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Cuba


Cuba en la encrucijada: ¿Revolución desde abajo o desde arriba? PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Sábado, 04 de Febrero de 2023 17:19

Fidel y Raúl Castro en una aparición pública en La Habana, Cuba. (Ismael Francisco/Cubadebate)

Por ARIEL HIDALGO.-

¿Qué está pasando hoy en Cuba? Para entender esto, es preciso recordar algunos conceptos. Una revolución, según la Academia de la Lengua, es un cambio radical, generalmente violento, de las estructuras de una sociedad. Según esa definición, esos cambios radicales terminaron a fines de los años 60, a partir de lo cual se instauró una dictadura totalitaria sobre las bases de un modelo económico de centralismo monopolista de Estado, lo cual no tiene nada que ver con el socialismo según el concepto original de esa palabra.

De acuerdo con lo anterior, una revolución puede ser favorable para un pueblo, pero también catastrófica, como lo fue la del 59 en Cuba y la "nacionalista" de Adolfo Hitler en Alemania. En la Inglaterra del siglo XVII hubo dos revoluciones: la conocida como Burguesa, que fue violenta y llevó a un período muy turbulento, y la llamada Gloriosa, que fue pacífica, promulgó la primera declaración de derechos humanos y dio a luz a un sistema muy estable que se ha extendido hasta el presente.

Ahora es preciso diferenciar revolución de lo que sería un proceso revolucionario, que no es lo mismo pero conduce a ella. Ese proceso comienza cuando un pueblo ha tomado conciencia de que el régimen bajo el cual vive debe ser cambiado y comienza a manifestarse multitudinariamente o por medio de un movimiento que lo representa, generalmente mediante un acto público trascendental. Aunque muchas veces ese acto termina en un fracaso, crea, sin embargo, un precedente que conduce luego a lo que sería ya el cambio radical, o sea, la revolución misma.

Estamos, pues, en este momento, en medio de un proceso revolucionario, y, por tanto, no muy lejos de que se produzca una nueva revolución

En el caso cubano, por ejemplo, el proceso revolucionario que condujo al triunfo del 59 comenzó con el asalto al Cuartel Moncada junto con el alegato La historia me absolverá, expuesto por Fidel Castro durante su juicio. En el caso de la Alemania nazi fue el intento de Hitler del golpe de Estado de Múnich encabezando al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, que fracasó y lo llevó a la cárcel, donde escribió su alegato, Mi Lucha. ¿No les parece todo muy parecido?

Algo semejante se produjo el 11 de julio del 2021 pero con notables diferencias: pacíficamente y con la participación de las capas más humildes del pueblo, con manifestaciones multitudinarias en decenas de ciudades del país, las cuales tomaron como himno, Patria y Vida, canción que luego ganaría dos Premio Grammy, y daría lugar a varias declaraciones de la sociedad civil cubana, dentro y fuera de la Isla. Los manifestantes, a pesar de haber actuado pacíficamente en la práctica de un derecho, fueron brutalmente reprimidos, y si hacemos un paralelo con lo ocurrido en Cuba en los años 50, veremos que, igualmente, fueron encarcelados, aunque sufriendo peores condiciones que las de los asaltantes del Moncada, pero los defensores de ambas dictaduras cantaron victoria creyendo que todo había terminado de manera favorable para ellos. Sin embargo, en los dos casos se iniciaron procesos revolucionarios.

Estamos, pues, en este momento, en medio de un proceso revolucionario, y, por tanto, no muy lejos de que se produzca una nueva revolución.

Veamos ahora la situación del poder. Tras aquel 11 de julio la dirigencia gubernamental tomó conciencia de que había llegado a un punto en que ya no era posible continuar con el modelo que había mantenido hasta entonces, un sistema económicamente insostenible que generaba periódicamente una crisis económico-social aguda, el mismo que había llevado a la implosión de la Unión Soviética y de todos los regímenes del llamado campo socialista de Europa.

Ese cambio radical podría ser una transición de privatizaciones, pero esta vez de forma pacífica, silenciosa y, por supuesto, desde el poder, procurando no perder el control

Anteriormente, cada vez que esa crisis aguda se presentaba, esa dirigencia, para aliviar la tensión social, reaccionaba con dos recursos salvadores: el éxodo masivo y las reformas económicas, entendiendo por reforma, no un cambio radical como sería una revolución, sino un cambio de forma, pero manteniendo siempre la esencia del sistema, todo lo más, algunas concesiones de libre mercado. Pero estos recursos eran solo temporales, que solo le servían para ganar tiempo, hasta encontrar un nuevo aliado externo que lo subvencionara, primero la Unión Soviética y después Venezuela. Esto es lo que ha estado haciendo también ahora, incluso con el éxodo más grande de toda su historia, lo cual le procura un respiro momentáneo, pero con la diferencia de que, esta vez no cuenta con dos factores que nunca le faltaron:

1-El mismo apoyo popular de antes, incluyendo a una gran parte de la población que, aunque desencantada, practicaba una doble moral.

