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Artigos: Cuba
BRINDIS POR UN TIRANO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 30 de Enero de 2012 02:35

Por Blas O. Vera.-

Incansables y estoicos; acechando amaneceres; Interminablemente arrastrando mediodías; durante lentos y encostrados años; fuimos rengueando las insoportables fechas, sin dejar de testicular firmes, al secar el llanto por las cien mil patadas.

Adoloridos y maniatados,
Rumiando cóleras,
vimos como la bestia
le arrancaba a la patria
trozos y trozos de bandera
y como con burla desfachatada
se limpiaba sus patas con ellos.

Pero a pesar de la larga asfixia,
a pesar de la prolongada tortura,
aun con llagas y cicatrices,
en memoria de
Su Excrecencia el Tirano
desde ahora y por siempre,
aun en las canas de la patria,
en la feliz fecha de su muerte
repicaran alegres las campanas
para celebrar el día
del JUBILO NACIONAL.

Atrincherada en el cofre del patriotismo
una verde botella de licor
aletea impaciente
con su corona de corcho
la feliz responsabilidad
del primer brindis
por la partida del tirano.



Ráfagas de sudores sangrantes,
himnos y luchas inmolantes
le sembraron y abonaron
la esperanza suprema
de ser el signo inicial
de la visceral celebración
por el amanecer de
LA GRAN PRIMAVERA .

En este nuevo nacimiento
triturando amos y cadenas,
en lugar de llanto,
el alma nacional
emitirá un enardecido grito
de VIVA LA PATRIA LIBRE.

Y millones de ecos,
Millones de abrazos,
Millones de brindis
harán infinita
la explosión espiritual.

Y millones de gargantas inflamadas
sin respiro ni cansancio
sin cesar gritaran
LIBERTAD – LIBERTAD – LIBERTAD.

Última actualización el Viernes, 03 de Febrero de 2012 10:35
 
JOSÉ MARTÍ, SEGÚN LA ÚLTIMA PATRAÑA DE FIDEL CASTRO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 30 de Enero de 2012 16:34

Por Comandante Hueber Matos Benítez.-

Fidel Castro acaba de publicar otra de sus llamadas reflexiones.  En  La fruta que no cayó, el dictador trata una vez más de desfigurar la historia de Cuba para justificar sus errores y sus mentiras.

Voy a comentar sobre su afirmación de que los Estados Unidos proclamaban la anexión de Cuba para demostrar cómo el dictador tergiversa la historia sobre este tema.  Vamos a ver claramente  la falsedad de su afirmación cuando dice que estábamos condenados a no existir como nación. Nos daremos cuenta de cómo  trata de manipular el juicio de Martí sobre estos asuntos para hacerlo su aliado, cuando en realidad la opinión de José Martí desmiente lo que hoy afirma Fidel Castro.

Según él dictador, nuestro país estaba destinado a desaparecer como nación.  Lo cito textualmente:

“Cuba se vio forzada a luchar por su existencia frente a una potencia expansionista, ubicada a pocas millas de sus costas, que proclamaba la anexión de nuestra isla, cuyo único destino era caer en su seno como fruta madura. Estábamos condenados a no existir como nación”

La figura de su panfletaria reflexión: La fruta que no cayó, se infiere de una carta privada escrita por John Quincy Adams* a Hugh Nelson, el “embajador” de los Estados Unidos en España en la cual le comenta:

“Hay leyes de gravitación política, como de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión…No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos, como la isla de Cuba…ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión.”

Lo que plantea, en una carta privada, el entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos es que: por gravitación política, Cuba separada de España, se inclinaría hacia  los Estados Unidos.  Fidel Castro escribe que los Estados Unidos “proclamaba la anexión de nuestra isla”. No hay en ese siglo ninguna proclamación de los Estados Unidos de que Cuba va o debe llegar a ser territorio estadounidense.

La política oficial, la proclamada, por los Estados Unidos sobre sus países vecinos fue la Doctrina Monroe el 3 de diciembre de 1823. En esta, inspirada por el propio John Quincy Adams, los Estados Unidos les negaba el derecho a las naciones europeas a apoderarse de ningún territorio o a interferir con ninguna nación en este continente.  La Doctrina Monroe les brindó seguridad a los independentistas latinoamericanos.   La mayoría de nuestros países ya había alcanzado la independencia.

