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Cuba


Los socialistas cubanos ya no creen en Marx… pero no sueltan PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 01 de Agosto de 2023 19:39

Por  RAFAELA CRUZ.- 

Si alguna idea define al marxismo es que los propietarios son unos malvados que, sin aportar nada a cambio, parasitan a la laboriosa clase trabajadora mediante la plusvalía, y por ello está no solo justificado, sino que es imperativo eliminarlos —arrebatándoles lo suyo— para que la propiedad sea social —del Gobierno—, es decir, socialista.

Estatuas de Karl Marx.

Esta noción económica y filosófica fundamenta la propiedad de todo el pueblo sobre los medios de producción como modelo más eficiente y justo que el capitalista, algo explícitamente recogido en la última Constitución cubana. Tal idea ha justificado todos los atropellos a la propiedad privada y a la libertad individual cometidos allí donde el socialismo, siempre mediante la violencia, se ha entronado como modelo.

Última actualización el Miércoles, 23 de Agosto de 2023 19:46
 
¿Será un Partido Comunista el que dominará el mundo? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 25 de Julio de 2023 20:44

Fotograma de 'Frankestein', de James Whale, 1931.

Por ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES.-

¿Será uno de los cuatro partidos comunistas que todavía gobiernan en el mundo (Cuba, China, Vietnam y Corea del Norte) luego de los funerales del "socialismo real" en Moscú, en 1991, el que con su propia moneda nacional lidere la economía global?

¿Será el régimen comunista de Pekín, aliado clave de la tiranía castrista, represivo y antioccidental, convertido en ente global gracias a Occidente, el que marcará pautas geopolíticas y económicas del planeta en la segunda mitad del siglo XXI?

Napoleón Bonaparte devino oráculo cuando en 1803 dijo que China era un gigante dormido que haría temblar al mundo cuando despertase. En efecto, 220 años después ese gigante está despierto y se dispone a hacer temblar al mundo, si no lo paran ¡pronto!

Claro, el célebre corso no se imaginó que China no se despertaría ella sola de su milenario letargo, sino que sería despertada. Fue el Primer Mundo capitalista el que sacó a China de su atraso semifeudal y la convirtió en la fábrica del mundo, en la segunda economía más grande.

En busca de mayores ganancias con el pago de salarios más bajos, y aprovechando la laboriosidad de los chinos, las naciones industrializadas desde fines de los años 70 han invertido allí varios billones (millones de millones) de dólares. Solo en 2022, la cifra ascendió a 189.130 millones de dólares en inversiones directas de capital (IED) en suelo chino.

Los cincos continentes fueron invadidos, no con tropas y cañones como se imaginó Napoleón, sino con productos made in China. ¿Se acuerda alguien de cuando la mayoría de los artículos que se vendían en cualquier país decían made in USA?

Hoy China es el país mayor exportador mundial, el segundo mayor importador. Con 27 millones de automóviles fabricados en 2022 casi triplicó los diez millones fabricados en EEUU. Produce tanto acero como EEUU y, con sus masivas compras de materias primas, es motor del crecimiento de América Latina.

Los 3,2 billones de dólares de reserva en divisas al inicio de 2023, según el Banco Central chino, casi triplican los 1,2 billones de Japón, que ocupa el segundo lugar.

Occidente creó un Frankenstein que ahora apunta a su hacedor

Al convertir a China en la fábrica planetaria el capitalismo desarrollado de hecho hizo como el doctor Frankenstein: creó un monstruo que ahora apunta contra su hacedor. Sobre todo, con Xi Jinping al mando, ya con tanto poder, o más, que el mismísimo Mao Tse Tung.

En China gobierna el mismo Partido Comunista (PC) que con la colectivización forzosa de las tierras, el Gran Salto Adelante y la "revolución cultural", mató a 65 millones de chinos, de hambre o ejecutados por motivos políticos.

Hoy Pekín amenaza con invadir Taiwán, lanza globos espías sobre EEUU, compra fábricas y activos por todo el planeta, le "boconea" a Washington y lo espía desde La Habana. China es el mayor socio comercial de América Latina, salvo México, y apoya a cuanta dictadura o gobierno odia a EEUU.