2-Un nuevo aliado exterior a la vista, capaz de subsidiarlo permanentemente. Aunque Rusia podría ser ese aliado, es muy improbable que pueda cumplir con esa expectativa por hallarse inmersa en la guerra contra una Ucrania fortalecida por el apoyo de los países de Otan y la Unión Europea.

Esa dirigencia es consciente de todo esto. Por tanto, ¿qué puede hacer, entonces, si no quiere hundirse en el abismo? Pues ya no solo una reforma, sino cambios radicales, es decir, si otra revolución es inevitable, dicen, pues vamos a hacerla nosotros mismos. Ese cambio radical podría ser una transición de privatizaciones, pero esta vez de forma pacífica, silenciosa y, por supuesto, desde el poder, procurando no perder el control. El reportaje de Juan Diego Rodríguez y Olea Gallardo publicado en este medio, sobre privatizaciones del Gobierno cubano a favor de personas sin concurso alguno, refleja que ese proceso de transición pudiera haber comenzado, pero con la particularidad de que se asemeja a la vía rusa.

Esa complicidad generalizada de burócratas que hace que el sistema sea fallido por tantos "desvíos" y "faltantes" es el antecedente perfecto para lo que puede llegar a ser un sistema de mafia empresarial

En los primeros años de la década de los 90, tras un viaje a Rusia, que comenzaba a desmontar el modelo totalitario y centralizado, publiqué en El Nuevo Herald un artículo titulado La transición que los cubanos no debemos hacer. Lo que empezaba a producirse allí era la apropiación privada de todos los medios de producción por burócratas civiles y militares como nuevos capitalistas. Y era lo más lógico, pues en Rusia no había habido una oposición fuerte que pudiera dirigir la transición, como sí lo hubo en otros países de Europa del Este, como Polonia y Checoslovaquia. Además, la transición del modelo de centralismo monopolista de Estado que han dado en llamar "socialismo real" a un sistema de mafia empresarial era lo más consecuente, pues esa característica ya existía potencialmente en las relaciones de los empresarios de esa burocracia.

En el libro que me costó una condena de ocho años de cárcel, Cuba, el Estado Marxista y la Nueva Clase, escrito en 1980 siendo profesor de marxismo en un preuniversitario habanero, hablaba del tipo de relaciones establecidas entre los directores de empresas, "socios tácitos que practican un trueque tácito... Cuando un gerente desea adquirir una mercancía lucrativa para su disfrute personal que no está a su alcance directo, acude a sus relaciones con otro que sí puede 'resolverle' y le recuerda que él es su 'socio'", con lo cual le indica que puede devolverle el "favor". Esa complicidad generalizada de burócratas que hace que el sistema sea fallido por tantos "desvíos" y "faltantes" es el antecedente perfecto para lo que puede llegar a ser un sistema de mafia empresarial.

En agosto del pasado año publiqué en este medio La transición cubana y los planes de la mafia empresarial castrista, donde hablaba de tres posibles opciones y me inclinaba por una de ellas como la más probable, la de los planes mafioso-empresariales, y exhortaba a la sociedad civil "a unirse en una declaración consensuada en pro de una democratización del país, y promover los cambios estructurales desde abajo".

Ha llegado la hora de que los intelectuales cubanos de buena voluntad propongan, ante toda la sociedad, como contrapartida a esa opción de modelo de capitalismo mafioso, un programa económico único y consensuado

 

Los que crean que deliro, deben analizar bien: en Rusia no hubo nunca una manifestación como la del 11 de julio, ni un desarrollo del movimiento disidente como el de Cuba. Es más, excepto el de Polonia, no ha habido país alguno del campo socialista que haya tenido un movimiento más fuerte e irreductible que el de la disidencia cubana. Si no fuera así, la dirigencia cubana no estaría tan interesada en realizar los cambios radicales ni siquiera dirigida por ella misma. Pero el peligro está justamente en esto último, que desvíen el proceso de cambios necesarios por el camino de un putinismo caribeño.

Otros intelectuales cubanos han coincidido en alertar sobre ese peligro, como el economista Mauricio de Miranda Parrondo, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, quien se preguntaba: "¿Resulta deseable el modelo ruso para Cuba?" y se respondía que en Rusia "se ha producido una transición del socialismo burocrático a un capitalismo mafioso". Y añadía: "Los cambios económicos necesarios en la Isla son de un inmenso calado y naturaleza estructural, pero no tendrían los efectos positivos deseados de potenciar crecimiento y desarrollo con justicia social si no se impulsan desde instituciones y políticas democráticas".

Ha llegado la hora de que los intelectuales cubanos de buena voluntad propongan, ante toda la sociedad, como contrapartida a esa opción de modelo de capitalismo mafioso, un programa económico único y consensuado para una Cuba futura que garantice el desarrollo de nuestro país y la verdadera justicia social.

