Una calamidad llamada Evo |
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Escrito por Indicado en la materia
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Domingo, 24 de Enero de 2016 12:05 |

Por Carlos Alberto Montaner.-
Evo Morales ya cumplió 10 años como presidente de Bolivia. Es la persona que más tiempo ha ocupado el cargo consecutivamente en la historia de ese país desde que Simón Bolívar lo inauguró en 1825. Este es su tercer mandato. Terminará en el 2019.
Le parece poco. No está conforme. Quiere reelegirse cuando llegue esa fecha. El relevo generacional y la circulación de las elites le dan una risita nerviosa. Ha convocado a referéndum para poder aspirar una cuarta vez, llegar al 2025 en la poltrona presidencial, y celebrar los dos siglos de la inauguración de la República.
Luego querrá seguir, y seguir, y seguir. Le resulta muy divertido ser presidente. Le gusta vivir en el Palacio Quemado. No sabe de leyes, de economía, de historia. No sabe nada de nada, salvo de las bondades infinitas de la coca, una planta cuyo cultivo es cada vez más extendido para tristeza de la DEA.
No importa. A fin de cuentas, el que gobierna es su vicepresidente, Álvaro García Linera, un profesor marxista, matemático y sociólogo, con un tremebundo pasado revolucionario, que se ocupa de la carpintería oficial. Evo, mientras tanto, se exhibe, juega al fútbol, dice evadas y se entretiene mucho.
Hay algo enfermizo en la necesidad de mandar que Evo exhibe. Es la representación viviente de la idea platónica del narcisismo. Ha enmendado dos veces la Constitución. Si gana el referéndum no tendrá que retocar el texto una vez más. Ya podrá reelegirse indefinidamente y morirá en la cama regia, como los monarcas antiguos.
¿Lo logrará? Debiera perderlo, aunque no se sabe. Ha aumentado el gasto público salvajemente. Cuando llegó al poder, el Gobierno consumía el 21,05% del PIB. Ya va por el 43,26. Es el segundo país con mayor gasto público per cápita de América Latina. El primero es Ecuador (44,17%). Chile, que es la nación mejor gobernada de América Latina, le dedica a este rubro el 24,88.
Ese enorme gasto público no sería tan grave si el dinero de todos se manejara honradamente, pero no es así. Según el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, Bolivia es una pocilga: obtiene 3,5 de coeficiente. En esa catalogación, con menos de cinco puntos el país desaprueba. Ocupa el lugar 103 de entre 175 escrutados. Es uno de los peores de América Latina.
Bolivia va de cabeza hacia una crisis. Probablemente devalúen después del referéndum. Como buen populista, ni Evo Morales ni su vice creen en la libertad económica ni en las virtudes del mercado. Son estatistas-clientelistas, han confiscado varias empresas clave, han suscrito la fatídica receta del Socialismo del Siglo XXI, y, con la colaboración de los servicios cubanos, no han dejado de encarcelar adversarios, exiliarlos, y, una que otra vez, los han asesinado.
Cuando llegaron al poder, Bolivia comparecía en un lugar razonable del Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation. Se clasificaba como "moderadamente libre". Hoy está a la cola, y su economía es calificada de "reprimida". Esa es la receta infalible para el desastre. Basta revisar la lista para confirmar que a mayor libertad y apertura se corresponde un mejor nivel de desarrollo.
Pero, a mi juicio, el mayor daño ha sido hecho en el terreno institucional y en el tejido íntimo de la nación boliviana. El Estado plurinacional es una puñalada a la idea de una república de ciudadanos iguales ante la ley, unidos por el patriotismo constitucional, como pretendió Bolívar y como trató de llevar adelante Víctor Paz Estenssoro con la revolución unificadora de 1952.
Evo Morales retrotrajo a Bolivia a la etapa precolombina, como si aquel mundillo hostil y feroz de retazos étnicos que se hacían la guerra frecuentemente hubiera sido una especie de confederación pacífica de gente beatífica.
No entendió que la propia idea de la República de Bolivia era el producto de la modernidad encarnada en los sueños de Bolívar y Sucre, y no en las fantasías de Túpac Katari, inevitablemente borradas de la historia por la insensible aplanadora europea, como sucedió en todo el Nuevo Mundo con las culturas indígenas.
El 21 de febrero sabremos si esa calamidad llamada Evo Morales tiene fecha de caducidad o si llegó al poder para eternizarse. Falta poco.