Y aspira a imponer el yuan como moneda universal en sustitución del dólar, para lo cual cuenta con el apoyo de gobiernos populistas, autoritarios y antiestadounidenses, que son mayoría en la escena internacional, todos "amigos de Cuba" que denuncian el "bloqueo" de EEUU y silencian los crímenes del castrismo.

Al frente de esa avanzada antioccidental global, cuyo meollo es antidemocrático, están los países emergentes BRICS (siglas de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), con más de 3.200 millones de habitantes, a los que se van a sumar en agosto próximo muchos millones más (hasta con otros 40 países), en una reunión en Sudáfrica para precisar cómo desplazar al dólar, y montar un "nuevo orden mundial", que como mostró Charles Darwin en su teoría, tendría como líder al más fuerte, el Pekín comunista.

O sea, el Primer Mundo despertó al gigante, y los países de la periferia de ese mundo se encargan de que sea cada vez más poderoso. Como dicen los guajiros cubanos: "eso es soga pa' tu pescuezo".

A todas estas, todo indica que el ancestral “sinocentrismo”, o chinocentrismo, el creerse el "ombligo del mundo", no falleció con las reformas capitalistas, sino que subyace en el tuétano de la sociedad china y cunde en la cúspide oligárquica dictatorial.

El propio nombre de China en mandarín es zhong guo y significa "país del centro" o "el reino central". Los chinos creían que su país era el centro geográfico del mundo y eran ellos la única cultura civilizada.

Durante milenios, en China todo lo que no era chino era secundario. En los mapas de los emperadores chinos, hasta el siglo XIX, aparecía China en el centro del mundo. Los países periféricos, como Corea, Vietnam, o Japón, constituían un primer círculo de pueblos que habían asimilado la cultura y los caracteres chinos. Más allá en el mapa se encontraban los pueblos no chinos de Asia. Y solo después se ubicaban los "bárbaros" (waiyí), incluyendo Europa, y luego, bien lejos, estaba América.

Millones de chinos nacían y morían sin saber que había seres humanos sin los ojos rasgados. Con la enorme extensión del país, la autosuficiencia en recursos, su colosal población, y su geografía montañosa, ese país se encerró en sí mismo. Incluso en 1390, durante la dinastía Ming, el emperador Hongwu llegó a prohibir todo el transporte marítimo.

Hoy, convertida China en la segunda economía mundial, casi por gravedad están rebrotando retoños del "ombligo". Pero esta vez hacia afuera, en aras de convertirse en un imperio global con su Partido Comunista al frente.

Con teléfonos móviles y acceso al mundo, pese a la censura comunista (como en Cuba), hoy los chinos difícilmente pueden creer que China es el centro del mundo. Pero la cúpula pekinesa sí se aferra al egocentrismo, ahora imperialista, para expandirse.

A la muerte de Mao, el defenestrado Deng Xiaoping lanzó la consigna antimarxista de "enriquecerse es glorioso" y se desmontó el hambreador sistema económico estalinista. Pero sin ceder un ápice en el control del Big Brother sobre la sociedad, sin restablecer las libertades ni los derechos fundamentales de los ciudadanos. Baste recordar la masacre en la Plaza de Tiananmen en 1989, ordenada por el propio Deng.

Según Pekín, para crecer la dictadura es mejor que la democracia

El "socialismo de mercado", como lo llama Pekín, es un híbrido de capitalismo con socialismo, no imaginado por Marx o Lenin, aunque sí por los utopistas John Galbraith y otros autores que a mediados del siglo XX formularon la "Teoría de la Convergencia", según la cual las diferencias entre los sistemas capitalista y socialista se van borrando y tienden a la fusión completa.

Para Xi Jinping y sus allegados esa fusión es cierta, eso es el "socialismo" chino. Y pretenden convencer al mundo de que la fórmula perfecta para el desarrollo económico y social no radica en las "decadentes" libertades y la democracia occidental, sino el autoritarismo y la dictadura, como lo muestra el caso chino.

