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Artigos: Cuba
SE ABRE EL ESPECTRO POLÍTICO CUBANO: COMUNISTAS, LIBERALES Y CONSERVADORES PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 02 de Julio de 2010 11:55

Por JORGE HENÁNDEZ FONSECA

 

 

En política, como en casi toda actividad importante, lo principal es lo que no se ve, lo que no se dice, lo que se oculta al “gran público”. A veces se hacen “comunicados oficiales”, redactados por especialistas en embustes, de texto jeroglífico, lenguaje rebuscado (pretendidamente culto) pero que no dicen nada, como corresponde a la información que merecen ‘las masas’.

¿A que fue el Cardenal Ortega a Estados Unidos, viajando con un “perfil bajo”? --como se dice en argot diplomático-- que para los simples mortales sería “clandestino”; así los ‘no iniciados’ se “quedan fuera”, porque nadie tiene que saber de las interioridades de tan alta figura.

Sin embargo, ese misterio crea el impulso que me lleva a escribir y hacer conjeturas. El Cardenal, envuelto en la isla en una negociación con la dictadura, se dice fue a EUA para “apoyar los viajes de norteamericanos a Cuba”, tema de una carta de buena parte de la oposición política del interior de la isla.

El Cardenal Ortega es la máxima figura de la jerarquía Católica Cubana y encabeza como se ha dicho una negociación de alto nivel con Raúl Castro. Parece lógico que el objetivo de Ortega al decidir personalmente viajar a EUA --en las actuales circunstancias-- sea a algo relacionado a las conversaciones con la dictadura, en la que los viajes desde EUA aparentemente no ocupan la agenda principal, aunque es muy probable que esté asociado con dichas conversaciones.

En este sentido, la llamada “Carta de los 74” parece ser la ‘cartada’ estratégica de los sectores opositores que en Cuba apoyan las conversaciones con la dictadura para resolver “el problema cubano”. Parece excesivo --después de la mencionada Carta-- que otra personalidad, como el Cardenal, viaje a reiterar una posición conocida. Adicionalmente, el Cardenal Ortega se reunió con Arturo Valenzuela, Secretario de Estado Norteamericano para los asuntos de América Latina, representante del ejecutivo y no del Legislativo, que es donde se discuten los viajes a Cuba.

Sobre esta base, hay dos posibilidades adicionales sobre la mesa (más bien bajo la mesa): una, tantear la posibilidad de que EUA otorgue el perdón presidencial a los 5 espías cubanos condenados en EUA, para un probable canje de presos cubanos por los espías; dos, propuestas relativas a la posibilidad de levantar del embargo, seguida de cambios en el área económica de la isla y el respeto a los Derechos Humanos. Una tercera posibilidad adicional es, lograr avances en los dos temas antes expuestos, como un primer paso de negociaciones políticas Cuba-EUA.

Las condiciones actuales están maduras para conversaciones directas entre  EUA y Cuba, porque es interés manifiesto del gobierno de Obama, e interés del gobierno de Raúl, a partir de la situación de calamidad en la isla. La iniciativa de Raúl de reunirse con el Cardenal Ortega tuvo a su vez objetivos que sobrepasan el interés único de apaciguar a las Damas de Blanco, o liberar unilateralmente presos políticos cubanos, en prisión precisamente para reunir la proporción de cinco a uno, entre los presos políticos en la isla y los espías condenados en EUA.

De manera qué, muy probablemente, Ortega está haciendo la mediación para el inicio de conversaciones políticas entre Cuba y EUA, lo cual sí ameritaría un desplazamiento personal del Cardenal a Norteamérica. La liberación de viajes de norteamericanos a Cuba y la posición favorable adoptada por un numeroso grupo de opositores cubanos, sirve de apoyo a la misión del Cardenal en su viaje, en sentido de señalar a EUA de la existencia en la isla de núcleos opositores importantes, que ven con buenos ojos el acercamiento entre ambos países.

Es importante acotar a continuación --desde mi personal punto de vista-- y del análisis político de lo que está sucediendo, que no hay ‘traiciones’, o problemas de tipo ético contra la oposición política cubana, en esta posición del Cardenal Ortega. Lo que está sucediendo claramente en el panorama político opositor de Cuba, es el deslinde de dos campos opositores nítidamente diferenciados: Uno, la oposición política cubana de dentro y fuera del país que privilegia una solución negociada con la dictadura castrista y que persigue una solución del “problema cubano” por etapas, a medio y/o largo plazo. Dos, la oposición política cubana de dentro y fuera del país, que se resiste a una negociación con la dictadura porque estima que ello implicaría aceptar un proceso de sucesión del mando dictatorial castrista de Fidel hacia Raúl.

