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Artigos: Cuba
Católicos, comunistas y el segundo advenimiento del Papa a Cuba PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 21 de Febrero de 2012 15:26

Por Samuel Farber*.-

El 26 de marzo el Papa Benedicto XVI llega a Cuba para una visita de dos días de celebraciones religiosas y encuentros con los hermanos Castro y otros dirigentes políticos. Habrán pasado catorce años desde que Juan Pablo II realizara, en 1998, lo que fue la primera visita papal a la isla. Pero la visita de Benedicto tiene un significado  muy diferente  de la de Juan Pablo.

HAVANA TIMES, 21 feb — En aquel entonces, la  jerarquía de la Iglesia Católica se encontraba en las primeras etapas de acercamiento con el  régimen cubano suscitado por la decisión del Partido Comunista de la isla, en 1991, de dejar de excluir a los creyentes del partido.  Esa exclusión les había impedido a los creyentes católicos y no católicos el acceso a las mejores oportunidades educacionales y de trabajo que existían en la isla.

Desde entonces, el gobierno oficialmente comunista de Cuba y los líderes católicos ha ido desarrollado una relación inverosímil, pero real, de cooperación de cierto tipo.  El liderazgo cubano dio su beneplácito a la participación de la Iglesia y del gobierno español  en las negociaciones que conllevaron a la liberación de la mayoría de los presos políticos en Cuba en el 2010 y 2011.

Raúl Castro y Jaime Ortega

El Cardenal  Jaime Ortega Alamino, el actual líder de la Iglesia cubana -quien irónicamente cumplió una condena en los campos de trabajo forzado de la UMAP en los años sesenta cuando era un joven seminarista- ha viajado a los EU y Europa para abrir un puente diplomático extraoficial entre el gobierno cubano y Washington, así como con la Unión Europea.

A cambio de eso, la jerarquía cubana de la Iglesia ha obtenido una serie de concesiones institucionales significativas del gobierno cubano.  Algunas implican derechos que se darían por sentado en cualquier democracia, como organizar procesiones religiosas que en Cuba se llevaron a cabo con la celebración de la Virgen de la Caridad del Cobre, la santa patrona de la isla y el símbolo nacional tanto para los católicos como para los creyentes de la santería, quienes la conocen como Oshún.

Asimismo, el gobierno cubano le ha permitido a la Iglesia Católica establecer sitios web y boletines electrónicos y, más significativamente dada la falta de acceso al internet en la isla, imprimir docenas de publicaciones parroquiales y de grupos católicos y  46 boletines y revistas  que le llegan a 250,000 personas directa o indirectamente.

Benedicto XVI

Aunque menos del 5 por ciento de la población adulta las lee, esas publicaciones constituyen la única excepción significativa al monopolio que el gobierno mantiene de los medios de comunicación (las publicaciones de otros grupos religiosos son mucho menos importantes).

El gobierno también ha aportado ayuda financiera para la construcción del nuevo seminario católico ubicado cerca de la Habana.  En la inauguración del seminario, en noviembre de 2010, estuvieron presentes Raúl Castro y otros dignatarios gubernamentales de alto nivel ante los cuales el Cardenal Ortega expresó su  gratitud por la contribución del gobierno.

La realpolitik católica

¿A qué se debe que el gobierno cubano le haya permitido a la Iglesia desempeñar un papel importante en la vida política y social del país?  Después de todo, Cuba no es Polonia, y el catolicismo cubano siempre ha sido, aun desde antes de 1959, uno de los más débiles en Latin America.

Según el National Catholic Reporter, menos de la mitad de la población se identificó como católica en el 2006 y no hay razón para creer que eso haya cambiado significativamente desde entonces.  Por lo tanto es poco probable que el gobierno haya obrado con el propósito de ajustarse a un creciente apoyo popular a la Iglesia.

