El drama humano actual del poeta y opositor cubano Ángel Satiesteban Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 18 de Agosto de 2014 10:02

LA HABANA, Cuba. -En los portales de la avenida Acosta, en el barrio de La Víbora, unos seres mustios venden estropajos de aluminio, esparadrapo y cajitas de fósforos. A pocos metros, cruzando la Calzada de Diez de Octubre –antaño de Jesús del Monte–, está la otrora estación policial de Acosta y Diez de Octubre que ahora se anuncia, mediante una señal lumínica, como Unidad Territorial de investigación Criminal y Operaciones del Ministerio del Interior. Las últimas noticias sobre el escritor Ángel Santiesteban lo ubican en las celdas de ese siniestro lugar.

Ángel Santiesteban en la prisión asentamiento militar, en el mes de mayo último_foto cortesía de la autora

Otro escritor, el checo Milán Kundera, víctima en su tiempo de los mismos procedimientos, apuntaba que en los archivos de la policía política está nuestra única inmortalidad. En esta ciudad de nombres cambiados, de la poesía al coro militar, donde la violación de los derechos humanos se llama antimperialismo y defensa inconsulta del socialismo, y unos seres sin nombre y sin voz venden estropajos para poder comer, pienso en mi amigo que está pasando por una misma desgracia espantosa.

Salvo Daniela Santiesteban, su hija de 18 años, suficientemente desconcertada y aterrada como para querer hablar con la prensa independiente o con los amigos disidentes de su padre, nadie más le ha visto ni puede corroborar que no ha sido maltratado, ni que efectivamente haya intentado fugarse de su prisión, como expresan las autoridades.

El edificio de la Unidad Territorial tiene garita de vigilancia. Parece ser la entrada por donde conducen a los detenidos hasta los calabozos, que están en los sótanos. Los que han salido de esa prisión cuentan que debajo hay alrededor  de 70 celdas. También que en esos lugares se busca en todos los casos la confesión de los detenidos. No importa si no saben ni la j de los delitos que les presenta el oficial. El expediente puede ser falso. Se necesita tiempo para llenarlo, por lo que para conseguir la autoinculpación, la falsa confesión, se precisa de la ausencia de un abogado.

Este es el comienzo de la dominación total: que los detenidos no puedan contar con ese derecho desde el inicio del proceso de instrucción. El mecanismo de anulación es limpiamente burocrático: no se puede contratar al abogado sin tener expediente y número de causa. Los sótanos sirven para preparar el proceso.

Es en las celdas donde se llama a interrogatorio a cualquier hora, a donde ningún familiar puede acceder si no es en condición también de preso y hasta donde la dieta pasa por un minucioso estudio con la finalidad de suprimir nuestra condición de sujeto de derecho. Es allí donde se estaría armando dicho expediente y numerando la causa en la más total incomunicación. Ya lo dijo Hannah Arendt, quien en 1961 formuló la expresión “banalidad del mal” como un fenómeno característico de toda dictadura: El primer paso esencial en el camino que conduce a la dominación total consiste en suprimir la persona jurídica en el Hombre.

En este lugar dicen las autoridades que esta preso Santiesteban_foto de Lilianne Ruiz

En este lugar dicen las autoridades que está preso Santiesteban_foto de Lilianne Ruiz

Hay otra entrada frontal en el edificio. Subiendo las escaleras se llega a un recibidor verde chillón, con un silencio sepulcral. Plantas ornamentales, siempre las mismas: pobres enredaderas de malanga. Cuadros de Castro y otros alegóricos al 26 de Julio ambientan el lugar, para que no quepa duda de que estamos en el infierno. En ese lúgubre espacio, el oficial de guardia se negó a responder mis preguntas acerca de la situación del detenido. Dice que solo su familia puede verlo y que está acusado de “evasión de detenidos”. “No le doy más información”, concluye. La expresión “evasión de detenidos” parece un sinsentido. No me queda claro de qué lo acusan. Tampoco responde cuál es su nombre y cuáles sus grados militares, a pesar de que le dije, antes de que él me pidiera el carnet de identidad, quién soy y a qué me dedico.

