Brasil: razones para el triunfo de Dilma Rousseff y sus consecuencias Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 28 de Octubre de 2014 11:34

Por Peter Hakim.-

La primera mujer presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), ha sido elegida para un segundo mandato fundamentalmente porque realizó una campaña más eficaz que su oponente, el ex gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves, del Partido Socialdemócrata (PSDB). Ella había comenzado con una base más amplia de votantes, que fue capaz de mantener en casi en su totalidad. Aecio partió con una considerable mayoría de votantes de alto nievel de ingresos y Dilma arrastró a los votantes de bajos ingresos con un margen similar, mientras que la parte media del espectro se dividió casi a partes iguales. Dilma triunfó porque el 40 por ciento de la población de Brasil es pobre o casi pobre, mientras que menos del 30 % gana lo suficiente como para pertenecer a los estratos superiores del país.

(Infolatam).-Muchos – en particular los partidarios de Aecio – consideran la campaña presidencial de este año como la más dura de los últimos tiempos. Ha sido principalmente una campaña negativa, con gran cantidad de verdades parciales, mentiras descaradas y ataques personales. Esto, sin embargo, es la norma a la que se ha llegado en las elecciones de Estados Unidos, por lo que no fue especialmente impactante para el autor que esto escribe.

La presidenta y sus asesores eran sensibles al hecho de que los índices de aprobación eran bajos,  el rechazo de los votantes era alto y que Dilma era vulnerable por muchas razones, entre ellos por los retos de una economía estancada, por el aumento de los precios y un alto nivel de escándalos de corrupción. Además, Dilma tenía pocas novedades o cambios drásticos que ofrecer a los votantes. Así que el único camino claro para obtener la victoria era tener éxito en socavar a la oposición, cosa que hizo con gran habilidad, – aunque no siempre con civismo- , e intentar defender lo mejor posible la mediocre gestión del país bajo su liderazgo. Tuvo suerte al contar con la asistencia de su predecesor y mentor, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el político más popular de Brasil, y con la eficiente maquinaria del Partido de los Trabajadores para movilizar al electorado.

La campaña de Dilma tenía el mensaje más fácil de transmitir. Y ella lo transmitió mejor que su oponente, con una mayor disciplina y un menor número de meteduras de pata. La esencia de lo que tenía que decir a los brasileños era:  “usted está hoy mejor de lo que estaba hace doce años, gracias a nosotros (es decir, Dilma misma, Lula y el PT). Y vamos a seguir trabajando duro para usted. No confíe su futuro a cualquier otra persona. Eso pondría sus logros y su futuro en riesgo”.

El trabajo de Aecio ha sido mucho más duro. Tenía que convencer a los votantes de que Dilma era responsable de la recesión económica de Brasil, y de que él tenía las ideas, la experiencia y la capacidad para renovar el crecimiento y mantener la inflación bajo control – sin dejar por ello de expandir la extraordinaria red de programas sociales del país. Una de las dificultades era convencer a muchos votantes de que ciertamente la economía tenía serios problemas. Sí, es cierto que el crecimiento había caído a casi cero, pero estaba por encima del dos por ciento en la mayoría de las áreas más pobres del país (donde viven la mayoría de los votantes de Dilma). El desempleo en Brasil está en un mínimo histórico y la inflación no es superior a la prevista.

La tarea de Aecio era aún más difícil por la necesidad de criticar frontalmente a Dilma sin menospreciar a Lula, adorado por todo el mundo, que había dirigido el gobierno durante ocho años antes de escoger a Dilma como su sucesora. Peor aún, el apoyo a Dilma apareció inalterable a pesar de la noticia de primera plana sobre el escándalo de corrupción masiva en Pertrobras,  de la que se benefició a su partido. Dilma trató de contrarrestar el escándalo acusando a su rival y su partido PSDB de varios episodios de corrupción y culpando al gobierno del PSDB de Sao Paulo de no hacer frente a la extrema escasez de agua en ese Estado, provocada por la sequía. Pero ha podido ocurrir simplemente que los votantes brasileños cínicamente hayan visto la corrupción como una parte inevitable de la política y crean que todos los políticos y los partidos están involucrados.

MINAS GERAIS (BRASIL), 26/10/2014.- EFE/ Paulo Fonseca

Tal vez un error de campaña aún más grave fue el esfuerzo de Aecio para lanzarse a sí mismo el agente del cambio. MINAS GERAIS (BRASIL), 26/10/2014.- EFE/ Paulo Fonseca

El hecho de que, según las encuestas, Dilma haya incrementado su intencion de voto durante el ultimo mes en todos los niveles de ingresos y no sólo entre sus votantes de base, – la parte mas baja de la pirámide de ingresos- , sugiere que la eficacia de la campaña de Aecio no cumplió las expectativas. Hubo errores en su campaña; al reaccionar a la defensiva a los ataques y con la auto-identificación de sí mismo como una víctima de Dilma, apareció débil, tal vez no muy preparado para los rigores de la presidencia. Se refirió a Dilma con términos a menudo denigrantes para las mujeres, lo que pudo llevar a un aumento significativo de los votos femeninos hacia ella.

