Enroque corto de Raúl Castro en Cuba: un guiño a Joe Biden Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 20 de Julio de 2020 23:49

Cola para comprar pollo en Santiago de Cuba este 17 de julio.

Por EMILIO MORALES.- 

A cuatro meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y agobiado por el demoledor cerco que le ha puesto el Covid-19 a la maltrecha economía cubana —sumado a la ineficiencia de su medieval modelo y al impacto de las sanciones de Washington—, el Gobierno cubano elimina el grillete del 10% que llevaba puesto el dólar desde 2004, y anuncia un cosmético paquete de medidas sin profundizar en detalles sobre el alcance que tendrán.

El plan incluye —según la cantinflesca intervención del ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, en la televisión estatal—, ampliar el sector "cuentapropista", permitir las cooperativas no estatales, legalizar la pequeña y mediana empresa privadas, crear un mercado mayorista que abastezca a los trabajadores por cuenta propia, permitir que el sector privado exporte y venda en la zona de libre comercio de Mariel, entre otras medidas que, en la mayoría de los casos, no se sabe cómo ni cuándo entrarán en vigor. Todas ellas han sido durante años un reclamo de economistas de dentro y fuera de la Isla, nunca tomados en cuenta.

Sin embargo, la parte más visible de la nueva píldora que tendrá que tragarse el pueblo cubano, es que la Corporación CIMEX, rey del mercado minorista dolarizado en la Isla y propiedad de las Fuerzas Armadas, abrirá decenas de tiendas para vender productos de diverso tipo en dólares estadounidenses, a través del uso de tarjetas magnéticas asociadas a cuentas en divisas que, previsiblemente, tendrán que ser cargadas desde el exterior.

Una vez más, el Estado totalitario traza su estrategia de sobrevivencia sobre las espaldas de la diáspora.

En realidad, el anuncio de estas medidas más bien es un enroque corto de Raúl Castro, ya en su despedida, con la esperanza puesta en que la Casa Blanca cambie de inquilino el próximo noviembre. Por eso, desde ya, tira una alfombra rojo-pálida para tratar de atraer la mirada de Joe Biden e intentar recuperar el estatus que le ofreciera Obama y que el propio general desaprovechó.

Mientras tanto, los trabajadores de la Isla se preparan para recibir, sin anestesia, esta medida que sin duda va a impactar fuertemente sus vidas y las profundas grietas que hoy tiene la sociedad cubana.

Alejandro Gil sigue improvisando

"El país está en un momento económico que trasciende más allá de una tensión habitual, estamos en una situación excepcional, y requerimos de una estrategia que nos conduzca sin improvisaciones", dijo Gil en el anuncio de las medidas.

Desde que este individuo asumió el rol de ministro de Economía lo único que he hecho es, justamente, improvisar. No hay una medida tomada por este señor que haya dado un respiro a la maltrecha economía cubana. Lo único que hemos visto han sido trabas al cuentapropismo, una política para topar precios (incluidos los del sector privado), una política para descarrilar el mercado de las mulas, y el inicio de un proceso de dolarización que está mal diseñado e implementado y que, lejos de mejorar la economía, ha distorsionado aún más el mercado al introducir una tercera moneda. El efecto inmediato ha sido una subida de la inflación y una carrera desenfrenada por comprar dólares en el mercado negro cambiario.

Ahora, Gil ha dicho que, "ante más incertidumbre, mayor debe ser la planificación. Por eso tenemos una estrategia pormenorizada que está acorde con nuestro modelo económico y con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, que se enfoca en levantar trabas, y en operar de manera más funcional nuestra economía".

Entre las medidas mencionadas se encuentra trabajar en el diseño de la micro, pequeña y mediana empresa. En este sentido, el funcionario dijo que pueden ser "estatales, privadas y mixtas". En la práctica esto siempre ha sido un tabú en Cuba. Los cuentapropistas no tienen personalidad jurídica y tampoco existe una ley que los proteja.

Por otra parte, en ningún momento el ministro Gil se refirió a libertad empresarial, liberación de precios, apertura de un mercado de oferta y demanda, libre contratación con empresas extranjeras, posibilidad de invertir en conjunto con empresarios extranjeros, etc.

El funcionario expresó que el Gobierno cubano trabaja en el diseño de un mercado mayorista con ofertas en moneda libremente convertible (MLC), tanto para la base productiva como para el sector no estatal. Asimismo, anunció la apertura de las tiendas minoristas dedicados a la venta en MLC, en las que solo se podrá comprar con tarjetas magnéticas.

Las tiendas han abierto este 20 de julio, día en que también se elimina el gravamen del 10% que hasta ahora se les aplicaba a los dólares estadounidenses en el sistema bancario de la Isla.

Sin embargo, Gil no explicó qué harán para cumplir la promesa de no dejar desamparado al que no tiene dólares para comprar en esas tiendas; tampoco explicó cómo van a mantener el mercado con tres monedas diferentes, ni cómo será la contabilidad de las empresas con esta "novedosa" variante.

Dolarización improvisada y grandes diferencias sociales

El Gobierno cubano intenta autoinventarse. Ahora es la presión de captar dólares la que ha lo ha llevado a implementar una dolarización improvisada que, lejos de traer beneficios a todo el pueblo, va a generar grandes diferencias en la agobiada sociedad cubana.

Ante la limitante impuesta por la crisis del Covid-19, el salvavidas del Gobierno descansa en la diáspora y en su capacidad de poder enviar dinero y productos a la Isla. El Gobierno cubano se aprovecha de las circunstancias para tratar de incentivar el envío de remesas desde el exterior, que ayuden a paliar las ineficiencias de un sistema incapaz de permitir que los cubanos de la Isla pueden producir riquezas.

Lo cierto es que la estrategia para desarrollar el país no existe. Lo que se intenta implementar son medidas de sobrevivencia tras 60 años de acumulación de problemas, 60 años con una población sometida a la pobreza y a una generación en el poder que ha creado un modelo donde el poder perpetuo y la limitación del individuo han sido la clave de su existencia.

La economía cubana es una economía parásita, esa es la verdadera génesis de su modelo. Siempre ha dependido de una potencia externa (la URSS, desde 1960 hasta 1991) y después de un benefactor adoctrinado y sometido, Venezuela (desde 1999 hasta nuestros días), el cual se ha convertido en el país más pobre de América Latina en tan solo 20 años. La metamorfosis venezolana ha sido más meteórica que la cubana.

Ahora, en el horizonte no se avizora el surgimiento de una potencia sustituta que asuma el rol de alimentar a la parásita economía cubana. Por tanto, sobrevivencia del Gobierno de la Isla depende de sí mismo.

Para ello, necesita dar pasos para un entendimiento con Estados Unidos y hay dos cartas sobre la mesa para los próximos cuatro años: Donald Trump o Joe Biden.

La apuesta de Raúl Castro es Biden, por eso ha destapado este anuncio a cuatro meses de las elecciones norteamericanas. De ganar Trump, tendrá que hacer una apertura profunda al menos en lo económico, si de verdad quiere sobrevivir y evitar que el país se vaya a pique con estallido social incluido. Los tiempos que estamos viviendo no son para andar jugando a las improvisaciones.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Miércoles, 29 de Julio de 2020 01:31