Falso. No fue el tiránico Partido Comunista el que sacó a China de su letargo feudal, sino el capitalismo liberal, afincado en las libertades humanas y la democracia.

El "socialismo de mercado" chino prohíbe las inversiones extranjeras o nacionales en los sectores que Pekín llama de "seguridad nacional", que incluye a los medios de comunicación, y mete en la cárcel a quienes critican al Gobierno. O los masacra, como hiciera en la Plaza de Tiananmen.

En China lo que hay es capitalismo de Estado, que solo es posible en un sistema totalitario con partido único, el monopolio de los medios de comunicación, el control policial enfermizo de la sociedad, y la violación masiva de los derechos humanos.

Y vuelvo al Frankenstein comunista. El Federal Reserve Bank de Dallas (RBD) reveló que en los primeros cuatro meses de 2023 México desplazó a China como primer socio comercial de EEUU, con un volumen comercial de 263.000 millones de dólares, el 15,4% de todas las exportaciones e importaciones de EEUU, cifra que superó el 15,2% del comercio con China. Por su parte, el Gobierno de Alemania anunció que "reducirá la dependencia comercial de China". Y se aprecia en el comercio internacional una tendencia al nearshoring, a comerciar más con países cercanos, y menos con los distantes.

¿Pudiera ser esto último el comienzo de un proceso global para contener las ínfulas imperialistas del Partido Comunista chino? El mundo necesita que la respuesta sea sí. La diferencia entre esa necesidad y su factibilidad real la abordaré en otro artículo.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Sábado, 19 de Agosto de 2023 11:57
 
Cuba: fuego fatuo en la Asamblea Nacional PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 24 de Julio de 2023 13:55

Raúl Castro en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Por JUAN ANTONIO BLANCO.-

Fue insólita la locuacidad de algunos delegados —y del propio presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular— sobre el imparable costo de la canasta básica y el reconocimiento de que el país importa casi todos los alimentos por su incapacidad para producirlos. Algunos pensaron que quizás fueran los temblores tempranos que registran los sismógrafos en el preludio de un gran terremoto.

En efecto, es casi seguro que se avecinan cambios y están preparando a la población a fin de que los crea "inevitables". Pero no son los cambios que los ciudadanos anhelan, sino otros que irán en beneficio de la nueva oligarquía cubana y sus aliados. Se avecinan piñatas, no libertades ciudadanas. Van a "modernizar" su Estado mafioso al estilo ruso: no abrirán la economía a fin de que todos participen en un mercado de libre competencia en pie de igualdad.

Ya comenzaron a arremeter contra aquellas MIPYMES que no se cuadran ni les cuadran. Su registro, supervivencia y prosperidad la deciden factores extraeconómicos. Para recibir permiso y poder ponerse la gorra de mipymero hay que tener un récord político limpio. Para sobrevivir hay que someterse a reglas estatales arbitrarias que limitan el derecho a legalizar la propiedad sobre un negocio, hacerlo crecer sin cortapisas, fijar precios, seleccionar el área de inversión, exportar e importar directamente y atraer socios y financiamientos sin mediación estatal. Para prosperar son necesarias conexiones adecuadas con la oligarquía. Aquellos a los que no le gusten esas reglas pueden ser expropiados, como recordó amenazante el presidente de la Asamblea Nacional. Las MIPYMES son el engañoso espejismo al que la nueva clase apuesta para evadir las sanciones, pero sin libertad económica no pueden satisfacer la demanda. Mientras tanto, la crisis y el malestar nacional avanzan.

El espectáculo en la Asamblea Nacional evocaba el viejo truco de Fidel Castro para apaciguar a las masas en tiempos en que se llegaba a límites preocupantes. El caudillo convocaba al pueblo a ejercer la crítica sobre la gestión gubernamental y luego reciclaba unos burócratas por otros mientras todo seguía igual.

La diferencia es que ahora la gobernabilidad enfrenta una crisis mucho mayor. No es necesario explicar que Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel no poseen las dotes manipuladoras de Fidel Castro, ni existen hoy los servicios y políticas sociales que antes permitían cooptar el apoyo o la neutralidad de muchos ciudadanos. Raúl y Díaz-Canel decidieron desmontarlos con las políticas de shock de la Tarea Ordenamiento, que también ha permitido devaluar propiedades estatales para facilitar su futura venta en piñatas de acreedores y oligarcas. Pero esa política ha tenido un costo político y económico inmediato.

