Aclamado por más de 600 exiliados cubanos que lo esperaban emocionados a las puertas del Big Five Club para celebrar una cena en su honor, el activista anticastrista Luis Posada Carriles culminó el miércoles la intensa jornada que marcó su regreso a Miami, tras ser absuelto la semana pasada en un tribunal de El Paso, Texas.

ALFONSO CHARDY

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“Fue una victoria que pertenece al exilio cubano”, dijo Posada. “Y muestra que contra nosotros nadie puede, ni los tiranos ni los bandidos ni los fusiladores. Nadie puede”.

El ambiente en el Big Five era de alegría desbordante. Muchos de los presentes habían contribuido a financiar la defensa. Otros eran viejos compañeros de lucha de Bahía de Cochinos.

El día había empezado temprano para Posada, quien la semana pasada fue absuelto de 11 cargos relacionados con una ola de atentados dinamiteros en Cuba en 1997 y su entrada a Estados Unidos en el 2005.

En la mañana, durante una conferencia de prensa en la oficina de Rhonda Anderson, una de sus abogados, en Coral Gables, Posada afirmó que sentía aliviado de que el jurado lo encontrara inocente, pero lamentó que el gobierno de Estados Unidos tratara de condenarlo.

“Fue un trago amargo’’, dijo Posada, de 83 años. “Muy amargo’’.

Sus abogados dijeron el miércoles que todavía está sujeto a restricciones legales. Posada, un ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y ex miembro de la Brigada 2506, debe reportarse periódicamente a la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE). Sobre él pesa una orden de deportación a cualquier país que no sea Cuba ni Venezuela.

Recientemente, se han renovado las presiones del gobierno venezolano a Washington para que acepte su petición de extradición. El principal abogado de Posada, Arturo V. Hernández, dijo en la rueda de prensa que no lo ve como una “opción probable’’.

Posada leyó una breve declaración escrita sentado ante una mesa de un salón de conferencias atiborrado de periodistas. Señaló que a pesar del juicio y los esfuerzos del gobierno federal por condenarlo sigue siendo leal a Estados Unidos.

“En mi larga vida he enfrentado muchos retos, convencido y orgulloso de cuanto hacía porque estaba y estaré siempre del lado de Dios y la democracia, la justicia y el deber’’, dijo Posada. “Sin embargo, los meses que acabo de experimentar han sido los más duros. No me juzgaban comunistas ni tiranos, que son enemigos de los Estados Unidos de América, sino representantes del país al que yo amo tanto, cuyo uniforme militar he vestido y cuyos ideales y causas viven en mi corazón. Ha sido un trago amargo, muy amargo, y más aún cuando se apoyaban en el testimonio de algún esbirro repugnante de la dictadura’’.

Posada perecía referirse al testimonio del teniente coronel del Ministerio del Interior de Cuba, Roberto Hernández Caballero, que declaró haber investigado los atentados en Cuba.

Hernández Caballero y la forense Ileana Vizcaíno Dime, del Ministerio de Salud Pública, fueron los dos funcionarios cubanos que presentó la fiscalía como testigos. Vizcaíno realizó la autopsia del turista italiano Fabio Di Celmo, única víctima mortal de los atentados.

Los abogados de Posada atacaron agresivamente la credibilidad de Hernández Caballero, acusándolo de ser un agente de inteligencia. Además, un testigo de la defensa afirmó que éste lo había torturado en Cuba.

Posada dijo que continuaría su lucha contra el gobierno cubano, aunque ya se ha tornado pacífica.

“No estoy cansado’’, declaró Posada. “La lucha sigue por Cuba, por Venezuela, por América’’.

Al preguntársele si la invasión de Bahía de Cochinos, cuyo 50mo. aniversario se cumple el domingo, había sido un error “histórico” de Estados Unidos, Posada reconoció que la operación fracasó, pero que el ideal era válido.

“Fue un error estratégico, pero no histórico’’, manifestó Posada. “Fue el esfuerzo más serio de Estados Unidos [de liberar a Cuba del gobierno castrista]’’.

Hernández y los otros abogados defensores dijeron que ignoraban por qué el jurado había absuelto a Posada. Hernández dijo que uno de los miembros del jurado había enviado un correo electrónico a Felipe Millán, abogado de Posada en El Paso, pero que el jurado sólo había elogiado el desempeño de la defensa.