Nadie debe interpretar nuestra afirmación como que somos inocentes y que desconocemos que los Estados Unidos estaban poniendo una barrera a los imperios europeos y defendiendo sus intereses y ambiciones en el continente americano.

Pero la Doctrina Monroe tienes dos filos.  Uno para los europeos y otro para Washington. No era  fácil a los Estados Unidos negarles el derecho a los europeos y al mismo tiempo apoderarse de países en este continente.  José Martí lo sabía y de esto comentaremos luego.

Cuando John Quincy Adams escribió sobre su ley de gravitación política, no podía imaginarse que tres cuartos de siglo después, a finales del siglo XIX, la lucha de los mambises y la simpatía que ésta logró entre los propios americanos, haría muy difícil que una vez que Cuba alcanzara su independencia, nuestro  país se convirtiera en parte de los Estados Unidos.

Es cierto que otros políticos norteamericanos de ese siglo vieron en Cuba un gran potencial económico y trataron de comprarle Cuba a España en más de una oportunidad.  Pero de esto a la proclamación de la que habla Fidel Castro hay un largo trecho, que él utiliza para deformar la historia ante quienes no la conocen.

Haciéndose el experto sobre el tema, Fidel falsamente afirma ahora que, estábamos condenados a no existir como nación por las ambiciones expansionistas de los Estados Unidos. Para tratar de demostrar su afirmación el dictador utiliza a José Martí, primero diciendo una verdad para luego insertar su mentira. Veamos.

En la irreflexión Fidel habla de:

“la gloriosa legión de patriotas que durante la segunda mitad del siglo XIX luchó contra el aborrecible coloniaje impuesto por España a lo largo de 300 años, José Martí fue quien con más claridad percibió tan dramático destino”.

Con este párrafo queda claro que la lucha de los cubanos no fue contra los Estados Unidos, sino contra España por la independencia.  Es al final de esta cita, cuando dice que fue José Martí quien vio con más claridad tan dramático destino. Es cuando Fidel distorsiona a José Martí y a la historia.

¿Cuál dramático destino es el que dice Fidel que vio José Martí?

Pues el destino de que los Estados Unidos se iban a apoderar de Cuba en aquellos tiempos.

Para demostrarlo, Fidel cita a Martí cuando el apóstol escribió que tenía el propósito de:

“… impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”

En la cita que acabamos de leer está todo muy claro.  Martí dice que la independencia de Cuba impediría a tiempo la expansión de los Estados Unidos por las Antillas.  Martí no expresa preocupación porque los Estados Unidos se apoderen de Cuba una vez que esta sea independiente.

La solución de José Martí para evitar que los Estados Unidos se extiendan en las Antillas es la independencia de Cuba, porque si Cuba gana su independencia,  ya como una nación soberana, los Estados Unidos no solo no pueden apoderarse de ella, sino que no podrán extenderse sobre las Antillas.

José Martí no niega las ambiciones expansionistas de los Estados Unidos. Lo admite, pero Martí reconoce que el freno a estas ambiciones es la independencia de Cuba.

Y lo dicho por José Martí tiene sentido.  En los Estados Unidos había intereses que querían que, Cuba como colonia de España, pasara de alguna forma a ser parte de los Estados Unidos.   También en los Estados Unidos había una contrapartida a estas ambiciones expansionistas.

La mayoría de los dueños de periódicos estadounidenses y una parte del pueblo estadounidense apoyaba la guerra de los mambises contra España y el derecho de Cuba a su independencia.

Muchos estadounidenses simpatizaban con la independencia de Cuba y no estaban a favor de escamotearles la soberanía a los cubanos.   Además no era fácil, para el país que había proclamado la Doctrina Monroe, invadir una república independiente y apoderarse de ella.

Para que el tema quede claro, repito la cita de José Martí que usa el propio dictador Castro en su escrito.  Esto dice Martí:

“… impedir a tiempo con la independencia de Cuba…”

Para evitar que los Estados Unidos:

“se extiendan por las Antillas …y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”

Mas visionario no puede haber sido José Martí.  Para él, mientras Cuba fuera una colonia española había ese peligro. España en esos momentos estaba en la quiebra económica y su imperio ultramarino se había desplomado.