He ahí el impase actual. Por un lado, un grupo de opositores que sitúan sus esperanzas en los viajes de norteamericanos a la isla, el levantamiento del embargo y las conversaciones con la dictadura, como pasos en sentido de la futura democratización de la isla, efectuado por partes; primero jerarquizar la efectivación de las demandas castristas a EUA, en paralelo con la libertad de los presos políticos cubanos, como forma de tener un crédito en las negociaciones para pedir apertura económica y algún acceso político. Este grupo cuenta con la Iglesia Católica y está conformado por los firmantes de la “Carta de los 74” , entre otros.

Un segundo grupo de opositores, encabezados por los casi 400 opositores internos firmantes de la otra Carta al Congreso de EUA para que no aprueben la liberación de viajes, además de los expresos políticos cubanos dentro y fuera del país y otros opositores, sobre todo en el exilio.

La muerte del mártir Orlando Zapata, la posterior rebeldía de las Damas de Blanco en paseatas pacíficas (pero sucesivas), la entrada en huelga de hambre de Guillermo Fariñas y otros disidentes cubanos y la “Carta de los 74” , han dado lugar a este nuevo panorama político, consistente en dos grupos opositores bien diferenciados. En este nuevo escenario el castrismo, de alguna manera ha pasado a reconocer parcialmente a uno de los dos nuevos núcleos opositores surgidos, ya que de cierta forma, ellos apoyan parte de sus demandas ante EUA.

El contexto internacional por su parte, tanto al interior de EUA como en España (representando a la UE ) favorece a uno de los dos grupos opositores; aquel que ve el camino de la negociación como vía de democratización. Ellos estiman que tanto EUA como España presionarán a la dictadura, después de concederle algunas demandas parciales sobre el embargo, para que libere los presos políticos cubanos, ejecute la apertura económica y mejore su acción en Derechos Humanos. La apertura política no aparece en la agenda, por el momento.

No obstante, y como entre los participantes del núcleo que privilegia la negociación con la dictadura hay una mezcla de periodistas independientes, blogueros, economistas y defensores de los Derechos Humanos, parece probable que en algún momento de la negociación con Raúl se toquen estos temas. ¿Hasta donde está dispuesta la dictadura a permitir blogs e Internet en Cuba?; esto no está muy claro, así como tampoco lo está el concepto que la dictadura tiene de Derechos Humanos, pero que formarán parte de la negociación en curso, sin dudas.

Como los dos grupos opositores creados poseen intereses disímiles, podríamos encuadrarlos en las tendencias políticas tradicionales. De esa manera, los que escogieron la negociación han tomado el camino más seguro, tranquilo y cauteloso, por eso pudieran denominarse “Conservadores”. De igual manera, aquellos que han escogido continuar el camino de la confrontación, son más rebeldes y arrojados, por lo que pudieran denominarse “Liberales”. Los miembros y simpatizantes del partido de Fidel y Raúl Castro, se auto catalogan “comunistas”.

Adicionalmente, ¿es el grupo asociado a la Iglesia Católica en las negociaciones y que además hace peticiones a EUA, de “derecha”? ¿El hecho de que casi siempre la Iglesia y EUA hayan estado en el campo “derechista”, es suficiente como para tildarlos como de “derecha”? Y lo contrario, ¿el grupo que se opone a las negociaciones con la dictadura, pretendiendo hacer otra “revolución”, es de “izquierdas”?. ¿El simple hecho que se quiera “cambiarlo todo” revolucionando el espectro político cubano y queriendo hacer otra “revolución” (ideal permanente de la izquierda) podría catalogar al grupo que se opone a negociar, de izquierdas?

Buenas preguntas, sobre todo en momentos que la izquierda mundial ya no reconoce más legitimidad a la dictadura castrista, dentro de lo que han llamado “izquierda democrática”. De ahí, que en el cambiante panorama político cubano debamos preguntarnos ahora: ¿Los derechistas tradicionales del panorama político cubano, han devenido en izquierdistas? Y ¿los izquierdistas tradicionales del panorama político cubano, han devenido en derechistas?

