LA TRAMPA ANTI ELECTORAL DE NICOLÁS MADURO |
|
|
|
Escrito por Indicado en la materia
|
Miércoles, 09 de Agosto de 2017 21:33 |
Fernando Mires.-
Nunca dos personas relatan un mismo hecho de un modo exactamente igual. Uno acentúa lo uno, el otro lo otro. De ahí que me atreva a formular la siguiente frase: el relato de un hecho dice más sobre la persona que relata el hecho que sobre el hecho relatado. Con mayor razón ocurre así en los procesos colectivos en donde priman visiones ideológicas, experiencias contrapuestas, distintas biografías. Así se explica por qué las deducciones que surgen del relato del hecho no solamente son diferentes, sino, además, antagónicas entre sí. Esa es la razón por la cual el colosal fraude perpetrado por la CNE el 30 de Julio (30/J) ha sido interpretado de modo muy diferente por los diversos sectores que conforman la oposición, dentro y fuera de la MUD.
Resumo: hay tres grupos de opinión.
Según el primer grupo, el megafraude cometido por la dictadura el 30/J ha enterrado la vía electoral asumida por la mayoría de la oposición desde el 2006 (candidatura de Rosales) y el 2007 (plebiscito de Chávez), vía que interrumpió las alternativas voluntaristas (carmonismo, paro petrolero, abstencionismo) asumiendo la defensa de la Constitución liberal y chavista de 1999.
Según el segundo grupo, el grotesco fraude, evidenciado y probado por las revelaciones de Smartmatic, ha puesto de manifiesto que las elecciones son imposibles de ser realizadas bajo la tutela de la CNE dirigida por Tibisay Lucena (después de Diosdado y Maduro, la persona más detestada de Venezuela). El tenor predominante de ese grupo es: yo votaría, pero no con ese CNE.
Un tercer grupo considera necesario participar en las elecciones regionales que eventualmente tendrían lugar en diciembre, pues no hacerlo significaría regalar a Maduro 23 gobernaciones y, además, facilitar el cumplimiento de la utopía de todas las dictaduras, a saber: elecciones sí, pero sin participación de la oposición (al estilo cubano)
En el primer grupo hay muy débil comunicación con el segundo y casi ninguna con el tercero. Se trata de sectores más culturales que políticos, muy emocionales, reacios al debate, seguidores de líderes mesiánicos cuya retórica basada en códigos de honor los encandila. La presencia medial de este grupo es muy superior a su inserción real en la sociedad, razón por la cual logran en determinadas ocasiones ejercer una fuerte presión dentro de la MUD. Son los de La Salida, los del Maduro vete ya, los de la marcha sin retorno, los de la Hora Cero, los de con mis muertos no te metas, los de votar es traición, y los del gobierno de transición con embajadas en el exilio (¡!).
La discusión principal tiene lugar entonces entre el grupo dos y el tres. Aunque los del grupo dos coinciden con los del uno en que después del fraude del 30/J es imposible asistir a los comicios sin legitimar al régimen, muchos estarían de acuerdo con votar, siempre y cuando tenga lugar una reestructuración de la CNE (algo difícil que ocurra durante Maduro) Las revelaciones de Smartmatic confirmarían, aparentemente, esa posición. Los del grupo tres, sin embargo, han realizado una distinta lectura con respecto a los mismos hechos.
De acuerdo al grupo tres, esa CNE es exactamente la misma del 6D del 2015. Según los del dos es la misma pero bajo condiciones diferentes a las del 2015 pues hoy la dictadura es abierta y confesa. Los del grupo tresafirman que justamente por eso es necesario participar en las elecciones pues lo contrario significaría legitimar a la dictadura. Los del dos afirman que participar electoralmente significaría legitimar a la dictadura. Los del tresque participar significaría relegitimar la vía electoral en contra de una dictadura que intenta dinamitarla. La discusión parece no tener fin. No obstante, podría ser resuelta con una sola pregunta: ¿a quién interesa que la oposición no participe en las elecciones? La respuesta solo puede ser una: A Maduro y su mafia.
