El diálogo con las FARC pone al presidente de Colombia en una situación delicada. Podrá conseguir rédito político, pero un eventual fracaso lo asociaría a los errores del pasado

El presidente Juan Manuel Santos anunció el lunes que su Gobierno mantiene conversaciones exploratorias de paz con las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sin suspender la ofensiva militar contra el grupo rebelde, lo que abrió un nuevo espectro para el país sudamericano.

"Es un logro espectacular para las FARC por cuanto representa nada menos que despojarse de esa identidad que tenían como grupo terrorista y de la noche a la mañana se convierten en un interlocutor político válido en Colombia y en un negociador legítimo para refundar el Estado", sostuvo en declaraciones a Reuters el analista político de la Universidad del Rosario, Vicente Torrijos.

 

El grupo rebelde activo más antiguo del continente cuenta en la actualidad con unos 8.000 combatientes y es considerado una organización terrorista por los Estados Unidos y la Unión Europea. Un acuerdo de paz le permitiría limpiar su imagen deteriorada por el narcotráfico y sus crímenes.

El inicio de una negociación formal, algo que se da como un hecho para las próximas semanas y se haría posiblemente en Cuba, convertirá a las FARC en un factor electoral decisivo, opinó Torrijos.

"Si empiezan a dar muestras (las FARC), así sean pequeñas, someras, parciales de paz al Gobierno del presidente Santos, van a garantizar su reelección y garantizada su reelección tendrán cuatro años para afianzar un proyecto estratégico, sin cárcel y sin extradición", argumentó.

Mientras Santos tendría la búsqueda de la paz como bandera de campaña, los jefes guerrilleros garantizarían su no extradición a los Estados Unidos, país que ha pedido a los principales comandantes de las FARC por narcotráfico y terrorismo.

Una fuente de inteligencia dijo a Reuters el lunes que al punto de la extradición se sumaría la petición de bajas condenas para resarcir sus crímenes que incluyen asesinatos, secuestros, masacres y reclutamiento de niños, entre otros.

Las conversaciones cuentan con el apoyo de los Estados Unidos y con la facilitación de Cuba, Venezuela y Noruega, de acuerdo con fuentes cercanas al Gobierno.

Paz, un tema electoral

La búsqueda de paz con las FARC fue un tema decisivo para la victoria electoral en 1998 de Andrés Pastrana, quien se comprometió a negociarla. Luego del fracaso de ese proceso, la situación con la guerrilla incidió también en la elección de Alvaro Uribe, quien lanzó la más fuerte ofensiva militar contra los rebeldes y se convirtió recientemente en el más fuerte crítico de Santos y de sus aproximaciones de paz.

Los Estados Unidos han apoyado la ofensiva militar contra el grupo, que desde el 2008 ha perdido a influyentes comandantes como Raúl Reyes, Jorge Briceño y Alfonso Cano, mientras que miles de combatientes desertaron.

"Es evidente que el Ejército ha ganado posicionamiento y algunas batallas muy importantes frente a la insurgencia armada en Colombia, eso facilita la negociación", opinó el analista político Néstor Humberto Martínez.

Pero anticipó que no se puede esperar una paz inmediata. "Lo que hemos visto en las últimas semanas, que es escalar el conflicto por parte de la insurgencia armada, no es sino parte de la  strategia de la insurgencia para llegar fortalecida a la mesa de la negociación", afirmó. Se refería a los recientes ataques de las FARC que han incluido el sector energético y minero.

Esperanza
El anuncio de Santos, un economista de 61 años educado en los Estados Unidos e Inglaterra, renovó las esperanzas en el país de 46 millones de habitantes que está hastiado de la violencia y que tuvo que esperar una década hasta volver a escuchar hablar de paz. Aunque también afloraron los temores a que el proceso no lleve a un pronto final de la confrontación.

El analista Alfredo Rangel sostuvo que necesariamente el proceso deberá darse en medio de un cese al fuego, porque hacerlo en medio de la confrontación es un grave riesgo que podría conducir al fracaso, como sucedió entre 1999 y el 2002 durante el Gobierno del ex presidente Pastrana.

Pero no será fácil lograrlo. En las primeras declaraciones oficiales sobre el tema, Santos dejó en claro que las Fuerzas Militares no cesarán en sus operaciones ofensivas contra los irregulares en todo el país. Y las FARC tampoco han cesado en sus ataques, pese a que medios han reportado –sin confirmación oficial- que comenzaron a hablar de paz hace al menos tres meses.

Uno de los temas más complicados sería la intención de algunos líderes de las FARC de hacer política y de no ir a la cárcel, lo que está prohibido por una ley aprobada recientemente por el Congreso y por la legislación internacional.

En este sentido, la ex fiscal general de Colombia Viviane Morales advirtió que los líderes guerrilleros no podrán recibir indultos porque están acusados de delitos de lesa humanidad y violaciones al derecho internacional humanitario.