Cincuenta años antes de que Martí se preocupara por la expansión de los Estados Unidos en las Antillas, la entonces Republica de Texas había sido anexada por los Estados Unidos en 1845. Y en 1803 los Estados Unidos le habían comprado a Francia los dos millones de kilómetros cuadrados que formaban el territorio de Luisiana.  También La Florida había sido negociada entre Estados Unidos y España en 1819 en el tratado Adams-Onis, por el que la Florida pasó a los Estados Unidos y se delimitó el territorio con lo que es hoy México, parte de lo que era conocido entonces como Nueva España.

El peligro que veía Martí es que, mientras Cuba fuera una colonia española, por una guerra o bien por una compra, nuestro país podía pasar a manos de los Estados Unidos y este país podía extenderse por las Antillas. Es significativo el peso que da Martí, en el contexto antillano y latinoamericano, a la independencia de Cuba como un freno al expansionismo de los Estados Unidos.

Así que: La fruta que no cayó, no cayó por la visión de José Martí y por el sacrificio de los mambises y del pueblo de Cuba.

Fue  tal la legitimidad ganada por los mambises y reclamada por el pueblo de Cuba que, a pesar de la Guerra Hispano-americana, en la que los Estados Unidos derrotaron a España, los Estados Unidos no pudieron quedarse con Cuba como lo hicieron con Puerto Rico  y con Filipinas.

Aunque los revolucionarios filipinos declararon la independencia en 1898 los Estados Unidos no la reconoció sino hasta el 4 de julio de 1946, en que entregaron la soberanía a los filipinos sin necesidad de una guerra.

En el caso de Cuba se alcanzó un grado importante de  independencia en 1902.  De ahí en adelante les tocó a los cubanos luchar para derogar la enmienda Platt (1934) y poco a poco alcanzar su soberanía.

Y todo esto mucho antes de que apareciera Fidel Castro en escena y mucho antes de que él traicionara la revolución cubana y convirtiera a Cuba en un apéndice del comunismo soviético, comprometiendo la soberanía alcanzada a la URSS en sus designios estratégicos y su pugna con los Estados Unidos.

En: La fruta que no cayó, Fidel Castro una vez más ha mentido. Ha citado a José Martí sin darse cuenta de que el propio Martí desmiente su argumento demagógico.

Comandante Huber Matos Benítez

Miami, 28 de enero de 2012

*John Quincy Adams: sexto presidente de los Estados Unidos (1825-1829). Secretario de Estado del presidente James Monroe (1817-1825). Diplomático, Senador y Congresista. Hijo de John Adams, uno de los “padres fundadores” de los Estados Unido y su segundo presidente.

Última actualización el Jueves, 02 de Febrero de 2012 19:36
 
El Partido se queda PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 01 de Febrero de 2012 17:13

Por HUBER MATOS ARALUCE.-

Los resultados de la reunión del Partido Comunista en Cuba no deberían decepcionar a los demócratas cubanos.  Por el contrario, para nuestro beneficio los campos han quedado claramente definidos.

Los miembros de la nomenclatura que albergaban alguna esperanza en que la gerontocracia iniciaría una apertura política deben haberse convencido de que este no será el caso.  Raúl y su grupo tienen toda la intención de controlar el poder hasta que mueran y luego heredarlo a sus familiares e incondicionales.  

El pueblo también lo habrá entendido, el partido se queda con el poder y no piensa  compartirlo ni discutirlo con nadie.  La comunidad y la prensa internacional, que han estado queriendo ver una transición donde no la hay, tienen ahora menos base para seguir presagiando la próxima novedad política en Cuba.  

Ni el actual presidente en Washington, ni el que triunfe en las próximas elecciones, podrá alegar que los turistas, como embajadores de la libertad, van a lograr la democratización de Cuba; ni tampoco los pequeños empresarios financiados desde el exterior.  Si levantan el embargo los dólares van primero a reforzar el aparato de seguridad para que el partido siga mandando por la eternidad.  Exactamente como en China.

El país que proponga mejorar las relaciones con el gobierno de Cuba está bien alertado de que, haga lo que haga, en la isla no habrá multipartidismo, sino una dictadura.  Los empresarios que quieran invertir en Cuba también saben lo que hacen, se convierten en socios directos o indirectos del régimen, y con ello de todas sus tropelías.  Sean cubanos o extranjeros.  Aunque digan públicamente que tienen las mejores intenciones.  

