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Artigos: Cuba
El nuevo “batistato” PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 01 de Diciembre de 2012 10:25

Por Alejandro Armengol.-

Parece increíble, pero es real. El proceso político iniciado hace casi 54 años en la isla, lo que en una época se llamó la “revolución cubana”, se “batistianiza”. Igual mezcla de frivolidad y represión. Superstición y acomodamiento. Complacencia con el poder y frustración cotidiana. Sólo falta la violencia descarnada del asesinato cotidiano.

Por décadas el gobierno cubano viene repitiendo que “no hay una sola familia cubana que en los últimos 50 años llore a un familiar desaparecido, no hay una sola que llore a un familiar asesinado extrajudicialmente, no hay una sola denunciando trato inhumano degradante, torturas como las que se aplicaron en otros países de América Latina”.

La afirmación no solo ha sido cuestionada por diversos testimonios, sino que encierra una falacia. Las formas de represión ejercidas por el régimen cubano han sido mucho más organizadas y disciplinadas, sin tener que recurrir, hasta el momento y en la mayoría de los casos, a la violencia indiscriminada. Hay una porción de verdad en la afirmación del gobierno de La Habana, en el sentido de que no hay en Cuba un historial de desapariciones similar al que tienen diversas dictaduras latinoamericanas. Sin embargo, este criterio no lo absuelve de su historia represiva.

Es más, lo que en otros países es pasado, en Cuba es presente. En la isla se practica una represión sin tregua, aunque en la mayoría de los casos las largas condenas han sido sustituidas por breves arrestos preventivos.

La referencia a las desapariciones tiene cierta dualidad, ya que busca tanto la absolución como el destacar la eficiencia de la maquinaria represiva cubana. Esta le ha permitido prescindir de acciones que tanta “mala fama” acumulan sobre los violadores. Aunque se puede argumentar sobre la existencia de otras formas de “desaparición” en la isla –fusilamientos, juicios sumarios, condenas excesivas y encarcelamientos sin la celebración de un proceso penal, para citar algunos de los hechos ocurridos desde la llegada de Fidel Castro al poder–, hay un elemento importante a destacar: la diferencia entre el recurrir a lo prohibido con la intención de lograr un cambio de gobierno y el establecimiento de un régimen que cambia las leyes y normas con el objetivo de perpetuarse.

En este sentido, La Habana lleva años cambiando las reglas, cuando se señalan las diferencias que hay entre condenar a una persona por un delito de opinión y el expediente de colaborar con el enemigo. Es lógico pensar en actos de espionaje, terrorismo y sabotaje cuando se habla de ‘‘colaborar con el enemigo''. No en el caso cubano. Para el régimen de La Habana, esta colaboración puede ser algo tan simple como publicar una crónica en un periódico de Miami y España.

Al igual que en cualquier sociedad, el gobierno de la isla se encarga de definir lo que es un delito. Sin embargo, lo que disgusta a sus funcionarios es que alguien en cualquier lugar del mundo se cuestione esa definición.

La ira del gobierno cubano, por lo general, se expresa acompañada de la denuncia de que la isla se enfrenta a una “guerra terrible con una potencia nuclear”, cuando en realidad desde hace muchos años en el diferendo entre Cuba y Estados Unidos se puede hablar de la hostilidad de Washington mantenida en ciertas acciones, normas y leyes, pero no de acciones bélicas. Esto no lo reconocen los gobernantes de La Habana en palabras, pero sí en actos. Difícil comprender que una nación está en guerra con otra y al mismo tiempo le compra alimentos a su enemigo, agasaja a los legisladores del bando contrario y celebra subastas de tabacos donde los principales invitados y compradores no vienen de una trinchera sino viajan cómodamente al país anfitrión. Una guerra sin disparos y ataques mortíferos, sin cañones y acorazados.