Han perseguido ferozmente la creación de riquezas que pudieran escapar a su férreo control y lograron multiplicar la pobreza nacional. En estas circunstancias es ahora arriesgado abrir los micrófonos en centros de trabajo y barrios a ciudadanos iracundos. El truco de Fidel Castro de apaciguar el malestar social permitiendo criticar a sus subordinados, en la actualidad solo es posible en círculos bien controlados como la Asamblea Nacional.

No es lo mismo criticar a la burocracia que hablar mal del sistema que ella administra. Por esa razón, nadie se refirió durante la sesión de la Asamblea Nacional a la necesidad de sustituir el régimen de gobernanza. Pero ese es el centro mismo de esta crisis.

Dos ejemplos.

El 11 de julio de 2021, cuando cientos de miles de cubanos se manifestaron en las 15 provincias, ninguno fue reportado, pese a décadas de adoctrinamiento, portando un cartel o gritando consignas contra el llamado "bloqueo imperialista". Exigían —eso sí— libertad para desarrollar sus proyectos de vida y buscar la felicidad… en su país. Libertad del bloqueo interno de leyes, regulaciones y orientaciones que estrangulan la iniciativa personal e impiden el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales. Ese detalle escapa incluso a algunos prestigiosos académicos extranjeros.

La respuesta estatal fue apalear a cientos, instaurar el terror endureciendo el Código Penal y expandir a más de 1.000 el número de presos políticos en esta isla de 11 millones de habitantes. En 1987 la URSS, con unos 284 millones de habitantes, solo tenía 288 presos políticos, según consta en documentos de los archivos la KGB citados por The State within the State (Albats, 1994).

La otra ocasión fue en abril de 2020, cuando la Liga de Campesinos Independientes de Cuba y la dirección nacional de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) alertaron a Miguel Díaz-Canel de que se derrumbaba la producción agrícola y se avecinaba una hambruna. Para evitarla exigían cinco garantías, libertades y facilidades al campesinado nacional que entonces producía el 80% de los alimentos pese a disponer solo del 20% de las tierras arables. Las demandas fueron ignoradas y sus proponentes reprimidos. La hambruna ya toca las puertas de amplios sectores.

Hoy, según dice el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, virtualmente todos los alimentos se importan. Pero el problema no se origina exclusivamente en el culto a los trámites burocráticos y la mediocridad de quienes dirigen. Los campesinos lo sabían. Por eso no exigieron que cesaran en sus cargos el ministro y otros funcionarios del Ministerio de Agricultura, sino demandaron un cambio radical del sistema o régimen de producción agrícola.

El problema no puede resolverse con el cambio de planillas y personas, sino con el remplazo del actual régimen de gobernanza. Si un comité de Premios Nobel de Economía sustituyese a Díaz-Canel y todos sus ministros muy poco podría hacer si lo obligasen a trabajar dentro de las normas del régimen vigente.

En esta última sesión de la Asamblea Nacional no se vieron debates, sino un teatral ejercicio de apaciguamiento combinado con la amenaza de nuevas expropiaciones y reactivar el paredón de fusilamiento. Hasta que no discutan la necesidad de sustituir el sistema, no hay nada serio que esperar de estas piruetas. Es fuego fatuo.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Domingo, 20 de Agosto de 2023 14:02
 
Cambio de sistema: el elefante en el Parlamento cubano PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 21 de Julio de 2023 19:33

Diputados en la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, este miércoles. (Cubadebate)

Por YOANI SÁNCHEZ.-

Desgranan los datos. Todos negativos. La zafra azucarera se hunde, la producción de alimentos disminuye y el dinero para importar productos básicos escasea. En las actuales jornadas de la Asamblea Nacional, en el Palacio de las Convenciones de La Habana, se erige en toda su inmensidad, entre las butacas y las manos alzadas de los parlamentarios, el elefante de la urgencia de un cambio de sistema. Todos sienten su presencia y protagonismo, pero nadie se atreve a mencionarlo.

