"No es posible que se violen los derechos humanos en Cuba y la UE siga haciendo concesiones"

Pedro Antonio Albert, el hijo del profesor encarcelado Pedro Albert Sánchez, instó ...

Mientras impulsan la reforma agraria en Brasil, crecen los conflictos por la tierra y los más afecta

El martes, el lobby del agronegocio en la Cámara de Diputados aprobó ...

Venezuela: el penúltimo via crucis, Por Beatrice E Rangel

Los inicios del Siglo XXI venezolano serán recogidos por la historia como ...

El director de la agencia atómica de la ONU advirtió que Irán está a “semanas, no meses” de poder ar

En recientes declaraciones a Deutsche Welle, Rafael Mariano Grossi, director de la ...

Censura no Brasil pode resultar no impeachment de Alexandre de Moraes?

No programa de hoje, Deltan Dallagnol e os advogados Fabiana Barroso e ...

Artigos: Latinoamérica Democrática
México: A 20 años, fracasan el EZLN y la izquierda PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 02 de Enero de 2014 10:24

Por Ricardo Alemán.-

“Hace 25 años, y luego de una de las más competidas elecciones federales de la historia, Carlos Salinas de Gortari asumió el poder presidencial, al derrotar al germendel PRD –el Frente Democrático Nacional–, fuerza política que se construyó a partir dela premisa de echar al PRI del poder –mediante el voto en las urnas–, y de impulsar una revolución democrática.

(Artículo publicado en el blog La Otra Opinión)-. Hace 20 años, nació a la luz pública el Frente Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyo objetivo táctico era derrotar al PRI, mediante una revolución armada que debía dar paso a la liberación y reivindicación de los pueblos indios; los más pobres de los pobres, los más olvidados de los olvidados y que han vivido en la más vergonzosa marginación a lo largo 500 años.

​Hace 13 años, en el 2000 –y gracias a las sucesivas reformas político electorales que forzaron el apretado triunfo de Carlos Salinas y el alzamiento del EZLN–, por fin el PRI fue echado del poder, mediante las urnas. Sin embargo –y contra lo que suponía la lógica política–, el PRI no fue expulsado de la casa presidencial por una feliz victoria del PRD y mucho menos fue sacado a balazos por el EZLN.

​No, el PRI fue vencido en las urnas por un aprendiz de político como lo era el locuaz Vicente Fox, quien llegó al poder luego de arrebatar el partido de la derecha a sus fundadores quienes –vale decirlo–, también crearon el PAN para derrotar al PRI, pero hace siete décadas.

​Pero hace poco más de un año, el 1 de diciembre de 2012 –y para mala fortuna del PRD, del EZLN y del PAN–, el PRI regresó al poder presidencial luego que su candidato, Enrique Peña Nieto, sorprendió a propios y extraños al mandar al tercer lugar al PAN y superar con casi 5 puntos de ventaja el candidato del PRD, el mítico López Obrador.

¿Qué pasó? ¿Por qué regresó el PRI? ¿Qué le ocurrió al PRD que en 25 años nologró alcanzar el poder, a pesar de haber sido el motor del cambio? ¿Qué le pasó al PANque a pesar de haber alcanzado el poder presidencial no logró mantenerlo más allá de dos sexenios?. ¿Y qué le ocurrió al EZLN, que no sólo claudicó de fea manera en su revolución armada –con rifles de madera–, sino que terminó por confirmar que el zapatismo chiapaneco no era más que una candorosa impostura?

Y podrán decir misa los “genios” de las izquierdas y del PRD, pero lo cierto es que esa “izquierda” que dicen representar resultó un rotundo fracaso en el último cuarto de siglo. Sí, tienen el poder en el DF y en otros centros reales de poder, pero no son mejores que el PRI al que debían echar para lograr un México mejor. De hecho el PRD y las izquierdas de hoy son peores que el viejo PRI. Y las pruebas son contundentes.

Y podrán presumir su pasado democrático y su apostolado por el bien común, pero los señores del PAN fracasaron como partido en el poder presidencial. Primero no pudieron evitar que un oportunista como Vicente Fox les arrebatara el partido y el poder. Y luego, cuando uno de los suyos llegó al poder, manejaron muy bien la economía, mal la cultura democrática y muy mal la seguridad. Pero lo peor es que no supieron amarrar las manos al montón de rateros que hoy se pelean el cascarón azul.

