El plan castrista para exprimir más el bolsillo de los emigrados Imprimir
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Sábado, 24 de Febrero de 2024 22:47

Por ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES.-

"Los que no tienen el coraje, los que no quieren adaptarse al esfuerzo, al heroísmo de la revolución, que se vayan, no los queremos, no los necesitamos": ese fue el mensaje que Fidel Castro, en su condición de presidente de Cuba (no electo nunca) envió el Primero de Mayo de 1980 a la nación cubana.

Hizo burla pública de una genial conclusión de José Martí: "Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran". Para Castro I era exactamente al revés: quienes sobraban eran los que no estaban de acuerdo con él.

Aunque aquel desplante fue dirigido a toda la población, estaba proyectado en particular contra los más de 10.000 cubanos que poco antes, el 4 de abril, habían entrado a la Embajada de Perú. Y contra todos los que querían también emigrar.

Finalmente, gracias a la blandenguería del presidente James Carter, el dictador orquestó el éxodo de 125.000 cubanos hacia EEUU por el puerto del Mariel.

Con su discurso desbordante de odio anticubano, el Destructor en Jefe exacerbó los "actos de repudio" contra quienes solicitaban emigrar. Eran, y siguen siendo 44 años después, la versión fidelista de lo que hacían las "camisas pardas" (milicias nazis) en Alemania contra los judíos y ciudadanos no fascistas. Porque estos atropellos eran igualmente alentados públicamente por el jefe de Gobierno, como antes hicieran Hitler y Mussolini.

Turbas enardecidas convocadas por el PCC lanzaban piedras, huevos podridos, rompían ventanas y puertas de las viviendas de quienes solicitaban emigrar. Las manchaban con asfalto y excremento de animales, destruían sus jardines, mientras gritaban obscenidades contra las familias encerradas en sus casas, con niños llenos de pánico llorando.

En un policlínico del Vedado, cerca de la UNEAC, una turba violenta sacó a la fuerza a una psicóloga que deseaba emigrar, le pusieron un gorro medieval (con un pico parecido a los del Ku Klux Klan) y agarrada fuertemente por dos esbirros civiles fue paseada por la calle 17, mientras cientos de personas le gritaban improperios.

Como si fuera poco, desde 1959 hasta bien entrado el siglo XXI, la dictadura castrista expropiaba las viviendas con todo adentro a quienes emigraban. Las familias no solo perdían la casa, o el apartamento, y todas sus propiedades, sino miles de dólares en muebles, equipos, ropa y efectos personales. Hasta los relojes de pulsera les confiscaban.

Encima, eran enviados como peones agrícolas al campo, a dar pico y pala en la construcción, o a barrer las calles de las ciudades como empleados municipales, a veces por muchos meses, hasta que les llegaba "la salida”, un telegrama con el aviso de que tenían la visa para viajar.

El plan se enfoca a emigrados que fueron humillados y saqueados

Y hay algo muy importante a tener en cuenta. El sistema comunista-estalinista destruyó de tal manera la economía cubana que el régimen ya no solo no califica de "traidores" a quienes emigran, que constituyen hoy la mayor fuente de divisas de la dictadura luego de la explotación de médicos en el extranjero, sino que facilita la emigración.

Pero eso no borra la historia de humillaciones, atropellos y saqueo del Gobierno durante décadas contra los emigrados que se fueron hace años. Y para colmo de las ironías, son ellos quienes hoy lógicamente tienen más solvencia económica para enviar dinero a Cuba, mucho más que los recién llegados.

Y es a esos otrora "traidores", "cobardes" y "escoria" a quienes va dirigida esta maniobra para exprimirles más el bolsillo. Este plan surge cuando el régimen anuncia que en 2024 tendrá que gastar mucho más dinero del que va a ingresar.

El déficit fiscal será equivalente al 18,5% del PIB, algo nunca visto en América Latina. Se agravará la inflación, la erosión del poder adquisitivo de la gente y la carestía del dólar, que el 10 de febrero (2023) rompió la barrera histórica de 300 pesos por cada billete verde. Y serán aumentados los impuestos al sector privado.