Una contienda donde los únicos “barcos enemigos” que entran en aguas cubanas traen mercancías que se cargan en los puertos de la nación agresora. Cuba está en una “guerra”, dicen quienes gobiernan en la isla, y no le queda más remedio que encarcelar a los “agentes” que luchan en favor del otro lado. Sin embargo, un buen número de disidentes cubanos ha cumplido condenas de cárcel por el único “delito” de divulgar información y buscar cambios pacíficos.

Recalcar el carácter pacifista de su lucha no tiene otro objetivo que establecer un contraste: ése que existe entre las sentencias drásticas y una actividad que limita su acción al terreno de la palabra.

Raúl Castro ha utilizado una ecuación básica para mantenerse en el poder sin grandes problemas tras la desaparición de su hermano del control cotidiano de la situación: lograr un difícil equilibrio entre represión y reforma. Sólo que las reformas son cada vez más tenues y con mayor desánimo, mientras la represión se mantiene sin tregua.

Tomado de EL NUEVO HERALD


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http://www.elnuevoherald.com/2012/11/26/1350205/alejandro-armengol-el-nuevo-batistato.html#storylink=cpy
 
Los últimos días del embargo a Cuba PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 26 de Noviembre de 2012 19:48

Por Antonio Caño,-

Entre los cambios históricos que se registraron en las elecciones presidenciales norteamericanas del 6 de noviembre, uno de los más notables fue el de la victoria, por primera vez, de un candidato del Partido Demócrata, entre la comunidad cubana de Florida. Eso, unido a las tímidas medidas aperturistas puestas en marcha por el régimen cubano en los últimos meses y al mayor margen de maniobra de que dispone en Washington un presidente que no puede ser reelegido, crea el mejor escenario que se ha conocido nunca para el levantamiento del embargo económico de Estados Unidos a Cuba, una reliquia de la política exterior norteamericana que ha sobrevivido hasta ahora pese a su ineficacia y su falta de apoyo internacional.

La semana pasada, en la ritual votación anual en la Asamblea General de las Naciones Unidas, todos los países condenaron ese embargo, con excepción del propio Estados Unidos, que solo tuvo el apoyo de Israel y Palau. La impopularidad de esa medida es evidente desde hace tiempo. También es obvio que, después de 50 años en vigor, no solo no ha servido para obligar al Gobierno cubano a adoptar medidas democratizadoras, sino que muchas veces ha sido la excusa para no tomarlas.

Si el embargo ha sobrevivido hasta ahora ha sido, simplemente, porque tenía el apoyo del exilio cubano, de fuerte influencia en el sur de Florida, un estado fundamental en la pugna electoral en este país. Pero eso ha cambiado ya. Nuevas generaciones de cubanos nacidos o crecidos en Estados Unidos no se sienten obligados a ser fieles al Partido Repúblicano como la única garantía frente al comunismo ni creen que la batalla contra Fidel Castro deba de ser el motivo de sus vidas. Por primera vez, un cubano-americano del Partido Demócrata, Joe García, ha sido elegido para ocupar un escaño por Florida en la Cámara de Representantes. Educados más en la solidaridad con sus familiares y compatriotas de la isla que en el odio a quienes obligó a sus antepasados al exilio, esa generación simpatiza con las medidas para facilitar el intercambio tomadas por Barack Obama y tiene el deseo de aumentarlo todo lo posible.

Esa corriente se ve, igualmente, favorecida por todos aquellos, sobre todo en Florida, que ven oportunidades económicas en Cuba y quieren que sus posibilidades de negocio no se vean limitadas por decisiones políticas que, además, resultan anacrónicas. Estados Unidos favorece la relaciones económicas con otro país comunista, como China, y, hasta hace poco, ha permitido cierto intercambio comercial con naciones rivales, como Irán, y continúa permitiéndolo con otras, como Venezuela. Los empresarios están desde hace tiempo entre los sectores que favorecen el levantamiento del embargo.

Siguen existiendo algunos que se resisten a dar ese paso. Los representantes republicanos de la comunidad cubana en el Congreso aún estiman que el levantamiento del embargo serviría para dar oxígeno al régimen de los hermanos Castro, precisamente en el momento en que ambos se aproximan al final de sus vidas.