1 de Julio de 2010

 

Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Viernes, 02 de Julio de 2010 11:58
 
Entre comunistas y católicos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 27 de Junio de 2010 17:03

Por RAFEL ROJAS

Las conversaciones entre el cardenal Jaime Ortega Alamino y el general Raúl Castro propiciaron algunos ademanes -desfiles de las Damas de Blanco sin "actos de repudio", traslado de 12 presos políticos a centros de detención en sus lugares de origen, licencia extrapenal de Ariel Sigler Amaya, pronunciamientos de personalidades de la cultura insular a favor de la liberación de opositores, juicio a Darsi Ferrer y fin de condena en arresto domiciliario- que no por insuficientes y tardíos dejan de ser promisorios.

Varios medios han asegurado que es la primera vez que el Gobierno cubano reconoce como mediador a un actor nacional, pero lo cierto es que ese tipo de conversaciones entre las jerarquías de la Iglesia católica y el Partido Comunista tienen lugar, por lo menos, desde los años setenta y casi siempre han contemplado el tema del presidio político.

En su negociación con la Iglesia el Gobierno cubano ha liberado presos políticos como moneda de cambio

La Iglesia católica sale reforzada y consolida su posición mediadora

En octubre de 1978 se produjo el llamado "primer diálogo" entre un sector del exilio y el Gobierno de Fidel Castro, que logró, además del inicio de los viajes de emigrantes a la isla, la liberación de 3.600 presos de conciencia, casi todos, arrestados 17 años atrás. Dos líderes del exilio involucrados en aquel proceso, la académica católica María Cristina Herrera y el banquero judío Bernardo Benes, han narrado el papel de la Iglesia en aquella negociación. Aquel entendimiento tuvo a su favor la distensión diplomática del presidente Jimmy Carter, su énfasis en los derechos humanos, pero también las aproximaciones entre católicos y comunistas cubanos y latinoamericanos, generadas por el auge de la Teología de la Liberación.

Durante 30 años las relaciones entre Iglesia y partido, agenciadas por la Oficina de Asuntos Religiosos de este último, han sido fluidas y a la vez tensas. En más de una ocasión, la jerarquía católica ha demandado mayores espacios de comunicación para realizar su labor pastoral y ha cuestionado diversas políticas oficiales: desde las que fomentan la intolerancia y el autoritarismo hasta las que favorecen la diversidad sexual y el derecho al aborto. No pocas veces el Gobierno cubano ha limitado el liderazgo cívico de la Iglesia, a pesar de su disposición a reconocerla como la principal institución de la sociedad civil cubana, como se constató en los años previos y posteriores a la visita del papa Juan Pablo II, en 1998.

Dicho esto, habría que reconocer los beneficios del diálogo católico para la democratización de Cuba, sin ocultar sus límites. Existe en ambas jerarquías, la comunista y la católica, una dañina tendencia a presentar ese diálogo como "nacional" o como si en el mismo estuvieran representadas todas las voces de la sociedad cubana. Se trata, como le gusta decir a Fernando Savater, de una aplicación de la figura retóricade la sinécdoque al proceso de representación política, por la cual una parte se arroga el derecho a hablar por el todo. Las exclusiones de ese diálogo son evidentes, como puede comprobarse, por ejemplo, en las más importantes publicaciones de ambas instituciones: opositores o críticos liberales, democristianos o socialdemócratas son estigmatizados o silenciados en las mismas.

El reconocimiento de la Iglesia católica como institución básica de la sociedad civil tiene sentido toda vez que la misma cuenta con una feligresía o una identificación confesional -por muy flexible que sea- de más de la mitad demográfica cubana, dentro y fuera de la isla. Dicho reconocimiento hace visible, al menos, un pedazo de la pluralidad ideológica de Cuba, ya que doctrinalmente el catolicismo, lo mismo en Roma que en La Habana o Miami, no puede suscribir la ideología marxista-leninista ni el orden institucional del socialismo cubano. La Iglesia no se opone públicamente a dicha ideología ni a dicho sistema, y los da por legítimos, pero tampoco oculta su discrepancia filosófica o moral con los mismos.

Sin embargo, ese reconocimiento también implica el ocultamiento o la marginación de otras iglesias, instituciones o asociaciones de tipo religioso, racial o cultural, que también forman parte de esa sociedad civil. No pocas veces el discurso oficial presenta a la Iglesia católica como frontera del pluralismo, es decir, como si esa institución fuera la única alternativa tolerable -por ser "verdaderamente representativa"-, con lo cual se justifica la intolerancia, ya no de otras instituciones o asociaciones de la sociedad civil, sino de las organizaciones opositoras de la sociedad política. Salvando distancias, ese arreglo tiende a reproducir, con la hegemonía de la Iglesia católica en la sociedad civil, la hegemonía del Partido Comunista en la sociedad política.

