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Artigos: Cuba
POR QUÉ ME APARTÉ DE LA IGLESIA CATÓLICA CUBANA? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 06 de Mayo de 2012 11:33

Por Robert Solera.-

Primeramente aclaremos que no soy ejemplo a seguir ni modelo a imitar. Sólo soy un cubano de a pie –nunca me subí a ningún carro revolucionario en busca de prebendas ni ventajas económicas ni del oropel del éxito-- y sí me sumé a lo que creía –mucho antes del triunfo revolucionario de enero de 1959 – seria la revolución traicionada por los intereses espurios en los años 30s.

No soy ni fui comunista ni seguidor del socialismo proclamado por el Partido Socialista Popular antes y durante la segunda revolución traicionada…o tal vez no sea la segunda y sí una más de las muchas que han aquejado a Cuba mucho antes de su inauguración como república en mayo de 1902.

Crecí en el catolicismo desde muy niño, aunque mi padre no era precisamente religioso y mi madre ni siquiera era católica y siguiendo sus raíces anglosajonas  fue bautizada dentro del protestantismo –aunque ya en mi infancia ella asistía a la iglesia católica, según sus palabras para evitarnos a sus hijos el estigma sufrido por ella de no ser católica en un país que sí lo era.

Choqué con la doctrina católica al ver como nosotros sus hijos, técnicamente, éramos considerados por ésta como “ilegítimos”  pues la Iglesia católica no reconocía el matrimonio  de mis padres pues se casaron en una iglesia protestante—Presbiterania-- en Nueva York, donde vivían, lo que le permitió a mi padre, más tarde ya en los 40s, volver a contraer nuevas nupcias, tras su divorcio, nada menos que en la Catedral de Alajuela, Costa Rica, lugar de su nacimiento.

Fui miembro de la Congregación de San Estanislao de Kotska durante mi educación primaria y participé en múltiples Ejercicios Espirituales mientras estudiaba Bachillerato en Belén, en La Habana.

No obstante,  seguía asistiendo diariamente a misa, no sólo los domingos, mientras estuve estudiando en el Colegio de Belén, de los padres jesuítas en La Habana.

Tuve magníficos ejemplos de sacerdotes devotos a su Fé, como el Padre Daniel Baldor, S. J. Rector más de una vez del Colegio, con quien mantuve frecuente correspondencia hasta su muerte en Obra Manresa, en Santo Domingo, después de mi traumático choque con la estructura religiosa en la cual me había formado.

Mi desencanto tuvo mucho que ver de sentir que mi Iglesia no respondía como yo creía a los retos de una nueva situación en mi Patria y ver que se manifestaba contraria a un movimiento de justicia social, que en ese momento yo creía justo, no obstante los sangrientos excesos que sin duda se cometieron durante años de enfrentamiento ideológico y de tomar partido.

Ya en 1960 vi a la jerarquía católica utilizar –aún lo creo—la Fé de sus fieles con fines políticos donde mucho de lo mejor de nuestra joven sociedad se desangraba gritando “Viva Cristo Rey” –entre ellos Rogelio González Corzo, mi compañero de aulas en Belén y mi amigo, quien fue fusilado bajo un seudónimo –Harold Boves Castillo—y conocido en la clandestinidad como, “Francisco”, máximo dirigente del Movimiento de Recuperacion Revolucionaria magnífico individuo quien murió como un héroe, a mi juicio inutilmente. creyendo hasta el fin en la justicia de su causa.

He visto que la Iglesia tiene una dicotomía raigal, entre su poder económico y su misión espiritual, y que a menudo confunde  cuál es su verdadera y única misión: la espiritual. Sé que esa confusión no es reciente y es resultado de esa dualidad que tal vez nació dentro de los Estados Pontificios y su posterior Ciudad Vaticana.

La Iglesia estuvo adormilada y aplastada, prácticamente, hasta no hace mucho tiempo y rumiando su mala pata sin entender que ella misma había sido la culpable, no la única, de su ostracismo y su pérdida de influencia en la sociedad cubana. Todavía no acepta claramente que ha estado del lado equivocado más de una vez, como lo estuvo durante la lucha por la independencia, donde más respondió a sus intereses y raíces españolas que a su deber con los cubanos oprimidos por un despotico régimen que desangraba a Cuba como tierra conquistada.

Hoy anda por el mismo camino y se alía con un gobierno enemigo mortal de la libertad que se empecina en no ceder ni “un tantito así” como decía el difunto Ernesto “Ché” Guevara.

Sin duda la Iglesia cubana ha tenido representantes que merecen ser recordados por sus obras, como el Padre Lorenzo Spiralli, gestor no sólo de la Iglesia de San Agustín, en el Reparto Almendares, sino también de la de Santa Rita en Miramar y del Dispensario de San Lorenzo, en Buena Vista, sin olvidar la creación de la Universidad Católica de Villanueva.

Otros no tan gratos en el recuerdo como el padre Germán Lence que hizo causa con la revolución.

La jerarquía católica cubana ha sufrido la gesta de rumores sobre su moralidad en más de una ocasión aunque yo nunca vi en Belén nada denigrante ni criticable sino lo contrario.

Esos rumores surgen desde los tiempos de Manuel Cardenal Arteaga Betancourt y hoy se mencionan a sotto voce con el Cardenal  Jaime Lucas Ortega Alamino, quien a mi juicio –equivocadamente—apoya la tiranía imperante en Cuba. En su empresa no está sólo y. tras décadas de exilio hay quienes creen, unos desinteresadamente y otros mirándose a los bolsillos que el camino de una “fementida reconciliacion” rumbo a la democracia pasa por una colaboración inmoral con los traidores de hoy.