Si la oposición no participa en elecciones, Maduro no se vería impulsado a suprimirlas. Entonces, preguntarán lo del grupo dos ¿para qué participar en elecciones si Maduro las va a suprimir y si no es así las va a desconocer? Supongamos que sea así. En ese caso Maduro chocaría una vez más con la legalidad y con ello agregaría varios puntos más a su deslegitimación interna y externa. Sin embargo, en ese punto, el profesor Juan Carlos Soza Azpurúa apunta con buenas razones que a la dictadura de Maduro no le interesa tener legitimidad pues le basta con el uso de la fuerza.
El señor Soza Azpurúa tiene razón. Pero solo en parte. A ninguna dictadura, ni siquiera a la de Maduro, le conviene aumentar su grado de deslegitimación, mucho más si esa deslegitimación amenaza trizar sus filas. Gracias a esa desligitimación progresiva el chavismo se encuentra internamente deteriorado. Si ese proceso sigue aumentando –y un nuevo robo de elecciones lo aumentaría de modo considerable– puede consumarse el golpe de gracia que necesita la dictadura para irse de este mundo. Es una hipótesis. Tómese como tal. Lo importante es que Maduro no quiere que la oposición participe en las elecciones. Y bien, en este punto hay que recordar una de las premisas básicas de la política. Ella dice: Nunca hagas lo que tu enemigo quiere que hagas. Pero los del grupo uno y en parte los del dos, se empecinan en hacer lo que Maduro quiere que hagas. Están pisando la trampa. Esa es la trampa.
¿Dónde está la trampa?
Precisamente en el fraude del 30/J, reconfirmado por Smartmatic/Reuter.
¿Quién no sabía que después de los 7 millones y medio de votos obtenidos por la oposición, Maduro iba a ordenar a Lucena que inventara por lo menos ocho millones? La vara se la pusieron muy alta, pero igual la saltó haciendo un horroroso fraude. Al respecto hay dos lecturas. Una alegre y otra no tanto.
La lectura alegre dice: el fraude fue tan increíblemente obsceno que la dictadura se desligitimó definitivamente frente a la opinión mundial. En ese punto, y aunque parezca insólito, comparto mi opinión con la del profesor Soza Azpurúa. A la dictadura le interesa un carajo la opinión mundial. Lo importante para ella era sobrepasar la votación de la oposición fuera como fuera. Desde un punto de vista dictatorial no podía hacer otra cosa. Si yo hubiera sido dictador habría hecho lo mismo.
Pero hay otra lectura que no es tan alegre. Esa lectura dice: a la dictadura le interesaba mostrar abiertamente que es fraudulenta. Solo así la oposición no se atreverá a medirse. Pues bien; ahí yace precisamente la trampa.Mediante la amenaza del fraude, Maduro intenta desmoralizar a la oposición y con ello alejarla de todos los procesos electorales, justamente los únicos en los cuales esa oposición puede ganar. O en otras palabras: mientras más visible sea el fraude, mayor será el escepticismo de la ciudadanía para participar en procesos electorales. Así el dictador gana por partida doble. Por una parte, hace elecciones y se queda con todos los votos. Por otra, desprestigia al máximo la vía electoral sin que la oposición tenga otra alternativa de lucha. Negocio redondo.
La dictadura de Maduro y su mafia es, como toda dictadura, antielectoral. Pero entre suprimir las elecciones y hacer elecciones tipo Cuba, es decir, sin oposición, prefiere, obviamente, la segunda posibilidad. El problema es que realmente lo puede lograr gracias a la ayuda que le presta una parte de la propia oposición (primer y segundo grupo).
La tarea política de la oposición -si no quiere pisar la trampa tendida por la dictadura- es ir directamente a las elecciones regionales, ocupar sus espacios y dar ahí otra batalla. Pero ir a ganarlas como fueron ganadas las del 6-D. Los del grupo dos dirán: el tiempo es otro que el del 6D. No es cierto. Es la misma dictadura, es el mismo Maduro, es la misma CNE y es la misma oposición (aún más amplia todavía que durante el 2015).
