Por Jorge Hernández Fonseca.- 

Pensar que a Trump no le interesa la influencia norteamericana en Cuba es darle muy poca valía al presidente electo y a su equipo y es pensar que la historia entre EUA y Cuba no existe. Hay sangre norteamericana derramada en tierra cubana para tirar a España de la isla y hay mucha sangre norteamericana y latinoamericana derramada durante los espasmos hegemónicos castristas en toda Latinoamérica. Ni Trump, ni ningún otro presidente que respete a Norteamérica cometería la locura de dejar la isla en manos de la familia Castro, o de los rusos.

Con relación a la presidencia de Donald Trump hay muchas conjeturas, pero un aspecto se tiene como real: las relaciones de EUA y Cuba regresarán al campo de la defensa norteamericana de sus intereses en el área, sin providenciar a la dictadura cubana la posibilidad de continuar oprimiendo con dinero estadounidense, de regreso al compromiso que Estados Unidos ha tenido siempre con la independencia de la isla. Por eso nos dieron libertad en 1902.

Cuba, Trump y Putin

Jorge Hernández Fonseca

25 de Noviembre de 2016

El triunfo de Donald Trump en la carrera a la presidencia de los Estados Unidos, su declarada admiración por el liderazgo de Vladimir Putin en Rusia y el prometido cambio de las relaciones de EUA con la Cuba de los hermanos Castro, promete momentos de verdaderas expectativas.

Personalmente escribí sobre la probable estrategia de Raúl para provocar la colocación de una base militar rusa en la isla, con vistas a sentirse tan “protegidos” como en la época soviética, utilizando el pretexto de comprar petróleo ruso a cambio de facilitarle la base como forma de pago. Eso motivó en la época una extraña negativa rauliana sobre la existencia de petróleo cerca de Motembo, descubrimiento reafirmado por los australianos que hicieron la revelación.

Hay análisis que se encaminan por el sendero de un acuerdo entre Putin y Trump en sentido de que el norteamericano permitiría una base rusa en la isla basado en sus afinidades. Pienso lo contrario. Esas afinidades más bien harán que se pongan de acuerdo, pero teniendo en cuenta sus “esferas de influencias”. EUA dejará de lado sus reclamos con relación a la Crimea ocupada y Rusia dejará de lado sus pretensiones con Cuba. Eso probablemente es lo que quiere Putin.

Pensar que a Trump no le interesa la influencia norteamericana en Cuba es darle muy poca valía al presidente electo y a su equipo y es pensar que la historia entre EUA y Cuba no existe. Hay sangre norteamericana derramada en tierra cubana para tirar a España de la isla y hay mucha sangre latinoamericana y también norteamericana derramada durante los espasmos hegemónicos castristas en toda Latinoamérica. Ni Trump, ni ningún otro presidente que respete a Norteamérica cometería la locura de dejar la isla en manos de la familia Castro o de los rusos.

Con relación a la presidencia de Donald Trump hay muchas conjeturas, pero un aspecto se tiene como real: las relaciones de EUA y Cuba regresarán al campo de la defensa norteamericana de sus intereses en el área, sin providenciar a la dictadura cubana la posibilidad de continuar oprimiendo con dinero estadounidense, de regreso al compromiso que Estados Unidos ha tenido siempre con la independencia de la isla. Por eso nos dieron libertad en 1902.

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