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Sábado, 26 de Julio de 2014 17:25


Cuba: Una nueva etapa de la lucha por la democracia

Habrá que aceptar que sean los hijos de la actual élite militar y partidista cubana, la que gobierne a la muerte de Fidel y Raúl --y en paralelo-- la que tome en sus manos toda la economía de la isla, respaldados en el poder de la fuerza que implica el control de los cuerpos armados de la dictadura y su policía política. ¿Es correcto que esto suceda?


Cuba: Una nueva etapa de la lucha por la democracia

Jorge Hernández Fonseca

25 Junio de 2014

Después de la derrota del socialismo en Cuba --para lo cual ya no es necesario demostrar nada ni argumentar con ejemplos-- se han deslindado nuevos campos de lucha. Ya no es la tradicional lucha de más de 55 años, de demócratas contra comunistas/socialistas; ahora la lucha de los cubanos se ha tornado más compleja. La dictadura da muestras de agotamiento, sobre todo en el plano ideológico (debido a la derrota del socialismo en la práctica diaria) y ha surgido con mucha fuerza una variante opositora para un debilitamiento a las medidas que atenazan económicamente al régimen, con vistas a potenciar la sociedad civil cubana.

Sobre esta nueva variante opositora hay muchos criterios dentro de la oposición política cubana, sobre todo en la oposición militante. De hecho, no han sido políticos cubanos (o miembros de organizaciones militantes pro democracia en Cuba) los que nutren la nueva línea. Son cubanos y cubano-americanos (incluso, personalidades no cubanas) los que han estructurado este nuevo camino para potenciar cambios económicos dentro de la isla, en el supuesto que, con nuevos cambios en las relaciones de producción, se produzca una dinámica que conduzca, a medio o largo plazo, a los cambios democráticos que todos queremos.

Como en esta línea de acciones confluyen también los opositores de la izquierda cubana, desengañados con el fracaso socialista del régimen; las posiciones de muchos de los gobiernos de Latinoamérica; de la mayoría de los países de Europa y de una parte de la oposición de dentro de la isla, es preciso dedicarle la atención que merecen actores tan influyentes dentro del panorama político cubano, sobre todo en momentos que el gobierno de Estados Unidos da indicios de poder adoptar en el futuro semejante línea de acciones, siempre que la dictadura cubana acceda a liberar previamente al ciudadano norteamericano Alán Gross, preso en Cuba.

Este panorama se complementa con un visible agotamiento de la vitalidad opositora en Miami, en paralelo con una mayor penetración de los agentes de influencia castrista en el exilio cubano de Miami, España y México –fundamentalmente-- así como de un accionar menor de las organizaciones opositoras dentro de la isla, asociado con un notable incremento de la represión de los aparatos de la policía política cubana y de sus acciones paramilitares ilegales.

Para un cubano demócrata --viva dentro o fuera de la isla-- el panorama político cubano ha cambiado sustancialmente y se hace necesario un replanteo de los objetivos de lucha. En primer lugar, cuando se discrepa de la nueva línea planteada antes, no se está colocando a los promotores de la misma en el mismo plano que a los personeros de la dictadura. Una estrategia de medio o largo plazo para llegar finalmente a la democracia, no necesariamente es una estrategia que puede calificarse como de “colaboracionista”, aunque a corto plazo ambos apoyen los mismos pasos, como levantamiento del embargo, comercio y créditos norteamericanos a empresas de dentro de la isla, autorización de los viajes de norteamericanos a Cuba y conversaciones directas entre Cuba y EUA para intentar resolver diferencias tácticas.

Sin embargo, no cabe dudas que esta nueva estrategia de luchas va al encuentro de los objetivos establecidos por la oposición política cubana de siempre: la derrota de la dictadura y la implantación de un régimen democrático que la sustituya en el plano político, así como la instauración de una economía de mercado en el plano económico. Pudiera decirse –simplificando-- que la nueva estrategia jerarquiza el cambio económico sobre el político.

Y es precisamente este punto que debe hacer reflexionar a las organizaciones políticas cubanas tradicionales. ¿Se jerarquiza un cambio económico dentro de la isla, para que suceda (si finalmente sucede) antes que un cambio político (no se descarta el deseo del cambio político de los promotores de la nueva línea opositora)? Esa es la pregunta a ser respondida.

