SEIS LECCIONES DE LA CRISIS FINANCIERA NORTEAMERICANA Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 20 de Diciembre de 2009 22:02

Jorge Hernández Fonseca

2 de Octubre de 2008

 

El terremoto financiero que recorrió al mundo del llamado “lunes negro”, junto al desastre político sin precedentes que emergió del seno de la clase política norteamericana ese día, son síntomas que sin dudas configuran ante el mundo un cuadro radicalmente diferente a lo que hasta ahora proyectaba la sociedad estadounidense en su conjunto.

 

En primer lugar debe decirse que lo sucedido en el Congreso de Estados Unidos el lunes 29 de Septiembre compite con ventajas con lo que sucede (cada vez menos cotidianamente) en muchos de los países llamados “bananeros” al sur de Río Bravo. Cualquiera de los tradicionales y conocidos caciques de los partidos latinoamericanos lo hubiera hecho mucho mejor. El país líder mundial descendió, desgraciadamente de categoría, al nivel de aprendiz de “platanero”.

 

En segundo lugar, tanto el candidato republicano cuanto el candidato demócrata, demostraron más apego a su estrategia en la lucha por la silla presidencial, que al amor que dicen sentir por sus coterráneos, guardando --donde nadie pudo ver-- su supuesto liderazgo por un país mejor.. Adicionalmente, los partidos junto a sus candidatos, se colocaron por encima de los intereses de su Nación en crisis, dando al mundo una lección de lo que jamás debe de hacerse.

 

En tercer lugar, las causas asociadas a la parte política de la crisis (hay crisis política en EUA y crisis económica mundial) muestran que la ideología liberalista (el liberalismo) debe ser profundamente revisado, de igual manera como deben ser revisados los dudosos mecanismos usados por el sector financiero mundial y que han desembocado en un desastre de proporciones todavía no muy claras para la salud del futuro económico internacional.

 

En cuarto lugar, la crisis demuestra que el mecanismo capitalista de agregar valores en producciones y servicios de todo tipo (incluyendo servicios financieros) sale fortalecido de este episodio, al detectarse dudosos mecanismos en algunos procedimientos financieros y especulativos descontrolados, lo que señala el camino para su solución, perfeccionándose. A diferencia del socialismo marxista leninista, el capitalismo mejora con cada crisis, ya que su naturaleza no obedece a dogmas o filosofías preestablecidas por nadie, y es el hombre común en su continuo accionar, el que perfecciona y agrega conocimientos a la mejoría del sistema.

 

En quinto lugar, quedan en entredicho los postulados asociados a la auto regulación que supuestamente el mercado conseguiría por si solo, sin el bastón de apoyo que en muchos casos significa el poder del estado. De la misma manera que los sucesivos y universales fracasos del marxismo en las economías de todos los países donde se ha implantado, los “neoliberales” podrán todavía tener argumentos (tienen derecho), aunque será cada vez más difícil imaginar una sociedad económicamente sana, sin la sabia y poderosa mano del estado.

 

En sexto lugar, el poder constatar sin ambages --como consecuencia de este episodio-- que la elite dirigente socialista (por ejemplo en Cuba) vive y sigue a “pie puntilla” la cartilla capitalista, mientras que la elite capitalista (por ejemplo en el sector financiero norteamericano) sigue a “pie puntilla” la cartilla socialista (pidiendo al estado intervenir) no deja de ser una contradicción que estremece todo el espectro ideológico ahora en pugna (por ejemplo en América Latina), lo que tiene que hacernos reaccionar (meditar) sobre las verdades que ambas partes juran que dicen.

 

Si ya sabemos que las lecciones marxistas en la política y la economía de la sociedad del siglo XXI son las peores posibles, las actuales lecciones que están emanando del conflicto norteamericano --también en política y economía-- nos tienen que hacer pensar profundamente en cual es el camino correcto a adoptar para una sociedad en la que se priorice la democracia, la equidad, la ética y la justicia social, porque ya el “modelo” que se nos mostraba… acabó.

 

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