No podría valorarse el diálogo reciente entre Iglesia y partido en Cuba sin medir sus alcances reales. Esta vez, a diferencia de otras negociaciones en el pasado reciente, la Iglesia no ha pedido mejores condiciones para su labor pastoral, sino liberaciones de presos políticos. Se trata, pues, de una demanda de amnistía que no puede satisfacerse con un editorial de Granma, la bienvenida al canciller Mamberti o el debate académico de la Semana Católica. No queda más remedio que concluir que el compromiso del Gobierno con la mediación de la Iglesia ha sido, hasta ahora, ambivalente: solo 12 presos fueron trasladados, no liberados, y la misma semana que se produjeron los primeros traslados la policía detuvo a 38 opositores, durante más de 48 horas, para impedir que se reunieran en casa del líder liberal Héctor Palacios.

Hay, por lo visto, una diferencia entre la coyuntura actual y la de hace 30 años, cuando el Gobierno concedió la mayor liberación de presos políticos del último medio siglo. Entonces La Habana negociaba desde la estabilidad y la consolidación nacional e internacional; ahora debe negociar desde la incertidumbre y el cuestionamiento doméstico y foráneo. Lo peor de un sistema totalitario que negocia o aparenta negociar en su decadencia no es tanto la irrealidad de lo que pide como la precariedad de lo que ofrece a cambio de permanecer inmutable. El deterioro de los derechos políticos en Cuba es tal que ni la más generosa amnistía lo resuelve.

En toda negociación no solo se sopesan costos y beneficios de lo que se demanda y lo que se concede: también se intercambian símbolos y efectos colaterales. Es evidente que el Gobierno cubano decidió alentar la revocación de la Posición Común de la Unión Europea por medio de la buena voluntad de Roma y Madrid. Aunque haya ofrecido poco y con un perverso manejo de los tiempos -dos días antes de la reunión de los cancilleres en Luxemburgo se produjeron los últimos traslados-, la Iglesia sale reforzada, ya que consolida su posición mediadora ante los familiares de los presos, la oposición, el exilio y buena parte de la ciudadanía insular y la comunidad internacional.

En su negociación con la Iglesia, el Gobierno demostró que entiende a los presos políticos como moneda de cambio. Los traslados y la suspensión de actos de repudio contra las Damas de Blanco fueron apenas un tanteo de la posibilidad de flexibilización de la política europea hacia la isla, alentada por Madrid y Roma. Además de esperar hasta el último minuto, los líderes cubanos no han resistido la tentación de enviar mensajes contradictorios: cancelaron el viaje a la isla del relator de la ONU contra la tortura, Manfred Nowak, y liberaron a Sigler, condenaron a Ferrer y lo enviaron a su casa.

Las negociaciones con una dictadura, podría pensarse, son así. Pero no deja de ser trágico que una de las piezas de ese intercambio sea la libertad de 200 opositores pacíficos, injustamente encarcelados por delitos de asociación y conciencia.

Rafael Rojas es historiador cubano y exiliado en México. Ha ganado el primer Premio de Ensayo Isabel Polanco con Repúblicas de aire.

Última actualización el Domingo, 27 de Junio de 2010 17:11
 
Cómo intenta sobrevivir el castrismo III PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Lunes, 28 de Junio de 2010 10:56

Por HUBER MATOS ARALUCE

¿Es tan loco Hugo Chavez?

La opinión generalizada entre mucha gente es que Hugo Chávez es un gobernante desastroso y que Venezuela está sumida en un caos por su mal gobierno.   Mientras más anti-chavista es la persona, su opinión de Chávez se radicaliza: es un estúpido, un vulgar y un loco que no sabe lo que hace.

Sin embargo Hugo Chávez lleva diez años controlando a Venezuela y cada vez acapara más poder.  Una forma de explicar este fenómeno es responsabilizar a la oposición por estar dividida. Alguien tiene que tener la culpa de que el “loco” siga gobernando.  Es un argumento cómodo.  Cuando los problemas son complejos las simplificaciones están siempre a la mano.

Todavía más incompresible, en especial para los cubanos, es que Hugo Chávez se autoproclama “hijo” de Fidel Castro y su heredero político.  Para nosotros Venezuela sigue el modelo que ha llevado a Cuba a la ruina.  Como allí todavía existe una oposición,  la situación económica es un desastre y la criminalidad incontrolable,  tenemos la tendencia a creer que los días de Chávez están contados.