El nuevo seminario católico. Foto: Isbel Diaz

La realidad es que Raúl Castro ha escogido a la Iglesia Católica como un socio conveniente para implementar sus planes de política exterior, y lo hizo porque la Iglesia es una institución cubana importante que también es parte de una organización internacional influyente.

En cuanto a la política doméstica, la Iglesia es la institución más importante que existe en Cuba fuera del control del gobierno.  Además, aunque no goza de un gran apoyo popular, la Iglesia tiene cierto grado de autoridad moral que el gobierno puede utilizar contra una corrupción – denunciada por Fidel Castro en su muy citado discurso del 2005 – que está corroyendo a la sociedad, y para apuntalar la legitimidad política de un régimen en declive, más aún después de que los octogenarios hermanos Castro pasen a mejor vida.

La creciente relación entre los líderes políticos y católicos de la isla marcha a la par de los cambios significativos que se están dando en el país.  Los cambios económicos aprobados por el Sexto Congreso del Partido Comunista celebrado en abril del 2011 apuntan hacia el establecimiento de un modelo sino-vietnamita – autoritarismo político combinado con una economía de capitalismo de estado – e invitan cambios similares en las otras instituciones en la isla.

En el caso de la Iglesia cubana, ésto ha significado el establecimiento de un programa de enseñanza de administración de negocios en asociación con la Universidad Católica de Murcia en España, y de programas de capacitación para personas que trabajan por cuenta propia  de los que el gobierno se ha mantenido ausente.

La Virgen de la Caridad llega a Marianao.

Tal parece que los líderes de la Iglesia Católica cubana, apoyados por el Vaticano, ven la colaboración táctica con el gobierno de Cuba como parte de una estrategia de largo plazo para reforzar su posición e influencia en el contexto de un gobierno en declive que está tratando de rediseñarse.

Mientras tanto ha disciplinado y tratado de marginar las voces militante de curas, como José Conrado Rodríguez, y laicos, como Dagoberto Valdés, que han osado ir más allá de las críticas suaves y diplomáticas de la jerarquía  con respecto a las prácticas dictatoriales del gobierno, y ha ignorado, y a veces rechazado enérgicamente, los ataques virulentos lanzados en su contra por la derecha cubana del sur de la Florida y sus partidarios dentro de la isla.

¿Qué es lo que el Vaticano quiere?

La iglesia espera tener una influencia creciente que se traduzca en ganancias institucionales tales como la limitación, si no es que la abolición absoluta, del aborto.  Es muy poco probable que ese cambio cuente con un apoyo popular amplio, salvo el de la minoría de creyentes católicos quienes, después de todo, conforman la base de la jerarquía católica.

Pero el  gran premio que la iglesia persigue y ha estado persiguiendo sin éxito alguno por más de un siglo, desde mucho antes de la revolución desde 1959, es la incorporación de la enseñanza católica en la educación pública.

Juan Pablo II con Fidel Castro (La Habana,1998). Foto: cubadebate.cu

Existen diferencias políticas reales entre los católicos de la isla que muy bien pueden acabar por ayudar a la Iglesia a conseguir sus propósitos, dado que pueden tener el efecto no anticipado de cubrir todas las bases y balancear todas las apuestas políticas e ideológicas de manera tal que una de ellas salga ganando.

Así, por un lado Palabra Nueva, el sitio web de la arquidiócesis de la Habana, articula la perspectiva más conservadora que se refleja, por ejemplo, en los pronunciamientos ocasionales de Orlando Márquez, el  portavoz oficial de la arquidiócesis de la Habana.

Por el otro lado, el Consejo de Laicos de la misma arquidiócesis publica Espacio Laical Digital, que funge como uno de los pocos foros disponibles  a la expresión de la crítica antigubernamental no católica liberal, social demócrata e incluso de izquierda, lo que le confiere a la Iglesia un crédito creciente entre los cubanos de esas persuasiones políticas.

