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Cuba


EL ÚLTIMO ARTÍCULO DE OSWALDO PAYÁ PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 23 de Julio de 2012 11:46

Por Oswaldo Payá Sardiñas.-

EL 27 de Junio del año 2002 el pueblo de Cuba amanecía ultrajado. El día antes, por turno, uno por uno, todos los diputados de la Asamblea Nacional del Poder  Popular habían gritado obedientemente ante Fidel Castro: “Acepto”.

De esa manera despojaban al pueblo de Cuba, en la letra de la Constitución, de su derecho  soberano a cambiar y escoger su sistema político, social y económico. Creyeron que declarando  “irrevocable” el sistema totalitario podían anular la voluntad y los sueños de un pueblo entero.


Detrás de esa sentencia a vivir eternamente sin libertad, estaba el miedo del Gobierno al grito de liberación que miles de cubanos comenzaron a dar  apoyando valientemente el Proyecto Varela. Este proyecto había sido presentado en las oficinas de la Asamblea Nacional del Poder Popular el día 10 de Mayo del 2002, con el apoyo de 11020 firmas de ciudadanos cubanos residentes en Cuba y desde entonces es signo de liberación que sigue siendo apoyado y firmado por muchos cubanos.


Semanas después, en Junio del año 2002, el Gobierno de Fidel Castro paralizó a Cuba y suspendió las clases en las escuelas y los trabajos en todo el país durante varios días. Así y con gran despliegue represivo y mediático, facilitaba la intimidación contra millones de ciudadanos para que firmaran una supuesta petición de cambio en la Constitución. De esta manera el régimen pretendía dejar sin base legal al Proyecto Varela. Al final “el cambio en la Constitución” consistió en una condena a cadena perpetua contra el pueblo de Cuba.


Todos lo supieron y todos lo saben. Cuando los cubanos demostraron que podían perder el miedo el régimen comenzó a tambalearse, porque ese socialismo irrevocable, que no es otra cosa que la tiranía absoluta, solo puede sostenerse con el miedo de la gente y negando los derechos y la libertad al pueblo.


Pero ya el pueblo sabe y esperamos que los que gobiernan, como parte del pueblo que son, también sepan, que esa sentencia a cadena perpetua no se cumplirá.  El pueblo quiere otra vida, quiere cambios pacíficos, quiere la reconciliación, quiere la democracia y sabe que puede lograrlo.  El Proyecto Varela despertó la esperanza y abrió un camino que ya la opresión no puede volver a cerrar. Ese es el camino del pueblo hacia la libertad.


Artículo de Oswaldo Payá Sardiñas publicado en la página digital
www.oswaldopaya.org el 27 de junio del 2012.

Tomado de MARTINOTICIAS

Última actualización el Lunes, 23 de Julio de 2012 11:54
 
Hacia una nueva definición de la sociedad, el capitalismo y la democracia (Cuba en el siglo XXI) PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 21 de Julio de 2012 09:52

Por Huber Matos Araluce.-


Si la desaparición de la URSS ha sometido a la democracia y al capitalismo al escrutinio como nunca antes, la actual crisis económica ha expuesto otras debilidades del sistema.

La discusión de cómo se deben arreglar los problemas ha cobrado fuerza.   Algo que no pudo haber sucedido con tal intensidad antes ni durante la era de  Allan Greenspan.   Desde el fin de su época de “exuberancia irracional” ha tomado fuerza el debate sobre errores conceptuales y prácticas de la izquierda y de la derecha en las democracias.  El socialismo pertenece al pasado, es un concepto tan explotado, impreciso y desprestigiado que en lugar de aclarar, confunde.


Esto  apunta a una nueva definición de la sociedad.  Por ejemplo, los mismos principios que antes se defendían desde un punto de vista ideológico o moral hoy son condiciones fundamentales del progreso:


Sin libertad individual, sin respeto a los derechos humanos y a la propiedad, sin educación, sin salud  y sin un nivel  razonable de equidad, las sociedades del presente y del futuro no estarán capacitadas  para generar riqueza en forma sostenida.


En otras palabras lo que es justo no es solo moralmente correcto sino es necesario en el campo de la productividad, la creatividad y la competitividad.


Por estas razones, tampoco el modelo chino es el camino a seguir.  El espejismo creado por el espectacular crecimiento de China no puede justificar los grandes problemas que ese esquema tiránico  ha creado.  Tampoco los conflictos y abusos que esconde detrás de sus cifras tan  impresionantes como selectivas.  Quizá Deng Xioaping no fue ajeno a esta situación  cuando predijo una futura segunda etapa.


