La vida de una mujer cubana en la isla Imprimir
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Lunes, 21 de Septiembre de 2020 00:44

Glorieta Manzanillo - Park

Por María Margarita Arango Rivera.- 

En mi caso si este sistema u otro llegara a permitir la ganancia de bienes materiales, salarios justos, normales, higiene y alimentación saludables, y el costo de esto fuera seguir negando a Dios, a su Hijo Jesucristo, yo no quiero ni acepto esos otros bienes. Lo tengo muy claro. Se trata de mi libertad, la que no cambio por otros bienes, alimentos, dinero, placeres, ni por nada más, no la vendo ni la cambio. Hacerlo sería como morir antes de tiempo. Esta elección mía es fruto de largo aprendizaje, y es por amor a mi vida y a la vida de quienes amo.


 

La vida de una mujer cubana en la isla

María Margarita Arango Rivera

18 de Septiembre de 2020

Familiares, hermanos, amigos, compatriotas, criaturas humanas:

Por ustedes siento, tanto como por mí, cariño y respeto. Atendiendo a esto, y a lo que considero mi derecho y mi deber cívico, cristiano, humano, como cubana, mujer, médica, comparto algo que es fruto de mi experiencia y criterio sobre la realidad que vivo, y no sólo yo, sino muchas otras personas.

Comprendo a quienes creen y/o expresan lo contrario, y a quienes callan. Entre ellos también he conocido y conozco algunas personas honradas, coherentes. Es también sagrado derecho de ellos.

Todo tiene su tiempo y nadie experimenta por cabeza ajena. Cada quien tiene sus razones y motivos, dignos de consideración.

Con lo vivido, percibido, y sus consecuencias, si hablo de las buenas, me sucede algo similar a la experiencia cuando he disfrutado de algo bueno, delicioso. Si estaba lejos de mis seres más amados, pensaba en ellos con ganas de que ellos también lo degustaran, y si estoy cerca y puedo, naturalmente, les traigo, les sirvo y ofrezco.

Creo que es algo universal, común a nuestra especie, y a muchas otras.

En cambio, si he probado algo desagradable, perjudicial, si he tropezado, o alguna persona o cosa me ha hecho daño, hago lo que de mí dependa para que las otras personas y demás criaturas, a quienes amo, no sufran el mal que yo sufrí. El mal no se lo deseo a nadie. Ni a los enemigos. También lo creo una conducta natural, cristiana y normal, nada excepcional.

Mi gasto de muchos años y muchas energías en haber creído, trabajado, servido dentro de este largo experimento llamado socialismo, que desde antes de mi nacimiento y hasta hoy viven mi pueblo y mi país, generó en mí cierta inconformidad con mi pasado y con el de otros, aun cuando no lo escogí, no lo escogimos. No pudimos optar. Nos tocó.

Yo no debo pasar lo que me quede en esta vida diciendo "sí" a lo que para mí es "no".

Quienes acceden a conocer, quienes han vivido, pueden acercarse a la libertad, y aunque sólo sea en teoría, dentro de su cerebro, pueden empezar a optar, a escoger, porque ya saben, van sabiendo. Quien conoce puede ser libre y responsable.

Ninguna criatura es dueña de la vida ni de la creación.

Dios Padre, Creador nos llama a co-crear junto a Él, y a vivir en plenitud, a disfrutar de su Creación, la que Él ha puesto en nuestras manos. De esta Creación no somos dueños, pero sí administradores y usufructuarios, cada quien en su lugar y en su rol, todos los hombres y mujeres, la humanidad toda, no sólo una parte de ella.

Jesús Cristo declaró que Él ha venido para que tengamos "vida en abundancia", y mostró su camino. Para eso vivió, trabajó, murió y resucitó. María de Nazaret, su Virgen Madre, lo concibió, parió, lo crió y lo cuidó, fue obediente, orante, y servicial para ayudarlo a Él a salvarnos, haciendo nosotros lo que su Hijo Jesús nos dice que hagamos, la propuesta de Él, una opción novedosa, buena para vivir mejor.

En mi caso si este sistema u otro llegara a permitir la ganancia de bienes materiales, salarios justos, normales, higiene y alimentación saludables, y el costo de esto fuera seguir negando a Dios, a su Hijo Jesucristo, yo no quiero ni acepto esos otros bienes. Lo tengo muy claro. Se trata de mi libertad, la que no cambio por otros bienes, alimentos, dinero, placeres, ni por nada más, no la vendo ni la cambio. Hacerlo sería como morir antes de tiempo. Esta elección mía es fruto de largo aprendizaje, y es por amor a mi vida y a la vida de quienes amo.

Más de mil ochocientos años después de muerto y resucitado Jesús, vino José Julián Martí Pérez. El apóstol cubano vivió, trabajó, luchó y entregó su vida para fundar en Cuba una nación "con todos y para el bien de todos".

Él quiso que la ley primera de la República sea el culto de los cubanos a "la dignidad plena del hombre".

El año pasado, después de haber leído el Proyecto de la actual Constitución cubana antes de ir a votar, pensé y dije: "nada nuevo, es lo mismo". Por eso voté "no".

Cómo van a seguir atando la vida de la nación al régimen socialista, que ya aportó lo que pudo, que ya sirvió lo que pudo, y destruyó e hizo el mal que tal vez no quiso hacer, pero lo hizo y lo sigue haciendo. No es Dios.

Nos enseñaron a decir que "los hombres mueren, el partido es inmortal". Y el partido no es inmortal. Su misma filosofía sabe que el partido, como los sistemas sociales, son categorías históricas, tienen principio y final. La actual y ya vieja situación es una cadena, una atadura que se estableció y continúa a expensas de la miseria material y espiritual, sembradas y cultivadas por medio de la violencia, la mentira, el robo y el miedo, vividos, compartidos, sufridos, arrastrados por varias generaciones de cubanos hasta hoy.

El Señor Jesucristo demuestra que el hombre no fue hecho para servir a la ley, sino que la ley fue hecha para servir al hombre. Esto último se puede practicar cuando se reconoce y se respeta el lugar de Dios, Buen Pastor, sin querer sustituirlo por otros dioses. Su segundo mandamiento, "Ama al prójimo como a ti mismo", es tan importante como el PRIMERO:

"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente."

Si lo seguimos negando a Él de palabra o de hecho, si seguimos crucificando, matando, despojando a Dios, esto mismo hacemos a nosotros, a nuestras familias, a nuestros seres queridos, a la patria, a la humanidad, a la Creación.

Lo hemos vivido. Lo estamos viviendo.

María Margarita Arango Rivera.

Manzanillo, Granma, Cuba.

18 de septiembre del 2020.

Última actualización el Martes, 29 de Septiembre de 2020 00:04