El plan castrista: hibridación de chantaje con poca vergüenza

Pero para enfrentar ese exceso de gastos sobre los ingresos del Estado el régimen no va a liberar al fin la economía para producir más y aumentar la oferta de alimentos, bienes y servicios. Como proxeneta internacional que es, el régimen de Raúl Castro quiere "tumbarle" más dólares a la diáspora.

Se trata de una hibridación de chantaje con poca vergüenza. Chantaje, porque explota los lazos familiares y sentimentales entre los cubanos, al decirles a los que se fueron que si no envían dinero y paquetes con alimentos y medicinas a sus familiares pasarán hambre, o pueden morir por falta de medicamentos. Y desvergüenza, porque eso es vivir a costa de los saqueados "gusanos" que tuvieron que irse de su patria por no querer "resistir y defender la revolución".

En esto la dictadura contará infraestructuralmente con la Western Union. Esa compañía de EEUU, que actúa a veces como aliada de la dictadura castrista, ya informó que trabaja arduamente con la parte comunista (GAESA) para reanudar "lo antes posible" el envío de remesas, que quedó suspendido por nebulosas razones técnicas nunca bien aclaradas. Por cierto, ahora la Administración Biden permite enviar hasta 96.000 dólares anuales a Cuba por remitente.

El Gobierno ya prorrogó el no cobro de aranceles en las aduanas cubanas por los inmensos bultos repletos de productos que llevan a la Isla los viajeros. El premier Manuel Marrero exhorta a "incentivar la recuperación de las remesas" para crear negocios privados enchufados al Gobierno, incrementar las recargas de teléfonos móviles, las tarjetas de crédito, y potenciar el comercio electrónico para recibir directamente pagos desde el exterior en los bancos de GAESA.

En vez de enviar dinero hoy se prioriza que huyan del comunismo

Pero difícilmente esta maniobra tendrá los resultados esperados por el castrato. No corren ya los tiempos en que la diáspora enviaba a Cuba hasta 7.000 millones de dólares anuales entre remesas, paquetes, o en el bolsillo los cubanos que viajaban a la Isla, y las "mulas".

El flujo de cash de los emigrados hacia la Isla disminuye, en vez de crecer. De unos 3.500 millones recibidos en 2018, la cifra en 2023 cayó a 1.972 millones. Y eso ocurre mientras en el resto de América Latina se registran récords. Según Bloomberg, en 2023 la región recibió 156.000 millones de dólares en remesas, un nuevo récord histórico. Impusieron nuevas marcas México (64.300 millones de dólares), Guatemala (19.110 millones), Colombia (10.202 millones), República Dominicana (10.125 millones), El Salvador (8.198 millones) y otros países.

Incluso Nicaragua, con un millón menos de emigrantes que Cuba, en 2023 obtuvo 4.660 millones de dólares en remesas, más del doble que Cuba, que recibió la misma cantidad que 13 años atrás, en 2010.

A mi modo de ver son cuatro los factores que explican ese descenso en las remesas a Cuba:

  • En los últimos cuatro años han emigrado posiblemente más de 650.000 cubanos que en su gran mayoría eran receptores de remesas, de visitantes cubanos, y de "mulas".
  • Otros miles de cubanos continúan emigrando (solo en diciembre llegaron a EEUU ilegalmente 25.060 más).
  • Los emigrados ahora en vez de enviar dinero a Cuba prefieren invertirlo en sacar a sus familiares del infierno comunista.
  • Muchos han reducido sus envíos de dinero por la inflación que los golpea, y por otros factores.

En resumen, en Cuba hay cada vez menos familiares a quienes enviar remesas y paquetes, y también menos para recibir emigrados con dólares en sus billeteras.

Cuántos cubanos emigrarán en 2024 nadie lo sabe, pero la estampida continuará a no ser que Raúl "El Cruel" acepte por fin que se desmantele el sistema estalinista y se restablezcan las libertades individuales. Si no, la crisis multisistémica cubana devendrá crisis humanitaria.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Viernes, 08 de Marzo de 2024 12:46