La resistencia pasiva Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Jueves, 24 de Diciembre de 2009 00:48

Por Fernando Ravsberg BBC Mundo

Esta navidad trajo a los cubanos un cambio que transformará sus vidas.

El gobierno acaba de descentralizar las finanzas, con lo que muchas de las empresas ineficientes podrían desaparecer si no son capaces de autofinanciarse.
Hasta ahora el país funcionaba con la política del "gran saco", en el que todos metían sus utilidades y pedían luego de acuerdo a sus necesidades. El Estado, como gran administrador, repartía según una lista de prioridades, políticas, sociales e incluso económicas.

Este mecanismo adolece de muchos inconvenientes pero el peor de todos es que apuntala a las empresas ineficientes con los dividendos que aportan los sectores verdaderamente rentables. A pesar de esto la llaman "economía planificada".

El Parlamento aprobó por unanimidad (lo cual no sorprendió a nadie) una reorganización en la que los sectores que producen más divisas -níquel, turismo, tabaco, biotecnología, etc- podrán reinvertir los beneficios en el desarrollo su actividad.
Aunque el excedente será entregado al Estado, el nuevo mecanismo les permitirá operar sin tantos sustos. Es que en ocasiones, después de meter cientos de millones en el "gran saco", no encuentran los miles que necesitan para pagar a sus proveedores.

El dinero desaparece subvencionando empresas no rentables para evitar su quiebra. Estas viven como parásitos, son las que aportan poco y nada al presupuesto y después retiran todo el dinero que les hace falta para seguir produciendo...pérdidas.

Un empleado de una gran fábrica, totalmente ineficiente, me contó que además "inflan" sus gastos para poder extraer más dinero. De todas formas, en estas "economías planificadas" los costos no parecen ser demasiado importantes.

Nadie me supo decir el valor de la Operación Milagro, que le devolvió la vista a casi 2 millones de personas en América Latina y la dirección de la Escuela Latinoamericana de Medicina tampoco sabe cuánto le cuesta al país sus 10 mil alumnos extranjeros.

Podríamos pensar que el humanismo no les permite sacar cuentas de los gastos en Salud Pública pero el problema es más general. Recién llegado a Cuba aluciné en una fábrica de plásticos donde invertían $ 1,15 para producir $1.

El pasado año visitamos otra empresa que produce techos livianos de cemento y poliespuma para los damnificados de los ciclones. La jefa económica no sabe cuál es el costo del metro cuadrado pero dice que "por lógica" tiene que ser más barato que el concreto.

Otro directivo me explica que lo importante es resolver la necesidad del pueblo. Le respondo que podrían existir techos más baratos pero no me hace mucho caso. Se sienten "cruzados" levantando casas a los que las perdieron, ¡qué importa el costo!.


Claro que a veces si importa, sobre todo para no pasarlo mal por gusto. Durante décadas los cubanos bebieron café mezclado con chícharos para ahorrar. Hasta que un día alguien consultó los costos y descubrió que ese grano es más caro que el café.

En el nuevo sistema financiero las empresas que no dispongan de suficiente capital para operar tendrán que pedir préstamos bancarios y devolver después el dinero. "Las que no puedan pagar se fusionarán", me dijo un diputado muy ligado al tema.

Estas "fusiones" implican una reducción de puestos de trabajo y por ende mayor desocupación. Sin embargo, un economista me aseguró que resulta más barato pagar seguros de desempleo indefinidos que mantener abiertas empresas improductivas.

No dudo que la cuenta sea exacta pero eso no soluciona el problema social derivado. Es que un trabajador cubano no vive solo de su salario, sus ingresos se completan con lo que se lleva de la empresa para vender en el mercado negro.

Si los mandan para sus casas, incluso recibiendo el salario, les será imposible subsistir. Para evitar que estas personas deriven en el delito será imprescindible flexibilizar el modelo, abriendo nuevas espacios y posibilidades laborales.

Raúl Castro dijo en el Parlamento que "la actualización" del modelo económico debía realizarse sin "apresuramiento" y "con un enfoque integral". Muchos cubanos coinciden con él en que los cambios van lentos pero dudan de que se desarrollen de forma "integral".

Mientras desaparecen subvenciones y gratuidades, el 75% de los trabajadores continúan sufriendo los Topes Salariales, las licencias para trabajo por cuenta propia se dan con cuentagotas y las cooperativas obreras no salen del cajón de los proyectos.

El propio Presidente reconoció que uno de los problemas más difíciles que enfrenta es "la resistencia pasiva de los cuadros intermedios". Seguramente es cierto, pero es difícil que pueda restarle poder a esa burocracia sin transformar el modelo que la creó y la alimenta desde hace décadas.

Última actualización el Jueves, 24 de Diciembre de 2009 17:32