La posición del grupo tres se encuentra avalada por tres razones. Una práctica, otra histórica y otra política. La lógica de la razón práctica enseña que cada vez que la oposición va a elecciones, haciéndose presente en las mesas, cotejando voto tras voto desde la primera hasta la última hora, logra resultados favorables. La lógica de la razón histórica enseña que los más grandes éxitos de la oposición han sido obtenidos en el área electoral y en ninguna otra. La lógica de la razón política enseña que nunca las movilizaciones populares han sido más intensas que cuando aparecen articuladas en torno a un objetivo electoral. Sí, electoral.
¿No fue la lucha por el revocatorio una lucha electoral? ¿No fue la lucha por las regionales, antes de que Maduro las robara, una lucha electoral? ¿Nadie se acuerda de los grandes peregrinajes de recolección de firmas a los que sometió la sádica Lucena a la ciudadanía ansiosa de votar? ¿No fue el estallido popular que comenzó en abril de 2017 una demostración de que la ciudadanía estaba dispuesta a darlo todo para defender a la AN, elegida con sus votos? ¿No surgieron las grandes protestas callejeras en defensa del sufragio universal avasallado por una constituyente que inventaron los secuaces de Maduro con el único objetivo de evitar las elecciones regionales? ¿No diseñó la oposición su línea política como democrática, pacífica, constitucional y ELECTORAL? Y después de todo eso, ahora, cuando se abren las perspectivas para inundar a Venezuela con votos antidictatoriales, los de siempre, los del grupo uno y dos, intentan echar pie atrás, pisando la trampa tendida por la dictadura.
No. Desde una perspectiva histórica no se trata de cambiar de ruta como arguyen los del grupo uno y dos. Todo lo contrario, se trata de reafirmarla. La oposición –o su gran mayoría- es constitucional porque es electoral y es electoral porque es constitucional. Quienes intentan cambiar de ruta son los que quieren cerrar la vía electoral sin ofrecer ninguna otra, pisando así la trampa que Maduro les tendió.
Seamos francos de una vez por todas. La oposición tiene solo tres alternativas: 1) La lucha armada, para lo cual no está preparada 2) Soñar con un general divino, o con una invasión de marines comandados por Trump 3) La línea electoral, la que mejor conoce, la que más preocupa a Maduro.
Hay quizás una cuarta alternativa: ir a twitter y desde ahí insultar a los parlamentarios y candidatos de la MUD y a todos los que los apoyamos. No la recomiendo.
agosto 05, 2017
|
Escrito por Indicado en la materia
|
Jueves, 13 de Abril de 2017 12:23 |
Por IBSEN MARTÍNEZ .-
“En política, una semana es un tiempo muy largo”.
La frase, comúnmente atribuida al líder laborista y dos veces primer ministro británico Harold Wilson fue evocada oportunamente el pasado 7 de abril por Francisco Quico Toro, editor ejecutivo de Caracas Chronicles.
En efecto, la manera como en Venezuela se han despeñado graníticas moles de arbitrariedad y desprecio a la ley que parecían inconmovibles, otorga razón al líder inglés. Apenas semanas atrás, Nicolás Maduro podía ufanarse de haber capeado la ola de multitudinarias manifestaciones de protesta promovida por la Mesa de Unidad Democrática (MUD) en octubre pasado, encaminada a forzar la convocatoria a un referéndum revocatorio.
Pareció entonces que dos estrategias opositoras que en 2014 habían demostrado ser irreconciliables, confluían al fin en los últimos meses de 2016, así no fuese concertadamente entre ellas, para poner a Maduro contra la pared y obligarlo a él y al partido mayoritario de la proterva coalición de cacos y narcogenerales que lo apoya, a dejar el poder. El movimiento de pinzas que en un extremo tenía a multitudinarias manifestaciones callejeras, y en el otro, al para muchos exasperante forcejeo de la dirigencia democrática y constitucionalista con un Gobierno de forajidos, fracasó cuando la MUD pareció caer en una celada.
