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Artigos: Cuba
Crisis en el corralito del castrismo contra los dólares de los cubanos de la isla PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 24 de Octubre de 2020 23:34

Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Cuando un emigrado envía dólares a sus familiares, los manda con nombre y apellidos, no se los envía a López Callejas, que es el ‘abusador’ que realmente los cobra. Para que en la isla haya una claridad al respecto, los dólares deben ser entregados a los familiares a los que son enviados y ellos decidirán qué destino les darán, rellenar tarjetas electrónicas directamente, comprar CUC, o comprar CUP. ¿Por qué los dólares los retiene López Callejas y comparsa?


Crisis en el corralito del castrismo contra los dólares de los cubanos de la isla

Jorge Hernández Fonseca

24 de Octubre de 2020

En cualquier país del mundo --menos en la Cuba castrista-- los ciudadanos pueden tener moneda extranjera sin que eso afecte para nada la economía local. En Cuba, por decisión de los mandamases comunistas, ningún cubano puede recibir dólares directos de EUA. Todo tiene que ser encaminado a través de empresas militares, que se quedan con los dólares y entregan a los cubanos papel moneda local, que sólo vale en determinadas tiendas según “se” decida.

La absurda posición de la dictadura castrista de que los cubanos no “manejen” dólares es absolutamente arbitraria. Inventaron el CUC, como una especie de “vale compras” para ser usado solo en las bodegas “del dueño” de la isla. Inventaron ahora tarjetas electrónicas rellenas con dólares desde el exterior (en la isla a nadie se le entregan dólares enviados desde EUA) para comprar “arroz, frijoles, pasta de dientes y papel de inodoro”. ¡Una verdadera vergüenza!

Estados Unidos, emisor del dólar, ha tomado sucesivas medidas para que los dólares que entran en la isla vayan a las manos de los cubanos y no a las arcas de las empresas militares represivas, que usan la divisa para comprar equipos emisores de ataques sónicos contra diplomáticos “capitalistas”, contra Tania Bruguera, y contra quien se les antoje, todo en dólares.

Cuando un emigrado envía dólares a sus familiares, los manda con nombre y apellidos, no se los envía a López Callejas, que es el ‘abusador’ que realmente los cobra. Para que en la isla haya una claridad al respecto, los dólares deben ser entregados a los familiares a los que son enviados y ellos decidirán qué destino les darán, rellenar tarjetas electrónicas directamente, comprar CUC, o comprar CUP. ¿Por qué los dólares los retiene López Callejas y comparsa?

Ayer hubo una medida adicional por parte de EUA, emisor y responsable por el uso de su moneda, que limita adicionalmente el mangoneo que hace la dictadura castrista con los dólares del exilio, limitando el relleno de las tarjetas electrónicas. De inmediato saltó el canciller cubano a acusar a EUA por la potencial hambruna en Cuba. ¿Es alguien fuera de los dirigentes comunistas cubanos, culpable del hambre en Cuba? Fidel y Raúl Castro son los responsables.

Es lastimoso ver como el síndrome de Estocolmo cala hondo en determinados analistas políticos residentes en la isla, que ya han acusado (igual que hizo en canciller castrista) a EUA de la potencial hambruna en la isla, causada (dicen) por las medidas norteamericanas que quieren los dólares vayan a manos de los cubanos y no de los organismos represivos.

En esto hay dos aspectos que se conjugan: Primero, el hambre --ahora y en el futuro-- solamente es responsabilidad de las autoridades dictatoriales cubanas y de nadie en el exterior, mucho menos de los familiares de los cubanos simples. Segundo, los dólares que el exilio envía a sus familiares, tienen que ser entregado en dólares a sus familiares, para que ellos libremente decidan como procederán: cargarán tarjetas electrónicas, cambiaran por CUC, cambiaran por CUP, o los guardarán como una inversión. Así se hace en el mundo civilizado fuera de Cuba.