Yo, mísero mortal he perdido mi Fé. No sólo en la Iglesia que me educó sino también en una revolución que apoyé con todo mi corazón y además también en un futuro que no comparto para mi adorada patria, que digna de mejor suerte ya no existe, sino en el recuerdo.

¿Culpables? Yo, Ud. El, Nosotros, Vosotros, Ellos!

Todos somos culpables. Y los dos que se enzarsan en conversaciones semisecretas dizque para salvar a Cuba son los máximos responsables, ayer y hoy de su futura desgracia.

Última actualización el Domingo, 06 de Mayo de 2012 11:43
 
LAS PALABRAS TRAUMATICAS DEL CARDENAL ORTEGA PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 05 de Mayo de 2012 13:03

Por Oscaer Elías Biscet.-

El Conde de Richelieu llegó a ser cardenal, en 1622, y primer ministro de Francia, entre 1624-1642 con ideas siniestras como las citadas al comienzo de este trabajo. Todo esto demuestra que los hombres dominados por  ambiciones personales, hambrientos de poder, carentes de conciencia e invadidos por el cinismo tienen la capacidad de ascender en la sociedad pisoteando todas las normas morales de convivencia civilizada. La versión cubana de Richeliu se llama Jaime Ortega Alamino.

En nada me complace repetir los comentarios desafortunados del Cardenal pero es necesario citarlos para una mejor comprensión de este artículo. Con respecto a los compatriotas que ocuparon pacíficamente la Basílica de la Iglesia de la Caridad de La Habana, el Cardenal Ortega dijo: “Ellos eran un grupo […] de antiguos delincuentes…, había toda gente allí sin nivel cultural, algunos con trastornos sicológicos”. Esto lo dijjo nada menos que en un foro, auspiciado por el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller, de la Universidad Harvard, en Cambridge, Massachusetts, EUA. Una plataforma desde la cual sus palabras denostando a un grupo de patriotas cubanos y restando credibilidad a la causa de nuestra libertad beneficiaron a los tiranos y llegaron a los cuatro rincones del globo.

Sin embargo, el Cardenal se equivocó porque la realidad es muy diferente.

Porque, cuando la gran mayoría de nuestros ciudadanos callan ante las injusticias, estas personas tuvieron la dignidad de levantar sus voces en defensa del pueblo cubano y de sus derechos humanos. Derechos que han sido cercenados por esta tiranía desde hace más de medio siglo. Estos hombres y mujeres no son delincuentes. Por el contrario, son herederos de nuestro glorioso Ejército Libertador Mambí.

Como los mambises del Siglo XIX estos mambises de la Iglesia de la Caridad eran un pequeño grupo de hombres y mujeres de cultura, y el resto, eran personas humildes. Pero son personas que, desde su sabiduría popular, comprenden perfectamente la necesidad de una Cuba independiente, libre y soberana. Al igual que aquellos mambises calumniados por el gobierno colonial y el clero monárquico unido a la metrópolis española, estos mambises de nuestro tiempo han sido atacados en forma despiada. Pero, como sus antecesores en la manigua, la grandeza de su causa y la entereza de su carácter los convierte en la verdadera vanguardia de la lucha por la libertad de la patria.

Todo parece indicar que, para el Cardenal Ortega, estas personas no merecen ser tomadas en cuenta porque no son eruditos con conocimientos de obras como la de Alejandro Magno. Si es así, es altamente probable que desconozcan las palabras de Eumenes, uno de los generales de Alejandro Magno que resumió en una frase las palabras del Cardenal en la Universidad de Harvard cuando dijo: “¿Acaso no sabias que las palabras pueden matar más que la espada?”

Ahora bien, lo más doloroso de este episodio cardenalicio fue el el franco desprecio de las propias escrituras del evangelio por parte de alguien a quién se le concedió el altísimo honor de ser llamado príncipe de la iglesia. Sepa el señor Cardenal que resaltar el pasado negativo de cualquier persona para denigrarla, es una maldad de la peor especie. Es estar bien apartado de la bondad del Señor.

Cuando Jesús Nazareno fue crucificado en la colina del Gólgota otras dos personas que habían cometidos delitos que denigraban al ser humano fueron crucificadas junto a él. Uno de los penados se burló de Jesús mientras el otro reprendió esa actitud. A este último, por su actitud de arrepentimiento, el hijo de Dios lo premió con un lugar en el paraíso.

Cuando una mujer adúltera estaba a punto de ser lapidada alguién le preguntó a Jesus cual sería una condena justa.  Este les dijo que tirará la primera piedra quién estuviera libre de pecado. La mujer  no fue apedreada  y la turba se marchó con la carga de sus propios pecados. Por su parte, el Nazareno emitió  su sentencia: "Yo no te condeno, vete y no peques más". Esta es la verdadera misericordia de Dios, amar al prójimo como a ti mismo. ¿Se considera usted, señor cardenal, libre de pecado cuando durante años ha sido cómplice con su silencio, y ahora mismo aliado público de la tiranía que oprime al pueblo que usted está obligado a defender?

Tengo la firme impresión de que usted no está preocupado en lo más mínimo por las opiniones sinceras de sus contemporáneos. Pero tenga usted la certeza de que la historia lo condenará como ya lo condena una proporción considerable de nuestro pueblo “… Ministro codicioso y hambriento de poder”; escribió Alejandro Dumas sobre Richelieu, en su obra "Los Tres Mosqueteros. En 1793, la historia le pasó la cuenta al Cardenal Richeliu. Una multitud penetró en la capilla Sorbona, profanó su tumba, lo degollaron, echaron su cuerpo en una fosa común y alguien se llevó su cabeza como trofeo. Dios es el dueño de la historia y es un juez que no puede ser burlado.