Esto lo sabia el pueblo cubano mejor que nadie; por esa razón no le prestó ninguna atención a la reunión del partido. Quien se haya sorprendido, debe analizar por qué razón albergó esperanzas.  

La gerontocracia castrista ha tomado una decisión muy parecida a la que tomó Deng Xiaoping en China en los años ochenta: el comunismo es un fracaso, es cierto, pero no se puede admitir públicamente porque nosotros, el Partido Comunista, nos quedaremos con el poder.  

En China decidieron que en lugar del comunismo iban a cohesionar a sus miembros y al pueblo con la temática del nacionalismo.  De ahí la reflexión del dictador Castro: La fruta que no cayó y los recientes comentarios anti yanquis de Raúl Castro.  

Xiaoping decidió que ante el fracaso económico se invitaría a los capitalistas a reconstruir la economía; así se neutralizaría el descontento del pueblo y la gente eventualmente aplaudirá la sabiduría del partido.  Empezaron a desmantelar todas las barbaridades de Mao evitando criticarlo, como en Cuba están haciendo con las de Fidel Castro.  Así lo han hecho desde entonces en China y así pretenden hacerlo en  Cuba también.

Continuará…

Última actualización el Miércoles, 01 de Febrero de 2012 17:17
 
El Gran Enterrador PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 31 de Enero de 2012 15:23

Por Carlos Alberto Montaner.-

Otra reunión de la cúpula del Partido Comunista Cubano. ¿Qué hace Raúl Castro a más de seis años de ocupar el poder? Digamos que el general es una especie de Gorbachov tropical cruzado con Stalin. Cambios sí, pero económicos, menores, a culatazos, y sin vestigios de libertades políticas.

Raúl, cautelosamente, trata de reformar el sistema. La sociedad produce muy poco y muy mal. La revolución lleva más de medio siglo racionando los alimentos en cantidades decrecientes y el salario promedio de los trabajadores es de unos doce dólares mensuales. La mitad de las edificaciones está a punto del colapso. Faltan un millón y medio de viviendas para una población de apenas once millones de habitantes. La corrupción es enorme y el deseo de los jóvenes no es crear una microempresa, sino largarse de un país en el que el transporte es una pesadilla, las oportunidades laborales un chiste e internet una quimera.

No todos, claro. Dentro de esa miseria, acaso un 1 por ciento –algo más de cien mil personas—vive relativamente bien. Son los «nomenklaturosos». Comen y se visten sin dificultades, viajan al extranjero, disponen de autos con gasolina abundante, se curan en unos pocos hospitales razonablemente dotados, compran en tiendas dolarizadas y forman parte de lo que allá llaman la «nomenklatura». Suelen estar vinculados a la policía política, al ejército, a los altos cargos administrativos y a las empresas extranjeras.

El pueblo de a pie los odia y envidia. Es lo que suele suceder cuando se vive en sociedades sin esperanzas de mejorar la calidad de vida. No importa lo que la persona estudie, valga o se esfuerce. No hay ladera que escalar ni incentivos por hacer bien las cosas. Un buen cirujano o un ingeniero notable y laborioso saben que nunca podrán tener una casa con piscina, yate y gimnasio, como la del general Ramiro Valdés en la Playa de Santa Fe en las afueras de La Habana.

Tres generaciones consecutivas de cubanos han aprendido esa terrible lección: la única manera de tener una existencia materialmente agradable es pertenecer al cogollo de los que mandan y disfrutan, pero ese espacio es muy pequeño y generalmente inaccesible. No hay competencia ni existe meritocracia para alcanzar la cima. Lo que se premia es la lealtad política al jefe. Las únicas recompensas importantes se obtienen cantando en el coro de los aduladores.

¿En qué consisten las cacareadas reformas? El objetivo es revertir medio siglo de galopante improductividad provocada por el colectivismo y por las locuras del Comandante. ¿Cómo? Descentralizando los mecanismos de toma de decisiones y creando un tejido microempresarial privado que absorba la cuantiosa mano de obra excedente de la que Raúl Castro quiere liberar al Estado: más o menos el 25 por ciento de las personas en edad de trabajar.

Y aquí vienen las contradicciones: todo esto, naturalmente, sin renunciar al partido único, a la planificación centralizada y al control de precios, porque la existencia de propiedad privada no se percibe como un derecho moralmente justificable que forma parte de un modo más racional y eficiente de organizar a la sociedad, sino como un mal necesario para salvar al sistema de los males que él mismo genera.