DIARIO DE CUBA |
Última actualización el Martes, 02 de Febrero de 2016 14:11 |
Escrito por Indicado en la materia
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Sábado, 12 de Diciembre de 2015 14:07 |
Por Pedro Corzo.-
Los venezolanos comprometidos con desplazar la autocracia que impera en su país, han logrado una victoria rotunda, tan ejemplar, que es de esperar que esa voluntad se exprese con mayor vehemencia en sucesivos procesos electorales que demuelan por completo un gobierno corrupto y violador de los derechos ciudadanos.
Los electores aprovecharon muy bien su última oportunidad. Nicolás Maduro había asegurado que si triunfaba en los comicios el proceso se radicalizaría, lo que significa que los derechos ampliamente vulnerados, iban a ser abolidos por completo.
Los lideres de la oposición tuvieron la habilidad de constituir la Mesa de la Unidad Democrática, un ejemplo de cómo personalidades contrapuestas, que en algún momento de sus respectiva historias políticas fueron enemigos, mucho más que adversarios, lograron acuerdos con el único objetivo de derrotar un régimen corrupto y arbitrario.
Los resultados de estos comicios, aunque aún falta mucho para que al país retorne a la democracia plena, simbolizan el triunfo de la libertad sobre la autocracia que Hugo Chávez impuso, después de haber arribado al gobierno a través del voto popular.
La propuesta de Chávez era internacional. Su denominado Socialismo del Siglo XXI, una leyenda para encubrir con mensajes de justicia el caciquismo, trascendió las fronteras de Venezuela, y germinó en varios países, en consecuencia, está derrota es también para los gobernantes que copiaron el modelo de despotismo electoral que el oficial golpista propició y promovió.
Este descalabro internacional de los extremistas, quizás ayude a la formación de una conciencia ciudadana a favor de la democracia en todo el hemisferio. Una ciudadanía informada y alerta es la mejor salvaguarda de la libertad.
Electores que sepan defender sus derechos y cumplir con sus deberes. Capaces de no asumir como validas soluciones mágicas que solo se sostienen sobre propuestas demagógicas que socializan la miseria y cercenan libertades, son los mejores garantes de los derechos ciudadanos.
Se aprecia que los pueblos y los líderes menos aislacionistas son aquellos que han estado involucrados en conflictos internacionales o que han padecido dictaduras. Demuestran una sensibilidad mayor ante los problemas de otras naciones y una mayor disposición a prestar su cooperación.
El triunfo de la democracia en Venezuela, sumado al de Mauricio Macri en Argentina, tal vez impulse la formación de líderes de fuertes convicciones democráticas que no contemplen el poder como una vía fácil y expedita de enriquecimiento personal y un medio para abusar de las prerrogativas que le confiere gobernar.
Un liderazgo convencido de que la defensa de la libertad y de los derechos ciudadanos es un compromiso transnacional. Dispuestos a elaborar una estrategia capaz de asociar factores distintos, pero inspirados en el objetivo de alcanzar y preservar el estado de derecho. La historia ha demostrado que cuando un país es controlado por la autocracia, la libertad del resto de las naciones está en peligro.
América demanda dirigentes nacionales obligados a la defensa de la democracia, abanderados de las libertades políticas y económicas de su país, sin que sean ajeno a los problemas y dificultades de sus vecinos. La solidaridad democrática debe ser un principio fundamental en las relaciones hemisféricas.
Es necesario que entidades como la Organización de Estados Americanos cumplan con sus obligaciones. La OEA cuenta con instrumentos legales para que los déspotas no puedan mantenerse en el poder. Han sido mecanismos aprobados y reconocidos por todos los gobiernos, que desgraciadamente no han sido aplicados, porque han primado los intereses sobre los valores que los dirigentes dicen defender.
Es preciso es necesario constituir organizaciones no gubernamentales, comprometidas en la defensa de los derechos ciudadanos. El dejar pasar y hacer a los enemigos de la democracia, aísla a sus genuinos defensores, situación que aprovechan los partidarios de la globalización del despotismo. Los demócratas de América Latina están obligados a reinventarse. La colusión del populismo, corrupción y el narcotráfico origina gobiernos que sustentan su gestión en el odio y la confrontación fratricida. Es fundamental una propuesta hemisférica que tenga la libertad y el respeto a los derechos individuales como premisa fundamental. Aunque amargue, hay que reconocerlo. Del enemigo se ha de aprender. Trabajar en proyectos que unan, trazar líneas de acciones comunes y desarrollar constantemente una política de solidaridad activa que hagan más dinámica las propuestas democráticas.
Lamentablemente la América democrática no cuenta con una entidad no gubernamental que esté capacitada, o al menos dispuesta, a discutir, debatir y confrontar en la defensa de los intereses democráticos no contaminados por el despotismo del Socialismo del Siglo XXI.
