Un truco surrealista de Raúl Castro Imprimir
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 06 de Mayo de 2011 20:54

Por Jorge Castañeda

Los supuestos grandes logros de Cuba en los campos de la salud y la educación han sido exagerados. Pero incluso si se reconocen los logros del régimen, ¿valieron la pena a cambio de una dictadura de más de medio siglo? Escribe Jorge Castañeda


Fidel y Raúl Castro programaron el Congreso del Partido Comunista Cubano para el 16 de abril, el 50º Aniversario de su victoria en Bahía de Cochinos (o Playa Girón) sobre una banda de 1,500 exiliados entrenados por la CIA.

 

Los hermanos Castro eligieron una fecha irónica, dolorosamente correcta. Su momento más grande fue hace 50 años. Su peor es hoy. Están viejos y enfermos, y la revolución que hicieron y que han conducido desde entonces es un fracaso trágico, sin prácticamente nada que mostrar por todos sus sacrificios, glorias pasadas y mística.

 

En el frecuentemente pospuesto Congreso - el anterior se celebró hace 14 años - Raúl Castro se vio obligado a anunciar no sólo otro de una serie de teóricamente trascendentales cambios en política económica, sino también a admitir que las iniciativas previas habían tenido tropiezos.

 

Raúl no pudo satisfacer una serie de expectativas, desde la apertura de un mercado y bolsa de vivienda y automóviles hasta eliminar el racionamiento en forma total. Y se vio forzado a reconocer que "el socialismo tal como lo conocemos" se ha tornado insostenible, principalmente, según él, debido al embargo pero también a que "dos más dos suman cuatro, nunca cinco, seis o siete"; esto es, Cuba no tiene el dinero necesario para seguir adelante.

 

Raúl no tuvo otra opción que recurrir a un truco casi surrealista, al prometer que los líderes ahora estarán limitados a dos periodos de cinco años, lo que significa que él mismo tendrá que dejar el puesto para 2016, cuando tendrá 86 años. Eso es equivalente a cerrar la puerta del cobertizo después de que el caballo ("el caballo" es como los cubanos llaman a Fidel) se ha escapado.

 

Antes, el Castro más joven había dado marcha atrás a lo que había sido proclamado como su reforma más radical: dar de baja a más de 500,000 de los más de 5 millones de trabajadores estatales.

 

Dicha medida se hizo no viable en términos políticos. Sin una red social de seguridad salvo el empleo en el gobierno, el despido masivo sería demasiado doloroso, incluso para el asombrosamente estoico pueblo cubano.

 

Raúl anunció una serie de más de 300 reformas, entre ellas el cambio en cuanto a empleos privados, el fin del racionamiento y el establecimiento de derechos de propiedad de la tierra, vivienda y otros bienes materiales. Las reformas serán llevadas a cabo en el curso de - ¡naturalmente!- otro "Plan Quinquenal".

 

En el Congreso los líderes se mostraron más autocríticos que nunca al describir el estado de la economía y sociedad cubanas, pero no pudieron admitir los tres reveses más importantes del régimen.

 

1. Los supuestos grandes logros de Cuba en los campos de la salud y la educación han sido exagerados. La cobertura universal como la de Cuba es hoy en día menos excepcional en América Latina que antes. Y algunos observadores aseguran que la calidad de la atención médica y educación médica cubanas no han sido puestas a prueba según estándares internacionales.

 

2. Los hermanos Castro no pueden contestar la pregunta que ha acosado a Cuba durante medio siglo: ¿Es su régimen incompatible con una relación "normal" con Washington? ¿O bien la hostilidad es un factor integral - el precio inevitable por el sistema económico y social que los Castro eligieron para Cuba, y que el pueblo aparentemente aceptó?

 

Desde el fin de la Guerra Fría, una izquierda latinoamericana moderada, moderna, globalizada y democrática se las ha ingeniado para coexistir con una administración estadounidense conservadora y gobernar exitosamente (como Ricardo Lagos en Chile, Tabaré Vázquez en Uruguay y Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, quienes coincidieron, todos ellos, con George W. Bush en la Casa Blanca).

 

Hoy, líderes radicales antiimperialistas como Hugo Chávez, de Venezuela, Evo Morales, de Bolivia, y Daniel Ortega, de Nicaragua no pueden mantener buenas relaciones ni siquiera con el progresista presidente Barack Obama. No sabemos si el enfrentamiento permanente sea una característica ontológica de la Revolución Cubana, o simplemente coincidencia.

 

3. Cuba ha sido incapaz, o no está dispuesta, o ambas cosas, de combinar la democracia con la reforma económica social y la liberación nacional de Estados Unidos. Incluso si se reconocen los logros del régimen, ¿valieron la pena a cambio de la dictadura que Cuba ha sufrido durante más de medio siglo? ¿Podría haber sido diferente el resultado? Y de no ser así, ¿fue la opresión un intercambio aceptable? ¿Se consultó alguna vez al pueblo cubano? ¿Tuvieron alguna vez la oportunidad de decir no?

 

(*) Jorge G. Castañeda, ex ministro de Relaciones exteriores de México, es Profesor Global Distinguido en la Universidad de Nueva York y autor, más recientemente, de Ex Mex: From Migrants to Immigrants

 

Distribuido por The New York Times Syndicate.