A poco de iniciado el partido inaugural de la Copa del Mundo, un francotirador del Grupo de Elite de Rescate de la Policía Civil de Brasil vio a un sospechoso armado a metros del palco oficial donde estaban ubicados además de la Presidente brasileña, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter; el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y otros jefes de Estado y gobierno.

Según un informe del diario Folha, el hombre estaba vestido con uniforme del Grupo de Acciones Tácticas de la Policía Militar, que no tenía ni razones ni permiso para estar tan cerca de esa tribuna.

El francotirador ante la posibilidad de un atentado pidió a sus superiores la orden de disparar y aunque se lo autorizó a abatir al sospechoso si realizaba algún movimiento desde la sala de monitoreo de seguridad otro policía militar reconoció al hombre del GATE y de inmediato se dio la contraorden de detener el fuego.

Ante esta situación el secretario de Seguridad de San Pablo, Fernando Grella Vieira, pidió una investigación para saber qué hacía un agente del GATE en una zona no autorizada según informa el diario La Nación.

Sin embargo, y pese al susto y los fuertes abucheos que recibió ese día de parte del público, Rousseff informó que asistirá a la final en el estadio Maracaná, el 13 de julio, para entregar la Copa a la selección ganadora.