Es que estamos viendo la parte de la realidad que nos conviene, creemos además, que con la caída de los precios del petróleo, Chávez casi no puede mantener la subvención que sostiene a la tiranía castrista en el poder. Siempre nos ilusiona el rumor de que entre Chávez y Raúl Castro no hay química.  Como si la relación entre ambos gobernantes fuera una cuestión de simpatías.

¿Una locura con un propósito?

No niego que Hugo Chávez sea un megalómano, es decir un fantasioso, presumido, jactancioso, vanidoso y maniático personaje. Chávez ha logrado mantenerse en el poder a pesar - o con la ayuda - de su megalomanía.  Me inclino a pensar que gracias a ésta.  ¿Por qué?

Desde el principio Chávez ha sido aconsejado por Fidel Castro.  Sigue visitando Cuba con mucha frecuencia.  Fidel le debe haber advertido que en Venezuela tenía que desarticular a los sindicatos opositores, como él lo hizo  en Cuba.  También que tenía que depurar las Fuerzas Armadas de los oficiales que no le fueran incondicionales y, neutralizar el poder de la burguesía rompiéndoles su columna vertebral hasta llevarlos a la quiebra sino lo obedecían.

Además tenía que concentrar en él mismo, los poderes tradicionales de una estructura democrática.  Chávez es el presidente, el legislador y el juez.   Todo lo anterior es fundamental para un ególatra, pero falta un requisito adicional que Chávez ha alcanzado gracias a su “locura”.

Cuando Chávez habla no lo hace para el porcentaje de venezolanos que prefiere una democracia, sino para los que necesitan seguir ciegamente a un predestinado o aprovecharse de él.  Chávez lo ha logrado con sus payasadas y desfachatez.  Sencillamente lo aman.

Ninguna tiranía populista puede gobernar si no tiene un sector de la población fanatizado.  Hugo Chávez tiene en Venezuela suficientes venezolanos dispuestos a tirarse a la calle, y con el amparo de las Fuerzas Armadas, aplastar a la oposición democrática cuando ésta intente tomarlas.

Para gobernar en una dictadura no hace falta la mayoría, sino la represión, el espionaje, la vigilancia, las armas y el populacho listo para romper cabezas a quien desafié al sistema.

La receta no la inventó Fidel Castro. Había que ser un “loco” como Hitler o Mussolini, un demagogo como Castro o un payaso como Hugo Chávez para ponerla en práctica.  Chávez es un “celebrity” para el porcentaje y el tipo de venezolanos que él necesita.

El castrismo le ha brindado a Chávez los consejos y la experiencia represiva y subversiva. Ha puesto a su disposición a miles de cubanos con las más variadas experiencias a su servicio, desde médicos y entrenadores de deportes hasta militares y policías políticos.

El hecho es que la tiranía castrista hoy controla –directa o indirectamente- al país con las reservas energéticas más grandes del continente y una de las más grandes del mundo.  Con la ayuda de la dictadura castrista -que se hace la tonta mirando para otro lado- Chávez está a unos meses de consolidarse en el poder.  Si lo logran, el escenario será muy diferente al actual.  Tal vez por eso Raúl Castro está en Cuba disfrazado con piel de oveja y asistiendo a misa.

Continuará

Última actualización el Domingo, 04 de Julio de 2010 19:44
 
Presos políticos y paisajes fijos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 27 de Junio de 2010 16:51

Por RAUL RIVERO

Una mañana de diciembre del 2003 le pregunté a Ariel Sigler Amaya qué había sentido cuando lo amenazaron con darle un tiro en la cabeza. ``Sentí sueño'', me respondió. ``Se me aliviaron los dolores que tenía por una golpiza que me dieron y pensé que me iba del aire sin volver a ver mi madre y sin conocer la libertad''.

Madrid -- Después, para rebajar el tono dramático de la conversación y cerrarla, dijo, como si estuviera completamente solo: ``También pensé que más nunca iba a ver a mis hermanos, ni un programa de boxeo, ni los paisajes de Matanzas. Me acordé de todo lo que me gusta, pero de todo, compadre, de todo''.

Cuando tuvimos ese diálogo, Ariel no sabía --nadie sabía-- que él iba a tener que permanecer siete años bajo otras amenazas, con otra categoría de revólveres que le apuntaban, antes de poder salir a despedirse de su madre Gloria Amaya y antes de pasar, enfermo y paralítico, a una precaria variante de libertad. A un limbo en el que debe esperar que le den (o no) un permiso de salida para viajar a Estados Unidos a tratar de recobrar su salud.

