La sorpresiva segunda vuelta en Colombia, ¿qué esperar? Por Mauricio Jaramillo Jassir Imprimir
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 31 de Mayo de 2022 20:49

El resultado de la primera vuelta de las elecciones en Colombia confirmó a Gustavo Petro, del Pacto Histórico, como primero en la intención de voto, al tiempo que dejó la sorpresa de Rodolfo Hernández, candidato del antiestablecimiento para la segunda vuelta.

Un partidario del candidato presidencial colombiano de centroderecha Rodolfo Hernández del Partido de la Liga de Gobernantes Anticorrupción reacciona después de que Hernández salió segundo en la primera ronda de las elecciones presidenciales en Bogotá, Colombia, el 29 de mayo de 2022. REUTERS/Vannessa Jiménez

Desde hace varias semanas, se venía especulando acerca de la posibilidad de que el uribismo y Centro Democrático, actual partido de gobierno, hubiesen abandonado la campaña de Federico Gutiérrez, formalmente candidato del continuismo, pues en las encuestas se había estancado y no lograba hacer un contrapeso al candidato del Pacto Histórico.

 

En efecto, Petro llegó al 40 % de los votos, con lo cual diez puntos lo separaron del anhelado triunfo en primera vuelta que, en Colombia solo se obtiene con la mayoría absoluta (la mitad más uno) a diferencia de otros sistemas electorales latinoamericanos donde el candidato que obtenga diez puntos de ventaja, aún sin dicha mayoría, logra imponerse. Más de 8,5 millones de colombianos votaron por Petro. Sin embargo, se esperaba contar con unos 11 millones para evitar la vertiginosa segunda vuelta que ahora asoma y que, por primera vez desde 2002, no tendrá a un candidato del uribismo. Un escenario desconocido en la historia reciente de Colombia que confirma el descalabro del actual gobierno y una victoria tan inédita como relativa para el progresismo.

Rodolfo Hernández, candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, les arrebató en poco tiempo a Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo, del centro, una plaza en la segunda vuelta, cuando hace meses se les asumía como únicas alternativas para evitar una victoria de Petro. Sin embargo, Hernández quien se hizo célebre por declaraciones extravagantes políticamente incorrectas y controvertidas, empezó a ganarse un lugar en la agenda. A pesar de no asistir a los debates, puso en circulación mensajes en redes sociales que llegaron a millones de decepcionados por la política y consiguió convencerlos de que era posible un cambio con un candidato por fuera del establecimiento. En poco tiempo, apoyado por expertos en mercadeo político, en especial nuevas tecnologías de la comunicación, Hernández consiguió una amnesia colectiva frente a declaraciones misóginas, xenófobas y contrarias a los derechos humanos.

Afirmaciones como que las venezolanas son “fabricas de niños pobres” o su profesada admiración por Hitler, se redujeron a lapsus de un bienintencionado candidato despojado de los malos vicios de la política tradicional. Ha disparado afirmaciones cortas con mensajes contundentes y declarado una guerra a brazo partido contra la corrupción. Con esta simpleza se convirtió en un éxito electoral.

¿Qué viene de cara al balotaje o segunda vuelta? Colombia enfrenta dos escenarios. O bien, algo muy similar a lo que ocurrió en Ecuador con el candidato progresista y cercano a Rafael Correa, Andrés Arauz. Este salió ganador en primera vuelta, tal como Petro, sobre su contendor Guillermo Lasso, no obstante, en segunda vuelta no pudo superar la lógica del “todos contra…”. Lasso, derechista y representante del sector financiero –similar a Hernández-, con una combinación de circunstancias, entre ellas, el sorpresivo apoyo de los indígenas terminó derrotando al progresista.

Petro podría perder en caso de que Hernández se una con el uribismo, eso sí, abandonando todo vestigio de coherencia ideológica pues implicaría renunciar a la esencia de su discurso, el antiestablecimiento. Dilema complejo para Hernández, quien difícilmente puede ganar sin el apoyo del uribismo, sinónimo del gobierno actual y del impopular establecimiento.

El otro escenario evoca la pasada elección en Chile. José Antonio Kast de la extrema derecha ganó en primera vuelta, pero Boric supo acercarse a los sectores de centro y rechazar todos los miedos que Kast suscitaba. Admirador de la dictadura pinochetista, amenazaba un modelo que, aunque criticado, había conseguido garantías de pluralidad. Se trataba de una paradoja pues, quien es hoy presidente de Chile, se convirtió en líder como disidente del modelo, pero terminó ganando la elección advirtiendo sobre el salto al vacío que representaba Kast. Dicho de otro modo, Boric se transformó circunstancialmente en defensor del establecimiento al que prometió reformar desde adentro y con amplios consensos. Si Petro quiere ganar, deberá insistir en que representa las virtudes que se pactaron en la Constitución del 91, tal como hasta ahora lo ha hecho, y recordar que, buena parte de las garantías democráticas corren grave peligro con un gobierno inspirado en los valores y en la incorrección política de la extrema derecha. La paradoja chilena se repite: Petro deberá convertirse en defensor de un orden social surgido del pacto constitucional y de los Acuerdos de La Habana, activos del último tiempo del progresismo, a su vez, antivalores para la derecha colombiana.

En las tres semanas que restan para la cita del 19 de junio, Colombia vivirá una polarización sin antecedentes. La negativa de Hernández para asistir a los debates pone a Petro en una incomoda situación ya que ha basado su autoridad precisamente en una arrolladora capacidad argumentativa.

El ingeniero Rodolfo, como lo llaman, consciente de su limitación retórica, reconoció públicamente su desconocimiento de determinados temas y ha preferido el formato de las entrevistas donde la ausencia de contradictores suaviza su discurso y el mensaje se emite sin intermediarios. Parece tener todo a su favor, tratarse de un fenómeno nuevo, con un apoyo que viene creciendo significativamente, más aún, con un uribismo que podría transferirle casi 5 millones de votos (de Federico Gutiérrez), sin que siquiera el candidato Hernández así lo pida. Es tal el antipetrismo en las filas del uribismo, que se puede presumir el carácter endosable de tales votos. En la otra orilla, Petro deberá trabajar arduamente para convencer al centro -al que sus seguidores más enceguecidos por una admiración cuasi religiosa han despreciado-, que en este escenario pasa de la irrelevancia a actor fundamental.

INFOBAE

*Mauricio Jaramillo Jassir es profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario

Última actualización el Miércoles, 01 de Junio de 2022 19:41