Para colmo de males, Raúl no tiene demasiada suerte. Heredó la presidencia de un régimen decrépito cuya consigna era «socialismo o muerte», y su primera medida fue matar al socialismo que sustentaba ideológicamente a la dictadura. Acabó con la cháchara marxista-leninista y se acogió a la jerigonza del pragmatismo autoritario de los palos y las zanahorias. Lo único importante es el poder y la supervivencia de la clase dominante.

Mientras tanto, Fidel agoniza lentamente, fuera de combate, a la espera de que lo sepulten. Por ahora, es un zombi que da tumbos frente a los visitantes que acuden, maravillados, a ver el último acto de la vieja atracción caribeña. Pero, de todas esas muertes, ninguna será más devastadora que la de Hugo Chávez, el loquito de los petrodólares. Cuando se muera —pronto, según ABC— se secará la interesada compasión venezolana y en Cuba, súbitamente, se reducirá el consumo un 50 por ciento, como cuando desaparecieron la URSS y sus subsidios. Será la de Dios es Cristo. Raúl lo sabe y lo teme.

Tomado de ABC MADRIS, ESPAÑA

 
Flores de madera PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 31 de Enero de 2012 15:18

Por YOANI SÁNCHEZ.-

La celda de castigo es estrecha, tiene un metro y medio de ancho por dos de largo, hace frío y ni siquiera hay una manta para cubrirse. Por el hueco que sirve como excusado, a ras de suelo, sale de vez en cuando una rata y mira con curiosidad al hombre que yace acurrucado. Afuera se escuchan gritos, ruidos metálicos y el barullo general de la prisión de Aguadores, una de las más temidas del oriente cubano. Esta escena, común en nuestro sistema penitenciario, volvió a repetirse a principios de enero y tuvo como protagonista a un joven de 31 años. Se llamaba Wilman Villar Mendoza y fue detenido el 14 de noviembre de 2011 mientras participaba en una protesta antigubernamental por las calles de Contramaestre, su pueblo natal. En imágenes difundidas con posterioridad a su fallecimiento, se le ve a la cabeza de un grupo portando la bandera cubana, mientras los atónitos transeúntes no saben si sumarse o reprimir a los manifestantes. Probablemente los recuerdos de aquella marcha pasaron una y otra vez por su cabeza mientras temblaba entre las húmedas paredes del calabozo, pero eso nunca podremos confirmarlo. Porque de aquel lugar solo salió -ya moribundo- en dirección al hospital y finalmente hacia una tumba en el cementerio.

A Wilman Villar lo mató usar su cuerpo como plaza pública de la indignación en Cuba

La práctica de hacer pasar por criminales a los activistas no es nueva

Villar Mendoza, el preso que recién falleció a consecuencia de una huelga de hambre, se ganaba la vida haciendo trabajos de carpintería y albañilería. Su especialidad eran esas espigadas y hermosas flores de madera que los turistas compran para llevarse como recuerdo de esta isla. Un tallo y seis pétalos tallados con la paciencia de quien sabe que el tiempo en Cuba no vale mucho, que los minutos no lo harán ni más próspero ni más feliz. Le daba forma a un trozo de cedro, por horas y horas, rumiando así parte de esa frustración que entre los jóvenes de provincia es siempre mayor. En septiembre de 2011 esa misma inconformidad social lo llevaría a formar parte del grupo opositor Unión Patriótica de Cuba. Para la propaganda oficial se trataba de un delincuente común que incluso había golpeado "brutalmente" a su esposa en julio del año pasado. Pero demasiados testimonios -incluyendo el de su propia mujer- apuntan a que tales insultos solo tratan de matar su imagen una vez fallecido su cuerpo.

