A un par de horas de su llegada a Cuba y paraguas en mano, el presidente Barack Obama recorrió las calles mojadas de la Habana Vieja, junto a su esposa, sus hijas y su suegra.

Obama aprovechó la tarde de domingo para visitar El Templete, la Plaza de Armas, el Palacio de los Capitanes Generales y la Catedral de La Habana, sitios históricos de la capital cubana.

El tour, guiado por el historiador de la ciudad Eusebio Leal, comenzó en la Plaza de Armas, en la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, rodeada de por una valla de hierro forjado en forma de cuadrado y dentro una corona hecha de rosas rojas, blancas y azules.

Mientras el presidente caminaba hacia la plaza, un grupo de personas cercanas al lugar coreaban: “¡USA! ¡USA!”.

A la familia de Obama --todos con paraguas negros, excepto la Primera Dama, que llevaba uno azul-- se le unió una numerosa comitiva de seguridad y personal diplomático.  ​

Luego se movieron al Museo de la Ciudad de La Habana, pero antes se detuvieron en el Palacio del Segundo Cabo. A la entrada del museo les recibieron con un retrato de Abraham Lincoln, pintado por James R. Lambdin en 1863, y donado a la ciudad en los 1960.

Cuando se disponía a entrar a una habitación donde se exhibía un carruaje colonial, un camarógrafo de la cadena de noticias CBS, le pidió al presidente que saludara a la prensa cubana. Obama se viró hacia las cámaras y con una amplia sonrisa dijo: “Gracias”.