Querido Orlando:

Has luchado no sólo por la libertad de Cuba, has defendido la dignidad de todos los cubanos, has muerto por la libertad de todo el mundo y de todo ser humano. Te has convertido en un eterno símbolo de valentía y honor ante la tiranía más diabólica de Ibero América y del resto del mundo.

En las siete letras te tu nombre inmortal se sintetiza la heroicidad de la oposición cubana al totalitarismo comunista durante estos 51 años, esa oposición y esos opositores a quienes tan pocos han escuchado y a cuyos opresores tantos han apoyado.

La tiranía cubana te asesinó en el hospital Efigenio Ameijeiras, de La Habana, ayer, tras tus pacíficos 85 días en huelga de hambre y te trasladó a dicho centro asistencial in extremis, al borde de la muerte.

El hecho de que tu corazón se haya detenido para siempre, el hecho de que tus ojos se hayan cerrado para siempre precisamente en la víspera del 24 de Febrero, Día del Grito de Baire, nos deja otro grito, igualmente simbólico, el Grito de Banes, el grito constante de los opositores cubanos durante 51 años de leninismo-stalinismo-castrismo, el grito cubano contra el comunismo. A partir de ahora tienen que temblar los tímpanos de todo ser de Bien del mundo, a partir de ahora ninguno de esos seres de bien podrá quedarse ni un segundo más con la boca cerrada y los brazos cruzados contra tanto crimen.

Tú, un hombre sin dobleces, un hombre que no conoció las medias tintas, un hombre que siempre cortó la naranja por la mitad (una de las acciones más difíciles del ser humano) has dicho al mundo, desde tu sencillez, ¡Esta es la oposición cubana!

Recuérdale a familia y amigos que tu muerte está llena de vida, como dijo un poeta. No creas, ni por un instante, que ni una lágrima de nuestras mujeres, incluso nuestras, porque te hayan arrancado de la vida tan brutalmente es una muestra de debilidad. ¡Todo lo contrario, Orlando. Somos más fuertes! No pudieron arrancarte de raíz, esa raíz, tu vida, tu lucha y tu ejemplo, se extiende por toda Cuba y su destierro.

Gracias.

Gracias, Reina Tamayo. Gracias, Reina, por dar un cubano de esa alta talla orgullo de los cubanos y de todo ser digno.

Cómo viste –dadas las circunstancias de que Banes estaba tomado militarmente y de que yo tengo prohibida la entrada a mi país- mi cuerpo no pudo estar al pie de la escalerilla, junto a ti, en tu último vuelo, sin embargo mi corazón logró violar todas las prohibiciones y vigilancias para decirte despedirte.

Estoy jodío, no obstante, nos vemos en la Cuba Libre.

Un abzo.,

Julio San Francisco

P.D.: Hermano, te tiré un cabo, el que pude, pero siempre supe cuál sería el final porque el móvil y la esencia del Carcelero en Jefe y su sistema perfectamente totalitario es asesinar y no te concedería tu exigencia humanitaria de que se te otorgara el status, (de que todos los presos políticos cubanos sean considerados) como te lo reconoció Amnistía Internacional, de Preso de Conciencia, ni tú cederías ni un instante, ni una línea.