Recientemente, en septiembre del 2011, el gobierno le permitió a la Iglesia abrir en la Habana el Centro Cultural Félix Varela, un cura independentista de principios del siglo XIX. En la inauguración, el Cardenal Ortega indicó que el centro ofrecería estudios en filosofía, sociología y psicología, exposiciones de arte, películas, conciertos y otros eventos culturales.

Ese centro promoverá la influencia ideológica y cultural de la Iglesia, aunque es demasiado temprano para saber el tipo de impacto político que va a tener.

Ante la atención que los medios de comunicación le prestan al viaje del Papa Benedicto XVI a fines de marzo, acordémonos de lo siguiente: La visita debe entenderse como el reconocimiento y premio del Vaticano a la Iglesia cubana y al gobierno cubano por su colaboración mutua, y también como la recompensa del gobierno cubano a la Iglesia por su papel diplomático y por su lealtad.

Seguramente el  pueblo cubano se volcará a la calle para darle la bienvenida a Benedicto XVI. Pero las apariencias engañan. La visita del Papa es una operación que el establishment religioso y la clase gobernante de Cuba están conduciendo a beneficio propio mientras el gobierno de la isla trata de renovar su dominio desde arriba.
—–

*Samuel Farber nació y se crió en Cuba y ha participado en la política socialista por más de cincuenta años.  Ha escrito muchos artículos y libros sobre ese país; su libro más reciente es Cuba Since the Revolution of 1959: A Critical Assessment (Haymarket Books, 2011).

Traducido por Selma Marks de “Catholics, Communists and the second coming of el Papa to Cuba,” originalmente publicado en In These Times.

 

Última actualización el Martes, 21 de Febrero de 2012 15:37
 
El PCC contra el país PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 21 de Febrero de 2012 13:30

Por Eliécer Ávila.-

El Partido Comunista no solo es responsable de la situación de los cubanos, sino también el principal obstáculo para el desarrollo nacional.

 

La corrupción, la burocracia, el discurso vacío y la mentira constante son los pilares que sustentan el sistema imperante en Cuba; por tanto, sería iluso pensar en eliminar esos males manteniendo el sistema: la única manera de salir de la crisis es eliminando esta especie de socialismo-comunista como única y obligada forma de pensamiento en Cuba.

 

Llegados a este punto, miles de cubanos que no piensan del mismo modo que el gobierno podrían proponer nuevas formas de hacer —formas que no tendrían que ser las de “antes del 59”—, que estarían mucho más a tono con lo que la mayoría de la gente piensa y desea. Pero no. El gobierno ha dejado claro que no va a hacer lo que la gente quiere, sino lo que al mando le parezca mejor en aras de garantizar su permanencia en el poder.

 

Cuando se analiza con detenimiento cada rama de la actividad económica y social cubana, se ve, en primer lugar, que todo, absolutamente todo, anda mal. En segundo lugar, que cada actividad es “orientada, guiada y controlada” por el PCC.

 

Todos los cuadros que dirigen el país son miembros del Partido. Son quienes se equivocan a diario y ocasionan graves problemas a la población, pero también quienes, mientras asuman una posición obediente y sumisa frente el Partido, tendrán la posibilidad de dirigir eternamente, en cualquier ramo, sin que importe su dominio de ninguna materia, y sí el hecho de estar “comprometidos con la revolución”.

 

Y es que esto de la ideología es lo más engañoso e innecesario que se ha inventado a la hora de gobernar. Resulta evidente: no hace falta aferrarse a una ideología comunista ni a nada que se le parezca para ser un ciudadano ejemplar.

 

Si se desea ser un buen ciudadano, un excelente dirigente o, incluso, presidir un país, basta con actuar consecuentemente con los valores humanos, poseer una correcta educación, una inteligencia adecuada y, sobre todo, una voluntad sincera para actuar por el bien del pueblo. Dentro de estos sencillos parámetros entra absolutamente todo lo bueno y lo noble.