Hoy se cumplen 20 años del esperanzador alzamiento del EZLN en Chiapas; del estremecedor “¡¡¡Ya Basta!!!” de la marginación y la pobreza en que viven millones de mexicanos de las comunidades indígenas; se cumplen 20 años del romántico despertar de los pueblos olvidados. Pero también se cumplen 20 años de otro fracaso de la incorregible izquierda mexicana.

​Puede decir misa el sub “Marcos”, puede parlotear con su retórica engañabobos, pero luego de 20 años las comunidades indígenas de Chiapas no son menos pobres, no son más libres, no tienen mejor educación, mejor alimentación; las mujeres no son más respetadas, mientras que los niños y los jóvenes no tienen un mejor futuro. Hoy Chiapas es igual o peor que hace 20 años.

Y es que le guste o no a “Marcos” y a los “Comandantes” de su “chabacana” revolución de “rifles de madera”, el romántico sueño socialista que germinó en el EZLN fracasó antes del que el propio EZLN naciera. ¿Quién, en su sano juicio –hace 20 años–, podría augurar la victoria de la guerra armada del EZLN contra el gobierno federal?.¿Quién creía que en un mundo global de mercado, se tiraría al TLC con un alzamiento como el del EZLN?.

Pero lo más grave no es el pasado sino que hoy, 20 años después, el mismo PRD, “los mismos de siempre” y la moderna versión del EZLN –la mafia de la CNTE–, insisten en apostar al fracaso. Dicen que viene el diablo con la reforma energética.Tropiezan con la misma piedra, se rompen la boca otra vez, pero nunca aceptan el fracaso. Al tiempo.

Tomado de INFOLATAM

 
El papa Francisco, Michelle Bachelet y el mercado PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 24 de Diciembre de 2013 09:30

Por Carlos Alberto Montaner.-

El papa Francisco ha dado su versión del mercado. Es muy negativa. La tituló Evangelii Gaudium o Alegría del Evangelio. Llega a decir que el capitalismo mata, cuando es evidente que, en los últimos dos siglos, las libertades políticas, la economía de mercado y la empresa privada, combinadas, han sido los factores que han mejorado y alargado sustancialmente la existencia de las personas.

Antes de la revolución industrial la vida de los hombres, sentenciaba Hobbes, era  "solitaria, pobre, sucia, brutal y corta". Gracias a la democracia liberal y al empuje de los empresarios dejó de serlo.

Francisco, incluso, cita a San Juan Crisóstomo, un pico de oro del siglo IV d.C. que fue el peor de los antisemitas del antiguo mundo cristiano, y hace suya una frase de juzgado de guardia: "No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son los nuestros, los bienes que poseemos; son los suyos". Como se pregunta el economista argentino Alberto Benegas Lynch: ¿estará incitando a los italianos pobres a que asalten los tesoros del Vaticano con ese alegato contra los derechos de propiedad?

Dice Francisco: "Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común".

Curiosamente, sin referirse a ella, Francisco niega, implícitamente, la encíclica Centesimus Annus, promulgada por Juan Pablo II en 1991 tras el colapso del comunismo. El polaco fue un decidido apologista del mercado, tal vez porque había vivido la experiencia del colectivismo marxista, o acaso porque estaba bajo la poderosa influencia intelectual de su asesor Michael Novak, autor de ese libro extraordinario que sigue siendo El espíritu del capitalismo democrático.

Como todo el mundo es hijo de su circunstancia, el argentino es un detractor del mercado. Creció en medio de la jerigonza peronista en materia económica (aunque los peronistas no lo quieren demasiado y algunos, injustamente, lo acusan de contubernio con la dictadura militar). En todo caso, es muy difícil haber alcanzado la edad adulta en medio del ruido y la furia del populismo y que no hayan quedado cicatrices y  deformaciones.

En definitiva: ¿con cuál de los dos papas se queda uno? Allá los católicos con ese dilema. Yo, gracias a Dios, soy agnóstico.