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Última actualización el Domingo, 01 de Noviembre de 2020 00:52
 
Cuba castrista y el resultado de las elecciones norteamericanas PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 17 de Octubre de 2020 03:10

Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Cuba como tal, no está en la estrategia de los planes futuros de EUA, ni de Biden, ni de Trump. Esa es una realidad que los cubanos tenemos la obligación de entender. Partiendo de esa base, las cosas pudieran comportarse así: Si el triunfo es de Biden, él haría una concesión al ala izquierdista de su Partido Demócrata, que sería la encargada de concretar libremente una política hacia la isla. La dictadura sería fortalecida y habría muy poco que hacer. No hay hasta ahora ningún grupo cubano asesorando a Biden, fuera de Bernie Sanders, “the squad” y cía.


Cuba castrista y el resultado de las elecciones norteamericanas

Jorge Hernández Fonseca

16 de Octubre de 2020

Cuba castrista --no puede ocultarlo-- está en un “compás de espera” aguardando el resultado de la elección en EUA. Como “cortina de humo” de esta espera, ha abarrotado el noticiero cubano con una labor más que necesaria, el cambio de monedas. Pero aprovecha ahora para entretener al pueblo sin comida con una jerga monetarista. Se sabe que Cuba castrista quisiera que Joe Biden fuera el ganador de la elección. Él ha prometido regresar a la política de Obama hacia la isla y su candidata a vice ha prometido incluso “levantar el embargo”. Analicemos.

Cuba como tal, no está en la estrategia de los planes futuros de EUA, ni de Biden, ni de Trump. Esa es una realidad que los cubanos tenemos la obligación de entender. Partiendo de esa base, las cosas pudieran comportarse así: Si el triunfo es de Biden, él haría una concesión al ala izquierdista de su Partido Demócrata, que sería la encargada de concretar libremente una política hacia la isla. La dictadura sería fortalecida y habría muy poco que hacer. No hay hasta ahora ningún grupo cubano asesorando a Biden, fuera de Bernie Sanders, “the squad” y cía.

Si Trump resultara electo, habría una política de continuidad con la actual política de EUA hacia la isla. Hay en el seno de la dirección castrista un plan en este sentido que consistiría, una vez desaparecido Raúl Castro --gravemente enfermo-- estructurar una política económica similar a la llevada adelante en China primero y en Viet Nam después. A esta política los EUA de Trump responderían positivamente, porque las élites norteamericanas bipartidistas prefieren para Cuba su estabilidad político-social, que la derrota de la dictadura. Así mantienen dentro de la isla una estructura militar fuerte, que controle el narcotráfico y evite la tan temida estampida balsera.

Con Trump negociando con el castrismo tardío, remanente (posterior al de los Castro) y resuelto económicamente el desayuno, almuerzo y comida de los cubanos, comenzaría realmente, y con apoyo bipartidista de EUA, la lucha por la democratización de la isla, a medio plazo. EUA entiende que un cambio radical de gobierno ahora en Cuba, se correría el riesgo de que el narcotráfico que domina México, caiga sobre la isla de forma imparable, mucho más hoy, que EUA se ha visto en la necesidad de “prender” al exministro y jefe del ejército mexicano.

El tránsito descrito sería algo diferente si triunfa Biden. El castrismo solamente iría al esquema chino si fuera forzado por EUA, una vez muerto Raúl. El equipo que delinearía la política estadounidense hacia Cuba bajo Biden es marxista, que no vería la necesidad de obligar la isla ir al “odiado capitalismo” en la economía. Eso sería aprovechado por el castrismo para intentar obtener créditos fáciles (que luego no pagaría) y se perderían como mínimo 4 largos años para resolver --al menos-- la alimentación de los cubanos. Democracia y libertades, aparentemente sólo serían a medio y/o largo plazo. No es lo que yo deseo, pero es lo que “hay” sobre la mesa.

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Última actualización el Sábado, 24 de Octubre de 2020 20:27
 
Sobre el “Debate por la Democracia en Cuba”: Fines y Medios PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 03 de Octubre de 2020 19:35

 

La Habana con sol

 

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Miriam Celaya cuestiona en su análisis el aspecto ético de los métodos a ser utilizados para conseguir determinados fines, específicamente referentes a las fuertes sanciones que el actual gobierno norteamericano ha implementado para forzar a la dictadura a tomar determinado camino. Celaya, discrepando de Escobar, presenta dos opciones que denomina, A y B. Estas opciones no son más que las dos líneas que se presentaron ante el acercamiento de Obama: se apoya un acercamiento a la dictadura castrista, o se apoya una “línea dura” como la de Donald Trump.