 

En los “debates” que pude ver sobre la recién finalizada conferencia del Partido, un alto dirigente expresaba sentirse “profundamente preocupado” por el hecho de que miles de jóvenes cubanos con excelentes condiciones humanas y profesionales no quisieran ingresar en la Juventud Comunista. Como si tal ingreso fuera atributo obligatorio para ser un ciudadano íntegro; ser “comunista”.

 

La cuestión está en que todo este tiempo es precisamente eso lo que se les ha hecho creer a los jóvenes de este país. Casi ninguno, de hecho, tiene claro siquiera de qué se trata ese asunto del comunismo; pero como se dice y se repite que los comunistas son los buenos de la película, pues es ahí donde se ha de estar (se piensa, entre otras cosas, que para no quedar ubicado en el bando de los malos). Si no se es comunista o revolucionario a la manera de ellos, a ellos no les va a importar cuán bueno seas en todo lo demás: serás de los malos y no podrás aspirar a ser parte de nada importante.

 

Asimismo, si se es vago, irresponsable, deshonesto, y a su vez se dice ser comunista y revolucionario, uno quedará en el bando de los buenos, de los que pueden llegar a ser flamantes cuadros dirigentes. Cada pecado será perdonados las veces que sea necesario.

 

Corrupción, reconstrucción

 

No se puede hablar de eliminar la corrupción en un sistema cuyo único incentivo para trabajar es precisamente ese, la corrupción. Un cocinero escolar, un gerente de hotel, un administrador de empresa y hasta un cuadro del Partido, todos esperan obtener beneficios adicionales a costa de la actividad que realizan, pues el sistema no deja otra opción.

 

Si se quiere comprobar hasta qué punto la corrupción sustenta el modelo social cubano, un buen experimento sería eliminar, aunque sea imaginariamente por un solo día y en un solo municipio del país, el fenómeno de la corrupción. Entonces todo colapsaría.

 

Si mañana no hubiera corrupción en mi pueblo, Puerto Padre, varios pacientes morirían por falta de atención médica en el hospital. Los médicos y las enfermeras no podrían viajar desde sus casas a las instalaciones de salud al no poder circular camiones de transporte dada la falta de petróleo que ciertos dirigentes sustraen de las instituciones estatales. Miles de personas se quedarían sin comer, consumida la cuota racionada de la bodega y sin dinero para comprar nada más al no poder robar en sus centros de trabajo. Pero no solo no tendrían comida. Al no poder revender el aceite y la harina destinados al pan, muchos tampoco podrían vestirse, ni construir sus viviendas, ni apoyar a la “revolución”.

 

Si en lugar de un día estuviéramos un mes sin corrupción, los dirigentes (sobre todo los políticos, que dependen de los administrativos) adelgazarían, no tendrían fuerzas ni humor para agitar banderitas y empezarían a renunciar, no solo a sus cargos, sino también a sus “inquebrantables convicciones”.

 

Por otra parte, es verdad que incluso muchos de los que viven de la corrupción institucionalizada preferirían vivir de otra manera, obtener beneficios en correspondencia con su trabajo y rango social e intelectual, y así no deberle nada a nadie ni vivir con el susto en el cuerpo. Pero en este sistema eso no es posible. Quienes son conscientes de que a la larga esta realidad trae consigo que jamás podamos tener un buen país, no tendrían problemas en darle la última patada en el trasero a este sistema si supieran que de verdad se va a acabar. Mientras no sea así, prefieren seguir agitando banderitas, manteniendo a sus familias y hasta con suerte, viajando al extranjero para traer algo de bienestar en las maletas.

 

Muchos miembros de las instituciones e incluso algunos dirigentes son gente buena y trabajadora que se montó en la ola del sistema en algún momento de sus vidas. Así me pasó a mí y a tantos más que han permanecido a cuestas con un compromiso del que no es sencillo desprenderse.