En Cuba -al decir de un amigo- "nadie sabe el pasado que le aguarda", pues los antecedentes penales de los ciudadanos están determinados también por su comportamiento político. Al no existir una separación de poderes que independice el aparato judicial de la rama partidista, los considerandos de corte ideológico influyen en el prontuario criminal de cada cual. Se ha sabido de generales que han dispa

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rado contra sus amantes, ministros sorprendidos en desfalcos millonarios e hijos de papá enrolados en diversos delitos, que jamás han sido llevados ante un tribunal. Pero cuando se trata de un opositor, basta que haya comprado una bolsa de leche en el mercado negro, peleado con su mujer o aparcado mal el auto para ser tenido como culpable. El Código Penal no incluye ninguna figura por "delito político", de manera que los incómodos son juzgados siempre por terceras causas. Justamente eso le ocurrió a Wilman Villar Mendoza, quien se resistió a un arresto policial el 7 de julio de 2011 después de un incidente doméstico. "Casualmente" solo sería procesado por esta causa cuatro meses después, cuando participó en una protesta contra el Gobierno. Al apresarlo, un oficial le gritó frente a varios testigos: "ahora sí te vamos a desaparecer", y así lo hicieron.

La práctica de hacer pasar por criminales a los activistas no es nada novedosa. En febrero de 2010, cuando Orlando Zapata Tamayo murió después de 85 días sin probar alimentos, el propio Raúl Castro afirmó públicamente que se trataba de un delincuente común. Olvidaba entonces que siete años antes, en el libro Los disidentes, hecho por periodistas oficialistas para justificar los encarcelamientos de la primavera negra, aparecía referido Zapata Tamayo con foto, nombre y dos apellidos. Juguetear con la historia y reacomodarla tiende a crear esas contradicciones... puesto que ningún Gobierno ha podido predecir nunca "el futuro que le aguarda".

Afortunadamente un prontuario delictivo no puede explicar todas las actitudes que un hombre llega a asumir en su vida. Presentar a Villar Mendoza solo como un marido colérico que golpeaba a su esposa no aclara entonces por qué se dejó morir sin probar alimentos. Acusarlo de preso común pretende reforzar esa idea tan maniquea de que en Cuba no hay personas decentes, patriotas y respetuosas de las leyes que además estén en contra del Gobierno. De ahí la catarata de insultos que ha llovido sobre la memoria del fallecido y el interés oficial de hacer pasar su activismo cívico como una forma de "limpiar" algún historial delictivo. Un reciente editorial del periódico Granma llega a asegurar que tampoco existió la huelga de hambre. No explica, sin embargo, cómo alguien de 31 años se deterioró tan rápidamente en dos meses de encierro hasta el punto de morir en un hospital por "fallo multiorgánico". Existe además el testimonio de familiares y amigos que visitaron a Villar Mendoza en la cárcel para convencerlo de que volviera comer, pero sin lograr que él dejara de repetir "¡Libertad o muerte!" Como desmentido a la versión oficial, aparecen también los innumerables reportes del ayuno que desde mediados de diciembre aparecieron en medios noticiosos del exilio y en las cuentas de Twitter de activistas locales. Internet muestra lo que la prensa cubana esconde.

Según la declaración de Maritza Pelegrino, su esposo dejó de alimentarse el propio 24 de noviembre cuando fue condenado a cuatro años de privación de libertad. Interrumpió la huelga el 23 de diciembre porque sus carceleros le hicieron creer que estaría en la lista de los presos indultados por el general Raúl Castro. Pero regresó a la inanición seis días después, al comprobar que todas aquellas promesas eran simples mentiras, sucios ardides. Amarrado y desnudo lo pusieron entonces en la celda de castigo donde contrajo la neumonía que lo mataría. Llegó al hospital el 13 de enero y los doctores advirtieron a la familia que solo un milagro podría salvarlo. Menos de una semana después ya no respiraba.

A Wilman Villar lo mató la tardía intervención médica y la negligencia de quienes debieron velar por él en la prisión. Acabó con su vida un sistema que ha cortado todos los caminos pacíficos, cívicos y electorales para que los ciudadanos influyan en el derrotero nacional. Lo convirtió en cadáver un aparato judicial plagado de irregularidades y de preferencias de corte ideológico, donde un opositor político es tenido por culpable de cualquier delito con pocas posibilidades de probar lo contrario. No fue solo la falta de comida o de agua la que provocó el triste desenlace del 19 de enero pasado, sino el tener que usar el cuerpo como plaza pública de indignación, en una isla donde protestar está prohibido.

Al morir, Wilman Villar Mendoza tenía dos hijas, de cinco y siete años. Su madre todavía no sabe cómo explicarles lo ocurrido.

Tomado de EL PAÍS, MADRID, ESPAÑA

Yoani Sánchez es periodista cubana y autora del blog Generación Y. © Yoani Sánchez / bgagency-Milán.

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