El ataque en su propio territorio, el tercero en cinco meses, provocó la indignación de la monarquía saudita. “El reino quiere y puede enfrentarse a la agresión terrorista”, le dijo el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, al presidente estadounidense Donald Trump, un histórico aliado de Riad que lo llamó rápidamente.

La embajada saudita en Washington puntualizó en un comunicado que Trump expresó la disponibilidad de su país a cooperar con el reino para apoyar su seguridad y estabilidad tras el ataque.

En un mensaje transmitido por el canal de televisión rebelde Al Masirah, un vocero militar hutí amenazó con otros ataques similares en el futuro si las fuerzas sauditas continúan su intervención militar en Yemen, donde desde 2015 Riad está comprometida en una coalición árabe en los bombardeos contra milicias pro iraníes y en apoyo del gobierno internacionalmente reconocido del presidente Abd Rabbo Mansur al Hadi. El mandatario escapó en 2014 de la capital ocupada por los hutíes, Sanaa, y ahora vive en Arabia Saudita.

“La única opción para el gobierno saudita es dejar de atacarnos”, advirtió el vocero de los rebeldes shiítas. Una delegación de alto nivel de los huties fue recibida recientemente en Teherán por el Líder Supremo, Ali Khamenei, con una muestra de apoyo sin precedentes desde el comienzo de la guerra.

Una confirmación de que la República Islámica tiene la intención de utilizar todos los medios a su disposición en la pelea con los sauditas por la hegemonía territorial. Pero esto lo enfrenta también con Estados Unidos, que defiende la posición de Riad.

Otros ataques con misiles o aviones no tripulados ya habían sido llevados a cabo previamente por los hutíes en Arabia Saudita, aunque no de esta magnitud. En mayo pasado, los rebeldes yemeníes en particular reclamaron como propia una incursión con drones contra una estación de bombeo en Al Dawadmi, a lo largo del vital oleoducto que cruza el país de este a oeste.

El mismo mes, cuatro petroleros, dos de ellos sauditas, fueron dañados por explosiones en las aguas de los Emiratos Arabes Unidos, en el Golfo de Omán. Por estas acciones, Washington y Riad acusaron a Irán, aunque el país persa lo negó.

EL CLARIN; ARGENTINA