Michelle Bachelet, que también es agnóstica, sin embargo, no anda muy lejos del papa Francisco en su rechazo al mercado. Coinciden en la sospecha de que esa maligna forma de asignar bienes y recursos es culpable de los bolsones de pobreza que hay en el mundo y, especialmente, de la desigualdad que se observa en Chile. Ella va a redistribuir la riqueza, porque no cree, como le sucede a Francisco, que el crecimiento de la economía revierta espontáneamente en una disminución de la distancia que se observa entre ricos y pobres.

Aceptémoslo con cierta melancolía: América Latina es mayoritariamente populista. En conjunto, la sociedad latinoamericana está más cerca del criterio del papa Francisco y de Michelle Bachelet que de quienes pensamos que el mercado, y no los funcionarios públicos o los comisarios políticos, es el resorte económico que disminuye la pobreza y crea y redistribuye la riqueza de una forma menos imperfecta y más ajustada a la moral.

Chile, precisamente, es un caso que lo demuestra. Al menos, eso piensa el socialista experto noruego Erik Solheim, presidente del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, quien propone a este país como un ejemplo de disminución de la pobreza en América Latina. En 25 años los chilenos pasaron de un 46% de pobres al 14% y se colocaron a la cabeza de toda la región en nivel de desarrollo.

Es verdad que Chile, de acuerdo con el índice Gini, es un país muy desigual en el que  el 10% más rico recibe 35 veces más ingresos que el 10% más pobre, pero ese dato no revela toda la complejidad de la desigualdad.

El país menos desigual del mundo es Azerbaiyán. Jamaica y Sierra Leona tienen mejores índices de desigualdad que Estados Unidos y Chile. ¿Y qué? El igualitarismo es una quimera perversa que conduce a la miseria colectiva. Que se lo pregunten, si no, a los chinos de la terrible era maoísta o a los cubanos. Incluso, que se lo pregunten a Raúl Castro.

Tomado del DIARIO DE CUBA

 
El continuismo democrático de El Salvador PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Jueves, 12 de Diciembre de 2013 11:36

