimen comunista hacia la democracia, la liberación de todos los presos políticos y la mejora de los derechos humanos.

Última actualización el Miércoles, 26 de Diciembre de 2012 11:40
 
Fidel Castro se despide de su amigo Hugo Chávez PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Domingo, 23 de Diciembre de 2012 11:41

Por Carlos Alberto Montaner.-

Hay fricciones serias en el ámbito chavista.

Diosdado Cabello quiere aplazar la toma de posesión de Chávez. Aparentemente, su propósito es darle tiempo a que se cure. Gente del entorno chavista opina que quiere darle tiempo a que se muera. Para él es más fácil maniobrar sin Chávez que con el caudillo respirando.

Es el escenario temido en La Habana. Fidel Castro, que sabe más que nadie de la salud de Hugo Chávez, el 15 de diciembre, en un breve texto construido dentro de la estructura de un obituario convencional, despidió en vida a su discípulo y les mandó un mensaje a los chavistas.

Así concluyó su escrito el viejo Comandante: “Tengo la seguridad de que ustedes con él, y aún por dolorosa que fuese la ausencia de él, serían capaces de continuar su obra”.

Esta es la parte clave del comunicado. El resto es un cortés e intrascendente relleno.

Poco después de escrita esta nota se anunció que el presidente venezolano había tenido una insuficiencia respiratoria que los médicos habían conseguido aliviar. Antes, durante la operación, lograron controlar un peligroso sangramiento que lo puso al borde de la muerte.

En todo caso, el pronóstico es que Chávez, salvo que suceda algún milagro, hasta que expire, sufrirá frecuentes y crecientes problemas derivados de la debilidad general de su organismo, como cualquier enfermo de cáncer en la fase final de la enfermedad. Paradójicamente, la quimioterapia, que a veces contribuye a curar el mal, otras parece acelerarlo.

¿Tendrá razón Fidel Castro y los chavistas podrán continuar la obra del líder de la revolución bolivariana? Pero, ¿cuál es, en realidad, la obra de Chávez?

En estos catorce años, este militar ha construido el estado más corrupto de América Latina. Según Transparency International ocupa el número 166 de un total de 176 países escrutados en el planeta.

Caracas, con 130 asesinatos por 100 000 habitantes, es la segunda ciudad más peligrosa del mundo. (Chicago, que es el matadero de Estados Unidos, apenas alcanza los 19).

El nivel venezolano de inflación anual, 29%, es el más alto de América Latina y uno de los peores del globo.

De ser un país receptor de inmigrantes, ha pasado a ser una insensible maquinaria de expulsión de venezolanos educados y emprendedores. Se estima en unos 500 000 los que se han radicado en el exterior, 200 000 mil de ellos en Estados Unidos. Se van con sus conocimientos y, cuando pueden, con sus capitales, hacia otros destinos más prometedores. Ésa es una incalculable sangria.

No obstante ser el país peor gobernado de América Latina, que ha visto cerrar 107.000 empresas durante el chavismo (de un total de 600.000), un 55% de los venezolanos votó por esa ríspida y empobrecedora manera de organizar la convivencia en las elecciones del pasado 7 de octubre.

¿Por qué? Porque el gobierno utiliza una parte sustancial de sus ingresos en lo que llaman “gasto social”. Unas treinta “misiones” se ocupan de instruir, subsidiar el consumo, curar enfermos y distribuir recursos de una manera terriblemente ineficaz, pero suficiente para comprar voluntades y generar una enorme red de clientes políticos y estómagos agradecidos.

¿Seguirá Nicolás Maduro, el heredero designado por Chávez, ese modelo de gerencia disparatada y corrupta, lenguaje incendiario, lucha de clases, antiamericanismo estridente, creciente estatismo, destrucción del tejido empresarial productivo y abundante e incosteable asistencialismo, fomentador de la dependencia y la irresponsabilidad ciudadana?

¿Es ese barullo revolucionario lo que Fidel Castro desea preservar, o son los diez mil millones de dólares anuales que Cuba recibe del gobierno de Venezuela por diversos conceptos, cifra publicada por el Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami, incluidos 115 000 barriles diarios de petróleo?

Francamente, es difícil que el heredero de Chávez, quienquiera que sea, continúe por la senda trazada por el caudillo bolivariano. La deuda del país ha pasado del 35% del PIB en 1998 al 71% en el 2012. Una caída de los precios del petróleo generaría una catástrofe tremenda.

Obviamente, ya hay síntomas de que en el velorio del Caudillo comenzará una seria crisis entre sus delfines. No hay consenso en quién debe ser el heredero o en qué consiste el engendro legado por Chávez. Lo que todos saben, tirios y troyanos, es que el país va por muy mal camino.

 
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