La añagaza con que Maduro logró detener la ofensiva civilista y democrática fue promover un “diálogo” apadrinado por el Vaticano y por trapisondistas internacionales de la talla de Ernesto Samper, José Luis Rodríguez Zapatero y un tercero, un político quisqueyano que ni sé cómo se llama. (Me pasa con el descafeinado expresidente de República Dominicana lo mismo que a Jerry Seinfeld cuando le toca nombrar a los tres tenores y dice: Domingo, Pavarotti y “el otro tipo”).
Pese a algunos comunicados aclaratorios de su escrupuloso papel mediador, nunca estuvo claro para la gran masa opositora venezolana de qué lado estaba el Vaticano.
Y aun sin presumir entreguista mala fe en la dirigencia demócrata, el efecto neto que tuvo el inconducente “diálogo” fue un recrudecer de los reflejos antipolíticos de los opositores de a pie.
Cundió entre la gente, no solo el desánimo, sino la indignación al ver cómo el cantinflérico y siempre mendaz Maduro hurtaba el cuerpo a las elecciones regionales que debieron realizarse en diciembre pasado y a las condiciones que puso la oposición para “dialogar”. Estas eran, entre otras, la libertad de todos los presos políticos, abrir un canal internacional de ayuda humanitaria y una fecha en 2016 para el referéndum. Al mismo tiempo, el Gobierno seguía encarcelando dirigentes de los partidos democráticos. La MUD cayó es un descrédito del que, llegó a temerse, no saldría nunca más. El año terminó sin que la promesa de “salir de Maduro ante de seis meses”, hecha en enero pasado por el entonces presidente de la Asamblea Nacional, se cumpliese.
Así estaba la pizarra de anotaciones del partido cuando, envalentonado y dispuesto a patear el tablero y propinarle el proverbial definitivo palo a la lámpara, Maduro obtuvo de su obsecuente Tribunal Supremo una sentencia que disolvía de facto la Asamblea y lo investía con todas las potestades de un dictador. De la noche a la mañana, la resuelta reacción de la MUD, la indoblegable protesta callejera en la que todos los dirigentes democráticos, sin excepción, se han jugado valientemente el pellejo cada día junto a los batalladores manifestantes, ha deparado a Maduro un volte-face de la Fortuna.
Esta Semana Santa ha comenzado su camino al Calvario. La tiranía chavista está decidida a perpetuarse a sangre y fuego y lo está demostrando, pero, irremediablemente para ella, tiene ya sus días contados.
EL PAIS; ESPANHA
@ibsenmartinez |
Ecuador, el adiós definitivo a su “Revolución Ciudadana” |
|
|
|
Escrito por Indicado en la materia
|
Jueves, 05 de Octubre de 2017 23:34 |
Por Dr. Alberto Roteta Dorado.-
Ecuador está seriamente implicado en el sonado escándalo de Odebrecht. Varios de sus más altos funcionarios que ocuparon importantes cargos en el gobierno de Correa, y aún en esta nueva etapa, están involucrados y acusados por su participación en los hechos. Entre ellos Jorge Glas, el actual vicepresidente, y también vicepresidente del anterior gobierno durante su segunda etapa de Correa.

Glas se encuentra actualmente detenido en la estación de policía 4 de Quito, como prisión preventiva para evitar su posible huida del país, mientras se termina de definir su situación judicial; aunque todo parece indicar que su vínculo directo con la importante empresa brasileña es un hecho innegable, y de demostrarse categóricamente, Rafael Correa saldría asociado a los sobornos y otros procederes ilícitos...
|
Última actualización el Lunes, 30 de Octubre de 2017 17:34 |
|
Ecuador añade preocupación a la izquierda sudamericana |
|
|
|
Escrito por Indicado en la materia
|
Viernes, 31 de Marzo de 2017 13:43 |
Por NELSON FERNÁNDEZ SALVIDIO.-
¿Liberal o socialista? Los ecuatorianos ya no tienen una carta amplia con propuestas de diverso tono y matices, ahora es como cuando los pasajeros de un avión deben decidir en poco tiempo ante la pregunta de la azafata: ¿pollo o pasta?.