Por Pedro Corzo.-

En menos de un año la República de El Salvador elegirá un nuevo presidente y aunque como toda nación en desarrollo enfrenta múltiples problemas, el hecho de haber superado en democracia  una cruenta guerra civil, es un ejemplo que deberían seguir otros países del hemisferio y en particular los mandatarios que buscan establecer en sus respectiva naciones dictaduras institucionales.
El pueblo salvadoreño ha dado ejemplos de convivencia a pesar de haber padecido una confrontación civil particularmente sangrienta que se extendió desde 1980 a 1992 y en la que según expertos en el tema hubo 75,000 muertos y desaparecidos.
Hay que destacar que durante esa cruenta guerra civil la mayoría de la población salía a ejercer el derecho al voto cuando se convocaba a elecciones.
La guerrilla apoyada por Cuba y Nicaragua advertía que la población no debía ejercer su derechos, a la vez que amenazaba a los aspirantes, en consecuencia muchos ciudadanos y candidatos fueron asesinados por los insurgentes, pero a pesar de las amenazas hechas realidad la mayoría de los ciudadano votaba.  
El desaparecido presidente Napoleón Duarte, en cierta medida, sintetizó las ansias nacionales de construir un país estable políticamente, en el que las diferencias se solucionaran en las urnas y no con los atentados criminales de los extremismos ideológicos.
El país escindido entre guerrilleros, influenciados por el castrismo y el sandinismo, que le suministraban entrenamiento y recursos bélicos de todo tipo, asesinaban civiles, pero también a sus propios líderes como le ocurrió al poeta Roque Dalton y Armando Arteaga.
La nación era asolada también por grupos extremistas de derecha, acusado de haber asesinado al arzobispo Arnulfo Romero y otros  clérigos.
La guerra fue cruenta y los crímenes en los que incurrieron las partes numerosos y horrendos, pero las reservas morales de esa pequeña nación centroamericana lograron imponerse y las facciones que se enfrentaron con las armas, arribaron a acuerdos que han permitido una gobernabilidad satisfactoria.
Terminada la guerra civil fue elegido presidente Alfredo Cristiani, de la Alianza Republicana Nacionalista, un partido político fundado en pleno conflicto bélico por el mayor del ejército Roberto dAubuisson,  acusado de estar vinculado a grupos de extrema derecha y escuadrones de la muerte.
La ARN  fue evolucionando al ritmo de la opinión pública y logró conservar el poder político por 20 años.
Cuatro líderes del Partido ascendieron hasta la primera magistratura, pero en el 2009 un joven periodista, Mauricio Funes,  bajo la tolda política del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional  ganó las elecciones, lo que condujo al grupo guerrillero más extremista del país a la presidencia.
El gobierno dirigido por  Funes ha sido una grata sorpresa para muchos salvadoreños, pero también para la mayoría de los actores sociales y políticos del hemisferio que están pendientes de lo que acontece en el continente.
La victoria de Funes, un advenedizo en el FMLN, demostraba que la generalidad de la población rechazaba el liderazgo histórico de esa fuerza política, cuatro años antes el jefe guerrillero Schafik Handal, había sido derrotado ampliamente por Elías Antonio Saca.
Funes militante y candidato de un grupo con un historial de violencia extrema, que a su vez estaba identificado con el socialismo marxista, condujo su campaña y ha ejercido la presidencia con la moderación de cualquier dirigente socialdemócrata y lejos de los pensamientos y acciones extremas del FMLN.
Durante su mandato las diferencias con el FMLN han sido numerosas. Ha actuado con independencia del Partido y ha sido consecuente con sus declaraciones de que sería el presidente de todos los salvadoreños.
Las decisiones de Funes en política exterior coinciden en muchos aspectos con las de sus pares conservadores. Restableció relaciones con Cuba. Condenó los sucesos que en Honduras dieron lugar a la salida del presidente Manuel Zelaya, reconoció el estado Palestino, pero también rechazó el ingreso de su país  a la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, ALBA.
Funes, contrario a lo que muchos esperaban fue capaz de contener los ímpetus extremistas de sectores de la agrupación política que lo llevó al poder. Ha tenido diferencias con dirigentes del FMLN y dijo cuando accedió a la presidencia, hace varios  años que sus modelos para gobernar serian Lula da Silva y Barack Obama.
Contrario a sus pares del ALBA, hasta el momento no ha propuesto una revisión de la constitución y ha prohibido a los funcionarios de su gobierno involucrarse en actos electorales y ha sido capaz de expresar que las controversias que ha sostenido con el FMLN son normales y que en su condición de Presidente no responde a los intereses de ningún partido.

Pedro Corzo

Periodista

 
Uribe y Lula da Silva. Polos Opuestos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Domingo, 01 de Diciembre de 2013 10:40

Por Pedro Corzo.-

Los ex mandatarios latinoamericanos, salvo contadas excepciones, cuando abandonan el poder procuran seguir influyendo en la política nacional y en ocasiones, si la ley lo permite, intentan regresar al gobierno.

La mayoría de estos mandatarios no trascienden las fronteras nacionales, por lo regular, hayan realizado un buen o mal gobierno, no influyen en el contexto latinoamericano y menos internacional.

Sin embargo en los tiempos modernos tenemos dos ex mandatarios que no solo dejaron profundas huellas en sus respectivos países, sino que continúan siendo factores importantes de poder en sus naciones y personalidades influyentes en el resto del continente.

Estos dos ex presidentes, sin entrar a valorar su gestión y sus potenciales contribuciones son Luiz Inacio Lula da Silva, Brasil, y Álvaro Uribe,  de Colombia.

Lo relevante es que los dos ex mandatarios más allá de sus aciertos y errores, cuentan con un amplio respaldo popular.

Lula se afirma sería el único candidato en las elecciones del 2014 que ganaría en primera vuelta, superando a la actual mandataria Dilma Rouseff, y Alvaro Uribe tiene un respaldo en la población superior al del presidente Juan Manuel Santos, aunque según una encuesta el apoyo a Uribe ha disminuido en los últimos meses.

Uribe y Lula con sus aciertos y errores y más allá de sus deseos, entendieron que la alternabilidad es fundamental para  la democracia y que aun cuando se cuente con apoyo mayoritario, forzar otra reelección, lesiona gravemente los intereses fundamentales del país.

Ambos tienen valoraciones ideológicas contrapuestas, pero les caracteriza un agudo y fino pragmatismo. Gobernaron por dos periodos y a pesar de contar con amplio apoyo popular, rechazaron la tentación de manipular las leyes para legitimar una segunda reelección.

