La electa Dilma Rousseff hará su debut en la escena internacional. Participará junto a Lula da Silva en las discusiones con líderes mundiales. Ambos serán la voz de los países emergentes.

La cumbre sintetizará el momento político que atraviesa Brasil. Lula será uno de los protagonistas de las arduas negociaciones para alcanzar un equilibrio cambiario global. Al mismo tiempo, presentará ante la diplomacia mundial a su sucesora, que lo reemplazará en el Palacio de Planalto en enero. Al mandatario le llega la retirada en el auge de su proyección internacional.

 

Se había anunciado que, antes de viajar a Corea del Sur, Rousseff acompañaría a Lula en su visita a Mozambique. Sin embargo, la petista prefirió a última hora viajar directamente a Seúl en un vuelo comercial junto al ministro de Hacienda, Guido Mantega. Allí espera a su mentor, que irá a su encuentro en las próximas horas.

 

Su agenda estará atada a la de Lula. Se sentará junto a él en la primera cena de trabajo entre mandatarios y defenderán codo a codo la posición de Brasil sobre la cuestión cambiaria. No obstante, Sohn Ije-ae, vocera del comité organizador de la cumbre, aclaró que Rousseff tendrá que sentarse detrás del actual presidente en las sesiones plenarias ya que en ellas habrá una sola silla para cada país miembro.

 

Tras su llegada, Rousseff y Mantega se dirigieron directamente al área reservada para las comitivas sin hacer declaraciones a la prensa. Alegaron cansancio por las 25 horas de viaje, aunque se presume que no quieren hablar con los medios hasta la llegada de Lula.

 

El tema más sensible en el G-20 será la "guerra de divisas", como fue llamada la disputa entre países en relación con sus tipos de cambio. El gobierno brasileño tendrá la misión nada sencilla de encabezar la oposición a China y los Estados Unidos, acusados de desvalorizar o mantener artificialmente devaluadas sus monedas para mejorar la competitividad de sus exportaciones, en perjuicio de las naciones emergentes (ver nota relacionada).

 

El titular brasileño de Hacienda anticipó que propondrá la creación de un índice del FMI que permita identificar y sancionar a los países que manipulen sus cotizaciones. Mantega fue, de hecho, uno de los primeros en encender la alarma por la posibilidad de que se desatara el conflicto cambiario.

 

En una entrevista con Rousseff a su lado, Lula expresó que llevaría a Rousseff a Seúl para "luchar" juntos por el real; subrayó que, a partir de ahora, sus adversarios "enfrentarán a Lula y a Dilma". Ambos ya criticaron con dureza a los Estados Unidos y China. No por nada, Rousseff se presentó ante todo como la continuadora de la gestión de Lula durante su campaña electoral.