14 Y MEDIO

Última actualización el Domingo, 12 de Febrero de 2023 17:10
 
Patrocinador o muerte, ¡partiremos! PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 31 de Enero de 2023 20:59

Las cifras de interceptaciones en el mar se han duplicado en los últimos meses. (Guardia Costera)

Por YOANI SÁNCHEZ.-

Era la madrugada del 23 de enero cuando la balsa, con 28 personas a bordo, zozobró en la costa norte de la provincia de Matanzas, Cuba. Al menos cinco balseros murieron y otros 12 permanecen aún desaparecidos. La tragedia, que vuelve a enlutar a las familias de esta Isla, ocurrió apenas dos semanas después de que se iniciara un nuevo programa migratorio concebido por Estados Unidos para frenar la avalancha de cubanos que ha estado llegando a su frontera sur.

"Necesito un patrocinador, cueste lo que cueste", me dijo mirándome, sin pestañear, un vecino al que le sobran canas y le faltan recursos. Atrapados en el ascensor de este bloque de concreto, el hombre se sentía lo suficientemente seguro para lanzarme su pedido: "Alguien que me saque de aquí y pago con trabajo lo que sea". En su apartamento de un edificio que se construyó con subsidio sovético en la década de los 80, su mujer, sus dos hijas y tres nietos esperan que sus gestiones brinden frutos cuanto antes.

Mi vecino, que hasta hace poco militó en el Partido Comunista, ahora quiere encontrar un camino para "sacar a la mayor brevedad" a los suyos. La posible vía de fuga es el parole humanitario que Estados Unidos anunció a inicios de este año para beneficiar a migrantes de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití. Con dicha medida, Washington pretende acoger cada mes a 30.000 nacionales de estos países, y rechazar a los que intentan ingresar a su territorio de forma ilegal.

La tensión ha terminado por estallar. Los que siguen armando la balsa para enfrentarse al mar son los que no tienen otra opción

Pero el camino no es nada fácil. Para tramitar el permiso humanitario, el beneficiario debe contar con un "patrocinador" en Estados Unidos, que tiene que asumir la responsabilidad con su situación financiera y mostrar ingresos monetarios que le permitan iniciar el proceso. Aunque en los últimos años la emigración cubana ha sido muy variopinta, de diferentes clases sociales y orígenes raciales, es evidente que el exiliado blanco y profesional tiene ahora mejores posibilidades que le aprueben un parole para sus parientes en la Isla.

Si la balsa hacia el Estrecho de Florida o el cruce por Centroamérica es brutal y potencialmente mortal, el nuevo permiso parte de unos requisitos económicos que filtran y dejan fuera del tamiz a los grupos más pobres, menos urbanos y a los afrodescendientes. Este es un camino para los que pueden tener a alguien del lado de allá que ponga la cara y la billetera. Pero esta Isla contiene millones de almas en pena deseosas de escapar que no pueden contar con un patrocinador.

La tensión ha terminado por estallar. Los que siguen armando la balsa para enfrentarse al mar son los que no tienen otra opción. A diferencia de mi vecino, camarógrafo jubilado de la televisión oficial, que lanza sus propuestas a todo el que le pase por delante y, probablemente, tiene algún pariente en Florida que financie parte de su escapada, los balseros de este minuto son los que no encajan en una categoría ni en otra. No quieren quedarse, pero ningún programa legal y ajustado a sus bolsillos les permite irse.

Madrugada del 23 de enero: 28 personas sin posibilidades de ser "patrocinadas" y sin esperanzas de tener una mejor vida en Cuba se lanzan al mar. Las olas se han tragado los sueños de buena parte de esos cubanos.

14 Y MEDIO

Última actualización el Sábado, 11 de Febrero de 2023 18:25
 
La reconstrucción de la economía cubana PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 30 de Enero de 2023 21:10

Una ruina industrial en La Habana, Cuba.

Por JORGE A. SANGUINETTY.- 

La economía cubana ha operado en un estado de crisis permanente desde el triunfo de la Revolución en 1959, lo que después de 63 años ha culminado en un profundo deterioro del nivel de vida de la ciudadanía. El recrudecimiento actual de la crisis se observa en el aumento de la pobreza, el número creciente de los que abandonan el país y la visible falta de capacidad y recursos del Gobierno para estabilizar la economía y pagar la enorme deuda externa. Las protestas callejeras de 2021 y la represión policial son indicadores indiscutibles de la gravedad de la situación.

Con frecuencia, se habla de reformas económicas, de una reconstrucción y hasta de la aplicación de un Plan Marshall para Cuba. Dada la demostrada incompetencia de los gobernantes cubanos para mejorar la economía, junto a su falta de voluntad política para enfrentar el problema y resolverlo, cabe preguntarse qué sentido tiene hablar de una reconstrucción en las condiciones actuales.

Quizás no lo tenga para todos los cubanos, pero sí para los que no se hayan adaptado a vivir bajo las miserables condiciones del totalitarismo vigente y rehúsan emigrar, quienes deben mantener un interés en las políticas del Gobierno, el futuro del país, su economía y el nivel de vida de la población. Además, y a pesar de las dificultades actuales y la falta de libertad de expresión, mantener un diálogo sobre el futuro de Cuba contribuye a que se creen las condiciones para salir del estancamiento.