Uribe y Lula son polos opuesto en el pensamiento político, pero también en la gestión de proyectar hacia el exterior sus influencias.

Lula trabaja a favor de un proyecto internacional y por eso fue junto a Fidel Castro, uno de los fundadores del Foro de Sao Paulo. Como presidente y fuera del gobierno apoyó incondicionalmente al presidente Hugo Chávez y lo repitió  cuando Xiomara  Castro de Zelaya, fue candidata a la presidencia de Honduras. Respaldó todas las fuerzas políticas  de izquierda y fue y es, un aliado de los países de la Alianza Bolivariana de las Américas.

Lula incursionó en la política exterior. Trabajo intensamente para que Brasil accediera a la condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Fue uno de los principales promotores de la Unión de Naciones Sudamericana, entidad en la que el gigante sudamericano ejerce una gran influencia, incrementada después de la muerte de Hugo Chávez.

El ex mandatario brasileño se convirtió en una figura internacional, no solo por la importancia de Brasil como nación, sino también por su acción protagónica en eventos internacionales, muy particularmente en los que tenían lugar en nuestro hemisferio.

Por el contrario Álvaro Uribe durante sus mandatos demostró ser un dirigente interesado en resolver los problemas de Colombia, al extremo que la mayoría de los diferendos que sostuvo con el desaparecido presidente Hugo Chávez, fueron consecuencia de las intromisiones del  venezolano en los asuntos de su país.

El ex presidente de Colombia enfrentó a las guerrillas con todo vigor afectando seriamente su capacidad operativa y desarrollo con éxito su política de la seguridad democrática. Desmovilizo a los grupos paramilitares, aunque algunos sectores le acusan de haberlo favorecido, pero no hay dudas que la situación general de Colombia cambió para bien y dejó una nación en mejores condiciones que las que tenía cuando asumió el poder.

En ese aspecto se puede decir lo mismo de Lula da Silva que al decidir continuar la política de su antecesor Fernando Cardoso, fortaleció la economía del país y sus instituciones, lo que condujo a una mejor distribución de las riquezas y a una mayor justicia social.

Pero hay que destacar que mientras el presidente Uribe guardaba para sí mismo sus valoraciones sobre la dictadura castrista y de otros regímenes populistas del hemisferio, atendiendo los asuntos de su país,  el mandatario Lula da Silva, sin descuidar su gestión de gobierno, impulsaba encuentros internacionales en los que promovía el proyecto expansionista que auspicia el Foro de Sao Paulo, al extremo que en el XIX encuentro anual de esa entidad, 2013, expresó que los actuales gobiernos de izquierda en el área, “nunca habrían llegado al poder” de no ser por el Foro de Sao Paulo.

La realidad es que más allá de las valoraciones negativas de sus críticos, Uribe y Lula da Silva son dos colosos de la política latinoamericana, porque cada uno en base a su proyección han sido  consecuentes con sus respectivos ideales y compromisos políticos, lo que les ha permitido seguir siendo factores determinantes en la vida política de sus países.


--

Pedro Corzo

Periodista

 
Colombia y su marcha hacia la paz PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 18 de Noviembre de 2013 13:13

Por Carlos Malamud.-

La semana pasada se cerró en La Habana un acuerdo considerado histórico en torno a las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Tras haberse alcanzado meses atrás un importante consenso sobre las cuestiones agrarias vinculadas al conflicto, en esta ocasión la discusión giró en torno a la participación política de una eventual guerrilla desmovilizada. Tal era la alegría en las filas gubernamentales por la solución acordada que el propio presidente Juan Manuel Santos habló de la ampliación de la democracia en Colombia.

Con unas elecciones presidenciales a la vista (mayo de 2014) en las que Santos más que probablemente ponga en juego su reelección, el resultado cerrado en las negociaciones habaneras sólo trajo buenas noticias para el oficialismo. Éstas eran especialmente más relevantes en el contexto del enfrentamiento que mantiene el actual presidente con su predecesor, Álvaro Uribe, que se ha convertido en el principal ariete contra el proceso de paz desde las filas más conservadoras. Incluso Óscar Iván Zuluaga, el candidato a presidente por la UCD (Uribe Centro Democrático) descalificó las negociaciones tildándolas de “farsa”.

