EL TIEMPO Y LA JUSTICIA Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Miércoles, 14 de Abril de 2010 11:04





Por RAÚL FERNÁNDEZ RIVERO

“El tiempo no desaparece el dolor, solo lo esconde”

Hace unos 65 años terminó la Segunda Guerra Mundial. Una buena parte de mis congéneres no había nacido cuando este evento ocurrió y muchos menos cuando empezó.

Tienen unas cuantas ideas, más o menos ciertas, sobre ese terrible conjunto de sucesos, que abarcó Europa y Asia y dejó marcas serias en el Oriente Medio y África.

Los buenos y los malos, como en las películas, están señalados. Los malos perdieron –Hitler, Mussolini, Tojo y sus aliados- y los buenos ganaron -Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Stalin y los suyos. Sin embargo después se conoció que los buenos no lo eran tanto, al menos alguno.

Muchas cosas se recuerdan, sobre todo aquellas objeto de llamativas películas o caricaturas mil veces reproducidas. El bigotico de Hitler, la prominente área abdominal de Goering, el sombrerito de Mussolini, el aromático tabaco de Churchill, los bigotazos de Stalin, pero para la gran mayoría de la humanidad- salvo historiadores o interesados- todo ha quedado en lo anecdótico y las películas de “guerra”. Con una gran excepción: EL HOLOCAUSTO.

Y esto ha superado el olvido no por lo anecdótico, cinematográfico o la crueldad inconcebible y sin igual que significó, sino por el esfuerzo sin par de un pueblo que no ha permitido que se olvide el horrible crimen que se cometió contra su raza, por el desvío moral y demencial de unos hombres y la tan loca aceptación de una sociedad.

Los judíos sufrieron un genocidio en toda su malvada concepción; planificado y organizado al mínimo detalle y ejecutado con precisión de reloj suizo, que dejó marcas indelebles, eternas, en miles de familias y en las devenidas generaciones de una raza tan antigua que es bíblica y que llevó la industrialización del siglo 20 al sumun de la eficiencia. El asesinato masivo en serie, cual maquinaria ensambladora.

Antier al caer la noche se encendió la "Antorcha del Recuerdo" en la Plaza del Gueto de Varsovia del Yad Vashem, que marcó el comienzo de la conmemoración del "Día del Recuerdo de los Mártires y Héroes", cuya celebración continuará a lo largo de varios días.

Por muchos años que pasen sean 65 o 190, los judíos no podían dejar que se olvidara- y no lo hecho-porque olvidarlo era trabajar para que se repitiera, para que se imitara y copiara por otros. Porque “El tiempo no desaparece el dolor, solo lo esconde”

Si dejamos de recordar lo que ha sucedido, nunca desaparecerá el dolor, solo podrá repetirse, en nosotros, nuestros descendientes u en otro pueblo. Si dejamos que el olvido nos obnubile, no nos curaremos nunca de sus efectos. Solo lograremos que los culpables escapen, que las víctimas sean aplastadas por el dolor que el tiempo solo mal esconde, y que algunos piensen que los abusos, las deportaciones, los genocidios, las violaciones masivas a los derechos humanos, las torturas, las golpizas a mujeres, en pocos años se olvidan.

Y eso es gravísimo, es peor que el abuso producido, porque se convierte, por el olvido, en costumbre de uso, sin castigo sin reproche…..es decir deja de ser delito.

Como el tiempo no cura el dolor, solo lo esconde, ¿Escondido quedará el dolor de las madres que han perdido a sus hijos a tiros contra el paredón, o rematados de un balazo en las laderas del Escambray? ¿Escondido quedará el dolor de madres, esposas y hermanas, de los desaparecidos en las prisiones o en las montañas o en el mar proceloso que rodea la Isla? ¿Escondido quedará el dolor de las madres que vieron morir poco a poco a sus hijos, como Boitel, o Zapata? Si olvidamos, ¿que pasará con el dolor de las familias deportadas de la Provincia de las Villas a inhóspitas poblaciones en el remoto Pinar del Río? ¿Se volverán pesadillas inacabables las torturas del punto X a cientos de presos cubanos? Si dejamos que los recuerdos se esfumen ¿Dónde quedará escondido el dolor de los presos encerrados en las gavetas de las cárceles Orientales?

Para que el tiempo no esconda el dolor hay que recordarlo, y más aún, como los sufridos judíos, victimas y familiares de los millones de asesinados por el holocausto fatal vergüenza de la humanidad, hay que salir a gritar sin pena ni temor el dolor inmenso del pueblo cubano, de su madres heroicas, de su hijos muertos, desaparecidos, torturados.

Que nadie olvide que los Castro I y II han llenado de dolor a un país entero. Que nadie olvide las cordilleras interminables de presos rumbo a Isla de Pinos, las inmundas celdas de castigo, la “capilla” de la cabaña y su funesto paredón. Que nadie olvide las golpizas en las requisas ni los bayonetazos del Plan de trabajo.

Los cientos de cubanos que han sido víctimas o presenciado los actos de repudio en las calles de pueblos y ciudades, los que supieron y sufrieron de los castigados en el horripilante UMAP, de la discriminación oficial a los intelectuales o artistas por su preferencia sexual, de las vergonzosas sesiones de autocritica, de los suicidios, de los horrores del hambre y las colas y el miedo y el silencio obligado…..no pueden olvidar.

Hay que recordar y hacer que se recuerde, solo así se cura el dolor de las heridas, del sufrimiento, de las pesadillas. No se puede olvidar.

Raúl Fernández Rivero



 

 

 





 

 






 

 

 

 


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Última actualización el Miércoles, 14 de Abril de 2010 11:06