Entre el colapso económico y el sanitario: el cambio de estrategia del Gobierno cubano ante el Covid-19 Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 12 de Octubre de 2020 23:50

Por RAFAELA CRUZ.- 

Aunque quienes anunciaron los cambios en el enfrentamiento al Covid-19 fueron Miguel Díaz-Canel y su primer ministro, Manuel Marrero, esto se decidió en reunión del Buró Político del Partido Comunista presidida por Raúl Castro, quien demuestra, contra pertinaces rumores, seguir teniendo la última palabra en cualquier movimiento importante, más aún en la desesperante inmovilidad actual del Gobierno cubano.

COVID-19 en Cuba: ¿colapso económico inevitable? | Las noticias y análisis  más importantes en América Latina | DW | 02.07.2020

En la Mesa Redonda del pasado día 8 se oficializó lo que desde hacía poco venía inculcándose a la población a través de mensajes difundidos por los terminales propagandísticos del PCC. Argumentos como "hay que aprender a vivir con la situación" y "los niños sufren estrés encerrados" son probablemente ciertos, pero hasta que no se dio la orden de incrustarlos en el discurso mediático eran impronunciables.

 

El cambio de estrategia se resume en pasar del enfrentamiento agresivo —basado en localizar y aislar activamente a enfermos y a una amplísima gama de sospechosos, y en fuertes restricciones sociales y laborales—, a la propuesta actual de aislamiento domiciliario y reactivación económica, más o menos lo que está haciendo el resto del mundo.

Paradójicamente, Díaz-Canel justificó este giro explicando lo bien que funcionó la estrategia anterior, algo sin sentido pues se cambia una maniobra si no funciona.

Obviamente, salvar vidas no es la motivación para el cambio, aun cuando el mandatario diga que "nada vale tanto como la vida de una persona. Ese es un principio fundamental de la Revolución", y por más que resalte el humanismo de su Gobierno contraponiéndolo a la "maldad inherente" de los gobiernos capitalistas.

Frío cálculo económico

La motivación es económica. El enfrentamiento al Covid-19 está costando unos 180 millones de pesos mensuales, pero lo más preocupante es el estrés al que somete a los ya de por sí escasos recursos asignados para otros gastos médicos, que han sido redireccionados para cubrir los gastos de la pandemia.

En la antes mencionada reunión del Buró Político tienen que haberse manejado dos cifras de suma importancia publicadas por un organismo cercano al Gobierno, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que prevé una contracción del PIB del 8%, lo que significa la pérdida de todo el crecimiento económico cubano acumulado desde el año 2016. No obstante, peor es la caída de las remesas en un 15% interanual, o como señala el economista Carmelo Mesa-Lago, un descenso de 917 millones de euros (más de 1.000 millones de dólares) en las remesas de cubanoamericanos a la Isla.

La dependencia de las remesas como equilibrador del déficit de la balanza comercial es creciente en circunstancias en las que costará mucho que el turismo recupere niveles prepandemia, con lo que reavivar los envíos de dinero es crucial para el Gobierno. ¿Cómo lo hará? Desatando el gasto interno, hasta ahora controlado por razones sanitarias.

El cambio de estrategia de enfrentamiento al Covid-19 no tiene como criterio los cacareados valores humanistas de la Revolución, sino un frío cálculo económico al más puro estilo neoliberal.

Esta nueva estrategia ha sido razonable en otros países, pues a fin de cuentas salvaguardar la economía es también salvaguardar la vida humana, pero —y este pero es importante— ¿por qué Cuba desde un primer momento adoptó medidas solo llevadas a cabo en lugares mucho más ricos, como China? La respuesta es que el Gobierno sabe lo incapacitada que está la sanidad pública cubana para asumir un contagio masivo en la sociedad.

Los depauperados servicios de urgencia probablemente colapsarían ante una demanda importante, como pasó en Madrid o New York. En el caso cubano, sin capacidad de reacción.

Solo esto justifica la cruzada de prevención a toda costa llevada a cabo hasta ahora por el Gobierno pues, aun siendo caro, es más factible, en un lugar donde los derechos civiles no existen, tener a 120.000 personas aisladas en campismos, becas u otras instalaciones precarias, que asumir un crecimiento exponencial de la demanda de servicios de cuidados intensivos.

Ese panorama no ha mejorado, hoy Cuba es bastante más pobre que antes de la pandemia, y ante un colapso no habrá recursos para una ampliación notable de la capacidad hospitalaria.

Visto así, el cambio de estrategia es un movimiento desesperado, basado en desear que el inevitable crecimiento de casos sea manejable en el tiempo suficiente para que aparezca un tratamiento o una vacuna específica, que las autoridades deben estar estimando, con información de rusos y chinos, para principios del 2021.

Viendo la falta de opciones y el posible costo humano, esperemos que, por una vez, el Gobierno acierte en sus predicciones y le salga bien lo que está haciendo.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Martes, 20 de Octubre de 2020 00:41