Ante todo este panorama los cubanos tenemos que aprender de los demás.  No podemos aferrarnos a esquemas que otros países cuestionan o van descartando.  Necesitamos construir una sociedad con una gran capacidad de libertad, de cambio y de oportunidades.  Una sociedad  que pueda generar justicia, felicidad y progreso para  sus ciudadanos, al mismo tiempo que premia la creatividad y el trabajo individual y empresarial.


En su reciente gira por Europa la dirigente democrática de Birmania, Aung San Suu Kyi, planteó que su país no debía cometer los errores que habían superado otros y que necesitaban ayuda para evitarlos.  Esto les permitiría a ellos acelerar el progreso y consolidar la democracia.


Parte de la solución estará en el éxito que tenga Cuba democrática durante este siglo, en llevar adelante una estrategia en que sus objetivos de desarrollo interno –desarrollo en todos los órdenes– refuercen su esfuerzo y eficacia global.  No podemos vivir presos del pasado ni limitados por el presente. Cuba seguirá siendo una isla a noventa millas de los Estados Unidos pero tiene que concebirse y actuar como parte de cualquiera y de todos los continentes.


En conclusión, el mundo se debate y se dirige a nuevas formas de organización que le permitirán a cada sociedad, en un marco de libertad y participación nunca antes visto, potenciar sus capacidades. Cuba debe aprender de los demás tanto como de sus propias experiencias y dar un salto hacia adelante.


Continuará…

Última actualización el Sábado, 21 de Julio de 2012 09:57
 
El Embargo, qué? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 20 de Julio de 2012 20:37

Por Pedro Corzo.-

Cualquier decisión del gobierno de Estados Unidos en relación a los viajes, envíos de remesas y paquetes a Cuba genera en la comunidad de exiliados y emigrantes cubanos numerosas reacciones de diferentes tonos.

Cuando el presidente George W. Bush estableció restricciones en relación a los cubanos que viven en el país que gobernaba, recibió criticas de ciertos sectores y elogios de otros.

Posteriormente al asumir Barack Obama la presidencia, suspendió las restricciones que había impuesto Bush y sumó otras disposiciones que en su opinión favorecían una mejora en las relaciones con el gobierno de Cuba y ayudaba al pueblo de la isla, lo que también generó reacciones de todo tipo.

Las medidas implementadas por la Casa Blanca flexibilizaron los viajes de religiosos, culturales y educativos. Autorizaron el envió de una mayor cantidad de dinero a familiares y no familiares. Se autorizaron más aeropuertos para que sirvieran de punto de embarque y retorno para vuelos a Cuba.

Estas medidas se sumaron a otras dispuestas con anterioridad por el mandatario para ayudar a la reunificación de la familia, facilitar la comunicación con el pueblo cubano y aumentar la ayuda humanitaria a la isla.

Hasta aquí la democracia que se disfruta en este país, donde se actúa en base a convicciones o intereses, sin temor a represalia.

Sin embargo cuando las autoridades cubanas restringen en alguna medida los derechos de todos los cubanos sin importar donde residen y gravan de forma onerosa la ayuda que el residente en el exterior le presta a sus familiares en la isla, las reacciones son menos intensas y hasta se aprecia un silencio casi absoluto entre aquellos que acusan a Estados Unidos y al exilio  de la miseria material que sufren los cubanos de intramuros.

Esta paradoja se ha podido apreciar particularmente en estos días, cuando el gobierno de La Habana restituyó los abusivos impuestos que gravan los paquetes que exceden las 44 libras de alimentos y artículos, libre de pago, que le permite a todo viajero que visita o regresa a la isla.

Los que regresan a la isla pagaran 5 pesos por cada libra en exceso y los que la visitan, igual cantidad pero en la moneda convertible de la isla, el CUC, aproximadamente 5 dólares, esta disposición que agudiza la miseria que viven los cubanos, ha repercutido dramáticamente en el envío de paquetes de alimentos, ropas y medicinas a Cuba.

En la actualidad enviar una libra de comida o ropa a Cuba, cuesta entre diez y once dólares, la libra de medicina fluctúa entre cinco y siete, en relación a la agencia de envío, pero a pesar de ese elevado costo el destinatario recibirá el producto mas de dos semanas después de haber sido remitido, como si la isla estuviera a miles de kilómetros de distancia.