En lugar del gesto valiente de reconocer que el país tomó, hace seis décadas, el rumbo equivocado y que imponer un modelo centralizado nos condujo al abismo en el que estamos ahora, los delegados siguen insistiendo en recomendar medidas, ajustes y más controles para salir de la crisis. Pero con cada intervención y cada nueva cifra anunciada, va haciéndose más nítida la radiografía de ese paciente terminal que es la economía cubana. También va quedando claro que el modelo decretado por el Partido Comunista de Cuba (PCC) solo conduce al fracaso y que las autoridades no tienen la audacia ni la capacidad para mejorar nuestras vidas.

Nada de lo que se haga dentro de las leyes y postulados económicos del PCC logrará frenar la caída de la nación en los abismos de la miseria y el deterioro irreversible de su infraestructura

Gastan horas y horas en justificaciones, se extienden en explicar las maldades que les ha hecho el clima, la cercanía del vecino del Norte o el precio de la harina de trigo a nivel internacional, pero les falta el coraje para decir lo que tantos pensamos: este sistema hay que cambiarlo, desmontarlo y sustituirlo por otro que tenga menos consignas y más realidades. Nada de lo que se haga dentro de las leyes y postulados económicos del PCC logrará frenar la caída de la nación en los abismos de la miseria y el deterioro irreversible de su infraestructura.

El paquidermo se estira, barrita, sacude las orejas entre los parlamentarios. Algunos casi le rozan la trompa cuando cuestionan que a pesar de las nuevas directrices en la agricultura, el arroz que se consume en las mesas cubanas llega prácticamente en su totalidad desde el extranjero. El presidente de la Asamblea, Esteban Lazo, se pega a la cola del animal al afirmar que "estamos ya muy cansados de programas, medidas, estudios, diagnósticos". Sin embargo, ninguno nombra al "elefante", todos evaden definir como "fracaso" a esas decisiones que han alimentado y engordado al enorme mamífero en mitad del salón.

14 Y MEDIO

Última actualización el Viernes, 18 de Agosto de 2023 17:53
 
¿Los cubanos somos idiotas, nos hacemos o nos hacen? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 18 de Julio de 2023 23:30

Hugo Cancio, propietario de 'OnCuba'.

Por RAFAELA CRUZ.- 

OnCuba y su economista estrella, Juan Triana, han publicado un artículo sobre el interesantísimo tópico de la deuda externa cubana y su posible canje por activos nacionales. Lo han hecho dando por cierto que los medios de producción en la Isla —empresas, hoteles, tierras— ¡son propiedad del pueblo!... ¿Nos querrán tomar por idiotas?

En su planteamiento el señor Triana afirma que el Gobierno es simple administrador de los bienes del pueblo, que es el verdadero propietario. Pero, ¿cuándo fue la última vez que los cubanos dispusieron de algo en Cuba, si es que muchos ni irse de aquí pueden? El castrismo, alevosamente, convirtió todo en propiedad de todos para que no fuese propiedad de nadie, más que de ellos mismos… Hay que ser o hacerse mucho el idiota para no verlo.

Lamentablemente, en la intelectualidad cubana nada abunda más que el idiota —real o figurín— que al castrismo lo llama siempre Gobierno, nunca régimen o mafia; habla de Cuba como Estado de derecho y jamás como finca, y para no sentirse "un sucio neoliberal", aboga por políticas imposibles y contraproducentes en el marco de extrema descapitalización que el país sufre.

Todos esos hacen "oposición" dentro de los marcos propios del sistema, quieren mejorarlo no eliminarlo, pues para ellos no es cierto que "en cadenas vivir es vivir en afrenta y oprobios sumidos", así que se contentan con cadenas más cómodas. Esta es la "oposición" que fomenta OnCuba, cuyo dueño, Hugo Cancio, ni es idiota ni se hace, aunque bien que se sirve de estos para convertir en idiotas a cuantos más cubanos mejor, y así mantener sus negocios en la finca Cuba.