Por supuestos que no deseo un sacrilegio de tal naturaleza contra persona alguna y, mucho menos, contra uno de mis conciudadanos. Mi verdadero anhelo es que la obra de Jesucristo se ponga en práctica para beneficio de todos los cubanos. Que los verdaderos pastores del pueblo cubano: Boza Masvidal, Pérez Cerantes y Agustín Román sean paradigmas imperecederos para la obra de Dios en nuestra nación. Entonces podré regocijarme en las palabras del poeta bíblico: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”.

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La Iglesia como Brazo del Castrismo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 02 de Mayo de 2012 18:38

Por Jorge Hernández Fonseca.-

No es una traición a los principios cristianos de libertad para el pueblo cubano oprimido. Es el accionar de marxistas infiltrados en el aparato católico, controlándolo, discursando y llamando a la unión con la dictadura, para “dentro de 5 años tener algo mejor”, como descarnadamente propagandizan en el seno de nuestro exilio, atónico ante una realidad que sobrepasa la imaginación más atrevida: La Iglesia Católica Cubana, ya no está plegada a Raúl Castro, sino, incluida totalmente dentro de la nómina de sus aparatos.

La Iglesia Católica Cubana como Brazo del Castrismo

Jorge Hernández Fonseca

25 de Abril de 2012

Después de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba se ha producido un verdadero asalto a las posiciones opositoras por parte de las huestes de la dictadura cubana usando a la Iglesia Católica como brazo ejecutor. Tal parece como si la visita papal a la isla hubiera dado luz verde para el ataque coordinado en forma de conferencias, eventos y reuniones excluyentes, que han tomado como tema aparente la “reforma migratoria” anunciada por los oficiales castristas, pero lo que en realidad han hecho es dar un recado directo a la oposición: El castrismo raulista será el que encabece la transición a cualquier tipo de sociedad futura, con el apoyo de la Iglesia.

Una sucesión de noticias, frases y posicionamientos surrealistas han corrido a raudales por las páginas de Internet y las cadenas de noticias, pronunciadas en los eventos políticos organizados por la Iglesia dentro y fuera de la isla --controlados por el castrismo y sus colaboradores externos-- donde se han expresado conceptos que van desde afirmar que “la apertura política no es necesaria”, hasta que “Raúl Castro es la persona indicada para encabezar las reformas que la isla necesita”, una verdadera barbaridad para el futuro de Cuba.

Hasta el presente, el esquema de análisis colocaba a la jerarquía de Iglesia Católica Cubana como siendo controlada por personeros afines a negociar con el castrismo un apoyo interno, a cambio de ganar determinado espacio para expandir su credo, en fase a lo que se podría imaginar de una Iglesia que hasta ahora era sometida a un aislamiento limite dentro de la sociedad cubana, donde los valores políticos priman por sobre cualquier tipo de creencias.

La Iglesia Católica Cubana nos ha demostrado en estos días que en realidad el castrismo ha conseguido convertirla en una correa de transmisión más para el control de la sociedad cubana y ahora la lanza al exilio como parte de la campaña de cooptar la oposición externa, basado en que los mensajeros son religiosos y no políticos, ni “del partido”.

La Iglesia Católica Cubana, junto a los Sindicatos, los CDR y las Brigadas de Respuesta Rápida, cumplen su misión dentro de la isla de manera similar, tal es la penetración que los cuerpos de espionaje cubanos han conseguido hacer entre sus laicos y religiosos. No se trata del posicionamiento de grupos o de tendencias de subsistencia lo que se observa. Es un control claro y determinante en cuanto a ideología política, línea de procedimientos y ejecutoria, tratando de minimizar la oposición interna y denigrando al exilio que lucha por la libertad.

No es --como se podría imaginar-- una traición a los principios cristianos de libertad para el pueblo cubano oprimido. Es el accionar de marxistas infiltrados en el aparato religioso, controlándolo, discursando y llamando a la unión con la dictadura, para “dentro de 5 años tener algo mejor”, como descarnadamente propagandizan en el seno de nuestro exilio, atónico ante una realidad que sobrepasa la imaginación más atrevida: La Iglesia Católica Cubana, ya no está plegada a Raúl Castro, sino, incluida totalmente dentro de la nómina de sus aparatos.

Una sucesión de acontecimientos confirman lo dicho: primero, la dictadura anunció la reunión de representantes del régimen con exiliados seleccionados por su comportamiento dócil ante el castrismo, pero antes de producirse, una avalancha organizada por la Iglesia Católica Cubana --asociada al mismo tema-- ejecutó una reunión excluyente y a puertas cerradas dentro de la isla; celebró una conferencia en Nueva York invitando a un vocero de la nueva tendencia castrista de la Iglesia Católica Cubana, que vino al exilio a decirnos algo así como “perded toda esperanza”; hasta que finalmente el Cardenal Ortega en persona viajó a Estados Unidos para pronunciar el “úkase” definitivo: “hay que apoyar a Raúl, con mucha tolerancia y paciencia”.

El descubrimiento ahora es que estamos ante una Iglesia Católica Cubana que actúa como un brazo más del partido comunista de Cuba --ni más ni menos-- basado en la penetración profunda que el aparato de espionaje castrista ha logrado tejer en estos últimos 50 años dentro de sus esquemas jerárquicos y de mando, tanto religiosos como laicos. Todo con vistas a utilizarlo precisamente ahora, cuando es evidente el fracaso socialista. No se trata de una iglesia colaboracionista, se trata de una Iglesia penetrada, que cumple órdenes del partido.