Es difícil entender las razones del gobierno cubano para incrementar los aranceles de lo que llevan los viajeros en sus maletas, no en lo que transportan los contenedores de mercancías, cuando no cesa de denunciar el embargo de Estados Unidos que según afirma, impide que el pueblo cubano tenga mejores condiciones de vida.

Un número considerable de los cubanos que viven en Estados Unidos son una especie de cuerno de la abundancia para el castrismo. Remiten dinero y mercancías en cantidades difíciles de calcular, lo que razonablemente debería estimular el régimen abaratando el tráfico de mercancías para de esa manera burlar el embargo, pero no es así, lo graba más, porque para la naturaleza de la dictadura el ciudadano que recibe algo, ya sea para usufructo personal o para hacer negocios, es mas  independiente de su autoridad, lo que sin dudas considera mas peligroso que el embargo,  porque afecta directamente el control que ejerce sobre el ciudadano.

También es incomprensible que si el gobierno favorece tímidas reformas económicas, le impida a los cuentapropistas acceder a los productos necesarios que envían sus familiares desde extranjero para que desarrollen sus pequeños negocios.

Estas disposiciones que afectan en primer lugar a las familias en Cuba que dependen de la ayuda que reciben del exterior, no han motivado criticas o cuestionamiento a la dictadura por parte de los sectores que claman el cese total de las restricciones de Estados Unidos a Cuba.

Es de esperar que la sensibilidad humanitaria de quienes rechazan las regulaciones de Washington o las propuestas restrictivas de cualquier congresistas cubanoamericano,  condenen estas gravosas regulaciones que van contra el bolsillo del trabajador que viaja y envía artículos a Cuba y que a la vez afecta seriamente las condiciones de vidas del cubano que las recibe en intramuros.

 
¿Transición al Capitalismo raulista, o a la Democracia? That’s the question PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 20 de Julio de 2012 10:50

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Ya pocos dudan que los planes de Raúl Castro se encaminan por la vía china de imponer el capitalismo “salvaje” en la economía, dejando la dictadura intacta en la política cubana. El capitalismo raulista tiene componentes vietnamitas, como la creación de cooperativas en todos los sectores y componentes rusos, como la repartición del país y sus empresas más productivas en una “piñata” castrista, que incluye amigotes “de la sierra” y sobre todo, a la familia Castro.


¿Transición al Capitalismo raulista, o a la Democracia? That’s the question

Jorge Hernández Fonseca

17 de Julio de 2012

El viaje de Raúl Castro a China, Viet-Nam y Rusia, procurando un “modelo” de capitalismo en el cual espejarse para sus planes en la isla, sumado a los debates de la elección presidencial norteamericana de Noviembre próximo y las declaraciones del actual hombre fuerte de la Casa Blanca --y candidato demócrata-- en sentido de que “Cuba no representa un peligro para EUA” (dijo también que tampoco Venezuela lo era) pone sobre el escenario político cubano una disyuntiva para la isla: ¿transición al capitalismo raulista? o ¿transición a la democracia?

Ya pocos dudan que los planes de Raúl Castro se encaminan por la vía china de imponer el capitalismo “salvaje” en la economía, dejando la dictadura intacta en la política cubana. El capitalismo raulista tiene componentes vietnamitas, como la creación de cooperativas en todos los sectores y componentes rusos, como la repartición del país y sus empresas más productivas en una “piñata” castrista, que incluye amigotes “de la sierra” y sobre todo, a la familia Castro.

Con relación a la elección norteamericana, no está muy claro que la misma ayudaría a definir a favor de la democracia la disyuntiva aquí señalada. Hay una sospecha --fundamentada en la política de apertura hacía la dictadura cubana que Obama ha llevado a cabo en su primer mandato sin contrapartida castrista-- que de ganar un segundo mandato abriría las puertas a los planes raulistas. Tampoco hay certeza de que el candidato republicano --una vez obtenido el sillón de la Casa Blanca-- haga como ya hizo Bush (al que los cubanos le dieron la presidencia en la Florida) y después guerreó con medio mundo, menos con Fidel Castro.