Pero, ¿de qué hablamos concretamente cuándo nos referimos a reconstruir la economía cubana? ¿Qué fue lo que se destruyó de la economía? ¿En qué consiste la economía cubana? La economía es un concepto abstracto que abarca las infinitas actividades y transacciones que continuamente llevan a cabo los miembros de toda sociedad para producir y distribuir los bienes y servicios que necesitan o desean. La economía representa el metabolismo que cada sociedad necesita para sostenerse, crecer y reproducirse. De difícil visualización, tales actividades y transacciones están a cargo de las empresas y organizaciones afines, que a su vez se relacionan entre sí de múltiples y muy complejas maneras.

Hasta 1959, la economía cubana se había fundado y desarrollado con la participación de millones de agentes decisorios que, en conjunto, poseían la economía nacional. Ellos eran los consumidores, trabajadores y empresarios actuando por medio de las empresas, en busca de mejorar sus condiciones de vida. En conjunto, eran los dueños de la economía, cuyo objetivo era satisfacer sus necesidades y preferencias. Lo hacían con amplios y diversos grados de libertad y de un modo espontáneo, sin dirección central, aunque con una participación del Gobierno en la coordinación de la producción azucarera.

El conjunto de empresas y sus interrelaciones crea una naturaleza económica que funciona con sus propias leyes y principios. Cuando estos se ignoran, las sociedades pagan un alto precio. El desarrollo logrado por el país fue abruptamente detenido y revertido por la Revolución con las medidas adoptadas entre 1960 y 1968, cuando todas las empresas fueron expropiadas y pasaron a ser administradas por entidades estatales, dentro del sistema de planificación central de tipo socialista. Muchas empresas, incluso sectores enteros de la economía, como el financiero y el de servicios legales y profesionales, desaparecieron. Pero el cambio más radical consistió en que, de pronto, la economía del país no estaría primordialmente dedicada a satisfacer las necesidades de la población, sino las órdenes del Gobierno central.

Como explico en un artículo publicado en DIARIO DE CUBA el pasado 28 de agosto, en ese período inicial las empresas cubanas, ya todas estatales, experimentaron tres tipos de choques traumáticos que modificaron radicalmente el modo en que operaban y sus respectivas capacidades productivas. El primer golpe fue el de las expropiaciones mismas, que eliminaron la propiedad privada de los medios de producción, convirtiéndolos en propiedad del estado. Así se cortó todo vínculo entre propietarios y empresas, lo que también afectaría el manejo o administración de las mismas, que quedaba a cargo del Gobierno.

El otro choque o cambio radical consistió en que las empresas, bajo la administración del Estado, tendrían que funcionar dentro de las normas y condiciones inflexibles de una planificación central socialista, que nunca llegó a organizarse y operar como se esperaba. Así, las empresas perdieron todas las formas de autonomía que eran típicas de la economía de mercado. La autonomía, que se basa en la libertad de gestión que predomina como un bien público en las economías de mercado, permitía a las empresas ajustarse a la incertidumbre típica de la actividad económica, o sea, los cambios inesperados tanto de la demanda como de la oferta.

El tercer choque traumático sufrido por las empresas consistió en las intervenciones improvisadas y muy desorganizadas del jefe de gobierno Fidel Castro, una característica tan insólita como poco estudiada de la economía castrista. Dichas intervenciones culminaron con el descalabro de la muy mal concebida zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar en 1970, en la cual solo se llegó a producir 8.5 millones de toneladas a un costo todavía desconocido. El esfuerzo, personalmente iniciado sin una evaluación previa y dirigido por Castro con su conocido estilo desordenado, causó grandes estragos en el resto de la economía por la urgencia con que se sustrajeron recursos de otros sectores para reasignarlos al azúcar. Aunque ya el propio Castro había decretado que la economía cubana se regiría por la planificación central, el esfuerzo azucarero fue casi completamente llevado a cabo fuera de la misma.

Fue entonces cuando Castro parece haber reconocido la falta de una dirección más eficaz de la economía y permitió una iniciativa de su hermano Raúl, dirigida a introducir un cierto nivel de disciplina en el aparato de dirección y planificación. Entonces, la economía cubana comenzó, más en teoría que en la práctica, a operar dentro de los cánones de la planificación central en el marco del sistema soviético. Pero ya dicha economía, por medio de sus empresas, todas estatales, había perdido la capacidad productiva y la solvencia de otros tiempos, mientras continuaba dependiendo de los subsidios soviéticos y un tan descontrolado como creciente endeudamiento externo para mantener su economía a flote.

Años después, con la desintegración de la Unión Soviética, en 1991 la pérdida de los subsidios provocó una contracción literalmente traumática del nivel de actividad económica, cuando Fidel Castro se vio obligado a improvisar con urgencia lo que llamó "Período Especial en Tiempo de Paz", reflejado en un recrudecimiento intenso de la escasez en Cuba. En consecuencia, el Gobierno tuvo que reducir al máximo las cuotas de racionamiento existentes desde 1962.