Ariel Sigler, en su casa de Pedro Betancourt, en su silla de ruedas, con más voluntad que fuerzas físicas, sigue bajo el control del poder y amenazado, como siguen en sus celdas y en peligro Víctor Rolando Arroyo, Próspero Gainza, Ricardo González Alfonso, Pedro Argüelles Morán, Blas Giraldo Reyes, Normando Hernández, Horacio Piña, Luis Milán y otros presos, hasta llegar a 52, del grupo de la llamada Primavera Negra.

Es decir, que el dibujo de la vida de los prisioneros cubanos es, esencialmente, el mismo. Con sus trazos negros y unos triviales tonos grises, con los que han tratado de recomponer una imagen y dar la apariencia de cambios en una estampa paralizada por la arbitrariedad y la prepotencia.

El plano general está suspendido en el aire del mes de marzo. Allí, con las Damas de Blanco en las calles, la huelga de hambre hasta la muerte de Orlando Zapata y la decisión de Guillermo Fariñas de sacrificarse por los 26 presos más enfermos dentro de las cárceles.

En esos tres puntos claves, en la solidaridad del exilio y el apoyo de la oposición interna, ha estado y está la fuerza real. Son esos elementos los que han llamado la atención de los medios de prensa, de los organismos de defensa de derechos humanos y de sectores de ciudadanos del mundo entero.

o demás son aspavientos y juegos políticos inscritos en agendas particulares y movidos por intereses ajenos y lejanos.

Se anuncian liberaciones de prisioneros, se habla de manejos internos y conversaciones secretas, se afirma que Dios ha respondido las llamadas. Ojalá. Pero las Damas de Blanco anunciaron que seguirán trabajando para liberar a sus familiares y nadie, ni la propaganda y las infamias, puede sacar de Cuba la memoria de Zapata.

En los calabozos no hay espacio para cabildeos y patrañas. Los presos luchan por sobrevivir y por ser libres. La libertad incondicional de esos hombres inocentes es lo único que puede iniciar el cambio del paisaje, el espíritu y el porvenir de la sociedad cubana.



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Última actualización el Domingo, 27 de Junio de 2010 16:52
 
LOS CUBANOS EN NUESTRO LABERINTO PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 25 de Junio de 2010 19:56

Por JORGE HERNÁNDEZ FONSECA

La nación cubana, no cabe dudas, se encuentra abocada a una transformación decisiva. La presión impostergable para los cambios sin embargo --aunque ahora la hizo decantar la disidencia política interna con sus valientes acciones-- no viene ya de una oposición organizada y con un plan definido dentro y fuera de la isla; proviene del evidente fracaso económico, social, político y moral del sistema implantado, que ha convertido la vida dentro de Cuba en un infierno, motivo fundamental para defender un cambio radical en el gobierno dictatorial de la isla.

Para un análisis objetivo de lo que sucede hoy en Cuba –y del camino probable de los acontecimientos futuros-- es importante constatar de inicio, que la única fuerza organizada, numerosa y estructurada para mantener el poder absoluto que detenta sin discusión en el plano político --y sobre todo-- en el terreno de la fuerza represiva y militar, es el partido comunista de los hermanos Castro. Dicho lo anterior, tampoco hay por qué dudar que los acontecimientos de las últimas semanas se hayan ido realmente fuera del control de la dictadura castrista, lo que en el futuro pudiera repetirse de manera irreversible, como sucedió en la Europa Oriental comunista.

Es verdad que fue la oposición política de dentro de la isla la que propició el estado de alerta que encontramos ahora en las fuerzas represivas dictatoriales. La muerte del mártir cubano Orlando Zapata Tamayo fue un duro golpe –nacional e internacionalmente hablando-- a la hegemonía castrista dentro del país, seguida de la heroica huelga de hambre del patriota Guillermo Fariñas y de las sucesivas marchas pacíficas de las Damas de Blanco. Estos sucesos inéditos, fuera (y contra) el control dictatorial, propiciaron ciertamente la estructuración de un plan de respuesta castrista, probablemente en marcha con el objetivo de retomar el mando.