Hay poderosas razones bi-partidistas que inclinarían la balanza a favor de los planes raulistas, con más o menos adaptaciones, a saber: un tránsito al capitalismo encabezado por la familia Castro garantizaría a EUA la “tranquilidad” absoluta en Cuba, respecto al tan temido éxodo balsero desde sus costas, en caso que haya un vacío de poder y se desmantelen las fuerzas armadas que el castrismo tiene muy bien organizadas. Garantizaría también que el gobierno de Cuba no sea contaminado por el narcotráfico mexicano-centroamericano, que un vacío de poder en la isla también propiciaría. Garantizaría además una primicia en las inversiones capitalistas que la familia Castro quiere incentivar, basado en el turismo norteamericano.

Los cambios que se ejecutan en cualquier área de la sociedad tienen necesariamente que ser respaldado por leyes. Los cambios en la economía, tal y como los está ejecutando ahora Raúl, tienen que tener respaldo legal, y de hecho la asamblea castrista ya ha aprobado nuevas leyes y prepara nuevos marcos legales para la ejecución de los cambios al capitalismo. Sin embargo, los cambios a la democracia son de tipo político, independientemente que también deben ser estructurado por un marco legal que respalde a las Instituciones democráticas a ser creadas, la transición a una sociedad democrática sobrepasa el esfuerzo puramente legal. Es político.

Lo anterior significa que la transición a la democracia no es un asunto solamente legal, sino que debe haber sobre todo una voluntad política de respeto a las Instituciones democráticas que se crearán al efecto, así como el respeto al balance de poderes entre legislativo, ejecutivo y judiciario, para que se tenga una distribución de atribuciones balanceada en la sociedad. Debe además haber transferencia de la soberanía hacia el pueblo --que ahora está concentrada en un partido-- y que decida los grandes asuntos nacionales por voto individual, directo y secreto.

La sociedad cubana está ante una nueva disyuntiva. Después de la anterior relacionada con la sucesión o la transición --resuelta a favor de la sucesión dinástica-- ahora se presenta de manera más compleja, al querer la dictadura de Raúl arrebatar la bandera del mercado capitalista a la oposición política cubana, pero sin dar el más mínimo mérito ni poder a esa oposición, ni a los hombres y mujeres que han luchando más de medio siglo por sus libertades. Ante la opción capitalismo o democracia, los cubanos queremos “ambos los dos”, porque capitalismo salvaje con dictadura es opresión doble y democracia sin mercado es retraso.

Los cubanos dignos no tenemos disyuntiva que no sea la libertad de Cuba, su independencia de cualquier yugo extranjero, sea este ruso de nuevo --como ya tuvimos-- venezolano, como tenemos ahora, o chino como Raúl aspira a que tengamos. Sobre EUA --nuestro principal aliado en esta lucha, porque es el único país que ha inscrito en sus leyes la protección, ayuda y apoyo al pueblo cubano en desgracia-- tampoco queremos otra cosa que no sea la libertad.

La dictadura castrista, después del viaje de Raúl a las fuentes futuras de su poder económico, entrarán en un compás de espera por el resultado de las elecciones en EUA. Este compás de espera debe ser aprovechado por los cubanos con influencia en las decisiones política de EUA, para obtener compromisos (tal y como ya lo ha hecho Raúl) para poder orientar al electorado cubano-americano y su voto en favor de la mejor opción, con vistas a la democracia en Cuba.

Si las elecciones las gana Obama y negocia con Raúl a espaldas del sufrido pueblo cubano, nuestra condena eterna y sin reservas. Si las elecciones las gana Romney y hace igual que Bush, desentendiéndose de la libertad de Cuba, también nuestra condena sin reservas. En cualquier caso perseverar en la lucha por la conquista de una patria libre, democrática y soberana, lo que más temprano que tarde ciertamente llegará si no nos desviamos del camino de la dignidad para todos los cubanos de dentro y fuera de la isla. ¡Democracia para Cuba, ya!

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Viernes, 20 de Julio de 2012 10:51
 
Isla pobre, cancillería rica: el imperio diplomático castrista PDF Imprimir E-mail
Escrito por Tomado de INFOBAE   
Viernes, 20 de Julio de 2012 10:43

Por Gabriel C. Salvia.-

Cualquier persona que visite Cuba notará que se encuentra en un país con una infraestructura que lo caracteriza como pobre, en especial en materia de obra pública, transporte y servicios e incluso registrando los peores déficits sanitarios, como el actual brote de cólera. Al respecto, luego de más de medio siglo en el poder de la dictadura de los hermanos Castro, es poco serio atribuirle las carencias que sufre la población cubana al embargo norteamericano, en lugar de reconocer a los verdaderos responsables de las carencias sociales y la falta de desarrollo interno en la Isla.

