Fracaso socialista: La batalla silenciosa contra el Estado explotador y la lección de los 'boteros' Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 13 de Febrero de 2017 11:03

La batalla silenciosa que libran el pueblo y los trabajadores cubanos contra el Estado explotador se ha tornado abierta con la crisis del transporte de alquiler privado en La Habana, creada artificialmente por políticas burocráticas y voluntaristas que amenazan con paralizar la capital, con todas sus imprevisibles consecuencias.

Sin ponerse de acuerdo, sin organizarse ni utilizar internet, los llamados "boteros" habaneros se han visto obligados a reaccionar contra las absurdas decisiones del Gobierno provincial de topar los precios de los viajes.

Ya más de una vez se ha tratado el tema. La causa de la crisis del transporte público, de la alimentación, de la vivienda, de todo el desastre social que tenemos en Cuba, es la misma de esta crisis que ahora enfrentan los habaneros con los boteros: la forma centralizada de tomar las decisiones y controlar la economía.

El modelo estatalista está agotado y los que toman estas decisiones lo hacen en medio de insolubles contradicciones y es así como resulta la misma burocracia, con sus inconsecuencias, la que agudiza las contradicciones y terminará causando la explosión del sistema.

Los que han tomado la decisión de topar los precios del transporte privado, no entienden las consecuencias: los transportistas privados simplemente no pueden trabajar con los precios topados del Estado, porque el precio del petróleo y demás insumos, necesarios para el funcionamiento de los "almendrones", junto a los altos impuestos, vuelven irrentable esa actividad económica.

La batalla silenciosa

Al "Estado socialista" de los fidelistas nunca les interesó ni preocupo la rentabilidad. Las consignas de "hacer más con menos, no importan los costos" y otras, voluntaristas por el estilo, predominaban en la política oficial.

Desde 1991, cuando el IV Congreso del PCC, muchos venimos advirtiendo que el modelo dirigista estatalista no funcionaba, se estaba agotando y había que cambiarlo, democratizarlo y admitir sin prejuicio el trabajo privado y cooperativo. Lo menos que hicieron fue acusarnos de "perestroikos" y tratar de neutralizarnos políticamente.

Desde que llegó Raúl Castro al Gobierno empezó a hablarse de oferta y demanda, de mercado y cosas por el estilo, de trabajo por cuenta propia, cooperativismo y apertura a la inversión externa; pero las reformas aprobadas por el mismísimo Congreso del PCC no se realizan integralmente, no se concretan, se aplican sesgadamente. El miedo a compartir el poder con los trabajadores y el pueblo aterra a la burocracia.

Aquí tenemos ahora mismo una muestra más de cómo ellos y sus políticas son los responsables de que no avancen las fuerzas productivas, la economía se estanque y las soluciones a los problemas concretos que enfrenta la población se dilatan o se impiden.

Los transportistas no son responsables de que el Estado siga pagando salarios de miseria a sus trabajadores, de que el petróleo esté costando un CUC (25 pesos cubanos) el litro, que las piezas de repuesto cuesten caras porque hay que traerlas de a poquito de EEUU, República Dominicana o de dónde aparezca, porque no hay un mercado mayorista que compre barato fuera, comprando mucho, para vender menos caro dentro.

Y para eso no hay que ser economista, ni haber estudiado en Harvard, ni ser "procapitalista", como enseguida acusa la jauría fidelista extremistas e intolerante a quiénes proponemos soluciones.

El Gobierno central debe tomar cartas rápidamente en este asunto si no quiere que se complique más, liberar el precio del transporte, dar facilidades a los transportistas de acceso a petróleo más barato, crear un mercado de piezas al por mayor para ellos, estimularlos a que formen cooperativas que reciban beneficios, bajar los impuestos y en vez de entorpecer, ayudar a agilizar ese servicio que tanto se necesita.

Además, hasta cuándo La Habana va a seguir con un transporte público tan deficiente, y hasta cuándo va a seguir el Estado pagando salarios de miseria a sus trabajadores. Si no puede mantener el transporte público, ni pagar a los trabajadores de las industrias y los servicios, acabe de entregarlos a cooperativas y a los privados y dedíquese simplemente a cobrar impuestos.

Pero no quieren que la gente "se haga rica", que se acumule capital, que se "viva mejor", que se resuelvan necesidades básicas, porque el día que eso ocurra, se va a pensar en política y esto es lo que no quiere la burocracia.

El pueblo cubano hace año viene librando una batalla silenciosa contra el Estado explotador, "desviando" recursos del Estado, apropiándose en cada centro de trabajo de lo que puedan para poder sobrevivir, haciendo declaraciones de impuestos muy por debajo de lo que indica la ley, cobrando servicios "por la izquierda", etc.

Algunos no han entendido que, ante la represión total, ésa ha sido la forma en que la gente ha podido enfrentar el monstruo estatalista represor y le hacen el juego al Estado llamando ladrones a los trabajadores que lo expropian. Ya el agotamiento del modelo, el abuso, la opresión y la represión están obligando al pueblo a manifestar su descontento abiertamente.

El tiempo para las reformas se agota. La vida demuestra que el "socialismo de Estado" no es reformable: debe ser cambiado de raíz y con él toda estructura burocrática. La burocracia misma está cavando su tumba, pero su entierro es obra de todos. Los boteros nos están dando una lección de cómo hacerlo pacíficamente.

DIARIO DE CUBA