Es verdad también que la Iglesia Católica cubana, cansada de tanta desidia y represión contra hombres y mujeres indefensas a las puertas de una iglesia habanera, presionó a la dictadura para bajar el tono de la confrontación pública contra las Damas de Blanco. De la respuesta a esta presión eclesiástica con objetivos humanitarios, probablemente vino el guión que aparentemente la dictadura está siguiendo para tratar de convertir este momento en una situación que tire de la oposición política cubana el control del curso de los acontecimientos.

La Iglesia Católica cubana no pidió la reunión con Raúl Castro. Fue la dictadura comunista la que organizó y difundió con bombos y platillos semejante contacto, haciéndolo anunciar como el inicio de un “proceso” que liberaría los presos políticos, origen de los adversos acontecimientos previos fuera del control dictatorial. A partir de esa reunión, ha sido la dictadura la que ha tratado de marcar la pauta de los acontecimientos dentro de la isla, más para mal que para bien de la oposición política que lucha hace medio siglo por democracia para la Nación cubana.

Para el sufrido pueblo cubano de dentro y fuera de Cuba, la reunión de Raúl Castro con la jerarquía católica ha propiciado avances en el terreno humanitario, materializando el traslado de un grupo de presos políticos a lugares menos inhóspitos y la liberación del caso más grave de salud entre los prisioneros de conciencia. Estos avances son palpables, pero pudieran estar inscritos en los planes raulistas de ganar el tiempo que necesita para retomar el control total.

Es en este contexto que aparece una Carta dirigida al Congreso norteamericano firmada por 74 opositores políticos a la dictadura del calibre de Guillermo Fariñas y Yoani Sánchez, que impactó directamente la dinámica de lo que sucedía dentro y fuera de la isla relacionado a la dictadura castrista, ocasionando un cisma entre los opositores de dentro y fuera de Cuba.

La llamada “Carta de los 74” provocó la aparición de otra Carta al Congreso de EUA, pero de sentido contrario a la anterior, firmada esta vez por casi 500 opositores internos del calibre de Antúnez, la señora madre del Orlando Zapata y el recién liberado preso político Ariel Sigler.

Ambas cartas, si bien han sido consideradas como muestras de la saludable diversidad de opiniones en el seno de la oposición al castrismo (y lo son) también muestra, no sólo la división interna-externa, como la división interna de las fuerzas políticas opositoras que habían ganado ciertas posiciones en su enfrentamiento a la dictadura. En el lapso de tiempo entre estas cartas opositoras, apareció en el exilio una tercera Carta al Congreso de EUA (realmente fue la segunda Carta) de los expresos políticos pidiendo continuidad en las sanciones contra Castro.

No son las “cartas” las que resolverán la problemática cubana, como tampoco el análisis de las “culpas” --o las divisiones que las mismas implican-- lo que resolverá la situación de desenfoque y separación existente entre los opositores de dentro y fuera del país. El objetivo debe ser las acciones contra la dictadura y para ello se impone un consenso real de tolerancia entre todos los actores, sean de derecha, centro, o izquierda, incluyendo a los extremos, también cubanos.

Los acontecimientos descritos tienen un contexto importante de ser analizado y se suceden en el marco de cauces futuros para la isla que no debemos ignorar, porque la dictadura tiene su “plan perspectivo” bien trazado. No tener una estrategia opositora para el país que queremos, significa caminar a ciegas hacia el futuro, teniendo como enemigo un partido demostradamente reacio a compartir --no ya el poder-- ni siquiera a dar libertades mínimas a su sociedad civil. En este sentido, estimamos prudente analizar los sucesos actuales con vistas al futuro:

Primero: La presencia de la Iglesia Católica (cubana, vaticana y estadounidense) en el contexto de los acontecimientos actuales y futuros a desarrollarse en la isla:

La parte más recalcitrante de la izquierda marxista mundial ya alerta sobre una supuesta “conspiración” contra la dictadura cubana, con vistas a propiciar una solución del “problema cubano” --con la participación de la Iglesia Católica-- similar al “proceso” de cambios sucedidos en los regímenes comunistas de Polonia primero y Alemania Oriental después. Este particular sería altamente deseable, solo que en el caso cubano las circunstancias son bien diferentes.

Es altamente encomiable que la Iglesia Católica se disponga a jerarquizar la libertad de los presos políticos cubanos en el diálogo con la dictadura. Sin embargo, los objetivos de la Iglesia Católica no deben ser confundidos con los objetivos democráticos de los cubanos a través de las organizaciones políticas opositoras existentes, excluidas de ese diálogo. Esto es así porque la Iglesia persigue objetivos religiosos y confesionales, factibles de alcanzar –según ellos-- con cualquier tipo de gobierno (incluyendo la dictadura, sin desmeritar --dicen-- su labor religiosa) pero que es como mínimo “inadecuado” para los objetivos políticos de “democracia para Cuba”.