Ese argumento, sin embargo, es débil ante el potencial que un mayor intercambio tendría para agilizar la transición democrática y estimular a los reformistas. El levantamiento del embargo podría, efectivamente, mejorar las condiciones económicas de los cubanos. Pero también facilitaría la presencia en Cuba de los grupos de oposición que actúan desde Florida y, sobre todo, pondría en manos de la oposición interna instrumentos de movilización de los que ahora mismo carecen. Con más dinero, más ordenadores, más teléfonos móviles, acceso a Google y a Twitter, las posibilidades de comunicar la realidad sobre el sistema político cubano se ampliarían considerablemente. Por otra parte, es dudoso que una población menos angustiada por la economía no estuviera también más interesada en la democracia.

Barack Obama, que inició su presidencia con gestos de buena voluntad hacia el Gobierno de La Habana parecía compartir ese punto de vista. Pero, frustrado por la poca receptividad del régimen, y acuciado, como sus antecesores, por el calendario electoral, abandonó enseguida ese camino. Ahora, más preocupado por su legado histórico, tiene una gran oportunidad de hacer algo que, probablemente, sería recordado como el principio del fin del comunismo en Cuba. El levantamiento del embargo tendría, junto a sus repercusiones previsibles, un efecto político y sicológico que serviría para marcar un antes y un después en las relaciones de Estados Unidos con Cuba y con toda América Latina. En estos momentos, eso es posible sin dejar sobre el siguiente candidato presidencial demócrata el pesado lastre de una derrota segura en Florida. Más bien, todo lo contrario.

Tomado de EL PAÍS; MADRID; ESPAÑA

 
Del Minint a la Calle Ocho PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 26 de Noviembre de 2012 16:31
Por Pedro Corzo.- 

La información de que un nuevo  ex-alto funcionario de la dictadura de los
hermanos Castro reside en el exterior, particularmente en Miami, no es algo
novedoso. 

Durante décadas un número importante de
militares, agentes de la seguridad e inteligencia, delatores  y funcionarios  de
diferentes rangos que sirvieron con
devoción al totalitarismo cubano han desertado del sistema y buscado,
paradójicamente, refugio en el país que decían odiar y ansiaban destruir. 

Por supuestos que algunos de estos
desertores eran en realidad espías del régimen cubano que traicionaron la
hospitalidad de esta nación y la confianza que muchas personas depositaron en
ellos. La red Avispa e individuos como 
Ramón Labañino y Juan Pablo Roque, son casos que pueden repetirse. El
espionaje cubano en Estados Unidos no es un capítulo cerrado. 

Algunos de los desertores han mostrado sin
tapujo su desencanto y criticado públicamente los errores y crímenes de la
dictadura. Han sido enfáticos en rechazar las actuaciones del gobiernos que en
su momento defendieron y unos pocos, excepciones, tuvieron el valor de
enfrentar la dictadura dentro de sus muros mientras les fue posible. 

Otros han llevado una vida discreta. Han
preferido no llamar la atención. Guardan silencio y quieren reconstruir su
vida, a lo que tienen derecho, siempre y cuando no hayan violado los derechos
de los otros, porque un victimario no merece el respeto ni la consideración de
ningún ciudadano digno.

Esta consideración es consecuencia de las
denuncias y reacciones que se han producido por la presencia en Miami del  ex
teniente coronel y ex jefe de prisiones
del ministerio del Interior de Cuba en Villaclara, Crescencio Marino Rivero y
de su esposa, la ex capitana Juana Ferrer, quien trabajó en Inmigración y
Extranjería, una dependencia en la que los funcionarios tienen amplias
facultades  para determinar sobre el
futuro de una persona que ha decidido abandonar el país. 