Tal vez un error de campaña aún más grave fue el esfuerzo de Aecio para lanzarse a sí mismo el agente del cambio. En primer lugar, nunca dejó claro de qué manera los cambios que proponía cambiarían Brasil y la vida de los brasileños. Y se olvidó tener en cuenta que mientras que el cambio podría atraer a muchos que estaban descontentos con los servicios en crisis, los reveses económicos y la corrupción generalizada, muchos otros, -como los que habían salido de la pobreza por primera vez-, estaban asustados ante la perspectiva de un cambio de dirección. Dilma recalcó que la idea de cambio de Aecio suponía un retorno al pasado, recortes en el bienestar y en los salarios sociales, y un giro de la riqueza de Brasil de nuevo hacia los banqueros, abogados y otras personas del grupo superior de la escala de ingresos.

No eran tantas las diferencias programáticas entre Dilma y Aecio

Mientras que los brasileños fueron tratados con una amarga campaña combativa que enfatizó las diferencias entre los candidatos y sus visiones de Brasil, el hecho es que las propuestas y agendas de las dos partes coincidieron casi en la mayoría de los temas. Las dos partes no estaban divididas por diferencias ideológicas fundamentales. Ambas están comprometidas con una baja inflación y un mayor crecimiento. Ambas ven la necesidad de un papel activo tanto para el gobierno y el sector privado, para la inversión extranjera, y la expansión del comercio en todo el mundo. No se discute sobre la amplitud del gobierno. Ambos quieren un gobierno activo que tenga un papel inteligente en el desarrollo económico y social. El crecimiento, la estabilidad, el empleo y la protección social son los objetivos de ambos partidos.

Sí; Dilma prefiere más bien una economía dirigida por el gobierno, mientras que Aecio pide un papel más importante para los mercados. A pesar de que ambos quieren frenar la inflación, Dilma dice que quería hacerlo de manera más gradual, Aecio más rápidamente. Ninguno propuso desmantelar o reducir la compleja red de servicios sociales y los logros que Brasil ha desarrollado. Ambos señalaron su continua expansión. Aunque Dilma, siguiendo el ejemplo de Lula, haya expresado el compromiso de las relaciones Sur-Sur, dentro de América Latina y con África y Asia – y específicamente con el grupo Brics de  las cinco economías emergentes clave (que, junto a Brasil, incluyen a China, Rusia, India y Sudáfrica). Sin embargo el hecho es que, durante los doce años de gobierno del PT, Brasil ha mantenido un admirable y diverso conjunto de socios comerciales. Hoy la mayor parte del comercio de Brasil se realiza con grandes naciones comerciales de todo el mundo y ha crecido de manera constante.

China es el principal socio comercial de Brasil, hoy en día, lo que representa alrededor del 16% del comercio internacional del país.  EE.UU. está en segundo lugar, con cerca del 12% del comercio de Brasil, mientras que los 28 países de la Unión Europea tienen un 20% del total, sólo un poco más que las otras naciones latinoamericanas. Es falso sugerir que Brasil ha rechazado el comercio con los países ricos del mundo para ejercer el comercio con las naciones más pobres. Además, aparte de China, Brasil no ha generado lazos económicos con los otros países BRIC.

Votacion a la presidencia de Brasil por Estados. 26 octubre 2014 (Grafico Folha de Sao Paulo)

Votacion a la presidencia de Brasil por Estados. 26 octubre 2014 (Grafico Folha de Sao Paulo)

Vistas desde la distancia, las diferencias políticas e ideológicas entre los partidos PT y PSBD parecen pequeñas, comparables a la división dentro del Partido laborista británico entre Tercera vía de Blair y el izquierdismo más tradicional. Un conocido columnista brasileño sugirió que la campaña llegó a ser tan agresiva y amarga, precisamente porque había tan poco que separase a las dos partes. Y dada la amplia convergencia de las plataformas de los partidos, los votantes en Brasil se quedaron con el partido y el candidato que mejor conocían y con el que se identificaban. Como se ha señalado, las preferencias de voto estaban fuertemente relacionadas con el nivel de ingresos, el nivel de educación, y el lugar de residencia (las regiones más pobres del Nordeste y del Norte votaron abrumadoramente a Dilma, mientras que Sao Paulo y otras zonas más ricas en el Sur y Centro del país votaron por Aecio).

Así que, ¿qué significan las elecciones de Brasil? Lo que hay ahora es un alto grado de incertidumbre y especulación acerca de lo que va a traer un segundo gobierno de Dilma. La comunidad empresarial de Brasil (que apoyó fuertemente Aecio, como se había previsto) ha desarrollado dos escenarios para la economía brasileña: uno supone que Dilma prosiga el mismo camino económico que tuvo en su primer mandato; el segundo pretende suponer un gobierno Dilma que busque seguir un curso económico más ortodoxo, similar al propuesto por Aecio.