Esta “inadecuación” se ha visto corroborada rápidamente con la exclusión de dos líderes políticos opositores Oswaldo Payá y Dagoberto Valdés --católicos pública y notoriamente practicantes-- de la recién celebrada “Semana Social de la Iglesia”. Una discusión “social” en el seno de la Iglesia Católica Cubana sin la participación de Payá y Valdés, es claramente parcial hacia otras líneas políticas opositoras y por eso inválida globalmente para la oposición cubana.

La participación --por invitación de la Iglesia cubana-- de intelectuales cubanos de la sociedad civil, del exilio y la isla, que privilegian la opción por el diálogo político con la dictadura, junto a la exclusión de los que luchan por otras vías --también pacíficas-- con similares objetivos, nos señala una peligrosa toma de posiciones de la Iglesia Católica en el conflicto político de la isla. No voy a valorizar esta decisión, pero basta decir que se hizo muy claro en la participación del académico cubano exiliado, Mesa Lago en el evento --en sentido de apoyar el argumento de la “Carta de los 74”-- la presencia de una polarización que dista mucho de la deseada neutralidad.

Segundo: El tan deseado proceso de transición hacia la democracia en Cuba, está dando paso a un proceso de sucesión, de Raúl y sus generales, con el apoyo aparente de una buena parte de la oposición política dentro y fuera de la isla:

Es muy comprensible la extenuación del pueblo cubano del interior de la isla por los 51 anos de precariedades y represión. El reciente debate en torno a la “Carta de los 74” (y su propio contenido) ha puesto de relieve la diferencia de óptica entre opositores de dentro y fuera de la isla en cuanto a sanciones económicas, y a la necesidad (o no) de encontrar una solución factible para la dictadura, mediante una negociación, a través de un proceso de presiones que lleven a los generales de Raúl a negociar (todavía no han dicho que desean negociar con los opositores cubanos de ninguna denominación) como lo están haciendo ahora con la Iglesia.

Nadie sabe cual será el proceso que conducirá a los cubanos a la retomada del control de su vida democrática. Después de la desaparición de Fidel Castro del escenario actuante, se hicieron diversos análisis sobre la conveniencia de un proceso de “transición”, por encima del de “sucesión”. Sin embargo ahora, a partir de la resistencia demostrada por Raúl y sus generales en dar paso a un proceso más democrático, una buena parte de la disidencia interna y externa se torna proclive a negociar un punto intermedio, con la esperanza de resolver el problema por partes. Ceder a la sucesión deseada por Raúl, para primero resolver la economía, implantando el capitalismo en esa área, y después “ver que se puede hacer” en el área política.

Hay, además, fuerzas externas privilegiando el proceso de sucesión raulista: por un lado, el gobierno socialista español, para privilegiar sus inversiones discriminatorias en Cuba, por un lado, y para mantener el espíritu demostradamente revanchista contra EUA, por otro. En esta misma dirección, el interés (no declarado) de EUA en mantener un gobierno de “mano dura” en Cuba (¿Raúl?) evitando el éxodo balsero desde la isla hacia la Florida, por un lado, y la probable influencia que el narcotráfico (que se ha enseñoreado en la región) caiga sobre Cuba si sobreviniera un vacio de poder al derrumbarse la dictadura de los hermanos Castro en la isla.

A partir de estos puntos, se constata que la problemática cubana es bastante compleja: por un lado hay que definir si el objetivo a corto plazo es paliar las vicisitudes de los hermanos que sufren carencias extremas en la isla, o jerarquizar la continuidad de un proceso de presiones con vistas a doblegar la dictadura para una negociación efectiva. Por otro lado y en función de la confluencia de objetivos entre España y EUA en Cuba (por razones diferentes, pero confluencia al fin) privilegiar una solución intermedia con Raúl y sus generales en el gobierno (aparentemente ya está siendo negociada bajo la mesa con la dictadura) para ir haciendo progresos “por partes”: primero comida, después democracia a medias y finalmente libertad.

De manera que, los cubanos tendremos que prepararnos para una lucha más larga, si es que queremos en algún momento de ese proceso ser realmente dueños de nuestros destinos.

 

25 de Junio de 2010

 

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Última actualización el Sábado, 26 de Junio de 2010 00:28
 
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