La pérdida de los subsidios soviéticos mostró de manera dramática la debilidad estructural de la economía cubana. En rigor, la misma se puede calificar como una economía castrista, por sus rasgos sui géneris, diferente de las economías típicas de tipo socialista o comunista, y porque había sido Castro personalmente quien había dictado su implantación, no un organismo planificador, un consejo económico o alguna otra entidad política. Y Castro lo había hecho en contra del consejo de los que llegaban a tener la oportunidad de ser sus asesores.  Cualquier socialista o comunista recalcitrante pudiera criticar a Fidel Castro por perseguir una estrategia errada al crear una dependencia extrema de los subsidios soviéticos, impidiendo que las empresas estatales cubanas pudieran alcanzar eventualmente su autosuficiencia financiera.

La década de los 90 se caracterizó por la improvisación de medidas de urgencia, destinadas a mantener una economía quebrada, pero que a la vez siguiera sirviendo como un instrumento del control político y represión de los ciudadanos. Tengo que insistir en este punto, omitido con frecuencia por analistas cuyo marco metodológico debiera incluir el de la "Nueva Economía Política" aplicado a Cuba. Desde el comienzo de la Revolución, el principio estratégico central para manejar la economía nacional bajo el poder absoluto de Fidel Castro fue no solo el de utilizarla como un instrumento de control político de la población, sino también como parte principal del designio en su agenda de la “lucha antiimperialista” contra Estados Unidos, como él mismo ya lo había confesado. De este modo, muchas de las decisiones que se tomaban sobre la economía le aparecían como irracionales o simplemente erradas a los observadores que no conocían a fondo el intríngulis del Gobierno y sus objetivos políticos.

De este modo, las medidas económicas que Fidel Castro permitió —forzado por las circunstancias y casi siempre a regañadientes—, se concentraron en la apertura al turismo internacional, a lo que él mismo se había opuesto enfáticamente al comienzo de la Revolución; las remesas de dólares provenientes de los cubanos en el exilio; la liberalización de la circulación del dólar americano y otras monedas convertibles para transacciones en la Isla; la apertura muy limitada al trabajo por cuenta propia y la aceptación de algunas inversiones privadas de origen extranjero.

Pero a pesar de la necesidad de reactivar la economía, el Gobierno nunca llegó a adoptar las medidas liberacionistas que muchos asesores aconsejaban. Así se fueron acumulando, junto a una deuda internacional que se haría impagable con el tiempo, los efectos perniciosos de las distorsiones en la economía incomprendidos por los gobernantes. Las decisiones de los 90 no obedecían a una estrategia económica coherente. Más bien eran parches de emergencia que se improvisaban, generando nuevas distorsiones cuya solución se postergaba indefinidamente, como la absurda creación de un sistema monetario triple, con tasas de cambio múltiples. La pérdida de los subsidios soviéticos fue parcialmente reemplazada al comenzar el nuevo milenio con ayuda del Gobierno de Venezuela, lo cual sirvió para extender y prolongar la dependencia externa de la economía cubana y la incapacidad de las empresas estatales de generar inversiones y en conjunto estabilizar la economía. Pero la ayuda venezolana no sería suficiente, ni duraría lo necesario para detener el continuo deterioro económico de Cuba.

Las medidas y gestos aperturistas propuestos y llevados a cabo por la administración del presidente de Estados Unidos Barack Obama en 2014 no fueron aprovechados. Fidel Castro, además de boicotear lo que parecía ser una oportunidad interesante para el país, renovó su reluctancia a dar algún respiro a lo que quedaba de la economía, tal como había hecho a mediados de los 80, cuando limitó severamente los mercados libres campesinos a pesar del éxito que estaban logrando en abastecer de alimento a la población.

En todo este proceso, la empresa estatal típica continúa deteriorándose, no solo en su dotación de activos físicos y financieros, sino también en su capacidad orgánica de manejo y administración rentable. La paupérrima actividad económica privada fue permitida solo para aliviar el peso del empleo excesivo de trabajadores que inflaban improductivamente la nómina estatal, pero era muy insuficiente para cubrir las carencias productivas de las empresas estales planificadas. El fracaso en la reciente implementación de la llamada "tarea de ordenamiento monetario" puso en clara evidencia que los gobernantes no saben cómo debe operar una empresa ni cómo se relaciona con la macroeconomía, al suponer implícitamente que las mismas responderían eficientemente a las nuevas señales derivadas de las tasas de cambio reajustadas.

Conclusiones

Estas consideraciones significan que cualquier reforma de la economía cubana tiene forzosamente que enfocarse en la empresa como el instrumento principal de los procesos productivos. Sin una reconceptualización de la empresa como célula productora por excelencia de la actividad económica del país, no puede haber una reconstrucción de su economía. Y esa reconceptualización requiere que cada empresa goce de un nivel de autonomía o libertad de gestión que le permita, eficientemente, responder a todas las formas de incertidumbre que forman parte de una sociedad moderna y dinámica.

