Golpear bien e insultar mejor, Por Jorge Olivera Castillo Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 10 de Octubre de 2015 10:52

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En las plantillas de las Brigadas de Respuesta Rápida no hay nombres inventados ni rayas rojas por ausencias o llegadas tarde.

De vez cuando en el ciberespacio aparecen los rostros del "pueblo enardecido" que insulta y golpea a gente que no conoce, por sus presuntas credenciales contrarrevolucionarias.

En esos tejemanejes no hay averiguaciones que valgan. La orden es cumplir con lo establecido en la oficina de algún jerarca del Ministerio del Interior.

 

El ejercicio de castigar en pandilla y con libertad total para usar puños, cabillas, ofensas y escupitajos se ha convertido en una especie de pasatiempo nacional.

Según el último informe de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), el número de agresiones físicas se ha disparado, lo que indica el interés gubernamental por el uso de estos métodos, que casi siempre van acompañados de arrestos temporales o eventualmente por actas de advertencia.

Esa tendencia al empleo de la fuerza bruta contra los "descarriados" tuvo entre sus más fieles defensores al general Sixto Batista Santana, que dirigió los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), entre 1984 y el 2003.

El difunto miembro de la nomenclatura expuso una vez  en público la necesidad de "romper cabezas" con la finalidad de acabar con las acciones contestatarias.

En 1980, cuando el éxodo masivo por el puerto del Mariel hacia las costas de la Florida, fue que esas embestidas alcanzaron su clímax. Hubo varios linchamientos sin consecuencias jurídicas.

Desde entonces no se contabilizan muertes, pero sí huesos fracturados, magulladuras, luxaciones y daños psicológicos.

Para tener resultados óptimos, se utilizan a menudo los servicios de karatecas y judocas de alto rendimiento, delincuentes de la peor ralea, extremistas del partido único y militares jubilados.

Lo importante es golpear bien e insultar mejor. Lo demás es secundario.

En estas coreografías del odio, a las mujeres se les asigna una cuota importante de maltratos. Cada domingo, en las inmediaciones de una iglesia católica, las Damas de Blanco reciben su ración de insultos, empellones y puñetazos de hombres y mujeres que alegan defender una causa justa.

Un militante del Partido Socialista Popular (PSP), la organización de corte marxista-leninista anterior a 1959, me contó que durante la dictadura de Fulgencio Batista se respetaba la integridad física de las mujeres en las protestas callejeras.

Bajo el castrismo no hay contemplaciones. La violencia es para todos sin distinción de edad y sexo. Basta que se pasen de la raya para que cada cual reciba su merecido.

De continuar en ascenso esta modalidad del terror revolucionario, es previsible que haya bajas mortales en algún momento.

Quizás sea la única manera de llamar la atención del mundo civilizado. Es duro admitirlo, pero es así.

Sin cadáveres y mucha sangre, es muy difícil recabar atenciones de la comunidad internacional que valgan la pena.

Raúl Castro lo sabe y por eso se cuidará de que sus verdugos eleven los esfuerzos en administrar su furia.

No obstante en los julepes que se arman, nadie puede garantizar que sucedan episodios letales.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Sábado, 10 de Octubre de 2015 10:58