Sin dudas que Marino Rivero tiene el
derecho de pensar como le parezca,  pero
no a mentir cuando afirma que “un motivo de atención especial en el sistema
penitenciario cubano es una huelga de hambre protagonizada por cualquier
recluso”, como si bajo el régimen que él sirvió y que continua defendiendo, no
hubiesen muerto al menos 13 prisioneros políticos en huelgas de hambre. 

Es interesante que Marino Rivero eligiera
residir en un país que el gobierno que defiende considera su enemigo mas
acérrimo, a la vez que señala como anticubanos, tal y como hace el castrismo, a
los que critican la dictadura de la isla.

Vale la pena preguntarse porque un
individuo que declara “que todavía es revolucionario y comunista y que, como
tal, está orgulloso de su historial que por demás nunca negará”, decidió
abandonar el paraíso comunista y escogió residir en Estados Unidos, con todo lo
que esta nación tiene de negativo para el imaginario socialista de los
partidarios del castrismo. 

Una vez mas este ex funcionario repite las consignas del régimen al que sirvió,
cuando afirma que los agentes de la Seguridad del Estado y los militares,
protegen a los disidentes del pueblo que, según él, es quien da las golpizas a
quienes protestan contra el gobierno, continua diciendo  “que el Minint no organiza
turbas, eso lo hace el pueblo, y la presencia de los
agentes es para evitar que el pueblo agreda a los opositores”, y como colofón
afirma “En Cuba no se tortura en las cárceles”.

La sumisión de este individuo al régimen no tiene límites. Sus desmentidos a las
acusaciones de que es objeto pierden toda validez, cuando justifica
abyectamente las acciones de la dictadura contra la oposición.   

Por otra parte Marino se dice abogado y profesor
de Derecho en un país donde no existe la división de poderes y cuyas leyes son
interpretadas y aplicadas en base a los intereses políticos del sistema. 

Este ex director del Departamento Jurídico
del Minint, la Gestapo o KGB cubana, dice que los periodistas deben ser
imparciales, condición que de seguro apreció durante los años que sirvió a la
dictadura, entre los  comunicadores que
laboran en los medios informativos de la isla, particularmente en Bohemia, Granma,
Juventud Rebelde y la televisión nacional. 

Este sujeto se contradice en una misma
declaración. Afirma en un párrafo haber sido director del Departamento Jurídico
del Minint y en otro admite que en la posición 
de Jefe del Departamento de Prisiones de Villa Clara, ayudó a cientos de
reclusos a mejorar en sus condiciones carcelarias, eso si, ajustado al
reglamento penitenciario, por lo que es de espera que fue capaz de cumplir a
cabalidad, como militante orgulloso de su condición de revolucionario y
comunista,  las draconianas leyes
penitenciarias del castrismo. En una palabra fue un eficiente carcelero y quizá
más.
 
EL Castrochavismo: fortalezas y debilidades (i I Y Final) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 19 de Noviembre de 2012 19:04

Por Huber Matos Araluce.-

El futuro de Cuba y Venezuela quedó sellado hace mucho tiempo con la alianza entre Hugo Chávez y Fidel Castro. Del lado chavista se aportaron los recursos energéticos de Venezuela, su ubicación estratégica y sangre nueva para la causa común.

Del lado castrista la experiencia política, la mano de obra especializada, y la representación histórica  de la lucha contra los Estados Unidos, el capitalismo y todo lo que se puede atribuir al “imperialismo”.

Esas eran y son las fortalezas de una alianza, que también tiene sus debilidades:


El aporte castrista

No puede haber rebelde sin causa. La bandera antinorteamericana que el castrismo aportó le sirvió a Hugo Chávez, que no  tenía ninguna. Pero el valor de ésta dependerá del grado en que el chavismo satisfaga las aspiraciones de sus simpatizantes. Mientras Chávez reparta suficiente, la temática castrista  será popular entre los chavistas.

Hugo Chávez pudo satanizar a la oposición en Venezuela hasta estas pasadas elecciones.  El estilo moderado y el mensaje progresista de Henrique Capriles perfiló una oposición que puede ser alternativa para quienes quieran cambiar de bandera en el futuro. Hasta su reconocimiento al perder las elecciones lo hace una opción para un porcentaje de los que no votaron por él.