La empresa debe ser flexible para ajustar sus procesos productivos a las variaciones aleatorias continuas que afectan la demanda por lo que produce, los insumos y los trabajadores que necesita para lograrlo y las condiciones generales de la macroeconomía y las finanzas simultáneamente. Y todo esto por encima de poder sostener un sistema de incentivos para que los trabajadores estén moral y materialmente interesados y comprometidos en la eficiencia productiva de sus puestos de trabajo. Sin incentivos eficaces basados en una concepción realista, no caprichosa de la naturaleza humana, no se puede lograr una economía eficiente.

En la actualidad, la empresa estatal típica cubana, urbana o rural, está muy lejos de cumplir esas condiciones. Algunos funcionarios parecen haber reconocido que es en el sector privado donde se pueden dar las condiciones necesarias para mejorar la economía en su conjunto, pero esto significaría hacer concesiones contrarias a lo que parece ser la ideología imperante (o los intereses personales y nada socialistas de los que gobiernan), lo que crea un profundo dilema tanto para los gobernantes actuales como para la ciudadanía en general. Para mejorar las condiciones económicas del país es, más que necesario, insoslayable liberar las empresas cubanas. Esto requiere que las empresas se liberen de la planificación central y sean manejadas por sus administradores y trabajadores, en función de sus intereses personales, que al fin y al cabo son compatibles con los intereses personales de los demás ciudadanos como consumidores y bajo un régimen de competencia que evite el monopolio.

En síntesis, la reconstrucción de la economía cubana consiste primordialmente en la reconstrucción de sus empresas, lo cual solo podrá lograrse con inversiones de capital privado, nacional y extranjero, y con un Gobierno que conozca las condiciones en que opera una empresa en el mundo actual. Esto significa que el Gobierno se excluya del manejo empresarial y que deje de usar la economía como un instrumento de control político de la población.

Aquí incluyo unos comentarios de Roger Betancourt, Profesor Emérito de Economía de la Universidad de Maryland, quien leyó una versión inicial de este artículo y apunta que parte de la reconstrucción de la economía requiere reconceptualizar y transformar el papel de las instituciones del Estado y el Gobierno, para que sean compatibles con una economía basada en empresas autónomas y eficientes. Esto equivale a crear y hacer cumplir las reglas y regulaciones que se necesitan para proteger los derechos de los trabajadores, consumidores y empresarios, los verdaderos dueños y dirigentes de la economía, de modo que todos al unísono puedan cumplir con las tareas productivas y distributivas que la sociedad demanda, de manera continua y estable.

Al mismo tiempo que las empresas producen los bienes y servicios privados que la ciudadanía demanda, el Estado debe estar a cargo de los bienes y servicios públicos que la sociedad en conjunto necesita, o sea, los que se consumen simultáneamente por todos los ciudadanos, por ejemplo, la seguridad nacional, la administración de justicia, la sanidad pública, la estabilidad de la moneda y las garantías de los derechos de propiedad, el acceso a la educación y a los servicios de salud.

Con la composición actual del Gobierno, la aparente ideología imperante y la arquitectura institucional vigente, no parece factible que se lleven a cabo los cambios que Cuba necesita para mejorar su economía. El anuncio reciente sobre la presencia en Cuba de unos empresarios rusos para aconsejar al Gobierno sobre cómo montar una economía parecida a la de la Rusia actual no es aconsejable, porque tiende a replicar un sistema con una fuerte presencia del Gobierno en la economía, con casi ninguna participación ciudadana.

La reconstrucción de la economía cubana depende de otras reconstrucciones, en especial la de la mentalidad de los que gobiernan, mucho más que la ideología, para que se comprometan con el bienestar de los cubanos y no con el designio mesiánico y obsoleto de un líder que ya no existe, pero que continúa, como si fuera un fantasma, influenciando los destinos de Cuba.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Jueves, 09 de Febrero de 2023 13:33
 
Cubastroika: Una jaula de modelo ruso para los cubanos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 24 de Enero de 2023 13:24

Miguel Díaz-Canel y Vladimir Putin en Moscú.

Por RAFAELA CRUZ.-

Dos modelos de capitalismo emergieron en la escena postcomunista: uno liberal y democrático en las antiguas colonias soviéticas de Europa del Este, otro centralista y totalitario en Rusia y algunas repúblicas centroasiáticas. Que hoy el PIB per cápita de Polonia, Rumanía y hasta de Bulgaria superen al ruso, mientras el checo, estonio o lituano casi lo duplican, demuestra rotundamente cuál modelo debería ser seguido… y no, no es el ruso.

Pero las autoridades cubanas ni siquiera eligen imitar a China, donde, aunque siga gobernando un tiránico y corrupto Partido Comunista, la evolución económica es muy superior a la rusa.

El modelo asiático es demasiado permisivo con el libre mercado y se apoya mucho en la iniciativa privada. Eso resulta amenazador para un castrismo que no quiere milagro económico en Cuba —crecimiento vertiginoso—, sino mejoría suficiente para calmar al pueblo antes de que la creciente miseria provoque otro estallido social como el del 11 J, o los conatos que generaron los apagones de finales de 2022.