Venezuela y Argentina fueron faros de libertad en el Siglo XIX, han repetido la gesta. No desperdiciemos la oportunidad. Es un reto que todos debemos asumir.
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Resultado electoral en Venezuela y el ajedrez castrista |
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Escrito por Indicado en la materia
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Lunes, 07 de Diciembre de 2015 13:30 |
Por Jorge Hernández Fonseca.-
El no por esperado, sorprendente resultado electoral venezolano puede tener una explicación bastante simple si constatamos que eso implica la salida del panorama político venezolano de Diosdado Cabello, el mayor enemigo de Nicolás Maduro y por tanto de los hermanos Castro.
Resultado electoral en Venezuela y el ajedrez castrista
Jorge Hernández Fonseca
12 de Diciembre de 2015
El no por esperado, sorprendente resultado electoral venezolano puede tener una explicación bastante simple si constatamos que eso implica la salida del panorama político venezolano de Diosdado Cabello, el mayor enemigo de Nicolás Maduro y por tanto de los hermanos Castro.
Una posibilidad del cambio de actitud hacia el proceso electoral del presidente Maduro pudiera ser una orden desde la Habana con vistas a resolver, con el triunfo de la oposición, dos aspectos que preocupan a los Castro: el poder actual del presidente de la Asamblea legislativa venezolana, Diosdado Cabello, enemigo de Cuba y por tanto de Maduro; y en segundo lugar, esquivar el golpe internacional que implicaría darle base legal a la propuesta del presidente electo de Argentina Mauricio Macri para aplicar la cláusula democrática contra Venezuela.
Los últimos días antes de las elecciones fuimos testigos de un cambio radical de la posición de Nicolás Maduro respecto al proceso electoral. De mensajes originales de violencia para de salir a las calles, pasó a una actitud de disculpar sus palabras diciendo que “había sido mal interpretado” y que el gobierno aceptaría los resultados. Recibió a los (antes enemigos) expresidentes latinoamericanos en el palacio de gobierno (mandados --sin éxito-- a expulsar de Venezuela por Cabello); permitió la votación de Leopoldo López, entre otros cambios evidentes de postura, que solamente se explican si existiera una orden desde la Habana en tal sentido.
La política es un ajedrez complejo. Es claro que la victoria de la oposición en estas elecciones parlamentarias es también una derrota para Nicolás Maduro, pero no cabe dudas que el principal derrotado es Diosdado Cabello y ese objetivo es altamente jerarquizado por la Habana y será muy bien recibido por Maduro. Desde luego que ya la Habana prepara como enfrentar una asamblea legislativa opositora, hasta porque Maduro tiene otros 3 años en la presidencia, tiempo suficiente –desde el punto de vista cubano-- para neutralizarla, ganado ahora tiempo.
Aventurando una hipótesis, la orientación cubana de aceptar la voluntad popular en Venezuela, pudiera estar la actual relación Cuba-EUA y una posible negociación para que la Habana influyera en Caracas en ese sentido, con vistas a iniciar un deshielo de Caracas con Washington sin tirar ni a Maduro ni a los Castro del poder pero tirando a Cabello del panorama político venezolano. Contra Cabello pesa la acusación de ser jefe del narcotráfico en Venezuela y ya vimos la solución que dio la Habana a esas acusaciones contra generales cubanos antes.
Todavía es muy temprano para hacer conjeturas con un grado de exactitud razonable, pero la constatación de un triunfo opositor aceptado de buena gana por el presidente Maduro --el mismo que antes había hablado de “masacres” si esto sucedía-- merece una profundización adicional que solo decir “se cumplió con la voluntad popular”, cuando sabemos que para los hermanos Castro no existe razón que no sea el velar siempre por la defensa de sus intereses.
Así, la victoria de la oposición venezolana podría haber sido impulsada por la división en el seno del oficialismo y de los ánimos cubanos de deshacerse de un enemigo muy peligroso.
Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com |
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Elecciones venezolanas: David contra Goliat |
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Escrito por Indicado en la materia
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Lunes, 30 de Noviembre de 2015 11:42 |

Por Carlos Malamud.-
Es tal la disparidad de fuerzas entre la oposición y el gobierno frente a las próximas elecciones venezolanas que la referencia a la figura bíblica resulta inevitable. Algunos más afectos a las metáforas deportivas podrían señalar que la cancha está inclinada, y mucho, en un determinado sentido. De todos modos, se aborde el problema por donde se aborde la conclusión acaba siendo siempre la misma.
