Morales, que se reunió en La Paz con los embajadores de su país que cumplen misión en el exterior, reconoció que las arcas estatales perderán 2.500 millones de dólares por el descenso del precio del crudo, y entre 700 y 750 millones por los minerales.

La exportación de gas es el principal pilar de la economía boliviana y los precios de ese recurso natural se fijan en función de los del petróleo, por lo que al caer estos, también se han reducido los ingresos de Bolivia por la venta del energético.

Sin embargo, Morales aseguró que Bolivia no depende del precio del crudo y que este “afecta medianamente”.

“No nos asusta esta rebaja. Quisiera el imperio norteamericano que fracasemos por el precio del petróleo, (pero) no vamos a fracasar”, sostuvo el mandatario.

Morales explicó que su Gobierno paliará la reducción de esos ingresos con mayores inversiones en los departamentos del país, y lamentó que la crisis económica del mundo capitalista “afecte a los países en desarrollo”.

“No sabemos hasta donde se va a quedar esta crisis financiera mundial, pero no es responsabilidad del Gobierno. Lamento mucho que la crisis del capitalismo afecte a los países en desarrollo”, aseveró.

También insistió en que Bolivia crecerá este año en torno al 4,5 %, un porcentaje superior al que han previsto para el país andino organismos como la Cepal y el Banco Mundial, a los que el Gobierno boliviano ha acusado recientemente de errar en sus vaticinios.

La cifra concreta de crecimiento determinará que se pague o no en diciembre un segundo aguinaldo a los trabajadores de los sectores público y privado.

El Gobierno boliviano decretó en 2013 esa medida -que cuando se aplica supone el pago de tres salarios completos en diciembre- para los años en los que la economía del país crezca en un 4,5 % o supere ese porcentaje.