 

He conocido excelentes científicos y apasionados profesores que pertenecen al Partido. La vocación de estos hombres no tiene que ver con la política. Pero si no fueran del Partido, no podrían participar de proyectos importantes ni abrirse camino en sus terrenos. Por tanto —según su enfoque—, les conviene llevar el brazalete rojo como llave de acceso a puertas que no se abren sino a gente de confianza.

 

Recientemente, Raúl Castro afirmó: “Las modificaciones que hoy realiza el país para la actualización del modelo económico están encaminadas a preservar el socialismo, fortalecerlo y hacerlo verdaderamente irrevocable”.

 

Dichas palabras significan hacer irrevocable la corrupción, la burocracia, el discurso vacío y la mentira constante. Mientras más tardemos como pueblo en darnos cuenta de eso, más difícil será cambiar las cosas. Más difícil será reconstruirnos todos.

Puerto Padre

21-02-2012

 
Fidel los prefiere extranjeros PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 21 de Febrero de 2012 12:51

Por Martín Guevara.-

En Cuba no tenemos libertad de prensa ni de expresión, le respondía Fidel Castro a Barbara Walters, en la primera entrevista que mantuvieron durante la década de los 70. Más recientemente Walters repitió la experiencia de entrevistarlo, pero ya con la URSS caída, el comandante no fue tan altanero en su reivindicación de la intolerancia, intentó explicarse mejor, aunque con similar resultado.

 

Durante los años en que viví en Cuba, Fidel sólo concedía entrevistas a periodistas extranjeros. Es una característica que mantiene tiempo ha: ya en la Sierra Maestra prefería desplegar sus encantos histriónicos frente a los cronistas  foráneos, norteamericanos de ser posible, como cuando para sacar de dudas a sus admiradores estadounidenses sobre su estado físico, concedió una entrevista a Herbert L. Matthews, en vez de a un periodista cubano.

 

Errol Flynn, el famoso actor de películas de Hollywood, llegó a sentirse atraído por la mística revolucionaria, y visitó a los rebeldes en sus campamentos. Fidel trabó amistad con él y sostuvo charlas con fines propagandísticos. Pero no profesaba ese nivel de simpatía por ningún periodista ni artista de la escena nacional.

 

El propio Che Guevara, a través Radio Rebelde, creada por él, atendió a periodistas cubanos que el jefe máximo no deseaba atender.

 

En años recientes he podido apreciar que ha sido entrevistado en más de una ocasión, en un  programa de televisión -al aire en la última década-, pero sin la más mínima incomodidad para el mandatario: No creo que criatura alguna se atreva a llamar periodismo a ese ejercicio de obsecuencia límite.

 

En una ocasión, pude ver a su conductor entrevistándolo, agachado, esbozando la sonrisa que cualquiera pagaría por esconder, una mueca de servilismo indescriptiblemente patética. No tengo nada contra ese trabajador de la información, valoro en su justa medida su trabajo al frente de aquel programa -La  mesa redonda-, que resulta dificil de ver completo desde la pluralidad de las sociedades injustas pero de libre opinión.

 

Luego fue Frei Betto, un fraile dominico brasileño, que escribió un libro, Fidel y la religión, en el cual a pesar de haber fustigado de mil maneras a todos los religiosos en la isla, el comandante se permitió hacer una loa de la educación que recibió de los Jesuitas. Yo, no estando seguro de la evolución ni de la creación,  pero siendo preferentemente ateo, no daba pábulo a lo que oía.

 

Más tarde leí un libro de Tad Szulc, periodista de origen polaco nacionalizado norteamericano: el mejor de los documentos que he leído, sin trazos sentimentales, netamente descriptivo y documental. Se trata de una serie de extensas entrevistas concedidas al periodista en La Habana, mientras cualquier periodista cubano se relamía por la milésima de lo que le había sido dado al bueno de Tad.