Hay que recordar que hasta 1992 Cuba formó parte del imperio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y ello le permitió vivir subsidiada por tres décadas. Y, como puede apreciarse ingresando al Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba, este país mantiene relaciones comerciales globales, incluso con los Estados Unidos de América. Es decir, Cuba no está aislada desde el punto de vista del comercial internacional.

Y políticamente, muchísimo menos. Una evidencia la ofrece el propio sitio web del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, informando que "tiene relaciones diplomáticas con 187 países. Dispone de 148 representaciones en el exterior en 121 países, de ellas, 120 embajadas, una sección de Intereses, 20 consulados, 4 oficinas diplomáticas y 4 representaciones ante organismos internacionales".

De esta manera, Cuba es el país de América Latina con mayor cantidad de embajadas en todo el mundo, seguida de Brasil con 119. Sin embargo, las diferencias entre Cuba y Brasil son enormes. Cuba tiene una población 11.253,665 habitantes, mientras que Brasil está por llegar a los 200 millones con un PBI per cápita de US$ 10716 (2010), con acceso a agua potable para el 97% de la población (2008) y registrando 104,10 suscriptores de telefonía móvil por cada 100 habitantes.

Además de las mencionadas diferencias, Brasil es un actor relevante en la política internacional, lo cual no le alcanza para disponer de embajadas en países como Camboya, Corea del Norte, Djibouti, Gambia, Laos y Yemen, donde Cuba sí cuenta con embajada propia.

Por otra parte Chile, el país de la región más abierto al mundo en materia comercial y con una población mayor a la de Cuba, cuenta con 69 embajadas, y Argentina, con 44 millones de habitantes, dispone de 79 embajadas en el exterior, mientras que México -junto con Brasil, el país de mayor peso en América Latina- registra 74 embajadas en todo el mundo.

Como puede apreciarse, a simple vista resulta desproporcionada la cantidad de embajadas que tiene Cuba en todo el mundo, al compararlas con países latinoamericanos como Brasil, México, Argentina y Chile. Entonces surgen varias preguntas que el régimen cubano y sus aliados internacionales deberían responder. Para empezar: ¿cuál es el presupuesto anual que destina Cuba a mantener tantas embajadas? Y seguidamente, ¿No existen otras prioridades sociales en Cuba para asignar internamente el gasto que utiliza para mantener embajadas en lugares remotos y donde no están presentes países mucho más importantes de América Latina e incluso naciones desarrolladas como Holanda y Suecia?

La respuesta es muy simple. Al disponer internamente de un sistema férreamente represivo, con medios de comunicación monopólicos y propagandísticos, la población cubana vive con miedo y aislada del mundo, por lo cual la principal oposición y condena que recibe el régimen de los hermanos Castro proviene del exterior a través de organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación, intelectuales, algunos gobiernos y ocasionalmente organismos internacionales.

En consecuencia, la dictadura cubana dedica enormes recursos y actividades de "diplomacia paralela" -para nada desinteresadas- en sus relaciones internacionales, con el objetivo de obtener un apoyo que le brinde una legitimidad de la cual internamente carece desde la perspectiva del respeto a las libertades democráticas. Esta suerte de "clientelismo político internacional" Cuba lo combina con campañas "orwellianas" frente a las supuestas amenazas externas que recibe y que en la actualidad tiene como eje a los cinco espías que se encuentran encarcelados en Estados Unidos precisamente por realizar espionaje y que el régimen castrista presenta como "héroes antiterroristas".

Pero los resultados más elocuentes sobre la eficacia de este costoso "imperialismo diplomático" se registran, por ejemplo, en la votación anual en la Asamblea General de la ONU, donde la dictadura cubana logra un apoyo abrumador en la resolución de condena al embargo norteamericano a la Isla; y en su incorporación como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, logrando incluso la relección gracias al respaldo de dos tercios de los países del mundo.

Con este sencillo ejemplo basado en información oficial, es decir objetiva, no quedan dudas sobre lo poco que le importa su pueblo a la nomenklatura castrista y la responsabilidad que tiene la comunidad internacional en la perpetuación de esta dictadura en el poder por más de medio siglo. De la misma manera, tampoco quedan dudas del carácter "imperial" de la revolución cubana al practicar la extensión política del dominio de Cuba sobre otros países.

Gabriel C. Salvia es titular de CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina) y director de Puente Democrático

Última actualización el Viernes, 20 de Julio de 2012 10:45
 
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