En resumen, aunque Hugo Chávez triunfó, ya no representa a todos los venezolanos, sino al 55%, y no es la única alternativa de los chapistas, porque Capriles pudo demostrar que no era un ogro  reaccionario.


El petróleo

La principal fortaleza del castrochavismo es la riqueza petrolera venezolana, también representa su mayor vulnerabilidad. Si no valoramos esta ventaja podríamos cometer el error de sobreestimar a Hugo Chávez y su aliado castrista.

Los sistemas políticos que tienen que estar en lucha permanente para sostenerse en el poder requieren de muchos recursos. En estos casos aplica la máxima de Napoleón: “Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y dinero”.

Con precios bajos del petróleo en el mercado mundial ya se estaría escribiendo la historia del castrochavismo.

La URSS fue el mayor productor de petróleo y de gas en el mundo desde su creación en diciembre de 1922 hasta su disolución en 1991. Su supervivencia se debió a su riqueza petrolera.

No fue el ímpetu revolucionario del marxismo-leninismo lo que la convirtió en una potencia mundial.

Sin el petróleo, los grandes errores del comunismo soviético lo habrían llevado al despeñadero décadas antes de su colapso en los años noventa. El petróleo le permitió el desarrollo industrial, militar,  nuclear, espacial, y la anexión de satélites. El mantenimiento del parásito castrista en Cuba, y hasta la guerra de Afganistán.

El petróleo también los engañó, porque no les permitió cambiar el rumbo a tiempo. El petróleo no fue suficiente para resolver las contradicciones del sistema y los conflictos internos del imperio soviético.

El petróleo les evitaba las hambrunas, porque con su venta al mundo podían comprar los alimentos que la URSS no producía.

En 1986, un año después de haber llegado al poder Mijail Gorbachov, el exceso de la producción mundial de petróleo y la caída abismal de su precio dio el golpe final y mortal a la URSS.

En el caso de Venezuela y Cuba no es la demagogia chavista, ni el fervor revolucionario, ni la represión castrista, lo que los sostiene a flote, sino es el petróleo.

En Venezuela esa riqueza permite que el régimen tolere, propicie y use la corrupción para mantener la lealtad de su nomenclatura. También para beneficiar a la población con promesas, regalos y servicios sociales.  Y como en la URSS, importar los alimentos.

En el  caso cubano es lo que evita el colapso de la economía de la isla.

Porque  la producción del hidrocarburo ha disminuido en Venezuela, es difícil evitar el deterioro del nivel de vida en Venezuela y en la Isla sin un aumento sustancial. Cada año hay que mantener a más venezolanos y a más cubanos con  el mismo petróleo.

China es un caso de estudio. Quizás por no haber sido un exportador de petróleo como lo era la URSS, cuando Deng Xiaoping intentó cambiar el rumbo lo único que tenia disponible era una inmensa fuente de mano de obra barata. Así, el país se convirtió en la fábrica del mundo.

Hasta el momento, y desde el punto de vista económico, el cambio en China ha sido un matrimonio exitoso entre el capitalismo y el totalitarismo. Está en duda por cuánto tiempo más esta fórmula podrá sostenerse.

El gigante asiático parecería estar destinado a ser la mayor dictadura que ha conocido la historia de la humanidad y el mayor poder económico sobre el planeta. Sin la cooperación de los Estados Unidos y de Occidente esto habría sido difícil de alcanzar.

Pero China es China. Cuba y Venezuela no pueden compararse. Ni el tiempo ni las condiciones son las mismas, aunque  el castrochavismo  intentará copiar  a China. Algo que la Rusia de Putin no ha podido lograr.

Cuba y Venezuela tienen sus propios problemas, y no les será fácil sobrevivir exclusivamente con el petróleo que comparten.