Eso hace obvio que la razón por la que cual el régimen quiere adoptar en la Isla el modelo moscovita —habiendo alternativas muchísimo más exitosas— no es para mejorar la vida del pueblo, es para que la ineludible transformación de la inviable economía cubana no implique pérdida de poder político, sino una consolidación de la gordocracia reinante.

El castrismo, ahora apurado porque siente que los cubanos están despertando, prefiere una vía en la que el Gobierno mantenga el control económico —algo que tan buen resultado le ha dado para tener al pueblo atado—, aunque deba transformar el cómodo pero ineficiente actual modelo estatalista en uno donde convivan muchas propiedades aparentemente privadas bajo dinámicas capitalistas.

Y es que tras 64 años construyendo el "socialismo", la élite burocrática-militar heredera del sultanato de Fidel Castro está muy convencida, no de que el socialismo empobrezca —eso siempre lo han sabido—, sino de que este ya no le garantiza el poder; con lo que, mientras suben los decibelios retóricos socialistoides, lo erradican de la realidad, asesorados por un instituto económico ruso especializado en "capitalismo de compinches", un modelo que favorece a unos pocos cercanos al Gobierno en detrimento de las grandes mayorías.

No es casualidad que Rusia, que está en un atrasado lugar 68 del orbe en cuanto a PIB per cápita, sea el quinto país donde más milmillonarios hay. Definitivamente, ningún país de hombres libres elegiría tal modelo para sí, y en ningún país donde exista tal modelo habrá hombres libres.

La vía rusa es la de una economía con bases de acumulación capitalista en manos de una elite empresarial que, con apoyo político, impide la competencia mercantil, lo que resulta en un país muchísimo más pobre de lo que sería si hubiese libre mercado, pero con la suficiente prosperidad para dar al régimen estabilidad y recursos para controlar y reprimir toda oposición.

La Rusia tiránica de hoy, con su raquítico PIB per cápita apenas un 25% superior al cubano —que la pompa de las grandes ciudades televisivas y los turistas millonarios en el sur de España no nos haga creer que esa es la generalidad—, se forjó cuando el país fue repartido entre militares y jerarcas partidistas —los famosos oligarcas—, que es lo que está comenzando a hacer el castrismo mediante las MIPYMES y demás políticas de aparente liberalización. Ingenua o interesadamente, muchos lo aplauden con patético entusiasmo.

Y es que el castrismo no quiere mirar su desplome desde la barrera. Consciente de que no queda nada por salvar, ni logros, ni ideología y, si sigue así, ni cubanos en Cuba, intenta adelantarse tomando al toro por los cuernos, liderando una transformación conveniente, una cubastroika que, de manera lenta pero palpable, mejore la economía introduciendo mecanismos capitalistas —únicos que aumentan la productividad—, para evitar cualquier concesión de derechos políticos.

Con la cubastroika, la anodina y mediocre cúpula actual no pretende otra cosa que cambiar la oxidada, mugrienta y maloliente jaula que heredó de Fidel Castro, por una más reluciente y duradera, una jaula forjada con acero ruso para su pueblo cautivo.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Miércoles, 08 de Febrero de 2023 14:32
 
Estos son los detalles del juicio contra el Gobierno de Cuba en Londres por la deuda que se le reclama PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 17 de Enero de 2023 13:49

Sede de las Reales Cortes de Justicia de Londres

Por JOSÉ LUIS REYES.- 

El próximo lunes 23 de enero comenzará en el Tribunal de Comercio de los Tribunales Reales de Justicia de Londres el juicio en contra del régimen de Cuba por una millonaria deuda, lo que podría provocar duras sanciones contra sus negocios e intereses en el mundo.

La inminencia del proceso ha generado que desde la semana pasada el aparato de propaganda de La Habana comenzara a preparar a los cubanos para una sentencia adversa. Por ello, la Superintendencia del Banco Central de Cuba (BCC) hizo pública una escueta declaración donde se deshace de responsabilidad con la deuda que contrajera su antecesor, el Banco Nacional de Cuba (BNC), antes de 1997, cuando tenía funciones de Banco Central.

Ante el interés que ha despertado el tema entre los cubanos y la manipulación de la gravedad del asunto que hace el régimen, DIARIO DE CUBA ofrece los detalles del proceso judicial por empezar.

El juicio oral debe durar unos ocho días, con una lectura previa de las alegaciones, que tendrá lugar entre el miércoles 18 y el jueves 19 de esta misma semana. La demanda, con número CL-2020-000092 del 18 de febrero de 2020 lleva por título "CRF I Limited versus Banco Nacional de Cuba y República de Cuba".

La vista con testigos comenzará el lunes 23 de enero a las 10:00AM (hora de Londres). Dado que al menos cinco de los declarantes citados por la parte demandada viven en Cuba, el proceso incluirá transmisiones de video en vivo y traducción simultánea.

Los testigos de La Habana ​​incluyen a varios exfuncionarios del Banco Nacional de Cuba que el régimen acusó y sentenció en un proceso secreto en 2021, y a los que culpó por presuntamente recibir sobornos para entregar los documentos que permitieron a CRF I hacerse con los bonos de deuda que ahora reclama.