(Infolatam).- Esto vale para algunas cuestiones claves como la financiación de las campañas, la neutralidad del estado y sus instituciones, el acceso igualitario a los medios públicos de comunicación, la transparencia del proceso, la independencia de las autoridades electorales o cualquier otro punto que se quiera tomar en consideración.
La violencia progubernamental se ha convertido en una constante de la realidad electoral. El asesinato del dirigente opositor Luis Manuel Díaz es sólo una muestra más de la impunidad con la que muchos grupos operan a la sombra del poder. Tras su lamentable muerte comenzaron las rutinas oficialistas preestablecidas: acusar a la oposición, a la oligarquía y al imperialismo de la violencia política o denigrar a la víctima hasta convertirlo en victimario y en el responsable directo de su mala suerte.
El objetivo gubernamental con tales conductas no es sólo proteger a los verdaderos responsables, los colectivos armados, generalmente motorizados, también se busca amedrentar a la oposición. Desde las altas instancias del gobierno o de la Asamblea Nacional se lanzan las peores invectivas y amenazas contra los dirigentes opositores, siendo Lilian Tintori, la mujer de Leopoldo López, uno de sus blancos favoritos.
Como dijo Nicolás Maduro antes de las elecciones argentinas en un tono claramente amenazador en alusión a la oposición venezolana y su posible triunfo: “Ustedes pónganse a rezar, oligarcas de la derecha, porque la revolución triunfe el 6 de diciembre. Pónganse a rezar, desde ya, para que haya paz, tranquilidad, y ustedes se quitan eso de encima, porque si no, nos vamos pa’ la calle. Y en la calle nosotros somos candela con burundanga. ¿Oyeron? Mejor estamos aquí tranquilitos, gobernando pa’l pueblo y todos felices: pensiones pa’ los viejitos, viviendas pa’l pueblo, educación pública y la revolución avanzando. ¿Verdad?… Fin del capítulo de terror… Perdonen”.
Si desde dentro la presión es brutal, las complicidades externas no son menores. Frente al anuncio de Mauricio Macri de aplicar la cláusula democrática de Mercosur, la respuesta de Rafael Correa expresa claramente un estado de opinión fuertemente asentado en América Latina: “Es muy preocupante. Es claramente una interferencia en los asuntos internos de Venezuela”. Agregó que en Venezuela existe una democracia y un proyecto político “que se ha cansado de ganar elecciones”. “Que hay perseguidos políticos (…) demuéstrenlo! También lo dicen de Ecuador”.
Puede ser que el proyecto político bolivariano, como dice Correa, “se haya cansado de ganar elecciones”, pero la lógica democrática supone también perderlas, y eso es precisamente lo que no contemplan ni quieren contemplar ni Correa ni Maduro. No pueden admitir el rechazo del pueblo porque en su “relato” ellos son la encarnación del pueblo. De todos modos, eso no les habilita para llamar a la insurrección más allá de sus fronteras. ¿Si pretender aplicar la cláusula democrático es “injerencismo”, qué sentido tienen estas palabras de Maduro?: “Sé lo que les digo: el pueblo argentino está listo para luchar [contra Macri]”.
La derrota electoral del kirchnerismo muestra la gran paradoja de los forjadores de la “Patria Grande”, que sólo adquiere sentido si sus impulsores la piensan de un modo bolivariano. Caso contrario la manida unidad carece de significado. Las discrepancias chirrían en esta concepción tan singular. Por eso será interesante comprobar las notorias ausencias que podrán verse el 10 de diciembre en Buenos Aires durante la toma de posesión de Mauricio Macri. Los otrora tan viajeros Maduro, Correa, Morales, Ortega y Castro con toda probabilidad se queden en casa, demostrando una vez más que su discurso de respeto a las decisiones populares es totalmente incoherente.
Brasil y Uruguay dudan si seguir a Macri, apoyado por Paraguay, a la hora de aplicar la cláusula democrática de Mercosur, buscando vías intermedias que sean menos duras para Maduro y sus seguidores. El riesgo es que su actitud convalida la violencia creciente que sacude a Venezuela. Ésa es la gran responsabilidad de los mandatarios latinoamericanos que han minusvalorado sistemáticamente las implicaciones de la crisis venezolana, dando alas a una represión insoportable.
Unas preguntas frecuentes frente a este escenario de violencia que muchos se formulan son: ¿qué salida tiene Venezuela?, ¿cuán violenta será?, ¿cómo se recompondrá un tejido social duramente golpeado por tantos años de experimento chavista? Anta la falta de canales adecuados para la participación política de las mayorías y minorías, ante la falta de instituciones y la vulneración permanente de las leyes y de la propia Constitución bolivariana, el temor a una violencia desbordada crece cada día. Cuando Maduro llama a un gobierno cívico – militar para defender la revolución en caso de una derrota electoral está apostando por un autogolpe inconstitucional. De repente todo lo que Chávez y Maduro dijeron sobre los “golpes” en Honduras y Paraguay parece un misterio del pasado.