Sobre el “Debate por la Democracia en Cuba”: Fines y Medios

Jorge Hernández Fonseca

2 de Octubre de 2020

Leo en el periódico 14 y Medio, “hecho en Cuba”, un artículo importante de la destacada periodista cubana residente en la isla, Miriam Celaya, comentando y discrepando en parte de otro artículo del periodista, también residente en la isla, Reinaldo Escobar, analizando ambos la delicada situación que la isla enfrenta de cara a las elecciones norteamericanas y su resultado.

Celaya cuestiona en su análisis el aspecto ético de los métodos a ser utilizados para conseguir determinados fines, específicamente referentes a las fuertes sanciones que el actual gobierno norteamericano ha implementado para forzar a la dictadura a tomar determinado camino. Celaya, discrepando de Escobar, presenta dos opciones que denomina, A y B. Estas opciones no son más que las dos líneas que se presentaron ante el acercamiento de Obama: se apoya un acercamiento a la dictadura castrista, o se apoya una “línea dura” como la de Donald Trump.

Tanto Escobar como Celaya tienen todo el derecho a sus puntos de vista, el mismo que tengo yo escribiendo este artículo respecto al mismo tema. Discrepo de Celaya en dos aspectos: Primero, toda la culpa (100% de la responsabilidad) de la penuria material de los cubanos es de la dictadura castrista. No podemos ni debemos culpar a ningún gobernante externo --que toma decisiones dentro de sus responsabilidades constitucionales-- con el hambre en Cuba.

Segundo, sí, ha habido propuestas para paliar el problema de la hambruna en la isla, propuesta hecha precisamente por dos organizaciones campesinas internas, donde se auto-proponen a resolver el “problema de la hambruna” a la que la dictadura castrista ni siquiera se ha dignado en responder. ¿Qué culpa tiene el gobierno de EUA, de que una propuesta de solución no se tenga en cuenta y que entonces tenga que hacer lo que le es más conveniente a la dictadura? http://cubalibredigital.com/index.php?option=com_content&view=article&id=37197:flamur-y-la-liga-de-campesinos-independientes-elevaron-una-propuesta-al-qgobiernoq-para-resolver-la-qhambrunaq-que-se-avecina&catid=4:quaternaria&Itemid=21

No creo que caminamos en la dirección correcta, aceptando que la dictadura castrista tome al exilio cubano como “mulo de carga” que resuelva problemas, que sólo la dictadura tiene que resolver. De la misma forma, no creo correcto tampoco que el la dictadura castrista elija a la moneda de un país que ellos consideran “enemigo”, para solucionar problemas que también sólo la dictadura tiene que resolver. No lo resuelven porque no quieren. No debemos ayudarla.

Así, las medidas de Trump contra la dictadura, serían menos devastadoras internamente si se atendiera a los reclamos del campesinado cubano. La dictadura no quiere hacerlo, entonces no podemos culpar a EUA de hacer lo que bien entiende, según sus intereses. Por otra parte, ¿Cuándo se ha visto que el futuro de un país, depende de las elecciones de otro país?

Como cubano, veo bien la ayuda que enviamos a nuestros familiares, de forma voluntaria, libre y personal, porque esa característica es universal. Lo que no estoy dispuesto es a que, el dictador cubano disponga de mi dinero y “meta su mano en mi bolsillo” cada vez que su incompetencia lo mueva a hacerlo, sin siquiera pedir mi permiso. ¡Eso es inadmisible!


Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

 

A continuacion, el articulo de Miriam Celeya:


Tras escasez en Cuba crece temor a nueva crisis - Los Angeles Times


A continuacion, el articulo de referencia, firmado por Miriam Celaya:


Un debate por la democracia en Cuba: el fin no justifica los medios, Por MIRIAM CELAYA


Recién salida de las redes, hoy saturadas por los ecos del lamentable show (dizque debate) entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump y Joe Biden, y todavía con las ropas desgarradas por los ataques de la siempre furibunda jauría trumpista -esos dignos émulos del más puro estilo castrista que no aceptan otra posición que el apoyo incondicional a su ídolo- me he detenido sobre un texto del colega Reinaldo Escobar Casas que me trae de regreso a lo que realmente es importante a este lado del Estrecho de Florida: una realidad tan agobiante que supera con creces la conveniencia del triunfo de uno u otro candidato en las elecciones presidenciales de EE UU, que se celebran el próximo 3 de noviembre.

En coincidencia con el colega Escobar Casas, y como cubana que también vive en la Isla, no tengo preferencia por ninguno de los candidatos estadounidenses. Tengo claro que ni uno ni otro tienen compromiso con el logro de la democracia en Cuba, más allá de discursos e intenciones con fines electoreros. Menos aún recae sobre ellos la responsabilidad de solucionar los acuciantes problemas que, desde todos los ámbitos de la vida nacional, asfixian a los cubanos y de los cuales las sucesivas administraciones de EE UU no son causantes.

Tengo claro que ni uno ni otro tienen compromiso con el logro de la democracia en Cuba, más allá de discursos e intenciones con fines electoreros

Tras 61 años de dictadura y en medio de la más grave crisis del sistema socioeconómico y político instaurado a fuerza de voluntarismo y represión, resultaría ingenuo atribuir un eventual colapso del castrismo a la buena o mala voluntad de un presidente estadounidense, sin negar que las políticas de ese país, como la gran potencia que es, influyen no solo sobre esta limitada y cercana geografía y sobre la vida de sus habitantes, sino que -para bien y para mal- tienen un impacto relevante en todo el mundo.

Coincido absolutamente con Escobar Casas cuando declara la necesidad de un debate que nos importa como cubanos, cuando centra sus aspiraciones a que las cosas cambien en Cuba, que se despenalice la discrepancia política y a que todos podamos opinar a favor o en contra de quienes nos gobiernan, así como a que en lo económico se le dé la libertad a los que son capaces de producir las cosas que necesitamos para vivir. Este debería ser un norte irrenunciable para todos los que, contra viento y marea, seguimos empujando el muro del castrismo desde dentro y fuera de Cuba, aunque bien sabemos que, a la luz de la realidad actual de la Isla, por el momento se trata de aspiraciones quiméricas.

Sin embargo, en lo que no puedo concordar con Escobar es en lo que parece ser la justificación de los medios para alcanzar el fin. De hecho, los escenarios de salida de la crisis cubana ante una u otra política estadounidense son tan opuestos como los costos humanos y sociales que dimanarían de ellas.

En su texto, Escobar le da la bienvenida por igual al "estrangulamiento" provocado por un recrudecimiento de las sanciones que a un "acercamiento" que obligue al régimen a cambiar, puesto que su prioridad -y me consta que es sincero- es la prosperidad y bienestar de este país "donde por muchos años vivirán mis hijos y mis nietos". En lo personal, siempre optaré por la salida menos traumática posible para los cubanos, a contrapelo de estar consciente de que en Cuba esa variable cada vez parece menos probable.

¿Qué autoridad moral nos asiste para someter a otros a las carencias que no sufrimos algunos que sí contamos con algún respaldo económico para sobrellevar la crisis?

Tomemos, pues, dos situaciones A y B, donde A sería el eventual triunfo de Trump y, en consecuencia, una feroz tenaza capaz de asfixiar al castrismo y sus tentáculos, y de paso a todos los cubanos que de alguna manera dependen del apoyo económico, las remesas, los paquetes de alimentos, etcétera, que en definitiva siempre benefician en alguna medida a la élite receptora de dividendos. Las preguntas, entonces, serían: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar la supervivencia económica o el costo de las privaciones de los cubanos comunes en aras de forzar los cambios? ¿Es lícito asumir el caos y las pérdidas humanas como los "daños colaterales" necesarios para esos cambios? ¿Qué autoridad moral nos asiste para someter a otros a las carencias que no sufrimos algunos que sí contamos con algún respaldo económico para sobrellevar la crisis?