Más gas y más petróleo

Los Estados Unidos ya compiten con Rusia como los dos mayores productores de gas en el mundo. Los expertos pronostican con seguridad que Estados Unidos logrará la independencia energética, e incluso que será el mayor productor de petróleo del mundo.

Las nuevas tecnologías para el descubrimiento y extracción de gas natural están cambiando la matriz energética mundial.

La preocupación de hace una década por el agotamiento de las reservas petroleras ha desaparecido. Los anuncios de nuevos yacimientos ya no sorprenden a nadie.

Aunque el consumo continuará creciendo, los altos precios de los que depende Venezuela, y en consecuencia Cuba, serán más el producto de las manipulaciones del mercado que de la escasez.  En otras palabras, una crisis temporal por una baja en los precios de petróleo no sería un escenario descabellado.

Cuba ha fracasado en sus últimas tres exploraciones petroleras en el Golfo de México y el retiro de la plataforma de exploración Scarabeo 9 es un adiós, por el momento, a sus ambiciones de encontrar el hidrocarburo.

Además, cualquier mejora significativa en la economía cubana estará vinculada a mayor consumo energético. Venezuela tendrá que suplir el petróleo.


La polarización

La oposición venezolana tiene conciencia de la situación política en su país, y ha adquirido un nivel de cohesión que nunca tuvo la disidencia soviética, ni ha podido alcanzar todavía la oposición democrática rusa. En Venezuela aproximadamente un 45% de la población políticamente activa  se siente parte de un frente antichavista.

Aunque el descontento de la población china es mucho mayor del que se reconoce, en la China antes y después de Mao no hubo nada igual a la oposición venezolana.

El chavismo está en el proceso de apoderarse de los negocios del empresariado privado venezolano. Un clima de despojo, favoritismo y corrupción no es el más propicio para el fortalecimiento del sector no petrolero de la economía venezolana.

En Cuba no hay una oposición orgánica como la venezolana, pero el descontento de la población es mucho mayor. La corrupción es un mal endémico. La economía del país está en la ruina, y los recursos humanos más valiosos están en función del fugarse al extranjero.

Por todas estas razones, en Cuba no es fácil motivar las inversiones extranjeras en el nivel necesario para iniciar una transformación económica.

Sumando  la ausencia de seguridad jurídica a la situación económica mundial, el clima no es propicio para que los empresarios extranjeros se arriesguen en Cuba.


La biología y la mutua dependencia

Hugo Chávez está enfermo; Raúl Castro tiene 81 años, y no tiene buena salud.

La muerte de Chávez podría darle la oportunidad a los chavistas pragmáticos de entender que cargar con la economía castrista puede llegar a tener un costo político peligroso.

La muerte de Raúl Castro puede desatar un periodo de inestabilidad en Cuba que conduzca a una transición, que eventualmente tendrá un impacto importante en Venezuela.


El exilio y los Estados Unidos

La influencia política del grupo de senadores y representantes cubanoamericanos en el Congreso de los Estados Unidos se ha revitalizado en esta pasada elección.

Ted Cruz, otro cubanoamericano acaba de triunfar. Es el primer representante hispano de Texas al Senado de los Estados Unidos. Un personaje con  una “oratoria feroz y populista que perfeccionó siendo campeón de debate en Princeton”.

Tres senadores cubanoamericanos (Bob Menéndez, Marco Rubio y Ted Cruz) más cuatro representantes (Ileana Ros-Lehtinen, Mario Diaz-Balart, Albio Sires y Joe García) comprometidos con la democracia en Cuba, representan un poder político considerable.

La eventual pareja Jeb Bush y Marco Rubio como candidatos republicanos para las próximas elecciones comenzará a gravitar muy pronto en las relaciones entre Washington y la Habana.  Cuatro años pasan muy rápido.


En conclusión:

El petróleo ha demostrado ser para muchos países una bendición y una maldición. En el caso que nos concierne, es una fortaleza y una debilidad para el castrochavismo.

Es difícil contemplar un aumento significativo en la producción de petróleo venezolano que pueda ser utilizado para financiar un cambio económico en Cuba y su desarrollo.