En su artículo, Triana describe Cuba como país "que arrastra fallas estructurales de las cuales no se ha podido librar por múltiples razones; impedido por leyes extraterritoriales de EEUU de operar en condiciones 'normales' del mercado internacional; que no puede acceder a bancos internacionales que se cuidan de transgredir aquellas leyes; que por otras muchas razones no logra honrar sus compromisos de pago y está catalogado por las agencias de riesgo como uno de los de más alto riesgo de la región; que además, no genera suficientes ingresos por exportaciones". Y se pregunta el economista: "cómo puede ese país, renegociar esa deuda y cambiar la imagen que los 'dueños del dinero' tienen de él".

Desmenucemos la descripción y respondamos su pregunta.

"Fallas estructurales de las cuales no se ha podido librar": ¿no han podido o no han querido? Esas fallas no son más que el diseño socialista que los dueños del país impusieron y mantienen para su propia conveniencia. Para no verlo hay que ser o hacerse el idiota.

"Impedido por leyes extraterritoriales de EEUU de operar en condiciones normales del mercado": esas leyes, si fuesen extraterritoriales, ya estarían denunciadas frente a tribunales internacionales o norteamericanos. Sin embargo, ni Cuba ni ninguno de los multados ha intentado probar tal "extraterritorialidad". Para asumir tan acríticamente el discurso castrista hay que ser o hacerse el idiota.

"No puede acceder a bancos internacionales que se cuidan de transgredir aquellas leyes": se cuidan los bancos que tratan con activos estadounidenses y, por lo tanto, caen legalmente bajo aquella jurisdicción. Sin embargo, los que no están en ese caso trabajan libremente con Cuba, o trabajaban hasta que esta se volvió de alto riesgo por mala paga. Para no entender eso hay que ser o hacerse el idiota.

"No genera suficientes ingresos por exportaciones": ¡exacto!... ¡al fin!... ahí está la clave. Las importaciones, en última instancia, se pagan con exportaciones. Cuba no puede importar, no porque no tenga dólares o esté bloqueada, sino porque produce muy poco, y eso, es culpa de las políticas económicas internas. Para no saberlo hay que ser o hacerse el idiota.

Ahora veamos aquello de "cómo puede ese país, renegociar esa deuda y cambiar la imagen que los 'dueños del dinero' tienen de él". La solución propuesta por Triana es cancelar deuda entregando bienes cubanos, es decir, ya que Cuba es improductiva y no puede pagar, que entregue capitales para que los extranjeros los usen de mejor manera.

Teóricamente eso es correcto, los bienes deben estar en manos de quien los explote mejor, pues así nos enriquecemos todos. Cuba debería estar abierta al mercado y dejar que extranjeros adquieran libremente empresas, hoteles y tierras en la Isla, como mismo los cubanos pueden comprar esos activos en otros países, no pasa nada… o no pasaría si esto fuese el país normal que Triana describe.

Pero ni Triana, que no es idiota, se cree que esto sea un país normal.

Esta nación se la robaron y los ladrones siguen ahí, y no, no deberían esos maleantes negociar con extranjeros las propiedades robadas a los cubanos, pues aparte de ser inmoral, es un problema para el futuro. Lo es pues el día que recuperemos el país, sus propiedades estarán muy mal negociadas. Los ladrones, no solo son extremadamente ineptos, sino que, principalmente interesados en mantener su botín el mayor tiempo posible, no negocian pensando en el mejor postor económico, sino en quien mejor los mantenga en su sitio.

En todo su artículo el señor Triana, fiel a la línea editorial de OnCuba, evita reconocer que nuestros problemas económicos, incluso los derivados del diferendo con EEUU, son consecuencia de ese robo, esa estafa que sufrimos los cubanos y, por lo tanto, no hay solución que no sea devolvernos la nación, es decir, que se acabe el castrismo. Para no reconocer eso, hay que ser o hacerse el idiota, y séalo el que quiera serlo, pero no pretenda el autor de ese artículo que todos los demás lo seamos.


DIARIO DE CUBA

Última actualización el Viernes, 18 de Agosto de 2023 17:52
 
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