Los acuerdos alcanzados hasta ahora en dos de los seis puntos en discusión se mantienen dentro del marco del secretismo propio de las conversaciones de paz de La Habana. Esto significa que si bien sabemos las líneas maestras y los puntos principales de lo acordado, los detalles permanecen a buen recaudo y bajo control de las dos delegaciones. A esto hay que añadir una cláusula de salvaguarda de las negociaciones, y es que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

De este modo las partes se reservan su postura hasta el final del proceso. Sin embargo, el paso dado en lo referente a la participación política es de tal magnitud que cada vez resulta más difícil dar marcha atrás y retirarse sin más de la mesa negociadora. En ese caso el precio político que debería pagar la parte que optara por tal decisión sería muy oneroso.

Lo que ha quedado claro tras el acuerdo, al menos por los detalles conocidos, es que las FARC entienden por democracia algo muy distinto a la posición compartida por el gobierno y la mayor parte del pueblo colombiano. Para las FARC lo de menos son los votos o las leyes y las instituciones. Sus intereses se centran en los movimientos sociales y la participación popular.

Al comienzo de la negociación las FARC insistían en la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente en tanto llave maestra que les permitiera cambiar de arriba abajo todo el orden político colombiano. Junto a ello, la garantía de escaños para sus principales líderes con el fin de asegurarles una cierta impunidad. No consiguieron ni una cosa ni la otra. Sí habrá circunscripciones especiales en las zonas más golpeadas por el conflicto, pero en ellas las FARC, o el movimiento que decida representar sus puntos de vista, deberá competir de igual a igual con las otras fuerzas políticas regionales y eso una vez alcanzado el desarme.

Quedan todavía por cerrar cuatro de los seis puntos en liza (narcotráfico, víctimas, fin del conflicto -desmovilización- y su verificación). De momento, y al tiempo que tienen lugar las negociaciones en La Habana, los enfrentamientos en Colombia entre las FARC y las fuerzas armadas y de seguridad colombianas permanecen. Una de las preguntas más repetidas por numerosos analistas y observadores es hasta cuándo será esto posible.

La búsqueda de la paz es un clamor de los colombianos. Sin embargo, buena parte de ellos no está dispuesta a pagar cualquier precio por un mal acuerdo, especialmente si éste concede excesivas ventajas o una impunidad descarada a los cabecillas terroristas y a todos aquellos con un abultado historial de delitos de sangre a sus espaldas. A eso se debe que la delegación gubernamental deba hilar muy fino en sus propuestas, de manera que éstas mantengan sentada en la mesa a la contraparte, sin hacer, al mismo tiempo, concesiones innecesarias.

El próximo punto en la agenda es el del narcotráfico. Teóricamente no debería ofrecer grandes problemas al centrarse en la erradicación de las plantaciones de coca y el desarrollo de cultivos alternativos para los campesinos implicados. Pero si tenemos en cuenta que desde hace algunos años la droga se ha convertido en la principal forma de vida de muchos frentes de las FARC y en la más importante vía de financiación de toda su actividad, probablemente el tema sea más espinoso de lo que parece a simple vista.

Un temor al respecto es que lo acordado por la cúpula guerrillera en La Habana luego no sea respaldado por sectores importantes de sus cuadros y militantes de base, que vean amenazada su ya tradicional forma de vida. En ese caso no habría que descartar divisiones en sus filas que impliquen la permanencia del conflicto aunque con estructuras mucho más debilitadas.

La paz es una necesidad para la Colombia de nuestros días, un país dinámico y en franco crecimiento que sabría aprovechar muy bien esta gran oportunidad. La desmovilización de estructuras tan enquistadas como las de las FARC supondrá pagar un precio elevado que dejará a muchos insatisfechos por el camino. Sin embargo es algo necesario en tanto se mantenga la legalidad y el orden democrático. El presidente Santos está frente a una oportunidad histórica, pero también frente a un riesgo mayúsculo. Al proceso todavía le queda un largo trecho para recorrer y las prisas suelen ser malas consejeras.

Romnado de INFOLATAM

 
«InicioPrev11121314151617181920PróximoFin»

Página 17 de 56