No se puede descartar que la subvención venezolana al castrismo pueda llegar a convertirse en un tema álgido para los venezolanos.

Los precios altos en el petróleo, tan importantes para la estabilidad del gobierno de Hugo Chávez, dependen de circunstancias no previsibles, pero por lo menos a corto plazo, el lento crecimiento de la economía mundial, incluyendo la desaceleración de la de China, pudieran provocar una baja temporal en los precios.

Las inmensas reservas descubiertas de gas natural y las nuevas reservas petroleras no son buenas noticias para Venezuela, y en consecuencia tampoco para Cuba.

En el Oriente Medio se demostró que las corrientes políticas prodemocráticas, potenciadas por las nuevas tecnologías, pueden convertirse en un rival poderoso para las dictaduras.

En Cuba el régimen tiene al pueblo en contra, especialmente a la juventud. En Venezuela, un poco más de la mitad de población es chavista, entre ellos un porcentaje por conveniencia más que por convicción.

El escenario político interno tanto en Cuba como en Venezuela no es tan estático como parece. Ni Raúl Castro ni Hugo Chávez están realmente consolidados en el poder. La oposición interna en ambos países es diferente, pero está presente y es significativa. Los exilios de ambos países representan un poder que no puede desconocerse.

La biología conspira contra los dos personajes. Quizás el futuro de Venezuela se decida en Cuba, más que en Caracas.

 
El “numerito” del embargo y las patrañas del castrismo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 19 de Noviembre de 2012 15:45

Por Eugenio Yañez.-

El que pretenda seguir las relaciones entre el Gobierno cubano y Estados Unidos a través de la prensa del régimen pudiera llegar a pensar que la política de la nación más poderosa del planeta se establece y se aprueba en La Habana.

Cada vez que se celebra la Asamblea General de la ONU el Gobierno cubano presenta una propuesta de resolución condenando “el bloqueo” de Estados Unidos contra “Cuba”, tergiversando el hecho cierto de que se trata de un embargo y no de un bloqueo, y de que no ha sido establecido contra Cuba sino contra su gobierno tiránico. Hasta la falta de boniatos y calabazas es culpa del “bloqueo”.

La batalla de la propaganda, sin dudas, la ha ganado la dictadura cubana. Este año, como ha sido norma últimamente, el voto a favor del Gobierno cubano resultó abrumador: 188 votos aprobando la resolución, 3 en contra (Estados Unidos, Israel y Palau) y 2 abstenciones (Micronesia e Islas Marshall).

Pareciera que el régimen se alegra tanto con estos resultados que comienza a pedir y pedir como si fuera una lista de regalos para Los Reyes Magos. Según Juventud Rebelde, “sobre la base del respeto a la soberanía cubana y la igualdad de condiciones, el Ministro del Exterior de la Isla reiteró la disposición de la Isla a un diálogo para la normalización de relaciones, lo cual pasaría por una agenda en la que el levantamiento del bloqueo, la compensación por daños a Cuba, su retiro por EEUU de la espuria lista de países terroristas, la devolución del territorio ocupado ilegalmente por la base naval de Guantánamo, la abrogación de la Ley de Ajuste cubano y de la política de ‘pies secos y pies mojados’, el fin de las agresiones radiales y del financiamiento a la subversión interna, así como el regreso a la Isla de los cinco cubanos injustamente encarcelados en EEUU —un elemento esencial, dijo—, serían puntos principales”.

Larga lista de exigencias, ¿a cambio de qué? A cambio de nada. El régimen no ofrece nada a cambio. Hasta los niños pequeños saben que hay dos maneras de negociar: el clásico tira y afloja, ofreciendo y solicitando concesiones, hasta llegar a una situación aceptable para ambas partes, o la posición del guapo del barrio, que lo exige todo a cambio de nada. Esa segunda posición de guapería es la que pretende mantener el Gobierno cubano en estos momentos. El único problema para el régimen es que ni es el guapo del barrio, ni Estados Unidos le tiene miedo, y lo peor de todo es que el barrio, literalmente, se está cayendo a pedazos todos los días.

