SOBRE "EL LLAMAMIENTO URGENTE" A LA NUEVA REPÚBLICA Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 10 de Agosto de 2012 08:37

Una convocatoria circula entre la minoría de los cubanos en la isla que tienen acceso a los medios de comunicación, y entre los que en el exilio se preocupan diariamente por los problemas patrios.  “El Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible” ha desatado polémica, más por lo que omite que por lo que plantea.

Por Huber Matos Araluce.-

Con muchos fines del “Llamamiento” estamos de acuerdo la mayoría de los cubanos.  Queremos que en Cuba impere una democracia  multipartidista, el respeto a los derechos humanos, la libre empresa, la justicia social, etc.

Lo que necesitamos ahora es unirnos en una fórmula de transición que evite que cuando el castrismo acabe de expirar, la actual clase gobernante en Cuba pueda quedarse con el poder para desnaturalizar las aspiraciones democráticas de todos los cubanos.

Este ha sido el caso de muchas luchas por la democracia. Se  derrocan dictaduras pero no se alcanzan los  objetivos porque los intereses creados sobreviven, se alían a nuevos intereses y se imponen: China, Rusia, Vietnam, Egipto.  En África el mal ha sido epidémico.

En esto es donde encontramos un vacío en el “Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible”.  Deja una puerta abierta a una nueva usurpación.  Hay que corregirlo y cerrarla.

“El Llamamiento” apela a la voluntad política de que “quienes siendo menos del 1% de la población, poseen la capacidad real de decisión sobre todos los aspectos de la vida cotidiana en nuestra patria”. Apela a la actual clase gobernante para que dé un paso importante en la salvación del país.

Eso tiene sentido.  José  Martí, en el Manifiesto de Montecristi, convoca a los enemigos para lograr la independencia de Cuba: “Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responda el acero, y la amistad a la amistad”.

Desde que Sun Tzu escribió el Arte de la Guerra, hace más de dos mil años, quedó formulada la necesidad estratégica de que “el enemigo” deponga sus armas o se nos una.  Si la nomenclatura en Cuba, ante el fracaso del régimen y ante las terribles consecuencias que sufre la población, no quiere terminar en el fondo del abismo y tiene la posibilidad de redimirse, no se le debe cerrar las puertas.

Pero a la hora de apelar a la minoría que controla el poder en Cuba para que sea parte del cambio, es fundamental definir cómo se harán los cambios. De lo contrario se  pueden aprovechar para tratar de escamotear la victoria del pueblo.

Con ese propósito Raúl Castro y una parte de la nomenclatura han tratado de negociar una transición directamente con los Estados Unidos.  Están en busca de que Washington les garantice la continuidad. Así tendrán la oportunidad de reciclarse sin tener que rendir cuentas al pueblo. No han perdido las esperanzas e insistirán con más atractivas propuestas.

Insistirán porque saben que están perdidos.  Hemos llegado a una etapa en que el peligro no es el castrismo.   El catrismo está vencido. El peligro está en la transición.  Es en el cómo de ese proceso donde una Cuba mejor puede ser posible o frustrarse.  Por esta razón el Proyecto de la Nueva República del CID plantea treinta y dos propuestas que garantizan una transición hacia la democracia.

Algunas de estas medidas son:

1. Derogación inmediata de la actual constitución por una ley provisional.  Instaurar un gobierno formado por civiles y representantes de los  militares que hayan hecho posible el fin de la dictadura.


2. Crear una Comisión Electoral Nacional para organizar elecciones generales y una Asamblea Constituyente en un plazo no mayor de 18 meses. 


3. Enjuiciamiento- en presencia o en ausencia- de los grandes responsables de la traición y crímenes contra el pueblo y la nación cubana.


4. Creación del Consejo Nacional de Economía, organismo técnico profesional cuya función será asesorar al gobierno en la descentralización del aparato productivo y demás reformas del campo económico y financiero, así como en la política a seguir con respecto a las deudas heredadas de la tiranía y las operaciones fraudulentas contra el patrimonio nacional.

He señalado lo que considero una deficiencia fundamental del “Llamamiento”.   Creo que puede superarse. Quienes en la filas del régimen den un paso adelante deben ser bienvenidos a participar en la construcción de La Nueva República, pero debe quedar claro en qué calidad y dentro de qué esquema pueden hacerlo.  Nuestro país ha sido destruido por un sistema y por su complicidad.  Hay que acabar con los privilegios y empezar por repartir deberes y  obligaciones.


No andamos en busca de un Putin ni un Deng Xiaoping.

Última actualización el Lunes, 13 de Agosto de 2012 08:56