La decisión no es tan sencilla y de alguna manera, no involucra solamente a Ecuador, porque las opciones implican una continuidad político-ideológico en uno de los países que fue fundamental en el eje “progresista” y alineado al “socialismo bolivariano” impulsado por Hugo Chávez, o un quiebre drástico de tendencia y la inclinación a un gobierno de corte liberal.
Al terminar el feriado de Carnaval, los candidatos presidenciales de Ecuador retomarán la campaña electoral hacia el balotaje del 2 de abril.
Curiosamente uno de los candidatos lleva por nombre el apellido del líder de la revolución bolchevique y símbolo del comunismo, y el otro, inició su vida laboral en la bolsa de valores y llegó a ser banquero, esencia máxima del capitalismo. Lenin Moreno es el candidato del oficialismo, el “Movimiento Alianza PAIS – Patria Altiva I Soberana” y en las elecciones primarias obtuvo 39,36% de los votos, muy cerca de ganar en primera vuelta.
Guillermo Lasso es el principal candidato de la oposición, desde su “Movimiento CREO- Creando Oportunidades” y consiguió 28,1% de los votantes. Para el camino a la segunda vuelta, Lasso tiene el apoyo de la que fue tercera en esa votación, la candidata del Partido Social Cristiano, Cynthia Viteri, que consiguió 16,32%.
Moreno ya sabe lo que es dar vuelta una elección, porque cuando Correa llegó a la Presidencia, él era su candidato a vice, y aunque en primera ronda quedaron segundos con 22,8%, detrás de la fórmula Álvaro Noboa-Vicente Taiano con 26,8%, luego revirtieron el resultado y ganaron por 56,7% a 43,3%.
Eso pone más nervioso ahora a Lenin Moreno porque sabe que no arranca necesariamente como favorito, sino que la experiencia muestra que es una carrera nueva. Y en este caso, el movimiento de Correa parte perdiendo la condición de favorito.
Rafael Correa y Lenin Moreno asumieron el 15 de enero de 2007 y desde entonces han estado en el gobierno. En 2009, Correa ganó en primera vuelta con 52% y en 2013 lo hizo por mayor diferencia, con 57,2%. O sea que crecieron fuerte en 2007-09, y lo siguieron haciendo en 2010-13, pero retrocedieron hacia este 2017.
La preocupación de la izquierda ecuatoriana también se reproduce en el resto del continente a movimientos que integraron una “ola progresista” que se ido retrayendo con un efecto de caída de fichas de dominó.
En Argentina, la sorpresa de cambio se dio el 22 de noviembre de 2015 cuando la fórmula Mauricio Macri-Gabriela Michetti de “Cambiemos” (alianza de centro-derecha liderada por el “Pro”-Propuesta Republicana), derrotó a la del oficialismo, Daniel Scioli-Carlos Zannini (Frente para la Victoria), por 51,3% a 48,7%. Eso marcó una dura derrota para la fracción de izquierda radical del peronismo que gobernaba desde 2003.
En Venezuela, el chavismo sufrió un revés en las urnas el 6 de diciembre de 2015, cuando en las elecciones parlamentarias para renovación de su Poder Legislativo de 167 escaños, triunfó la “Mesa de la Unidad Democrática”, una mega alianza opositora de liberales, progresistas, democristianos, socialdemócratas, socialistas democráticos, centristas y conservadores, que obtuvo 45.2%, frente al oficialista “Gran Polo Patriótico Simón Bolívar” que tuvo 40.9%. La relación quedó con 112 bancas para la oposición y 55 para el oficialismo, chavismo representado por Nicolás Maduro.
Al terminar el feriado de Carnaval, los candidatos presidenciales de Ecuador retomarán la campaña electoral hacia el balotaje del 2 de abril.
