La única organización política en La Habana, que es también la cabeza del Estado, registra un descenso en los niveles de afiliación tanto en la juventud como entre los trabajadores. Preocupación del régimen.

La dirección del partido, que es obviamente la del propio país, anda preocupada por la falta de entusiasmo entre un sector de los universitarios y los trabajadores a la hora de apuntarse a la organización.

El descontento de estos sectores se traduce en una mayor proporción de integrantes de la Unión de la Juventud Comunista (UJC) que rehúsan pasar al partido al llegar a la edad reglamentaria establecida, 30 años, y en un menor éxito en los "procesos de crecimiento del PCC", mecanismo que regula las afiliaciones desde los centros de trabajo, a petición propia o a propuesta de las direcciones.

El problema "no es nuevo" sino que data de unos diez años atrás, pero parece ir en aumento y resulta cada vez más inquietante para la cúpula comunista; en especial en las aulas de las facultades, que es donde nació la revolución y donde suelen forjarse los líderes ideológicos de la que, constitucionalmente, "es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado". 

La alarma sen encendió a raíz de los resultados de las encuestas realizadas hace alrededor de un año para medir el "estado político ideológico" en distintas universidades del país, entre ellas la de la capital. Los sondeos, realizados por el Centro de Estudios de Opinión como parte del seguimiento sociológico que de manera continua se hace en Cuba para medir el pulso de las bases, se llevaron a cabo después de una pequeña pero sonada protesta de estudiantes del Instituto Superior de Arte, el emblemático ISA.

En la manifestación, desatada por la mala calidad de las comidas, se oyeron quejas de falta por la libertad de expresión. Algunas autoridades políticas respondieron con acusaciones de desviacionismo ideológico que, sin embargo, en algunos medios del PC se juzgaron excesivas.

Según un documento que el Ministerio de Educación Superior (MES) emitió internamente en julio pasado pero al mes siguiente apareció en el Miami New Herald, las encuestas elaboradas entre los ecos de la protesta en el ISA arrojaban "un mayoritario respaldo a la Revolución", pero "a la vez revelaban el afán de un grupo de estudiantes y profesores por obtener beneficios personales por encima de cualquier consideración colectiva, social y patriótica, así como confusión e incomprensión de los pilares básicos en los que se sustenta la ideología de nuestra Revolución".

Profesores de la Universidad habanera aseguraron que los sondeos en cuestión estuvieron detrás del relevo, en primavera, del ministro de Educación Superior y del rector de la Universidad de La Habana. No en vano el nuevo titular del MES designado entonces, el ingeniero electrónico de 49 años Miguel Díaz Canel, es un joven y pujante miembro del Buró Político del Partido con dos decenios de experiencia en puestos dirigentes. El ministro anterior, Juan Vela Valdés, fue despedido no obstante con reconocimientos a su "esfuerzo".

Los recién llegados responsables del MES y de la Universidad se pusieron enseguida manos a la obra para contrarrestar las fugas o deficiencias "político ideológicas" a través de un denso paquete de instrucciones y medidas de corrección.

Además de sancionar los casos considerados graves, se ordenó "no permitir bajo ningún concepto que un profesor exprese en el aula, ideas y opiniones contrarias a la política del Partido". También se incidió en la necesidad de que los docentes "lleven y discutan (con los alumnos) el mensaje de la Revolución": una consigna ya tradicional que se busca reforzar. Para las reuniones sindicales en el ámbito universitario se "orientó" dedicar unos minutos a rememorar efemérides revolucionarias.

Pero el PCC no encara sólo actitudes de apatía o falta de empuje entre una parte de la juventud cubana. Hay una mar de fondo de creciente debate interno entre los defensores de las posiciones ortodoxas y los que se muestran más y más críticos.

Para el investigador social y politólogo Rafael Hernández, destacado militante del PCC y director de la Revista Temas, dicho debate es "un signo vital" asociado a las "saludables contradicciones y divergencias" sobre las prioridades" del país. Hernández discrepa sin embargo de "respuesta simplonas y míseras" como esa de imponer repasos de efemérides. O como la de acusar de desviacionismo a quien se queja del mal estado de una comida.

El PCC cuenta con 700.000 militantes y la UJC, con 800.000. La suma equivale a casi el 15% de la población cubana: un capital que por su cuantía y su historia no se ve por ahora resentido sustancialmente por las negativas a darse de alta. Con todo, la inquietud dará paso a la alarma si la cúpula que aún lidera Fidel Castro, reemplazado por su hermano Raúl en el Gobierno pero aún no en el partido, no acierta a mantener la conexión con quienes se supone que encarnan el futuro del socialismo cubano.

 

Fuente: La Vanguardia