Un frente de las FARC usa técnicas aprendidas en Irak para colocar minas antipersona Imprimir
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Lunes, 31 de Marzo de 2014 08:32

El cabecilla de la columna 36, alias "Anderson", recibió entrenamiento con terroristas en Medio Oriente, de acuerdo con una investigación del diario El Tiempo. Los explosivos están desparramados por todo el país

Como parte del conflicto armado que desde hace medio siglo azota a Colombia, los frentes de las FARC han regados los campos de minas antipersonales, que se han vuelto un verdadero peligro tanto para civiles como para soldados. Los explosivos improvisados que utiliza la guerrilla son diferentes a los MAP, que tienen una carga máxima de 60 gramos, están diseñados para mutilar a la altura del talón y son fáciles de encontrar con un detector de metales.

Los Artefactos Explosivos Improvisados (AEI) tienen una carga exacta; cualquier recipiente, como botellas de gaseosa, galones plásticos, ollas, pipetas de gas, entre otros, son perfectos, de acuerdo con el artículo de El Tiempo. Estos pueden ser activados a la distancia usando un radio de frecuencia o un celular. "Usan baterías desechables como fuente de poder para que los aparatos no se descarguen. Los activan a través de un cableado conectado a un interruptor que hace las veces de seguro", explica un experimentado suboficial en la desactivación de minas, citado por el periódico colombiano.

Los AEI están desparramados por distintas zonas rurales de Antioquia, Chocó y Sur de Córdoba. Uno de los frentes que los fabrican es el 36, comandado por Ovidio Antonio Mesa Ospina, alias "Anderson", quien aplicó sus conocimientos de electrónica para convertir estas minas en trampas aún más mortíferas: mientras que las AIE normales puede mutilar la totalidad de la pierna, las del frente 36 tienen la capacidad de desintegrar hasta cinco cuerpos humanos.

El Ejército afirma que "Anderson" fue entrenado por redes terroristas de Afganistán e Irak –países donde son usados esos tipos de explosivos- para perfeccionar sus técnicas de ataque contra el Estado colombiano. "Estamos seguros de que viajó, no sabemos para dónde. Pero después de su regreso empezamos a ver esas minas", aseguró el general Pinto basado en informes de Inteligencia Militar.

Mientras hacer una mina antipersona improvisada le cuesta a los guerrilleros menos de 50.000 pesos colombianos (u$s25), al Ejército Nacional le vale 300 millones de pesos (u$s1.500) rehabilitar al soldado que caiga en ella, según precisó el mayor Alexander Villalobos, jefe del centro de sanidad Héroes del Paramillo de la Séptima División del Ejército, donde son atendidos los soldados heridos por estos artefactos.

Una historia desgarradora es la de Luis Alfredo Mercado Macea, quien cayó en una de esas minas el pasado 14 de febrero en la vía Quibdó - Pereira. Inició su rehabilitación hace dos semanas con muy pocas esperanzas. "Dios sabe como hace sus cosas. Me dio una segunda oportunidad y ahora la estoy aprovechando", sostiene el joven de 19 años quien recibe atención psicológica, fisioterapéutica y psiquiátrica y espera poder recuperarse.

Desde 1990 hasta el año pasado, en Colombia hubo 1.373 muertos causados por la explosión de minas. Los perros que usa el Ejército para detectar los artefactos también son un blanco predilecto de ataque. Para "Anderson", la vida de un perro entrenado vale más que la de un soldado, porque sin los caninos es más sencillo que los militares pisen la trampa mortal. Mientras tanto, el gobierno de Juan Manuel Santos avanza desde noviembre de 2011 en un proceso de paz con las FARC para dar fin al conflicto armado.