Es la única manera de explicar lo sucedido desde que Raúl se vio en la necesidad e reunirse con la Iglesia como Institución --aparentemente independiente-- para resolver la crisis generada por la muerte del máritr Orlando Zapata, la huelga de hambre de Guillermo Farías y las manifestaciones de las Damas de Blanco. Es la explicación al silencio cómplice por la represión durante la visita del Papa. Es la explicación al espacio limitado que la dictadura ha ido dando a su nueva “organización de masas” y es la explicación más en fase con lo que hemos escuchado y leído en las últimas dos semanas y lo que probablemente todavía falta por escuchar y leer.

Este procedimiento de una dictadura derrotada en el aspecto ideológico, sometiendo a sus órdenes a la dirigencia católica cubana, puede producirse únicamente debido a que todavía mantiene dentro de la isla un control total de la información y los acontecimientos y quiere con esta nueva imagen (del apoyo católico a su régimen) ganar cierta credibilidad, para de esa manera continuar en las riendas del gobierno, que de otra forma sería imposible, en función del descalabro social, político, económico y moral al que ha sometido a la sociedad cubana.

Es posible que exista algún tipo de diferencia aleatoria entre los dirigentes católicos de la Iglesia cubana penetrada y la línea futura determinada por Raúl y sus generales, pero nada diferente a los enfoques diversos que hay entre el propio Raúl y alguno de sus asesores, en cuanto a conveniencias o no de algún aspecto secundario de lo que debe hacerse. Independiente de detalles más o menos importantes, lo cierto es que estamos ante un brazo más de la dictadura que nos oprime desde hace medio siglo y que pretende continuar oprimiéndonos.

De manera que, la Iglesia Católica Cubana ha pasado --debido a su compromiso castrista de dependencia-- a ser una Iglesia apócrifa, no importa el apoyo que el Papa le ha dado recientemente. La dictadura seguramente no tomará decisiones en el aspecto interno doctrinal y probablemente tampoco en cualquier otro aspecto que pueda lesionar la acción católica como comprometida con la religión y al mismo tiempo con los valores comunistas de la dictadura (cosa difícil) pero que en la Iglesia de Cuba no parece serlo, por su compromiso castrista.

Los católicos de dentro de la isla deberían tomar providencias, sabiendo separar los aspectos asociados a la fe y los asociados a los deberes con una patria libre, que en este caso deben estar por encima de cualquier mandato institucional eclesiástico, ya que nunca estará claro el objetivo de cada pronunciamiento que provenga de los dirigentes católicos cubanos de dentro, sean religiosos o laicos, pues este pudiera haber sido elaborado en los laboratorios de la policía política del régimen, para ir llevando el rebaño al matadero. Oswaldo Payá denunció adecuadamente estos procedimientos espurios, pero ahora se trata de algo más serio, la Iglesia Católica Cubana como Institución actúa como brazo de la dictadura en sus planes de dominio.

Dos aspectos quedan claros: primero, Raúl Castro pretende liderar la transición de Cuba hacia el capitalismo que sus generales imaginan (conservando las riendas del poder) y segundo, para esta aventura innoble cuentan con la iglesia Católica Cubana, ya “destapada” como uno de sus “organizaciones de masas”. Lo anterior luce muy bien en el contexto de apoyo latinoamericano y de sectores estadounidenses. Solamente no “cierra” por la oposición monolítica del exilio, de la oposición interna y de los millones de hombres y mujeres dignos dentro y fuera de la isla.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

 
El Cardenal no tiene quien le olvide PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 02 de Mayo de 2012 18:33

Por Pedro Corzo / Radio Martí, Especial para martinoticias.com

Ver y escuchar a Jaime Ortega y Alamino es un viaje en el tiempo, una visita a las cortes europeas cuando los petimetres y majos hacían de las suyas en la sociedad de la época.

Por supuesto que el rol que le aviene a Ortega y Alamino es el de petimetre. Es acicalado, presuntuoso y vanidoso, el pecado preferido de Satanás, como apunta Al Pacino, en el Abogado del Diablo.


Ortega y Alamino es de esas personas que por sus palabras y conducta genera numerosas críticas, por lo que sería interesante conocer las relaciones de este individuo con sus compañeros en el Seminario y cuales fueron las características que le distinguieron de sus pares para llegar a ocupar la posición de Príncipe de la Iglesia.


Por su conducta se puede suponer que  escogió la carrera eclesiástica, más por interés que por fe. En la Cuba castrista tenía tres avenidas a elegir, gobierno, oposición y la iglesia, esta última, si se asumía con obediencia al poder temporal, sería menos escabrosa y con su conducta  dúctil y obediente, tenía el futuro asegurado


El que tal vez sea el obispo mas petulante en toda la historia eclesiástica cubana, no honra en ninguna medida el evangelio que predica y menos todavía puede inspirar la confianza necesaria para que partes en conflictos intenten conciliar diferencias y vincularse a un propósito común con posibilidades de éxito.


Ortega es incapaz, y de ahí la interrogante de cómo fue que llegó a Cardenal,  de insuflar los valores del cristianismo y menos aun de predicar la ética sobre la que se sustenta el mundo occidental y si alguien tenía dudas al respecto debieron quedar disipadas cuando dijo que Monseñor Agustín Román le había planteado que no hablara en el exilio de Reconciliación porque era un asunto escabroso.


La manifestación de Ortega presenta a Monseñor Román como un hipócrita, con un proceder bien contrario a la conducta de un pastor que siempre favoreció la verdad, la justicia y la reconciliación.


