Lo hizo de manera indirecta, al referirse al avance que registraron las negociaciones en el periodo de Bachelet. También acusó al gobierno chileno por no informar de la investigación sobre su jefe Antidrogas

Evo Morales continúa con sus críticas al gobierno de Sebastián Piñera, a quien responsabilizó por el estacionamiento que sufrió el diálogo que mantenían sus países en los últimos años.

El presidente boliviano utilizó ese argumento para explicar su nueva estrategia de llevar la demanda marítima de su país ante los tribunales internacionales, un giro que sorprendió a muchos dirigentes de la oposición y fue cuestionado por las autoridades chilenas.

De acuerdo a Morales, fue la lentitud en la que cayeron las conversaciones lo que "lo obligó" a adoptar esa postura, que comunicó el pasado 23 de marzo.  Afirmó que el diálogo avanzó con la ex presidenta chilena Michelle Bachelet (2006-2010), pero se estancó con su sucesor.

"Por supuesto que había diferencias, con Bachelet, por primera vez, hemos avanzado 12 de los 13 puntos (de la agenda), quedando solo el tema del mar", dijo el mandatario.

Morales indicó que en su primera gestión (2006-2010), a pesar de que el "desarrollo (del diálogo) fue lento" creyó en el gobierno chileno. "El primer año te hacen creer, te hacen soñar. Entonces durante la primera gestión hemos creído, pero si vamos a seguir esperando, el tiempo se va", sostuvo.

Bolivia reclama una salida soberana al mar tras la pérdida de su litoral en una guerra con Chile en 1879 en la que tuvo como aliado a Perú que también perdió territorios.

Por otra parte, el mandatario aprovechó la oportunidad para acusar a las autoridades chilenas por no haber informado sobre el seguimiento al alto jefe boliviano de la lucha antidrogas, René Sanabria, capturado en febrero pasado en Panamá a instancias de la DEA por transportar cocaína a los Estados Unidos.

"Hubo una deslealtad. Si había una investigación (contra Sanabria), ellos (Chile) podían informarnos. Es una obligación informarse de Estado a Estado", dijo.

La detención del alto jefe policial fue el golpe más duro a la política antidrogas del gobierno boliviano, que aseguró que no estaba al tanto de las andanzas de Sanabria.