En Bolivia, el 21 de febrero de 2016, el presidente Evo Morales perdió el referéndum constitucional para lograr una nueva reelección en 2020 y tener un cuarto mandato. El “No” logró 51,3% de los votos, mientras el “Sí” obtuvo 48,7%. Luego Morales ha insistido en buscar una vuelta para ser reelegido, lo que según sondeos es rechazado por 64% de los bolivianos.
En Perú, el final de un gobierno que había asomado como nueva izquierda, mostró que la mayoría se inclinaba a opciones de derecha. En las elecciones del 10 de abril de 2016, la candidata de izquierda, Verónika Mendoza del “Frente Amplio”, quedó en tercer lugar y sólo con 18,7%. Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos Por el Kambio) ganó la presidencia frente a Keiko Fujimori (Fuerza Popular). Ollanta Humala había sido elegido por una coalición de socialistas y comunistas, y su mandato no tuvo continuidad.
En Brasil, tras la destitución de Dilma Rousseff, el 31 de agosto, el Partido de los Trabajadores (PT) dejó en evidencia su desgaste; lo que se vio el 2 de octubre de 2016, en las primeras elecciones después de esa crisis política. En San Pablo, el alcalde Fernando Haddad –que había sido ministro de Rousseff- tuvo baja votación (16%) y perdió la reelección. En Río de Janeiro, el PT no presentó candidato y apoyó a la postulante del Partido Comunista, Jandira Feghali, que tuvo apenas 3,3% de los votos.
En Chile y en Uruguay, los gobiernos de izquierda están con la peor aprobación de gestión, en el marco de una preocupación popular por el deterioro de la economía. El gobierno de Michele Bachelet está enredado en cuestiones internas y la carrera por el liderazgo.
En tanto, Tabaré Vázquez sufre el desgaste del Frente Amplio que a fin de 2016 perdió la mayoría propia en el Parlamento, por la disidencia de un diputado que se declaró en rebeldía y acompañó a la oposición en denuncias por supuesta corrupción en el gobierno de José “Pepe” Mujica.
Con ese contexto sudamericano, la elección de Ecuador tiene otro significado. Una derrota de Lenin Moreno pondría fin de un ciclo, y reafirmaría la nueva “ola” regional. Pero aunque el postulante oficialista gane, el resultado ya mostró un retroceso electoral del partido que gobierna hace una década.
La política no es aritmética, pero la suma de caudal electoral del segundo y la tercera de la primera vuelta, agrega nervios al candidato oficialista y eso incide en el ánimo y las estrategias. Es una elección muy importante.
Infolatam
|
Venezuela en un callejón sin salida, mientras crece la asfixia a la ciudadania |
|
|
|
Escrito por Indicado en la materia
|
Viernes, 10 de Marzo de 2017 11:27 |

Por MARIA TERESA ROMERO.-
Mientras la comunidad internacional deshoja la margarita a ver cómo presiona y sanciona en forma colectiva y más efectiva al cada vez más autoritario régimen venezolano, y mientras la oposición democrática no termina de unirse en una estrategia común para lograr encarrilarlo hacia la vía democrática y electoral, ese gobierno de Nicolás Maduro, atrincherado en el poder y la corrupción, se empeña en asfixiar aún más de lo que está a la sociedad civil venezolana.
(Infolatam).- Uno no se explica por qué tanto ensañamiento gubernamental, ya que la mayoría de los venezolanos, desesperada ante la situación general, golpeada por el hampa y la delincuencia, el alto costo de la vida y la escasez de alimentos y medicinas, defraudada de la dirigencia política opositora (la MUD, a partir del fallido diálogo auspiciado por el Vaticano, ha caído 10 puntos en las encuestas y ahora tiene 13 puntos de diferencia frente al partido oficialista PSUV), así como del alto mando militar que roba, viola los derechos humanos y hace caso omiso a la constitución y las leyes, se encuentra sumida en la inercia y el fatalismo, bajo un estado de miedo y frustración generalizado.
Sin embargo, el régimen continúa no sólo reprimiendo cualquier manifestación de protesta cívica, y persiguiendo y encarcelando a los principales dirigentes políticos, estudiantiles, sociales, sindicales y empresariales, sino también acosando al ciudadano común en su propia casa donde se ve cada vez más recluido por falta de trabajo y por la inseguridad reinante.