Cada vez más el gobierno bolivariano parece cercado por su propia realidad. Sus dificultades internas son crecientes, y no sólo en los campos políticos y económicos. En el frente externo las firmes tomas de postura de Macri y de Luis Almagro fueron respondidas con descalificaciones rayanas en la escatología y la violencia por parte de Maduro, Diosdado Cabello y otros personajes de menor nivel. Actuando cada vez más como una fiera acorralada las reacciones pueden ser imprevisibles y descontroladas. Es hora de que todos aquellos que dicen sentirse muy concernidos por lo que ocurre en Venezuela, como Dilma Rousseff y Michelle Bachelet, se impliquen seriamente para evitar inútiles derramamientos de sangre que, de producirse, tendrán efectos negativos sobre todo el continente. |
Última actualización el Miércoles, 02 de Diciembre de 2015 13:58 |
El inocultable declive del populismo latinoamericano |
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Escrito por Tomado de INFOBAE
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Jueves, 05 de Noviembre de 2015 12:55 |
Por Julio María Sanguinetti
La (mal) llamada “ola progresista” parece estar llegando a su fin. Terminado el ciclo de prosperidad importada, que alimentó un populismo incapaz de realizaciones duraderas, las sociedades de la región están dando claras señales de hartazgo.
La elección argentina ha sido un campanazo. Ha quedado claro que la sociedad argentina no soporta más el estilo de gobierno de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner. Sus 46 cadenas mediáticas en lo que va del año, su retórica agresiva, su constante división de la sociedad, su arbitrariedad sin límites para agraviar adversarios políticos llega a su fin. Su candidato, un hombre moderado a quien se resignó pese a que no lo quería, la ha salvado de una hecatombe, pero la derrota en la poderosa provincia de Buenos Aires —el mayor distrito electoral del país— caracteriza un inocultable declive. Por cierto, la elección presidencial no está aún definida, pero cualquiera que gane sabe que tiene que modificar ese estilo y, en lo sustancial, muchas de esas políticas resultantes de una visión conspirativa que hacía de la Argentina la víctima aparente de las peores conspiraciones universales.
En Brasil la crisis se sigue profundizando y las revelaciones sobre la corrupción del Partido de los Trabajadores y la fuerza que comandó Lula da Silva estos años no tienen precedentes en la historia de la potencia del norte. A sólo un año de su nuevo Gobierno, Dilma Rousseff ve tambalear su permanencia.
La situación de Venezuela, por su parte, es también dramática. Los líderes opositores arbitrariamente presos, los medios de comunicación sometidos, la economía en un descalabro inédito en un país con un mínimo de desarrollo y la corrupción instalada en el Gobierno, exhiben un panorama realmente crítico.
Todo indica que estos Gobiernos que caracterizaron la última década tienden a desaparecer. Se beneficiaron de la fantástica bonanza de precios internacionales que nos llegó a partir de 2003 y la resultancia fue el despilfarro y la corrupción. Incluso para nosotros, en Uruguay, ha sido muy penosa esa amistad que hemos cultivado con ellos. Su antiyanquismo primitivo y sus economías intervenidas a discreción desde el Gobierno nos han llevado a un Mercosur estancado y a la frustración de procesos de apertura como lo fueron el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o, últimamente, la negociación del TISA. O sea que no ha sido inocua para Uruguay la presencia populista. Es más, todavía resulta inexplicable la proclamada amistad del Frente Amplio con el kirchnerismo, como si este no nos hubiera maltratado desde el mismo Gobierno de su fundador.
Han empezado a soplar vientos de cambios en el Atlántico latinoamericano. Nuestra lentitud de movimientos se hace exasperante cuando la región del Pacífico se mueve al compás de una globalización que observamos desde lejos, como si nos fuera ajena. Todo es una insinuación, por ahora, pero la magnitud del deterioro en esos procesos políticos y económicos nos lleva a pensar que el rumbo tendrá que virar. Desde los Gobiernos o desde una realidad que puede llevarse todo por delante. También nos llegará a nosotros, cuando vemos a un Frente Amplio sin rumbo y con un clima de desasosiego en sus cuadros políticos, revelador de un ostensible estado de agotamiento.
Son las primeras luces, pero ya se están anunciando mejores tiempos. |
Última actualización el Jueves, 05 de Noviembre de 2015 12:59 |
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