Esa imputación fue rechazada por CRF I, que alegó que el caso de soborno fue fabricado por La Habana para tratar de eludir su responsabilidad en el asunto. La defensa decidió abandonar ese argumento en diciembre último.

Los testigos son María Teresa Compte, exsecretaria del BNC, que fue condenada a cinco años de privación de libertad; Raúl Eugenio Olivera Lozano, acusado por los delitos de cohecho, entre otros, y condenado a 13 años de prisión, y René Lazo Fernández, expresidente del BNC y condenado a un año de cárcel.

Durante una vista oral previa al juicio a la que DIARIO DE CUBA asistió a inicios de diciembre último, los abogados de la parte demandada indicaron que, dado que Olivera Lozano está encerrado en una prisión fuera de La Habana,  debe ser trasladado hasta la sede del Ministerio de Justicia para que haga su declaración de forma remota.

Se suman a ellos Melissa Pérez Fleitas, Joscelin Río Álvarez, Vladimir Regueiro Ale, Odalys del Nodal y el doctor Juan Mendoza Díaz, testigo experto de la defensa, quien es catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de La Habana y presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Procesal de la oficialista Unión Nacional de Juristas de Cuba.

Los testigos del demandante incluyen a David Charters, Jeetkumar Gordhandas, Don Stevenson y Hosanna Rodríguez Calvo, testigo experto, quien fungiera como agente oficial de propiedad industrial de la  Corporación Habanos SA y CUBATABACO, y exprofesora de Derecho de Propiedad Industrial de la Universidad de la Habana.

CRF I Limited está representado por el bufete Rosenblatt, con sede en Londres, y sus letrados en el proceso serán los abogados Jawdat Khurshid KC y Andrew Pearson.

Por los demandados, el representante es el bufete PCB Byrne LLP, con sede en Londres, y los abogados Alison Macdonald KC, Anton Dudnikov y Mark Belshaw.

Los abogados con el título KC (King's Counsel, o consejero del rey), son eminentes juristas que a menudo son designados en casos complejos que requieren un mayor nivel de experiencia legal.

De acuerdo con el Consejo Económico Cuba-EEUU, este juicio "es para determinar jurisdicción. Si el demandante gana, habrá argumentos ante el tribunal en cuanto a los méritos. Si el demandante pierde, lo que significa que la cesión de la deuda a CRF I Limited no fue válida, la deuda en sí no se extingue. El demandante y los demandados probablemente apelarán si el veredicto no ayuda a sus respectivas posiciones".

Según expertos, si La Habana pierde el caso y no llega a ningún acuerdo con la parte acreedora, la corte podría darle luz verde para perseguir activos cubanos en cualquier parte del mundo. Ello significa que los tanqueros de GAESA podrían ser embargados y las empresas cubanas con filiales en diversos lugares del mundo, así como sus cuentas bancarias, intervenidas.

El Gobierno cubano ya está en una situación más que delicada después que el Club de París, su principal acreedor de deuda, le otorgara varios periodos de gracia y renegociara el acuerdo entre ambas partes para los pagos de intereses sobre la deuda remanente ajustada y renegociada por Raúl Castro hace casi una década.

La Habana llegó a un acuerdo en 2015 con algunos miembros del Club de París, en el que acordó pagar 2.600 millones de dólares de los 11.100 millones que adeudaba en capital, un interés acumulado sobre la deuda con otros gobiernos.

Tiempo después, el demandante CRF formó el llamado Club de Acreedores de Londres y buscó llegar a un acuerdo similar. Pero tras siete años de intentos, sus peticiones fueron ignoradas o rechazadas por el Gobierno cubano, señaló CRF en un comunicado en 2020.

En la época en que Cuba dejó de hacer pagos de intereses, Fidel Castro se refirió a la deuda como un "cáncer creado por el imperialismo". A fines de 2014, en cambio, Raúl Castro supervisó un acercamiento con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que se consideró como la oportunidad de Cuba para normalizar sus relaciones comerciales y obtener nuevos préstamos.

Sobre la situación, el economista cubano Emilio Morales comentó para DIARIO DE CUBA: "Hace mucho tiempo que CRF I ha tratado de negociar la deuda que Cuba tiene con ellos, pero el Gobierno cubano, como siempre, se esconde para no pagar, usa triquimañas para evadirlos. Es su típica conducta matonesca, que siempre ha practicado y que no va a cambiar".

"De ser aceptada esta demanda, el Gobierno cubano estaría enfrentando un segundo embargo, pues esta empresa podría perseguir los activos que tiene el régimen fuera del país. En las circunstancias de crisis multisistémica que vive la Isla, no negociar esta deuda es como ponerse una pistola en la cabeza", advirtió.

¿Qué salida tiene La Habana para el grave problema al que se enfrenta? "Terminarán vendiendo el país, esa es la única opción que les queda", aseguró Morales.

DIARIO DE CUBA

Última actualización el Martes, 31 de Enero de 2023 21:56
 
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