 

Incluso María Schriver, del clan Kennedy, le hizo una melosa entrevista en 1988, donde él declaraba que el poder lo vivía no sin pesadumbre, ya que su deseo oculto, eternamente postergado, era sentarse a tomar un helado en una esquina, tal como lo comentó alguna vez Gabriel García Márquez. Otro que carecía de carnet de identidad azul, al que Fidel dedicaba horas de entrevistas y charlas. Aunque éste, extrañamente, no era norteamericano como Oliver Stone, a quien concedió una larga entrevista filmada, convertida en conocida pelicula comercial.

 

Parece haberle asistido una fascinación inicial con Estados Unidos que en algún punto pudo haber sufrido una sensible quiebra, tal como lo revelan sus reiteradas visitas a ese país cuando era joven, en detrimento de cualquier país socialista o del tercer mundo, y su inclinación a sentirse refrendado en el respeto de los profesionales, gobernantes o artistas de aquel  país, pretendidamente enemigo.

 

Ernest Hemingway, tras su enfática determinación, dejó claro que no fue mutua la admiración y devoción de Fidel hacia su literatura y fama de aventurero, si bien tuvo una simpática respuesta en los primeros días de la revolución.

 

Recientemente, se presentó un libro de memorias, y se pudo ver a Fidel en una denodada lucha por terminar alguna de las frases que a duras penas comenzaba, mediante titubeos, preguntas difusas, peticiones de aclaraciones absurdas, y toda suerte de incoherencias; no hago una chanza sobre un ser senil, les dejo a ellos las burlas sobre los defectos de las personas, a las que quieren desautorizar. Opino que pudieron resultar patéticas las seis horas que duró la ponencia, con la totalidad de los asistentes asintiendo con la cabeza a cuanta incoherencia saliese de la humanidad ya reducida del amortizado geronte.

 

Un periodista acreditado al acto, cubano, debió soportar estoicamente una respuesta de diecisiete minutos, con una sonrisa pétrea que con toda probabilidad le causó primero dolor en las comisuras y luego adormecimiento, de modo que cuando Fidel la dio por terminada, el hombre se sentó con una cara idéntica a la que había sostenido en el tramo de balbuceos, durante el cual no voló una mosca. Y lo más probable es que con ese rictus lo haya encontrado su familia al arribo a su hogar, para alejar toda sospecha de la más mínima diferencia de criterio con el Comandante.

 

Desde afuera resulta fácil criticar, y sé que es un universo de dificultades tan sólo percatarse de lo bajo que se llega a caer con esa actitud. Cuando alguien crece en aquella sociedad, donde ese hombre-símbolo lo significa todo, desde la virtud hasta la última palabra sobre el destino de todos  los que allí habitan, resulta dificil discernir entre lo que es instinto de conservación y lo que es adoración ritual.  En cualquier caso, no resulta una situación envidiable.

 

Hoy el país espera impaciente la visita del Papa Benedicto XVI. La feligresía cubana en altísimo crecimiento, no sólo en comparación con la época en que era más que recomendable ser marxista y ateo, sino en comparación también con la era pre revolucionaria, se aviene a un halo de esperanza, sobre la cual me permito mantener mis reservas.

 

¿ Cuales serán las expectativas de Fidel?

 

¿Sentirá en los confines de su vida, cargada de actos que confesar, la llamada del sentimiento religioso, tal como lo asegura su hija Alina desde Miami? ¿Querrá limpiar el camino, atravesado de cierta maleza, hacia una eventual entrada en el paraíso?.

 

¿O hará una vez más movimientos de agilidad maquiavélica incomparable para situarse entre quienes hasta hace poco eran sus enconados enemigos?.

 

Una incógnita inquietante.

 

De lo que sí estoy convencido es de que, para cualquier cosa que termine decidiendo, no eligirá a un prelado compatriota. Será transmitida a través de un interlocutor extranjero. Tanto como lo puede ser un Papa alemán no demasiado familiarizado con el comunismo científico ni con la dictadura del proletariado, aunque sí, como Fidel, conocedor de las excelencias de la buena mesa, de los tronos duraderos y de los excelentes vinos que ayudan a cerrar los tratos más ventajosos.

