Cuba: Huber Matos, un revolucionario honesto Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 01 de Marzo de 2014 11:25

Por Vicente Botín.-

“No tenemos interés en quedarnos con tus huesos, ya te queda poco camino por andar”. Cuando Huber Matos escuchó estas palabras miró a su interlocutor con desprecio. Tenía frente a él al coronel Blanco Fernández, jefe de la prisión militar de La Cabaña, en La Habana, quien nunca consiguió doblegar a aquél hombre de aspecto frágil pero firme como sus convicciones, a pesar de las torturas a las que fue sometido durante los 20 años que estuvo en prisión. Era el 21 de octubre de 1979 fecha en la que el antiguo comandante de la revolución abandonó la cárcel camino del exilio donde ha muerto sin ver cumplido su sueño de regresar a su país libre de la tiranía de los hermanos Castro.

Huber Matos representa como pocos el camino recorrido por la revolución cubana, desde la generosidad y el heroísmo de todos los que lucharon por una Cuba democrática hasta la larga noche del castrismo. Precisamente su libro “Cómo llegó la noche” es uno de los testimonios más escalofriantes de la diabólica maquinaria que puso en marcha Fidel Castro para adueñarse de Cuba.

Maestro de profesión, el comandante Huber Matos se incorporó en los primeros meses a la lucha armada contra Fulgencio Batista, y en marzo de 1958 protagonizó una de las hazañas más sonadas de la contienda al aterrizar en la Sierra Maestra con un avión cargado de armas que transportó desde Costa Rica. Como comandante de la Columna 9 sitió Santiago de Cuba, la segunda ciudad más importante del país, cuya caída precipitó el triunfo rebelde. Al triunfo de la revolución, Huber Matos fue nombrado gobernador militar de Camagüey pero dimitió de su cargo y fue detenido, juzgado y condenado por “traidor”.

El caso de Huber Matos fue paradigmático porque su juicio y condena marcaron el punto de no retorno de la revolución hacia el totalitarismo. Antes de dimitir, el comandante Matos le había expresado a Fidel Castro su intención de abandonar la jefatura militar de Camagüey debido al peso cada vez mayor de los comunistas en el gobierno. Fidel negó que eso fuera cierto y le tranquilizó con estas palabras: “Lo que tú temes, que caigamos en manos de los comunistas, tienes que desecharlo. Debes tener en cuenta que la mayoría de los nuestros son ajenos al marxismo (…) con nosotros no van a ir muy lejos los comunistas. Admito que Raúl y el Che están coqueteando con el marxismo (…) pero eso no significa que se vayan a adueñar del proceso. Tengo todo bajo control. Olvídate de renunciar”.

Pero Fidel Castro mentía y Huber Matos presentó finalmente su dimisión. El 19 de octubre de 1959 envió una carta a Fidel Castro en la que le decía: “No deseo convertirme en obstáculo para la revolución y creo que, teniendo que escoger entre adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo honrado y lo revolucionario es irse”.

La carta de Huber Matos a Fidel Castro, que su mujer hizo pública, le salvó la vida porque Raúl Castro quería que le fusilaran con el pretexto de que era el cabecilla de una conspiración contra la revolución.

Huber Matos fue sometido a una parodia de juicio. El comandante sabía que estaba condenado de antemano pero su alegato descolocó a los hermanos Castro al hacer una defensa del proceso revolucionario tal como se gestó. “¿Qué hemos prometido a los cubanos? –dijo— Que la libertad sea un derecho absoluto, que nadie sea perseguido por sus ideas, que los campesinos accedan a la plena propiedad de la tierra gracias a la reforma agraria, que nuestros hijos puedan estudiar en las escuelas donde se les prepare para convertirse en ciudadanos libres, que nuestra nación goce y ejerza su independencia y soberanía sin restricciones y sin vínculo alguno con una metrópolis, que nuestro pueblo disfrute de condiciones de vida aceptables y sea dueño de su destino ¡Por todas esas promesas estoy dispuesto a dar la vida!

Muchos de los presentes en la sala, la mayoría ex guerrilleros, aplaudieron calurosamente las palabras de su antiguo compañero de armas. Los hermanos Castro, que seguían el juicio desde una sala contigua se dieron cuenta de que el juicio se les iba de las manos y urdieron una treta. Al día siguiente, Raúl Castro declaró como testigo de cargo y presentó lo que según él eran “documentos comprometedores” contra Huber Matos. Pero éste se defendió con fuerza y acusó Castro de “mentiroso, falsificador y tramposo”. Después le soltó a bocajarro: “¿Sabe usted como le llama el pueblo cubano? ¡Le llama señor odio!”.

El brillante alegato de Huber Matos le salvó la vida. No se sostenía la acusación de traidor contra quien defendía los principios que inspiraron la revolución. Los hermanos Castro no querían hacer un mártir de Huber Matos. Pensaron que moriría en la cárcel donde se le sometió a un tratamiento “especial”. Pero el comandante resistió la tortura y los intentos de asesinato y desde su puesta en libertad no cejó en su lucha contra la dictadura.

Huber Matos como tantos otros y en especial su amigo el también comandante Camilo Cienfuegos, desaparecido en extrañas circunstancias, quizás asesinado por Raúl Castro, representan los ideales de una revolución traicionada por hombres sin escrúpulos que llevaron la noche más oscura a Cuba.

Tomado de INFOLATAM