Román  nunca predicó el odio y fue un incansable laborante por un mayor entendimiento entre cubanos, en particular entre las dos orillas de la Iglesia, lo que si es seguro, sin haber estado próximo a Monseñor Román, es que jamás hubiera favorecido un entendimiento con Fidel y Raúl Castro, como evidentemente Ortega propicia.


Ortega y Alamino comparte la tesis de la clase dirigente castrista de que es necesario destruir los paradigmas de la Cuba del futuro y Monseñor Román como el también desaparecido Obispo,  Eduardo Boza Masvidal, son referentes éticos para los cubanos de hoy y de mañana.


Ortega también traiciona lo que predica cuando muestra un extremo desprecio por aquellas personas que en su opinión no tienen formación académica o un bajo nivel cultural, todo parece indicar que solo predica para generales y doctores, para personas que  considera sanas mentalmente,  porque al parecer opina que para enfrentar el totalitarismo hay que estar loco de remate, y evidentemente el es un sacerdote muy cuerdo. Ortega que mintió cuando dijo que los ocupantes de la Iglesia de la Caridad habían sido expulsados sin violencia, al parecer ignora que la mentira es un grave pecado.


Durante su lamentable presentación en la Universidad de Harvard, acusó a los exiliados de organizar y promover las protestas en Cuba, lo que ofende a ese notable grupo de hombres y mujeres en la isla, que sin la protección del Vaticano y sin más escudo que sus convicciones, sostienen una firme lucha por sus derechos, que una parte  de la jerarquía católica cubana prefiere ignorar.


El cardenal de un país que vive en la miseria viste ostentosamente. Gusta del perfume y de uñas arregladas, pero lo que es peor, es de una hipocresía sin límites. Hasta su amabilidad es falsa y marca distancia con su interlocutor si considera que este no se ajusta nivel en el que supone se encuentra. Sigo, nada mas lejos del Cristo que dice haber abrazado.


Para concluir Ortega y Alamino, reproduce el lenguaje denigratorio del exilio que práctica la dictadura y sus asociados fuera del país.


Describe un exilio intolerante, odiador de oficio, capaz de perseguir y execrar a quienes disienten de la mayoría, como si no fueran amplios sectores del exilio los que históricamente han trabajado económica y políticamente a favor del pueblo cubano y mostrado una solidaridad activa cuando así lo han demandado las circunstancias.


Por otra parte el exilio no es una entidad centralizada, no responde a un liderazgo sublime, por lo que no se debe hablar del exilio como una ente único.


Cardenal, la represión esta en Cuba. La violencia oficial esta en la isla. El exilio no es una entidad homogénea, pero existe democracia hasta para equivocarse,  porque no  responde a la voluntad de caudillos ni jerarcas que distan mucho del amor y comprensión que Cristo predicó.

 
LA OFENSIVA ESTRATÉGICA DEL HERMANO EN JEFE PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 01 de Mayo de 2012 21:18

Por HUber Matos Araluce.-

Este artículo trata sobre la estrategia de la élite castrista en su lucha por la supervivencia. Se analiza en dos partes:

1)   Se enumeran los problemas que encontró Raúl Castro cuando comenzó a tomar las riendas del poder, a los que se sumaron luego nuevas y agravantes circunstancias.

2)   Se hace un bosquejo de la estrategia con la que tratarán de mantener el poder.

 

Los problemas que encontró Raúl Castro

En una reciente discusión transmitida por Radio Martí sobre la Iglesia en Cuba, el pastor Mario Félix Leonard afirmó desde La Habana que: “El régimen ha acudido a la Iglesia para que ésta lo salve”.

Advirtió que en estas circunstancias, las iglesias tienen que tener mucho cuidado para no convertirse en aliados o cómplices de la tiranía.

Hace algunos años Raúl Castro también se refirió a la gravedad de la situación. Señaló que el régimen bordeaba el abismo. Los comentarios del general le hicieron creer a mucha gente que el nuevo timonel haría cambios sustanciales. No fue así, para frustración de la mayoría del pueblo y de quienes en el exterior lo habían promocionado como una especie de Deng Xiaoping.

Como la parálisis o la lentitud de las reformas es una reacción común de las dictaduras, la falta de acción en Cuba no sorprendería a un conocedor del tema.

Quizás Raúl Castro no se dio cuenta de cuánta expectativa había creado y cuánto daño le hizo su inacción. Fue una oportunidad histórica que no pudo o no supo aprovechar.

Por no tomarse las medidas necesarias se perdió un tiempo valioso.

El caso evoca el episodio entre Mijail Gorbachov y Erich Honecker, el dictador de la Republica Democrática Alemana, el 7 de octubre de 1989, durante la celebración del 40 aniversario de la fundación de la RDA.

Las demostraciones públicas y las renuncias de miembros del partido comunista evidenciaban la crisis en la RDA.  Eran pruebas del agotamiento del sistema comunista y del ansia de libertad de los alemanes.

Ante aquella circunstancia Gorbachov le advirtió a Honecker que la vida castigaba a aquellos que no reaccionaban a tiempo. El recalcitrante dictador no prestó atención, y once días después perdió su cargo.

Al asumir parcialmente las funciones que le delegó Fidel Castro y que luego Raúl Castro parece haber consolidado, tuvo que enfrentar problemas como estos:

1) Los recursos de la subvención venezolana, las inversiones extranjeras y los ingresos de la industria turística, la minería más otros rubros, no alcanzaban para amortiguar la ineficiencia del aparato productivo y la inmensa carga del aparato estatal.

Ni la subvención ni la economía nacional podían frenar el deterioro. El crédito externo se había reducido considerablemente. Los aliados políticos como China, Rusia, Irán y el Brasil de Lula no estaban dispuestos a apalancar económicamente al castrismo.