Para apoyar en el análisis sobre la respuesta opositora al interrogante, expongo dos consideraciones al respecto: Número uno, la lucha de los cubanos siempre fue para derrotar el comunismo/socialismo, ya derrotado; esto no implicó el cambio de la dictadura, sino su transformación en un nuevo “ente” capitalista, extremadamente explotador de su pueblo actuando como esclavista moderno al vender la fuerza de trabajo cubana al exterior (médicos, instructores deportivos, puerto de Mariel) como verdaderos esclavos. ¿Qué se impone hacer ante esta realidad? Se propone, por el lado de los actores de la nueva línea opositora, actuar desde dentro el régimen cubano para intentar modificar esa práctica. Esto implica aceptar un socio con un proceder esclavista para tratar cambiar su carácter, cosa que solamente se conseguirá a medio o largo plazo (igual que la democracia, si es que viene).

Número dos, habrá que aceptar que sean los hijos de la actual élite militar y partidista cubana, la que gobierne a la muerte de Fidel y Raúl --y en paralelo-- la que tome en sus manos toda la economía de la isla, respaldados en el poder de la fuerza que implica el control de los cuerpos armados de la dictadura y su policía política. ¿Es correcto que esto suceda?

Mi respuesta a ambas consideraciones es que no es correcto, después de 55 años de arbitrariedades, fusilamientos sangrientos (y fusilamientos mediáticos de lo mejor de nuestro pueblo), largas penas de prisiones por causas políticas, golpizas arbitrarias, entre otras atrocidades, acordar semejante “pacto del esqueleto” con la dictadura sin imponerles condiciones, sabiendo que su práctica ha sido de engaños tácticos en momentos difíciles.

Por otro lado, en el “problema cubano” hay intereses externos al interés nacional. Nada en contra en ver la isla como un potencial productor estratégicamente situado, muy cerca de mayor mercado del Mundo --la costa este de EUA-- siempre que se la vea como una Nación que tiene derecho a la libertad y la democracia y que también tiene intereses en su propio territorio. Estados Unidos ha sido socio comercial tradicional e histórico de la Cuba republicana, por lo que, si el éxito de los planes comerciales en Cuba con el puerto del Mariel dependen de los Estados Unidos, nada más justo que sea este el primer beneficiado por abrir las puertas al comercio con la isla y no sean ni Europa, ni Latinoamérica, los que se repartan las ganancias.

Un grupo de cubanos fueron a Europa a negociar su participación en las negociaciones en curso y nada se obtuvo, sobre todo porque la política europea está “baldada” por el revanchismo español respecto a EUA (España no le perdona a EUA haber entrado en la guerra hispano cubana a favor de los cubanos). Se impone ahora que un grupo de cubanos vaya a EUA a reclamar similar participación --no ya en el aspecto económico-- como los firmantes de la Carta a Obama, ya que están con el mismo derecho de solicitar en el terreno político, lo que los firmantes de la carta a Obama hicieron (también con su derecho) en el terreno económico.

La lucha política de los cubanos ahora ya no es contra un enemigo comunista, es con un competidor (adversario), para que, igual que este competidor (adversario) quiere hacer valer sus derechos económicos dentro de la isla (con las justificativas que fueran, ellos quieren hacer valer sus derechos económico dentro de Cuba) otro grupo de cubanos (no empresarios, sino patriotas) quieran hacer valer sus derechos políticos dentro de la isla.

Como se observa, esta nueva lucha no es excluyente. Estados Unidos puede comprender y apoyar el deseo de empresarios cubanos exiliados hacer uso de sus derechos a invertir dentro de Cuba, de la misma manera que puede también comprender y apoyar a los políticos cubanos a tener presencia real dentro del gobierno de la isla mediante elecciones libres. Sabiendo que la estrategia raulista es negociar con EUA, nada impide que los políticos cubanos, igual que hicieron los empresarios antes, pidan a EUA, con las mismas razones, su cuta de participación.

Por todo lo anterior, un “Frente Político Cubano” que haga el pedido ante EUA se impone.

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Última actualización el Sábado, 26 de Julio de 2014 17:27