La semana pasada, cuando se anunció la reelección de Obama en las elecciones presidenciales, surgieron de inmediato los comentaristas “sabihondos” que pretendían señalar lo que debería hacer o no el Gobierno de Estados Unidos con relación a Cuba, olvidando alegremente que los gobernantes de esta nación responden a sus votantes, los ciudadanos estadounidenses, y no a los deseos o las digresiones etílicas de quienes odian a este país.

El Gobierno cubano sabe perfectamente que una cosa es lograr la aprobación abrumadora de una resolución aparentemente justa (que ignora los orígenes y las causas del embargo), en la Asamblea General de Naciones Unidas (nunca ha propuesto la misma resolución en el Consejo de Seguridad), que pretender que Estados Unidos se doblegue ante una lista de supermercado barato, exigiendo, entre otras cosas, la devolución de la Base Naval de Guantánamo, la liberación de los espías condenados de la Red Avispa, la eliminación de una ley estadounidense, la “compensación” a Cuba por supuestos daños del “bloqueo”, la eliminación de Radio Martí, o borrar al Gobierno cubano de la lista de países promotores del terrorismo.

El Gobierno cubano no es un advenedizo a la hora de enfocar sus relaciones con Estados Unidos. Que abunden ineptos en muchos otros campos del gobierno, como abundan, es una cosa, pero otra muy distinta es el equipo que maneja las relaciones con el vecino del norte, que no son solo los que acostumbran a dar la cara pública ante la prensa extranjera. Es un equipo muy selecto, de élite, con personas muy experimentadas tanto en el campo de la Inteligencia como en el de la Diplomacia, en ocasiones con cobertura académica, donde todos manejan el idioma inglés (a pesar de que algunos lo hablan como en Hialeah). Son los receptores finales, además, de un inagotable caudal de informaciones del servicio diplomático, de la agentura, de “personas de confianza” y de agentes de influencia diseminados por Estados Unidos y en todo el mundo. Y lo más importante, no trabajan a base de improvisaciones y destellos de genio, sino planificando estratégicamente y analizando la mayor cantidad de escenarios posibles a la hora de tomar las decisiones y definir los programas de trabajo, tanto a largo plazo como a mediano y corto.

Entonces, ¿por qué si el Gobierno cubano dispone de tantas condiciones para manejar con talento y habilidad las relaciones con Estados Unidos, su Canciller plantea demandas tan ridículas durante su presencia en Naciones Unidas? Si fuéramos a responder sin pensar demasiado habría que decir que no es serio lo que hace el Canciller. Pero esa no parece una respuesta inteligente, al menos en este caso.

¿Por qué aferrarse a demandas imposibles de satisfacer a cambio de nada, pocos días después de que el Presidente de Estados Unidos ha sido reelecto? Por dos razones: una de ellas, nada despreciable para la gerontocracia, es para consumo interno, para que funcione la propaganda embrutecedora contra la población, que al tener limitadas y censuradas sus fuentes de información, va siendo erosionada continuamente con la avalancha de la propaganda totalitaria.

La otra, no menos importante, tiene que ver con la perspectiva inmediata y futura de las relaciones del Gobierno cubano con Estados Unidos: para enrarecer el ambiente, para dificultar las relaciones más elementales de convivencia, para hacer prácticamente imposible un mejoramiento de las relaciones entre los dos gobiernos.

Lo que menos le convendría a la dictadura sería el levantamiento del embargo y la normalización de relaciones con “el imperio”. El castrismo siempre necesita un enemigo, y si es el más poderoso de los enemigos, mejor. Naturalmente, un enemigo que la dictadura sepa que no intentará destruirla por la fuerza siempre que se comporte con cordura ante ese “enemigo”.

Entonces, ¿qué mejor “enemigo” que Estados Unidos?

Tomado de CUBAENCUENTRO

 
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