Digámosle basta al comunismo Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 21 de Abril de 2016 10:50

Por Hildebrando Chaviano Montes.- 

Las cartas están sobre la mesa, depende de los cubanos decidir si continuamos malviviendo sometidos a un régimen dictatorial y retrógrado, o nos sumamos a las nuevas corrientes libertarias que se desarrollan en América Latina.

El Gobierno de Cuba, en casi 60 años, no cumplió el programa del Moncada, ni los programas, tesis y lineamientos de todos los congresos del Partido Comunista celebrados hasta la fecha. Este VII Congreso no tiene por qué ser diferente, al fin y al cabo se ha realizado bajo los mismos principios de intolerancia, falta de debate, atrincheramiento ideológico y justificaciones que caracterizó a los anteriores.

En el libro conocido como La historia me absolverá, alegato de Fidel Castro durante el juicio por el asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, hay un párrafo que es en sí el resumen de  lo que pudo haber sido un programa de gobierno democrático y progresista. "El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política. Quizás luzca fría y teórica esta exposición si no se conoce la espantosa tragedia que está viviendo el país en estos seis órdenes, sumada a la más humillante opresión política."

El problema de la tierra aún está por resolverse debido al empecinamiento del régimen en que la tierra no sea del que la trabaja sino del Estado, que permite que el marabú se extienda como una plaga. Después de más de medio siglo de gobierno comunista, en Cuba funcionan pocas industrias y las que lo hacen utilizan en su mayor parte tecnología obsoleta, proveniente del ex campo socialista o incluso anterior a esa época.

El problema del desempleo pretendió ser solucionado con la proliferación de puestos de trabajo innecesarios, lo cual provoco las plantillas infladas que Raúl Castro trató de solucionar lanzando a cientos de miles de trabajadores a la calle y creando para ellos la opción del cuentapropismo o sálvese el que pueda, afectados por trabas burocráticas y altas tasas tributarias en empleos no calificados.

En el caso de la salud y la educación públicas, es cierto que hubo avances, hasta el punto de la hipertrofia quizás, debido al subsidio soviético a nuestra economía, que nunca se desarrolló. En cuanto cesó la "ayuda solidaria de la Unión Soviética", los hospitales se llenaron de cucarachas y médicos mal humorados, mientras las aulas fueron invadidas por maestros sin preparación y alumnos cada vez más indisciplinados y desmotivados. Renglón aparte merece el deporte, en especial nuestro deporte nacional, que de orgullo patrio pasó a ser la vergüenza de los amantes de la pelota.

A estos seis puntos se agregarían otros dos; la conquista de las libertades públicas y la democracia política, o sea, al decir del líder de aquel movimiento, "la más humillante opresión política". ¿Qué transformación sufrieron los conceptos de libertades públicas y democracia política en la mente del que parecía hasta ese momento ser un demócrata?

La opresión política que sufre el pueblo cubano hoy, es por mucho, más humillante que cualquiera otra sufrida, solo comparable a la etapa colonial. El Congreso que recién concluye es una bofetada al pueblo cubano y sus deseos de libertad. Más que un Congreso es una declaración de guerra contra todo intento de democratizar el país y desarrollarlo económicamente.

El fracasado sistema estalinista trata de reciclarse en una especie de comunismo de mercado o algún otro engendro innombrable, mientras para ganar tiempo el gobernante lanza el reto de un dudoso referendo que de efectuarse con respeto a las reglas democráticas acabaría para siempre con la hegemonía del Partido Comunista y sus experimentos socio económicos.

Es deber de los demócratas cubanos abogar públicamente por la democracia y la economía de mercado, transmitiendo al pueblo el conocimiento sobre las ventajas que el vivir en libertad ha traído a los países del continente, y la falsedad de las supuestas gratuidades del comunismo. Hay que exponer con claridad que si bien la democracia y la economía de mercado no son perfectas, al menos existe la posibilidad de perfeccionarlas con el concurso de todos, lo que no ocurre con el comunismo, el cual, al ser un sistema totalitario no permite opiniones ajenas a la cúpula de gobierno.

Al discurso gastado de los comunistas debe oponérsele el discurso esperanzador de los liberales, de los demócratas, de la gente de pueblo que quiere ser dueño de la tierra que trabaja, de su propio negocio y de su destino, sin que un Estado paternalista y avasallador se erija en salvador supremo.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Lunes, 25 de Abril de 2016 10:53