La más reciente forma de hostigar y someter a la sociedad venezolana ha sido el aumento de 1000% de las tarifas para el disfrute de la televisión por cable y el internet, que se habían convertido en el escape de los venezolanos ante las constantes e interminables “cadenas” impuestas por el gobierno a través de la radio y televisión nacional controlada por ellos para hacer propaganda de su gestión. Se trata, sin duda, de una nueva medida desproporcionada por parte de CONATEL, el órgano encargado de supervisar las telecomunicaciones en Venezuela, así como de regular las tarifas de los prestadores de servicio de televisión por suscripción que hacen vida en el país.
En los últimos años la población venezolana, incluso la de pocos recursos económicos, logró acceder a los canales de televisión alterna, sea por satélite o cable, lo que le permitió conocer un mundo distinto al proyectado en los canales de televisión regentados y manipulados por el gobierno, al punto que para 2016 la penetración de la televisión paga en Venezuela alcanzó al 70 por ciento. Esto quiere decir que siete de cada diez venezolanos podían escaparse del mensaje propagandístico del gobierno, lo cual fue posible porque el canon de pago para tener TV internacional se mantuvo en niveles estables y accesibles, si bien hay que reconocer que con los altos índices de inflación en el país y la constante depreciación del bolívar, las llamadas cableras se vieron en aprietos para cubrir sus costos y mantener un servicio de calidad.
Pero la jugada del gobierno – que ya abiertamente ha bloqueado algunos canales que le son molestos, como CNN en español, Televisión Azteca o NT24 de Colombia- en su afán por obligar a los venezolanos a escuchar sus mensajes politizados, aprobó en forma inconsulta aumentos para la televisión paga que van desde 600 al 1000 por ciento a partir de este mes de marzo, por lo que una gran cantidad de subscriptores ha comenzado a retirar el servicio, priorizando otros gastos vitales como alimentos, lo que le viene como anillo al dedo al gobierno en sus planes de dominación de la población.
Es de recordar que desde que Nicolás Maduro llegó a la presidencia en abril de 2013, aumentó de 7 a 16 las emisoras nacionales bajo el control gubernamental al tiempo que incrementó el parque de radios comunitarias y alternativas financiadas por el Estado, avanzando así en el control de la sociedad venezolana en general. Según investigadores de la comunicación en Venezuela, entre 2014 y 2016 CONATEL bloqueó más de 1600 páginas web que contenían información política incómoda al gobierno. A ello cabe sumar los más de 20 diarios que bajo la gestión de Maduro han debido cerrar por falta de papel periódico cuya entrega es controlada por el gobierno nacional.
Ante este nuevo cerco y asfixia gubernamental a la sociedad venezolana, surge de nuevo la pregunta de una posible e inminente explosión social en el país. Ciertamente desde hace tiempo están dadas las condiciones para un fuerte estallido popular, en particular desde el pasado diciembre de 2016 luego que el gobierno cerró las puertas al revocatorio presidencial que los venezolanos veían como una válvula de escape, pacífica y democrática, a la crisis.
No obstante, sin un liderazgo opositor unido que sirva de vanguardia y motor organizativo y sin algún tipo de apoyo militar, es poco probable que se dé un estallido popular generalizado y contundente, capaz de hacer cambiar al gobierno de rumbo. Lo más probable es que continúen aumentando las protestas y saqueos espontáneos aislados, en diversas regiones del país, y sin mucha participación social; es decir, que suceda una especie de nuevo “Caracazo” como el sucedido el 27 y 28 de febrero de 1989 que, al igual que aquél, terminaría sofocado por las fuerzas militares y policiales del Estado. Mientras tanto, aumenta a diario el volumen de emigrantes venezolanos a cualquier parte del mundo porque, como bien dijo uno, “Cualquier sitio es mejor que Venezuela”. |
Última actualización el Viernes, 31 de Marzo de 2017 13:39 |
|