¿Y qué va a pasar ahora?

Muchos de sus partidarios desean claramente un alto grado de continuidad. Quieren mantener lo que ellos creen que aportaron Lula y Dilma: el pleno empleo con salarios razonables y ajustados periódicamente, además de subsidios en efectivo suficientes para mantener a las familias por encima del umbral de la pobreza. Pero muchos otros, en particular los votantes de Aecio, procedentes de grupos de altos ingresos, se preocupan porque la continuidad significa un prolongado estancamiento económico y una inflación alta y persistente, así como la corrupción generalizada.

Dilma, economista cualificada, es sin duda consciente de que la economía brasileña está en serios problemas y que se requieren medidas urgentes para evitar un mayor deterioro en varios aspectos. Como política,  sabe además que el deterioro tendrá un alto potencial político capaz de socavar su autoridad y disminuir su apoyo. La pregunta sin respuesta es cómo va a hacer frente a estos desafíos. ¿Podrá seguir lo que parecen ser sus instintos naturales y volver a las aportaciones de gasto público y la inversión para reactivar la economía, con sus consiguientes riesgos de aumento de la inflación y el crecimiento de la deuda? ¿O mirará hacia enfoques más ortodoxos, incluyendo un ajuste fiscal serio (tanto impuesto y gasto) y una serie de reformas microeconómicas pendientes para abrir la economía, eliminar las barreras comerciales, atraer la inversión extranjera y aumentar la competitividad de la nación?

En las próximas semanas vamos a tener la primera indicación de su probable rumbo económico – cuando se designe al Ministro de Finanzas. El hecho de que Dilma se haya comprometido a sustituir el actual Ministro ya es visto positivamente por las comunidades empresariales y financieras. Pero será difícil que ella coincida con la elección de Aecio para el puesto, Arminio Fraga, un economista formado en US, que fue el jefe del Banco Central bajo el gobierno del presidente Cardoso.

Pero podría acercarse. Un ministro de finanzas bien elegido enviaría pronta señal de gran alcance para los inversores nacionales e internacionales. Y más todavía si se ve reforzado por los nombramientos en otros ministerios cruciales, como agricultura, comercio e industria, y energía. Todo ello daría seguridad a los socios económicos más importantes de Brasil en todo el mundo – incluyendo EE.UU, Europa, China, Japón, y muchas naciones latinoamericanas. Entre otras razones, porque se acabaría con la especulación de que Brasil lleva la misma dirección que Argentina y Venezuela.

Quedan muchas preguntas sin respuesta sobre otros aspectos, no económicos, de la política exterior. Por ejemplo, ¿cuánto va a dedicar Dilma para tratar de reparar la relación con los EE.UU. que fue gravemente dañada por las declaraciones Snowden y sigue languideciendo? ¿Cómo hará Brasil, seriamente, para seguir la iniciativa puesta en marcha por Chile para estrechar lazos entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico? ¿Va a encontrar la manera de liberarse de las restricciones del Mercosur y buscar Brasil, por si mismo, un acuerdo con Europa? ¿Continuará Brasil con un papel activo y la influencia expansiva en los asuntos mundiales o va a girar más bien hacia sus relaciones y liderazgo regionales? ¿Qué temas de fondo tendrán prioridad a nivel regional y mundial? ¿Asumirá la propia Dilma un papel más asertivo?

Ninguna de estas preguntas se plantearon o respondieron durante la campaña, que no puso prácticamente de manera efectiva ninguna atención a los asuntos exteriores. Además, un nuevo equipo de política exterior será creado a principios del próximo año, incluyendo los nuevos ministros en Itamarty, Defensa y nuevos embajadores en los EE.UU. y en la ONU. En la mayoría de los casos, las decisiones políticas no dependerán de Brasil solamente, sino que dependerán de las decisiones y reacciones de los otros países. Por ejemplo, Brasil no gana mucho con su actual enfrentamiento hacia los EE.UU. y probablemente le gustaría relacionarse de forma más productiva con Washington – pero eso requerirá algunos cambios y concesiones por parte de los EE.UU. Un pronto esfuerzo para reprogramar la visita de Estado que se canceló previamente merece la pena, pero ambos países tendrán que acordar el calendario y la agenda.

El hecho es que con la reelección de Dilma es improbable que Brasil cambie mucho. Brasil rara vez cambia de rumbo de forma rápida. Contrariamente a lo que creen muchos que se opusieron a su elección, Dilma no conducirá Brasil al desastre económico y social. Pero nadie debe esperar un rápido retorno a un modelo sólido de crecimiento de la actividad económica.

INFOLATAM

Última actualización el Viernes, 31 de Octubre de 2014 10:23