Y, llevándolo a un plano más extremo, ¿existe alguna garantía de que los sectores disidentes, opositores, prensa y sociedad civil independientes estemos a salvo de la peor represión llegado el caso extremo de un caos social?

Más aún, en un escenario de caos y anarquía provocados por la hambruna, la ausencia de garantías y la crispación social, ¿quién asumiría el control y velaría por el mínimo orden social? Esa posibilidad, que ahora puede parecer una exageración dramática, no deja de ser una amenaza casi tangible.

El otro extremo, la opción B, sería la transición gradual, política y ordenada que, pese a todo, sigue siendo la más razonable por cuanto no utiliza a los cubanos como rehenes en el camino hacia la democratización sino que facilitaría su inserción como actores económicos y políticos de los cambios, siempre que esa política se implementara de manera completa, inteligente y debidamente condicionada a pasos efectivos en materia de derechos humanos por parte de la cúpula castrista. Este fue el paso que se omitió durante el deshielo de la era Obama y que coadyuvó al repliegue del régimen.

El punto débil, en cualquiera de los casos, A o B, es la ausencia de propuestas efectivas y de fortalezas en los sectores opositores, generalmente atentos -justo es reconocerlo- a las políticas de la Casa Blanca. No hay un plan C o "propuesta cubana". En este sentido vale revisar recientes declaraciones por parte de algunos de los llamados líderes de oposición, donde llama la atención un denominador común: todos parecen coincidir en lo que debería hacer una administración estadounidense con respecto a Cuba, pero ninguno tiene un plan a implementar en cualquier escenario que podamos enfrentar, ya sea ante una política de acercamiento o de confrontación desde el poderoso vecino norteño.

Esperar, sigue siendo la palabra de orden en un escenario que, más allá de nuestras voluntades, nos mantiene sujetos como pasivos rehenes de políticas foráneas

En resumen, todo tiende a la eterna pasividad o la contemplación, a la espera de dos eventualidades, ninguna de las cuales depende de acciones efectivas por parte de la oposición: 1) Esperar a ver qué deciden hacer los poderes de Estados Unidos y 2) Esperar a ver cuánto se debilitan los jerarcas del poder dictatorial en Cuba a partir de esas políticas. Esperar, sigue siendo la palabra de orden en un escenario que, más allá de nuestras voluntades, nos mantiene sujetos como pasivos rehenes de políticas foráneas, hasta tal punto que puede parecer igualmente valiosa una política de asfixia que una de acercamiento en tanto promueva cambios, que no está a nuestro alcance controlar. No podría estar más en desacuerdo.

Al final, y de lo que va el tema, en Cuba estamos urgidos de un debate nacional amplio e inclusivo, en el que participe toda la sociedad y estén presentes todos los intereses, con independencia de encorsetamientos políticos o ideológicos. Un debate que no imite el patético show mediático Trump vs Biden, del que fuimos testigos el pasado 30 de septiembre. Porque lo mejor y lo peor que tenemos los cubanos es que aquí mucho está por decir y todo está por hacer, en especial la transición hacia la democracia. Y ha sido un sueño tan largo y tan preñado de sacrificios que no puede darnos lo mismo el medio para conseguirla.

Tomado de 14 Y MEDIO

Última actualización el Domingo, 11 de Octubre de 2020 00:26
 
El castrismo en crisis terminal y la oposición cubana autodestruyéndose PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 13 de Septiembre de 2020 08:04


Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Para una potencia mundial --como lo es Estados Unidos-- cuyos intereses aprecian para Cuba su estabilidad por encima de otra cualidad (incluso la democracia) la negociación con un gobierno autoritario en Cuba –conformado por sectores del castrismo actual, dejando intactas sus fuerzas armadas-- sería preferible para gobernar, que implantar un equipo democrático en la isla, compuesto por los actuales opositores cubanos, débiles y divididos, blanco fácil del organizado y poderoso grupo de carteles narcotraficantes centroamericanos y mexicanos.