 
EL PARTIDO SE QUEDA: DENG XIAOPING (II) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 20 de Febrero de 2012 16:50

Por HUBER MATOS ARALUCE.-

Xiaoping fue sobre todas las cosas un pragmático con gran capacidad de maniobra.  Si para los comunistas la dictadura del Partido era el medio para alcanzar el  comunismo, a él esa dictadura le permitiría comenzar a enterrar al maoísmo, la versión china del marxismo leninismo.

Después de la muerte de Mao, y ante la crisis entre la izquierda y la derecha del Partido Comunista, Deng advirtió que si los errores del pasado se reconocían públicamente el Partido se debilitaría y el país podía  encaminarse al caos.

Apoyó que en el plano interno los errores de Mao se criticaran,  pero indicó que se debía reconocer sus aciertos.   Deng insistió en que Mao tenía que seguir siendo la bandera del Partido y el socialismo la meta.  Con esta fórmula alivió el conflicto  y ganó tiempo para ir eliminando a quienes desde la izquierda se opusieron a sus proyectos.

Como los cambios que él se proponía realizar eran herejías a la luz del marxismo,  Xiaoping convenció al Partido de que en adelante la verdad sería el resultado de la realidad, no del dogma.  En otras palabra, si el experimento era exitoso, ese era el camino a seguir y ningún otro.

Entre el pueblo Deng se hizo entender con el proverbio: “no importa el color del gato, lo importante es que cace ratones”.  Los ratones eran lograr convertir a la China en un país desarrollado, incluso por la vía de una economía de mercado.

Cómo los experimentos que le dieron ciertas  libertades a los campesinos en el uso de sus cosechas tuvieron buenos resultados, la realidad demostró cuál era el camino correcto.

Pero Deng sabía que la modernización de China solo se podría lograr con la tecnología y los capitales de Occidente. Con este propósito dio tres pasos audaces:

a)    Visitó Japón, el país odiado por los chinos que no habían olvidado  los 20 millones de víctimas causadas por la invasión japonesa. Xiaoping cautivó a los japoneses. En adelante en el desarrollo de China el papel del Japón capitalista fue fundamental.

b)    Aceleró el acercamiento entre China y los Estados Unidos con dos propósitos: 1) Plantearles ayuda para el desarrollo de China 2) usar a los Estados Unidos en su maniobra para frenar las aspiraciones soviéticas en Asia.

c)    Cultivó a la diáspora china, y en especial a los chinos empresarios de Hong Kong, para que invirtieran en China con todas las garantías.  Se establecieron zonas de desarrollo económico con leyes diferentes, donde las empresas extranjeras podrían invertir sin temor y con toda la colaboración del gobierno especial de la zona.

Deng Xiaoping contó con el interés estratégico de Occidente, especialmente de los Estados Unidos, que vieron en China un potencial aliado en las espaldas de la URSS.   El capitalismo mundial, por su parte, no perdió la oportunidad ante un mercado con un potencial muy grande.

Xiaoping estaba convencido de que el Partido podría legitimarse en el poder mientras el ritmo de crecimiento fuera suficiente para mantener la estabilidad social.   Sabía que cierto nivel de corrupción era  parte inevitable del proyecto, y que a la etapa que comenzaba sucedería otra etapa un siglo después.

Tuvo que enfrentar oposición interna y dificultades de diversa índole, pero siempre las manejó con pragmatismo.  El lunar de su carrera fue la represión que ordenó en la Plaza de Tiananmen en junio de 1989.

El éxito económico de China tiene que valorarse en el contexto de otros milagros asiáticos anteriores, como los de de Japón, Taiwán, Singapur, Corea del Sur, etc.

