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Artigos: Latinoamérica Democrática
El Papa en Brasil, un viaje sin descuentos PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Martes, 23 de Julio de 2013 10:37

Por Loris Zanatta.-

El viaje de papa Francisco a Rio de Janeiro es demasiado importante para que no se lo mire con gran expectativa: es su primer viaje fuera de Italia; su destino es el país que más católicos cuenta en el mundo y la gran potencia de Aérica Latina; y la ocasión es la Jornada Mundial de la Juventud, o sea la gran asamblea donde se construye el futuro de la cristiandad católica. Obvio que de lo que dirá el Papa, de como lo dirá, de los gestos con que acampañará sus palabras, será posible entender su orientación pastoral. O dicho de manera más laica, el rumbo político – en el sentido más noble de la palabra – de su pontificado.

Todos los observadores subrayan los extraordinarios cambios del panorama religioso de América Latina en las ultimas décadas. Caso típico y extremo es precisamente el de Brasil, donde el 92% de la población se definía católica hace cuarenta años, pero apenas lo hace hoy en la medida del 65%. En otros países da la región las cifras les sonríen un poco más a la Iglesia católica, pero la tendencia es la misma. ¿Que pasa? Es que el mercado religioso es de los más dinámicos, y principalmente los sectores rurales y de menor instrucción hace mucho que son atraídos por diferentes tipos de sectas evangelicas.

Mientras, las clases cultas y urbanas están en pleno proceso de secularización: los ateos y agnósticos, que eran un million en 1970, son hoy quince millones en todo el Brasil. Como si fuera poco, los mismos católicos viven su fe con mayor independencia y en muchos casos no aceptan o no aplican los dogmas de la Iglesia en materia sexual o con respecto a los derechos civiles, por ejemplo en el caso de los matrimonios gays. Todo esto perfila un cambio revolucionario, que el Papa conoce muy bien. De ahí que los expertos profetizen un Papa decidido a dar batalla para intentar revertir el proceso.

Así será, en efecto, no cabe dudarlo. Queda, sin embargo, por saber cuales serán los ejes políticos y espirituales de su prédica. Al respecto, su historia y formación permiten apostar que el centro de su discurso será la evangelización de la cultura. El hecho es que, si se hace un balance de su historia reciente en América Latina, la Iglesia católica no tiene solamente pérdidas. También tiene puntos de fuerza. Hace cuarenta años, todavía existía el mundo comunista, y esto limitaba mucho su libertad pastoral y política. Mas aun considerando que muchos católicos y sacerdotes vieron entonces en el comunismo una herejia cristiana que en América Latina se podría cristianizar para combatir el eterno enemigo de la cristiandad: el liberalismo laico, la tradición iluminista, la economía de mercado. Ese contexto determinó violentas fracturas y verdaderas implosiones en las Iglesias latinoamericanas.

Hoy todo esto ha cambiado y Jorge María Bergoglio es entre los religiosos que más entienden el significado de ese cambio. No viendo ningún peligro de implosión doctrinaria de la Iglesia, ninguna seria posibilidad que el mensaje cristiano sea traducido en opciones políticas explicitas, ningún riesgo de confusión con ideologías seculares, es muy probable que el Papa se sienta libre de enfatizar sin matíces los temas clásicos y más populares del mensaje cristiano: la vecindad a los pobres; la condena de la centralidad del individuo en las sociedades modernas y la invocación del comunitarismo; el ataque a mercado, finanza y capital en defensa de un sistema social solidario; la firme reivindicación de los rasgos intimamente católicos de la civilización latina de América.

En ese sentido el Papa Francisco no le hará descuentos a nadie; ni a Dilma Roussef, por mucho que el Brasil haya logrado en la batalla contra la pobreza y a la desigualdad. Desde lo alto de su prédica y libre del peso de sugerir soluciones concretas, es posible que el Papa enarbole con renovada fuerza las banderas sociales y antiliberales del catolicismo latinoamericano. ¿Conseguirá apoyo popular? Sin duda. ¿Podrá parar la tendencia secularizadora? Improbable. Pero sus palabras anunciaran que el frente religioso será uno de los clivajes decisivos de la historia latinoamericana. Una vez más.

Tomado de INFOLATAM

 
Los corruptos del PT: Dirceu, Genoino y Lula PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 22 de Julio de 2013 16:44

Por Baldomero Nasquez Soto.-

Lula da Silva, José Dirceu y José Genoino, estuvieron entre los dirigentes políticos que fundaron el 10 de febrero de 1980 el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, el mayor partido de izquierda de América Latina. Los 3 ostentarían el más importante y honroso cargo de esa organización política: presidente del PT. Lula sería el primero (1980-1994). Lo sucedería Dirceu (1995-2002) hasta que Lula lo nombró Ministro al iniciar su gobierno. Luego vendría Genoino, quien presidía el PT en 2005 cuando se descubrió el caso de corrupción de mayor calado de la historia democrática de Brasil: el famoso “mensalao”, una red de sobornos para comprar parlamentarios con la que Lula se hizo de la mayoría en el Congreso.

CARACAS, Venezuela, julio, www.cubanet.org - Después de 7 años, el Supremo Tribunal Federal (STF) dictó sentencia el 2012 por el “mensalao” a decenas de acusados de corrupción. Dirceu, quien era el superministro de la Presidencia de Lula, fue condenado a 10 años y 10 meses de cárcel y Genoino a 6 años y 11 meses. El juez instructor -Joaquim Barbosa, primer negro presidente del STF- señaló que Dirceu era el cerebro de todo el entramado para el desvío de recursos públicos  (unos 48 millones de dólares) que “puso en riesgo las bases del propio sistema democrático” y comprobó que Genoino era el jefe del partido que demostradamente urdió toda la confabulación de corrupción: El “Presidente obrero”, como le gusta llamarse a Lula, no fue implicado, aunque hay que ser bien ingenuo para creerle que el guiso se cocinó a sus espaldas y que “fue traicionado” por sus compinches.