El castrismo en crisis terminal y la oposición cubana autodestruyéndose

Jorge Hernández Fonseca

12 de Septiembre de 2020

El mundo de la oposición política cubana está lleno de muchas figuras disímiles, que parecen más un colchón de retazos que un telón listo para ser proyectado. Siempre se ha hablado de la “necesaria unidad”, tesis negada con tal profusión de argumentos por estos opositores, que ya nadie en sus cabales se aventura a hablar del tema. Sin embargo, la razón para que la tal “unidad” no exista, no implica que los opositores dispersos se ataquen inmisericordemente.

Hoy el castrismo está derrotado, ideológica y prácticamente. El marxismo no funciona en la Cuba castrista, como no ha funcionado en ninguno de los muchos países donde se ha implantado. Contradictoriamente, por las razones enumeradas encima, la oposición política cubana no es una opción de gobierno a los ojos de nadie, siquiera de los propios cubanos.

Es evidente que el castrismo es responsable en parte de la crítica situación de la oposición, porque una de sus estrategias ha sido el “divide y vencerás”. Otra estrategia utilizada con notable éxito es dividir la “oposición interna” de la “externa”. También el protagonismo, la lucha por los recursos materiales y otras características nocivas del ser humano, contribuyen a que no haya podido concretarse --al menos-- la tan ansiada coordinación entre los grupos opositores.

El panorama descrito contrasta sin embrago, con la existencia de opositores jóvenes, valientes, inteligentes y dispuestos al sacrificio por liberar la patria de la férrea dictadura que se la ha impuesto, que deberían tener como tarea prioritaria, la coordinación con sus homólogos.

Hay señales de discretas conversaciones de la dictadura castrista con los Estados Unidos, básicamente porque EUA quiere resolver el problema venezolano usando “la buena voluntad” de los cubanos, dueños y señores de la Venezuela chavista. Estas conversaciones implicarían también resultados positivos para la isla, pero no hay opositores que, organizadamente, puedan responsabilizarse con las tareas del gobierno, porque simplemente se pelean entre si y pudieran, en el gobierno, desestabilizar la isla, dando oportunidad al narco de gobernar.

El modelo de sociedades narcos existente en buena parte de Centroamérica --inclusive en el propio México-- sería muy fácil de introducir en Cuba con un gobierno débil y dividido, como proyecta ser la oposición cubana, con sus riñas y luchas, sin un liderazgo fuerte, como lo necesita EUA para salvaguardar sus costas, pasada la pesadilla castrista de estos años.

Para una potencia mundial --como lo es Estados Unidos-- cuyos intereses aprecian para Cuba su estabilidad por encima de otra cualidad (incluso la democracia) la negociación con un gobierno autoritario en Cuba –conformado por sectores del castrismo actual, dejando intactas sus fuerzas armadas-- sería preferible para gobernar, que implantar un equipo democrático en la isla, compuesto por los actuales opositores cubanos, débiles y divididos, blanco fácil del organizado y poderoso grupo de carteles narcotraficantes centroamericanos y mexicanos.

Ante esta realidad, la propia oposición política cubana dividida, inestable y descoordinada --honesta pero dividida-- podría no dejarle a EUA otra alternativa que negociar con el enemigo.

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Última actualización el Domingo, 20 de Septiembre de 2020 20:37
 
Elecciones en los Estados Unidos: ¿Trump o Biden? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 01 de Septiembre de 2020 23:43

Por Jorge Hernández Fonseca.- 

De manera poco usual en los Estados Unidos, la elección presidencial de este 2020 se ha tornado mucho más antagónicamente excluyente que de costumbre. Los partidarios de Biden acusan a Trump y sus simpatizantes de tener métodos y objetivos “fascistas” y los partidarios de Trump acusan a los simpatizantes de Biden de “socialistas”. Una polarización muy peligrosa.


En las condiciones actuales, que los factores pandemia y violencia social han emparejado la disputa, otros factores inherentes a la elección serán los que decidirán. Biden ha expresado su intención de aplicar la política de Obama hacia Cuba. Su compañera de fórmula ha dicho que “levantaría el embargo a la isla”. Además, la Cuba castrista ha manifestado su simpatía hacia Biden. Todo lo anterior, para el exilio, decantaría mayoritariamente el voto cubano hacia Trump.

Última actualización el Jueves, 10 de Septiembre de 2020 05:06
 
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