Brasil: El Cirio de la Virgen de Nazaré en la ciudad de Belém, Brasil (Ver video en esta página) Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 14 de Octubre de 2012 11:48

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Cada segundo domingo de Octubre, la ciudad de Belém, estado del Pará en el Amazonas brasileño, se engalana para recibir más de un millón de visitantes con vistas a participar de la procesión del Cirio de Nuestra Señora de Nazaré junto al pueblo de esta ciudad portuaria.

Brasil es un país mágico --y dentro del Brasil-- el Amazonas tiene una mística especial, asociada a las leyendas, ritos y mitos de esa enorme selva tropical. Justo en el punto geográfico donde el Río Amazonas entrega al Atlántico ecuatorial millones de litro de agua dulce por segundo, se sitúa la ciudad de Belém, sede de la más extraordinaria celebración religiosa de Nuestra América: “El Cirio de Nazaré”, un culto a Nuestra Señora de Nazaré.

Este culto se compone de múltiples manifestaciones populares, en todas las cuales se venera a la Madre de Dios. En todos los lugares de trabajo, de estudios, en todos los edificios de apartamentos, en todos los barrios, hay celebraciones de casa en casa, agradeciendo, pidiendo y rezando a Nuestra Señora de Nazaré de forma organizada y secuencial.

Los tres días que anteceden al acto principal --una procesión monumental, que saliendo de la Catedral Metropolitana de Belém ese domingo temprano, a las 7 de la mañana, después de una misa matutina al aire libre, llega a la Basílica de la Virgen, en el Centro de Belém pasado el mediodía-- se celebran muchas procesiones menores, tal es la conocida como el “Cirio Fluvial”.

Este año más de dos millones de personas tomarán las calles del trayecto en que se escenifica la procesión gigantesca de 7 horas de duración, bajo el sol ardiente del ecuador brasileño, con un calor sólo comparable al fervor de los participantes en tan emocionante celebración religiosa.

El paso de la Virgen está precedido por una larga y gruesa cuerda de atar barcos, de casi un kilómetro de largo, que rodeando al carruaje donde va la Virgen en su urna de cristal, ayuda al desplazamiento del cortejo. Asegurados a esa enorme cuerda van miles de hombres y mujeres descalzos (para no pisarse unos a otros) pecho con pecho, rostro contra cabeza, con un paso lento y agotador cumpliendo las promesas ofrecidas en días de sufrimiento, que se pagan con el sacrificio redentor de ese día formidable ante la Madre de Dios.

La Imagen es pequeña, con formato triangular similar al de nuestra Virgen de la Caridad del Cobre; tiene el rostro arredondeado como los pueblos amazónicos y carga a su niñito mestizo, que asegura entre sus manos juguetonas una corona de Rey que no reconoce.

Tanto la Madre como el Niño lucen coronas reales de oro puro, rematando la placidez del rostro sereno y gentil de la pareja celestial, que disfruta la cercanía del pueblo que se congrega apretujándose a su alrededor para adorarlos y agradecerles en ese día mágico.

Nunca antes había presenciado yo semejante demostración de fe y tantas gentes juntas en la calle, sin hacer diferenciación de clases o categorías sociales. Generales y Doctores, junto a pescadores y desempleados, aseguran la cuerda que redime los pecados y asegura el pago adecuado de la gracia recibida en momentos difíciles. El Cirio es un momento de agradecer.

La Virgen y su Hijo Dios andan en Urna de vidrio con su estructura de madera amazónica laminada en oro puro, dentro de la cual la pareja celestial observa la multitud con aquella paz que tanto necesitamos, coronando el conjunto una profusión de flores multicoloridas.

Se acerca la Urna Sagrada y la multitud canta loas a Nuestra Señora; las manos se extienden hacia las imágenes redentoras, los cantos arrecian, el paso del carruaje, lento pero firme, nos permite observar los detalles del cortejo; la Virgen pasa dejando la paz en su camino y un mar de lágrimas y besos junto al hipnotismo redentor que todos necesitamos para el exorcismo.

La multitud irrumpe en aplausos, la Virgen agradece con el vibrar característico de su andar, dejando un profundo aroma de flores y de pueblo, que en ríos interminables la sigue durante demoradas horas, con objetos diversos sobre sus cabezas, agradeciendo de mil maneras gracias alcanzadas por su bondad.

Es el Cirio de Nuestra Señora de Nazaré, la mayor fiesta religiosa de Nuestra América.

14 de Octubre de 2012

 

Última actualización el Lunes, 15 de Octubre de 2012 14:17