Conozco a Ángel. Antes de ser llevado a prisión tuvo tiempo de salir de la isla pero no es ese su propósito. Su conciencia de no ser culpable del delito que le fabricó la policía política en contubernio con su ex mujer, Kenia Diley Rodríguez, quien ya le había hecho amenazas de que iba a destruirle, le hizo creer hasta el último momento que no sería posible que las autoridades llegaran tan lejos en la consumación del mal.

Una de las tardes que conversamos del tema, me expresó cómo al principio de todo el proceso, ni él ni las personas que le servirían de testigos, dando fe de que le acompañaban a la misma hora y el mismo día de los hechos contados por su acusadora Diley Rodríguez, creyeron posible que se abriera una causa en su contra. Pero se armó un expediente con número de causa. Luego, sus abogados le decían que era imposible que hubiera juicio porque aquello iba contra toda lógica. Y hubo juicio. ¿Y la sentencia? Le fue anunciada previamente durante una detención, por un esbirro de la policía política que se hace llamar Camilo ―célebre por su sadismo― con la cantidad exacta de años a los que fue condenado. Cinco.

Así que el de ahora no es el primer expediente trabajado contra Ángel Santiesteban.

Ángel Santiesteban en la prisión asentamiento militar, en el mes de mayo último_foto cortesía de la autora

Entrevista con Martí Noticias

El asentamiento militar en Lawton, que se presenta como Empresa Constructora de Viviendas del Ministerio del Interior (MININT), sería el último lugar donde fue visto. Así que fui hasta allí, a continuación. Los reclusos, a través de una cerca, me repitieron la versión de las autoridades, pero ninguno pudo decirme que efectivamente le vio traspasando los límites del penal. Solo afirman lo que las autoridades dicen.

Un amigo del escritor, nombrado Reinaldo Gantes Hidalgo, fue “visitado” por la Seguridad del Estado, en una movida que puede estar formando parte de la nueva fabricación jurídica, para preguntarle si sabía en dónde estaba Santiesteban. Otro que me pidió no revelar su identidad, por temor a represalias, fue detenido durante una semana, acusado de complicidad sin ninguna evidencia, pero tampoco ha visto a Santiesteban. Y es claro que la Seguridad del Estado no se ahorraría una detención arbitraria con tal de propagar la versión que le convenga a sus aviesos propósitos.

Gantes Hidalgo narra que después de la visita del hijo de Colomé Ibarra, actual Ministro del Interior, al asentamiento militar de régimen carcelario, en su condición de jefe de la Empresa Constructora de Viviendas del MININT, y de la fuga de un lanchero, recluso que consiguió llegar a Miami, tres guardias vigilaban a Santiesteban a toda hora, incluso cuando iba al baño. Todo lo cual vuelve más inconsistente la versión oficial.

Si existe relación entre esa visita y el aumento de la vigilancia solo podemos derivarlo de la pregunta que le hizo Colomé jr. Con mucho sarcasmo éste le indaga por la mujer que llamaba a la Dirección General de Cárceles y Prisiones para denunciarlo por la posesión de una laptop y un teléfono celular escondidos dentro del penal, y por un supuesto plan de fuga de la prisión. A partir de ahí, empezaron también los registros. Con estos avisos, parece muy poco probable que Santiesteban hubiese improvisado una fuga en una isla donde hay un policía custodiando casi cada esquina, y perseguidoras patrullando las 24 horas gracias al petróleo venezolano.

Todo esto apunta a un montaje en su contra, luego de que su hijo Eduardo Santiesteban, de 17 años, concediera una entrevista a la periodista Karen Caballero de Martí Noticias, donde denunciaba la manipulación de la Seguridad del Estado en el juicio contra su padre. A partir de aquí comienza a destruirse el primer expediente. Recordemos que durante el juicio fue usada, como pretendida prueba, su declaración de que Ángel no le acompañaba en su casa para, en un raro empleo sofístico de la ubicuidad, aducir que se encontraba en el domicilio de su madre Kenia Diley. Como si por estar ausente de un lugar se estuviera fatalmente en otro.

De modo que la malicia de la fiscalía, sumada a la no independencia de los tribunales, dio por resultado una sentencia injusta basada en razonamientos, torceduras y falta de pruebas ridículos.

Hasta que Ángel Santiesteban no exprese su versión, no se puede creer la de las autoridades; dependientes de un gobierno del que se puede decir no solo que miente, sino también que casi nunca dice la verdad.

CUBANET