2) A pesar del periodo especial, que se había decretado después del colapso de la URSS, la economía cubana, el Estado y la población seguían acostumbradas a la dependencia, adquirida durante tres décadas de subvención soviética.

3) La corrupción era un cáncer sin cura. En todo el país y en todos los niveles se había entronizado la cultura del robo al Estado. El puesto de trabajo mal pagado era la oportunidad de estar en un lugar donde se podía sustraer algo que se revendía para no pasar hambre. Se robaba individualmente o como parte de un esquema o un grupo.

4) La nomenclatura había perdido la fe en el socialismo y en sus dirigentes. Los mandos medios habían dejado de ser incondicionales. Simulaban pero no creían. Obedecían sin lealtad ni pasión. La corrupción era también práctica común en este mundo.

5) Sin lealtad ni fe en el futuro, el represor era un sádico o un policía preocupado por las consecuencias de sus acciones en un mañana postcastrista. La represión se había transformado en un acto de matonería. Lejos de ser un medio para mantener viva la obediencia, el castigo se había convertido en un acicate al descontento y a la rebeldía.

6) La nueva generación de cubanos no tenía vínculos con la de los revolucionarios históricos. Estos eran un grupo pequeño de ancianos privilegiados alejados del pueblo,  de sus inquietudes y de sus necesidades.  El deseo de escapar del país era el común denominador entre los jóvenes.

Una incipiente sociedad civil prosperaba sin que la tiranía pudiera evitarlo. La oposición democrática era una piedra en el zapato. No se podía liquidar como se deseaba. Hacerlo aumentaría el aislamiento internacional y perjudicaría la imagen de Cuba como destino turístico.

7) El exilio cubano gravitaba cada vez más en la vida de los cubanos en la isla. Amigos, conocidos y familiares vivían mucho mejor en el extranjero. Las remesas, los regalos y sus visitas lo demostraban. Hasta el poder político que habían alcanzado los cubanoamericanos en los Estados Unidos era una muestra de la capacidad del nacional para salir adelante donde hubiera libertad y oportunidades.

Ante este cuadro, Raúl Castro, consciente del gran descontento del pueblo y temeroso de que ante la  “esperada” muerte de su hermano la situación se le escapara de las manos, quiso presentarse como un reformador. Sin dudas ganó tiempo entre la expectativa que generó y la desilusión posterior.

Las promesas de Raúl Castro fueron un error garrafal producto de su temor y de su ignorancia. Fidel Castro puede haber sido el freno que impidió que su hermano llegara a un acuerdo con los Estados Unidos y que algunas reformas importantes se llevaran a cabo, pero esto es pura especulación. El hecho es que Raúl Castro trató de aplacar la frustración de la gente declarando que: “Pese a nuestros deseos de arreglar todos los problemas, no podemos gastar más de lo que tenemos”.

 

Los problemas que surgieron después

1) Hace cuatro años nadie podía imaginarse a un Hugo Chávez con cáncer.

2) La crisis económica mundial era incipiente y no se podía saber cuánto afectaría a los países industrializados de Occidente y del mundo.

3) Desde entonces la Unión Europea ha ido endureciendo su política respecto al régimen.  Aunque la Posición Común es una estrategia de espera, no deja de tener su efecto político. Puede convertirse en un verdadero problema para el régimen.

4) No se esperaba que los socialistas españoles perdieran el poder. El gobierno español era el aliado tácito del castrismo en Europa.

5) Ni estaban en el panorama las revueltas del mundo árabe y el impacto que causarían en el mundo a favor de la democracia y en contra de las dictaduras. En la nomenclatura castrista el efecto, aunque desconocido, tiene que haber sido persuasivo. Ni con petróleo, ni con un ejército poderoso, ni siendo aliado de los Estados Unidos, como fue el caso de Mubarak en Egipto, un régimen puede triunfar frente a un pueblo decidido.

6) Tampoco había verdadera evidencia o conciencia del impacto de la revolución digital en un régimen dictatorial, aunque su penetración en un país fuera limitada, como es el caso de Cuba.  En China, con una penetración muy extendida, parecía que los controles del gobierno chino en la Internet eran eficaces.  Hoy ya esa opinión no es tan válida.

7) Ni había la posibilidad de que el Presidente Obama pudiera perder la reelección. El castrismo perdió la oportunidad de negociar con un gobierno estadounidense que tenía suficiente poder político para llegar a un acuerdo. Hoy, aunque el castrismo quiera negociar, la reelección de Obama es un obstáculo, y el actual presidente no tiene ya el mismo poder que entonces.

8) El argumento del embargo como la causa de los males de Cuba dejó de ser una excusa eficaz con la que el régimen puede justificarse ante el pueblo y el mundo. En parte porque el propio Raúl Castro dijo que la crisis en Cuba no se le podía atribuir al embargo, en parte porque la población se ha dado cuenta que su bajo nivel de vida no tiene que ver con el embargo.

En la medida en que los factores y circunstancias señalados hacen muy difícil un repunte de la economía cubana actual, el levantamiento del embargo y el turismo estadounidense se han convertido en la tabla de salvación del régimen.

En grandes rasgos hemos enumerado como a los problemas que había cuando Raúl Castro alcanzó el poder se han sumado otros.

Tenía razón Gorbachov: la vida castiga a aquellos que no atienden sus problemas a tiempo.

 

La ofensiva del Hermano en Jefe

Ante una crisis que ha ido complicándose con el tiempo, la gerontocracia castrista ha reaccionado con una incapacidad propia del deterioro de sus neuronas y la disminución de la testosterona que acompaña a la ancianidad.