El éxito chino  no es el resultado del Partido Comunista, sino el producto de un pueblo muy trabajador y un individuo excepcionalmente capaz que supo abrir camino derribando dogmatismos y prejuicios.

Sin Deng Xiaoping el Partido Comunista Chino pudo haber tomado  el rumbo de los comunistas soviéticos o el de Corea del Norte.

En primera y última instancia la opinión más importante sobre el desarrollo en China la tendrían que dar los chinos en elecciones libres, que no se les han permitido.  Por el contrario, el Estado chino mantiene permanente vigilancia, control y represión sobre quienes dan opiniones que no les son favorables o protestan por las injusticias.

Deng Xiaoping criticó a Miajil Gorvachev por no haber tomado su mismo camino en la URSS. Eran dos hombres diferentes en dos mundos diferentes.

Continuará…

Última actualización el Lunes, 20 de Febrero de 2012 16:54
 
Residencia en la boca del lobo PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 19 de Febrero de 2012 13:20

Por Raúl Rivero

Madrid – Ahora que en los medios oficiales aparecen con reclamos (con acompañamiento de violín y maracas) para hacer desaparecer los panfletos que se publican en los medios propagandísticos y darle entrada al verdadero periodismo, la recomendación que hacen las instituciones profesionales es que se levante la censura. Y que los periodistas independientes puedan llegar a los lectores de la isla con sus informaciones, sus crónicas y sus artículos de opinión.

Es a través de ese grupo de corresponsales que, desde hace casi veinte años, en el exterior hay una visión apegada a la realidad. Es un movimiento que comenzó con los primeros reportes del presidio político, sacados de los calabozos en esquelas mínimas escondidas por la familla de los prisioneros.

En un proceso largo y lento fue en busca de lo mejor del periodismo republicano y, a pesar de campañas de represiones y amenazas, sigue vivo, se afianza y se extiende en las redes sociales y los nuevos soportes del oficio.

Allá adentro trabajan agencias y periodistas en todas las provincias y algunas firmas son ya habituales en las páginas que siguen el tema cubano y en medios importantes de otros países.

La visión crítica, abierta, sin melaza ni furias baratas, tiene una nómina consolidada en aquel país y, para asomarnos nada más que a la punta del iceberg, pueden verse dos o tres decenas de nombres que ni los mismos encarnizados censores tienen posibilidades de negar o de esconder de manera efectiva.

Junto a esa petición esporádica y circunstancial de avance en el dominio de la prensa, surge por estos días la idea de tratar de manejar, desde una mesa de La Habana, la literatura de los autores que se han tenido que exiliar y viven y trabajan en el extranjero.

Para ese afán hay otra propuesta: antes de preocuparse por quienes se vieron obligados a irse, pidan autorización y llamen a sus revistas y editoriales a quienes escriben en Cuba poesía, cuentos, novelas o ensayos con una libertad que alcanzaron por cuenta propia y se juegan todos los días una condena de cárcel por ejercer ese derecho.

Por el momento, tengo en la cabeza el nombre de Jorge Olivera Castillo (La Habana, 1961) un poeta que acaba de publicar aquí en España esta semana su tercera colección de poemas titulada Sobrevivir en la boca del lobo. El primer libro, Confesiones del crepúsculo, salió en Miami en el 2005. Dos años después, en Praga, el Pen Club le publicó En cuerpo y alma.

Olivera es uno de los fundadores del periodismo independiente, fue condenado (en la primavera de 2003) a 18 años de cárcel. Cumplió dos, y sigue en su casa habanera amarrado a las teclas donde encuentra siempre las palabras para sus piezas periodísticas, sus relatos de ficción y la poesía, que es más arisca pero se deja querer.

No tengo hoy espacio para explayarme en casos como el de Dagoberto Valdés, Tania Díaz Castro, Luis Felipe Rojas, Luis Cino y de otros muchos que hacen allí su obra –para variar la metáfora zoológica de Jorge Olivera– en las patas de los caballos.


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