De la manera como Raúl y sus generales presentan la transición, queda eliminada la influencia democrática cubana directa en las negociaciones que sobrevendrán para la transición castrista. No habrá convocatoria formal de nada. Todo será negociado como hasta ahora, de manera discreta, lejos de la prensa, precisamente para que la oposición política cubana al castrismo carezca de información y no reaccione, como sería su derecho.

Un análisis objetivo del drama cubano hoy

Jorge Hernández Fonseca

8 de Noviembre de 2013

Estamos en momentos decisivos para el futuro de la sociedad cubana del postcastrismo y desgraciadamente la oposición política no ha podido ofrecer hasta hoy una opción viable de gobierno opositor consensual a la muerte de los hermanos Castro.

Independientemente de esta realidad, ningún cubano digno ha dejado de lado su deber en la lucha y de mostrar solidaridad combativa con nuestras Damas de Blanco agredidas domingo tras domingo, con el apoyo a los héroes en huelga de hambre en las mazmorras del régimen y con campañas internacionales por los presos injustamente encarcelados, pendientes de juicio.

El camino que los generales de Raúl trazan hoy tiene un componente internacional importante. Hay tres países que de una forma u otra influencian en la política cubana perspectiva: Estados Unidos, España (Europa) y Brasil (Latinoamérica) y esas tres naciones de conjunto tendrán un peso específico grande en la solución que se dé al “problema cubano”. Pensando así, la dictadura castrista ha convencido a los representantes de estos países de la inexistencia de una opción opositora consistente para el gobierno de la isla, posterior a los hermanos Castro.

De manera que esta trilogía trabaja con la variante ofrecida por el castrismo: Díaz Canel, encabezando la transición entre el castrismo y la normalización de la vida dentro de la isla, que implicaría en cierta abertura política, mediatizada de inicio por partidos marionetas, preparados ya por la policía política, que cumplirían el papel de fantoches para guardar las apariencias ante EUA y España (Brasil con menos fuerza) de tener que abrirse a las limitaciones propias de un partido único, dando vestidura de seda al “muñeco” que se prepara como una transición.

La inauguración del emprendimiento cubano-brasileño en el Puerto de Mariel, proyectado para comerciar con Estados Unidos, es un avance destacado en el proceso de control raulista de la transición hacia una nueva etapa en la sociedad cubana. Difícilmente el gobierno de Brasil, apoyando a una empresa brasileña --con sede nada menos que en La Florida, EUA-- irían a “enterrar” más de mil millones de dólares (invertidos entre el gobierno de Brasil y la empresa brasileña) modernizando el Puerto de Mariel, sin haber previamente pactado con EUA, objetivo principal de las inversiones que se ejecutan en el punto cubano más cerca de la Florida.

Por otro lado, la conocida posición española en el Caso Payá-Carromero (en consonancia con la dictadura castrista) es una muestra de la proclividad de la Madre Patria a actuar de manera “sui generis” cuando se trata de los intereses económicos que sus “súbditos” tienen dentro de la isla, mostrándonos una posición que, como mínimo, releva a un segundo plano el interés democrático de los cubanos cuando hay amenazas a sus negocios dentro de Cuba.

Completando el cuadro internacional actual respecto a la isla, está el conocido y anunciado interés del presidente Obama para resolver “el problema cubano”, como marca adicional de su administración y que ya ha manifestado interés de negociar con los hermanos Castro.

La suma de los consensos de estos tres factores (Brasil –en representación de Latinoamérica-- España --en representación de toda Europa—y Estados Unidos) se conjugarían para coincidir en aspectos de corte económico-comercial, en la que Cuba jugaría un papel preponderante. Se juntarían así para “respaldar” un proceso de promoción de una transición dentro de la isla --si bien no de inmediato a la democracia-- pudieran decir que sería "el inicio de los movimientos para resolver el agónico problema económico cubano", tratarían del levantamiento del embargo y del compromiso castrista con la apertura política hacia “opositores y exiliados” amañados.

Un avance de apertura lo constituye el levantamiento de la prohibición histórica para que los cubanos pudieran salir de la isla. Sobre todo, el gesto político real de permitir que connotados opositores consigan entrar y salir de su país sin mayores problemas, exponiendo en el exterior sus puntos de vista de manera libre, cosa que ha colaborado al conocimiento de la realidad cubana por parte de un mundo exterior, que sólo era bombardeado por la propaganda castrista, en gran medida neutralizada por la actitud mayoritariamente patriótica de los opositores.

Sin embargo, de la manera como Raúl y sus generales presentan la transición, queda eliminada la influencia democrática cubana directa en las negociaciones que sobrevendrán para materializarla. No habrá convocatoria formal de nada. Todo será negociado como hasta ahora, de manera discreta, lejos de la prensa, precisamente para que la oposición política cubana al castrismo carezca de información y no reaccione, como sería su derecho.

Ante este panorama, el opositor y luchador cubano Santiago Cárdenas, destacado médico que reside en Miami, ha propuesto que los congresistas cubano-americanos formalicen un "Caucus Congresional" sobre asuntos cubanos (similarmente a como existe en EUA el "Caucus Negro" para problemas raciales) con vistas a tener una influencia en la decisiones que se tomen en EUA respecto a Cuba, ya que la división entre progresistas y conservadores dentro de Estados Unidos en nada ayuda a establecer una adecuada política hacia la Cuba futura, que contaría así con el "Caucus Cubano" como consultor informado, respecto a soluciones reales para la isla.

Así, el "Caucus Congresional" cubano tomaría la antorcha que le estaría vedada a la oposición política y con su prestigio (varios senadores y representantes cubano-americanos) podrían arrastrar la solidaridad de otros congresistas, además de una buena parcela de la categoría política norteamericana, para evitar que se materialicen acuerdos discriminatorios contra la oposición demócrata en un ambiente internacional, sin la oposición política presente.

Si hubiera alguna posibilidad de hacer algo similar en España, sería ideal, porque el efecto de los intereses españoles aliados a los hermanos Castro provocarán un enfoque parcializado de la posible solución cubana. En Brasil es más complejo. Sólo un cambio de gobierno en las elecciones del 2014 configuraría un ambiente propicio al debate sobre Cuba en Brasil, sin la óptica del gobierno actual, sometido a la Habana, como lo demuestran con sus acciones.

Es una verdadera tragedia que “el problema cubano” sea resuelto entre países extranjeros de un lado, y la dictadura cubana de otro, sin participación de la oposición política de la isla, sobre la que hay que decir que ha pagado una cuota de sacrificio y sangre como ninguna otra oposición democrática en Latinoamérica. El hecho de manifestarse aquí que “la oposición política cubana no ha podido constituirse en opción de gobierno a los hermanos Castro” para nada significa que no haya luchado como ninguna otra oposición a dictaduras en Nuestra América. Diez mil fusilados y cientos de miles de opositores han cumplido largas penas de cárcel en las ergástulas de la dictadura, situación que persiste hasta nuestros días, por lo que merece un lugar --como ha pedido Guillermo Fariñas en persona al presidente Obama-- en la mesa de negociaciones.

En paralelo, creo conveniente también alertar a la oposición cubana para que se prepare a enfrentar la etapa que se avecina, asociada a la lucha ideológica y política dentro de la isla. Muy probablemente habrá regreso de exiliados y alguna forma de acceso a la internet, así como también limitados accesos a la prensa, radio y TV dentro de Cuba, para lo cual hay que estar adecuadamente preparados, de manera a, desde dentro, hacer valer nuestra verdad libre y democrática en el debate de ideas que necesariamente tendremos que enfrentar.

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