La élite castrista ha tratado de justificar su incapacidad alegando que las medidas tienen que tomarse gradualmente. El argumento sería razonable si hubieran conducido gradualmente a un mejoramiento de la situación, pero este no ha sido el caso.

Si querían permanecer en el poder tenían que renovar la legitimación que tuvo la revolución hace medio siglo. Esto implicaba hacer una revolución en la revolución. O más bien una revolución ante el fracaso de medio siglo de castrismo.

Por falta de verdadero liderazgo no lo han hecho. Purgaron a quien pudo haberlo intentado. Perdieron la oportunidad de haberse ganado la amnistía ante la historia y el pueblo.

Si Chávez no estuviera en peligro la élite castrista podía darse el lujo de seguir entreteniéndose en espera del viaje al cementerio. Posiblemente lo hará si logra mantener en Venezuela un gobierno que los siga subvencionado. Pero los problemas se acumulan y aumentan.

Hoy por hoy, necesitan con urgencia asegurarse un ingreso adicional de tres a cinco mil millones de dólares que le permitan comprar el petróleo en el mercado internacional o en Venezuela si el chavismo pierde el poder.

Pero independiente de la emergencia causada por la situación en Venezuela, la única posibilidad de supervivencia del castrismo está en el capitalismo. El capitalismo a su manera.

Esteban Lazo, el principal “ideólogo” de la dictadura, acaba de anunciar que dentro de cinco años el 50% de la economía cubana estará en manos privadas. Es una charlatanería, pero tiene un propósito.

Haciéndose eco de Lazo, Roberto Veiga, director de la Revista Laical, declaró en Nueva York que “Cuba podría ser un país maravilloso en cinco años, pero se requiere un modelo político inclusivo y ajustes económicos difíciles”. Otro “bluff” también con su intención.

Veiga agregó que Cuba debe sufrir aun cuando las políticas sociales sean lo más sensatas y equilibradas posibles, porque los reajustes económicos serían traumáticos.

El empresario cubano Carlos Saladrigas, famoso por la advertencia al exilio de que hay que montarse en el tren, también se refirió recientemente en un programa de Radio Martí a los sufrimientos que tendría que pasar la población en el proceso de cambio.

Es como si los tres hubieran salido de la misma reunión y cada uno dio su versión de lo que allí explicaron.

La conclusión obligada que se desprende de estas declaraciones es que la conversión al capitalismo es urgente. Ni los Estados Unidos ni ningún otro país la tiene que estimular ni aplaudir. Los cambios se harán por la necesidad de la supervivencia de la élite castrista.

Transformar la economía cubana para que un 50% quede en manos privadas requiere una ejecución diestra, drástica y siniestra.

Esto no tiene que ver nada con un cambio político. Lo que se haga se hará para salvar y consolidar a la dictadura. Asunto aclarado públicamente por el Vicepresidente Murillo durante la estancia del Papa Benedicto XVI en Cuba: “no va haber una reforma política”.  La actualización del modelo sólo comprende el campo económico.

La conversión al capitalismo del 50% de la economía cubana requiere de algunas garantías para los empresarios. Garantías para sus inversiones y para sus ganancias.

Esa transformación que anuncia Esteban Lazo no se va a alcanzar con la economía de “timbiriche” representada por los pequeños negocios de los cuentapropistas. Al régimen no le interesa que la población alcance algún nivel significativo de libertad económica.

El régimen planea atraer empresas transnacionales, a las cuales no les preocupa en absoluto la libertad ni los derechos de nadie. Éstas aceptarán el régimen político actual o uno parecido a cambio de algunas garantías, por ejemplo:

1) Los salarios en la isla seguirán siendo lo suficientemente bajos como para que sea más atractivo invertir en Cuba que en cualquier otro país donde exista estabilidad social y garantías legales. A los hoteleros españoles les ha ido muy bien en Cuba pagando salarios muy inferiores a los que pagan en México, Costa Rica o en cualquier otro país democrático.

2) El régimen facilitará las inversiones obviando exigencias ambientales y derechos laborales. Los privilegios y obligaciones se negociarán directamente con una entidad estatal en forma expedita. Las mordidas serán eliminadas en lo posible. Nada más que muerde el estado.

3) El gobierno castrista hará lo necesario para que se materialice el levantamiento del embargo y de esta forma que estas empresas puedan tener acceso al mercado de los Estados Unidos.

Las dos primeras condiciones se pueden garantizar. La dificultad está en el levantamiento del embargo. Asunto fundamental, porque el desarrollo de la economía cubana sin una relación normal con los Estados Unidos es muy difícil.

Para lograr el levantamiento del embargo el régimen necesita que Washington deje de poner como condición una transición democrática tradicional. Que es la que exige el exilio cubano.

La alternativa consiste en plantear que esa transición será el resultado del desarrollo del capitalismo en Cuba. Hace algún tiempo algunos exiliados se entusiasmaron con ese esquema (el cuentapropismo), hasta que se dieron cuenta que las cosas no eran tan atractivas como parecían.

Ahora se insistirá en que el desarrollo del capitalismo en Cuba es el camino para alcanzar la democracia. Este argumento es una negación de la experiencia histórica, como han demostrado los economistas Daron Acemoglu y James Robinson en su exhaustivo estudio de la relación entre el progreso económico y las libertades políticas. Pero esto es tema para otra ocasión.

 

¿Cómo lograrlo?

El régimen ha lanzado una ofensiva para neutralizar y dividir al exilio cubano y a sus representantes políticos en Washington. Quieren arrinconarlos ante el pueblo estadounidense.

 

Para eso esperan tener como aliados a la prensa de izquierda de los Estados Unidos, a la Iglesia Católica de los Estados Unidos, a congresistas en Washington, a instituciones de estudio, y a una minoría muy pequeña del exilio cubano.

El propósito es lograr que el exilio sea visualizado como gente recalcitrante que se niega a la reconciliación nacional y a los cambios ofrecidos y puestos en marcha por el gobierno cubano.

El comentario del Cardenal Ortega de cómo el Monseñor Agustín Román le había advertido de que no usara la palabra reconciliación en Miami es una muestra de hacia donde va dirigida la campaña de desprestigio.

Parte de esta estrategia es estimular el apetito de los empresarios cubanos, con negocios y condiciones en Cuba que los hagan romper con la posición tradicional del exilio.  Invitarlos a que se monten en el tren de Saladrigas.

Para muchos capitalistas será una tentación ir a Cuba a pagar sueldos de hambre y a adueñarse a bajo precio de una buena parte del patrimonio nacional.

En todo esto la Iglesia Católica cubana tiene un papel muy importante, tanto dentro como fuera de Cuba. No es la facilitadora de un dialogo entre la oposición y el gobierno. La Iglesia decidirá quién es la oposición legítima y quienes son delincuentes. En realidad la Iglesia es la que ocupará el lugar de la oposición, desplazando a los legítimos opositores.  La Iglesia y la oposición oficial negociarán las concesiones con la dictadura.

Así, a grandes rasgos, visualizo la estrategia de la elite de la dictadura para salir de su aprieto y no perder el poder en Cuba.

Hay un aspecto de todo este asunto que es el problema de la sucesión castrista.

¿Cómo lograr que el gobierno de los Estados Unidos acepte una sucesión castrista? Una posibilidad puede ser con el argumento de que ya Raúl y Fidel Castro no gobiernan y se están realizando cambios económicos fundamentales.

Los Castro podría parecer que se retiran del poder pasándolo a una nueva generación de sus incondicionales: oficiales de las fuerzas armadas y del Ministerio del Interior que les garantizarían a los dos hermanos y a los “históricos” y a sus familiares seguridad, privilegios y el manejo del poder detrás de bambalinas, a cambio de que se puedan enriquecer como socios de los empresarios extranjeros o dueños de empresas estatales que han sido privatizadas.

Lejos de ser una idea descabellada, la primera vez que la escuché fue aproximadamente hace un poco más de 15 años, cuando un alto militar estadounidense le relató a mi padre una visita hecha por militares cubanos al Pentágono. Pidieron 20 años para hacer una transición en Cuba aceptable para los Estados Unidos. Esta consistiría en pasarles el poder a los oficiales jóvenes que estaban preparando para esa eventualidad.

El estadounidense le comentó a mi padre que la respuesta a la delegación de cubanos había sido que esos asuntos tenían que tratarlos en la Casa Blanca o en el Departamento de Estado.

Hace una semana un ex oficial del las Fuerzas Armadas cubanas que se encuentra en el exilio, me alertó sobre la misma posibilidad, advirtiéndome que los Castro podían escoger esa vía.

Como este amigo tiene ya a su favor conmigo un buen porcentaje de aciertos me dediqué a otear el horizonte, y me encontré el artículo del profesor Alexis Jardines ¿A quiénes beneficiarían los cambios? en el que dice:

“El contraste con la situación cubana resulta revelador: en medio de la degradación de la economía socialista no se ha producido la renovación de la élite. Hemos saltado directamente a la supervivencia de la casta gobernante, correspondiente a la fase de transición, mientras nos mantenemos en la fase anterior: la degradación. La junta militar octogenaria que gobierna en Cuba evitó con éxito la necesidad de renovación. Esto significa que aún no se ha salido de la etapa de degradación de la economía y que -considerando el factor biológico- la fase de transición podría ser abrupta. Sin embargo, cabe también la posibilidad de una acelerada renovación de cuadros a fin de contar con el capital humano necesario para encarar la transición desde el poder”“En mi opinión, es esta la salida por la que ha apostado el Gobierno cubano. El 17 de Octubre del 2011, por ejemplo, tuvo lugar la apertura estratégica (el término es del propio Miguel Díaz-Canel) de la Escuela Superior de Cuadros del Estado y del Gobierno. ¿Qué se estudia allí? Gestión empresarial, Administración pública y Dirección”.

En conclusión, como toda élite explotadora, el pequeño grupo que controla a Cuba tiene toda la intención de mantenerse en el poder. Temen perder sus privilegios y temen a la justicia. Desde hace muchos años están convencidos de que el socialismo era un fracaso pero se han negado a hacer cambios fundamentales, razón por la cual ha empeorado el problema.  A los problemas que enfrentaba el régimen se han sumado otros que agravan los males.

Para evitar el empeoramiento de la economía el único camino que les queda es atraer inversiones capitalistas. Mientras el embargo estadounidense se mantenga será muy difícil el desarrollo de una economía capitalista en Cuba aliada con la dictadura. Ante esta situación y la posibilidad de la pérdida de la subvención venezolana, el régimen ha puesto en marcha una estrategia desesperada para tratar de que se levanten las restricciones a los ciudadanos estadounidenses para que puedan viajar de turistas a Cuba y para que eventualmente se levante el embargo.

Las posibilidades de que esta estrategia sea exitosa dependerán en buena parte del actual gobierno estadounidense. Dependerá de las elecciones en los Estados Unidos, y de la presión del exilio cubano y sus aliados en ese país. Hasta ahora el viaje del Cardenal Ortega a los Estados Unidos y la de su lugarteniente Roberto Veiga no han tenido un impacto positivo. Pero es muy temprano todavía vaticinar nada, ya que puede haber cartas escondidas que salgan a relucir.

 

Última actualización el Martes, 01 de Mayo de 2012 21:41
 
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