Para los izquierdistas el “mensalao” nunca existió

Si por alguna acción política permanente son conocidos los izquierdistas es por denunciar la corrupción para socavar y destruir los sistemas democráticos. Por décadas, en Latinoamérica, y en Venezuela ni que decir, éste ha sido su caballito de batalla. En el caso del “mensalao”, la izquierda ha permanecido muda. Para los izquierdistas, el “mensalao” es como si nunca hubiese existido. Si en vez del amigote Lula, los escandalosos hechos de corrupción los hubiera cometido un presidente latinoamericano de “la derecha”, como quieren tratar despectivamente a los demócratas, a éste simplemente lo hubiesen despellejado, asesinado moralmente ante la opinión pública y finalmente expulsado del gobierno por un golpe de Estado o apoyándose en las que ellos consideran execrables instituciones democráticas burguesas..

No es muy difícil explicar por qué el “mensalao” no ha atraído la atención de los “sociolistos” venezolanos y latinoamericanos (encabezados por el funesto Foro de Sao Paulo creado por Fidel y Lula en 1990 a la caída del muro de Berlín). Para ellos, el capitalismo es la causa del fenómeno de la corrupción. El fallecido presidente Chávez, se cansó de repetir tal “verdad socialista” cosechando aplausos revolucionarios a más no poder en el continente. El problema es que el caso de corrupción del “mensalao” contradice dicha “verdad” porque los corruptos más prominentes, Dirceu y Genoino, son del PT; además, ex-guerrilleros formados en la dictadura socialista castrista. Entonces, lo mejor es escabullirse –son buenos en eso los izquierdistas- y no abrir la boca ni escribir nada sobre una calumniosa campaña orquestada por “la derecha” a los “honorables” 3 primeros presidentes del PT: Lula. Dirceu y Genoino.

Los manifestantes brasileños se identificaron con Joaquim Barboza, nadie con Lula

Los que parecen no olvidar el sonado caso son los brasileños. La corrupción no sólo fue la denuncia principal de las recientes masivas protestas populares, sino que el magistrado Joaquim Barboza fue la figura pública con la que más se identificaron los manifestantes (30%), el triple de la Presidenta Dilma Rousseff (10%). Y, justificadamente, nadie se identificó con el “Presidente obrero”.

Tomado de CUBANET

 
Contra las elites del poder PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 15 de Julio de 2013 11:09

Por Eccio León R.-

Las ciudades de Brasil y Turquía han sido escenario de un levantamiento contra las elites políticas y económicas protagonizado por jóvenes, convocado mediante las redes sociales y provocado inicialmente por un conflicto urbano, las tarifas de transporte en São Paulo o la remodelación de un parque en Estambul. Se trata en ambos casos de países con gobiernos democráticos, de manera que las protestas no pueden atribuirse a la ausencia absoluta de libertad o a la desesperación de la miseria; pero sí son revueltas contra el autoritarismo y corrupción de las elites, así como frente a la creciente desigualdad social y la erosión de las expectativas de las clases medias emergentes. Asuntos propios de la administración municipal, como una subida de 0,20 reales (siete céntimos de euro) en el billete de autobús o una licencia de construcción en el centro, han desencadenado perturbadoras crisis políticas, poniendo en cuestión la legitimidad de los gobiernos de Dilma Rousseff y Recep Tayyip Erdogan, cuyo origen democrático no excluye la necesidad de refrendarse de continuo mediante el adecuado ejercicio del poder. De hecho, ha sido precisamente esta colisión entre la legitimidad de origen y la legitimidad de ejercicio la que acaba de provocar la caída de Mohamed Morsi en Egipto.

En Brasil, la elevada inflación y el desplome de las tasas de crecimiento hacen imposible satisfacer las demandas sociales creadas por el auge económico de la última década, y la frustración ciudadana se vuelve contra unas elites percibidas como corruptas, al tiempo que cuestiona el costo colosal de eventos como el Mundial de Fútbol, estimado en 10.000 millones de euros, y que ni siquiera promoverá, en muchas de las sedes del campeonato, las infraestructuras de transporte prometidas. Y en Turquía, donde el persistente conflicto kurdo y la guerra de Siria dificultan su proyección hacia Oriente próximo y su ambición de servir de referencia para los países de la primavera árabe, la batalla urbanística del parque Gezi y la plaza de Taksim con la población enfrentada a un proyecto tan rigurosamente legal como perfectamente representativo del actual boom inmobiliario ha movilizado a las clases medias frente a los reflejos autoritarios y la deriva confesional del régimen, sea mediante la ocupación del parque en riesgo de desaparición, sea mediante la presencia silenciosa e inmóvil en la plaza Taksim de los hombres en pie, una acción de singular dramatismo que inició esa clase media maltratada.

Con el carácter pacífico que caracterizó a los indignados de Europa y en la estela de otros movimientos de protesta que han sacudido recientemente el globo terráqueo, desde Indonesia o India hasta Bulgaria o Israel y estos días trágicamente en Egipto, con el desenlace ya conocido, la eclosión simultánea de los levantamientos en Brasil y Turquía ha hecho que periodistas escriban el 2013 un hito histórico comparable a los de 1968 y 1989, las revoluciones culturales de la insurrección juvenil.

En lo que respecta a las revueltas contemporáneas, muchos analistas destacan en ellas dos rasgos característicos una mejor comprensión de la naturaleza del poder por parte de los jóvenes que las promueven, y un uso más eficaz de las nuevas tecnologías de la comunicación. Otros, ponen énfasis en la naturaleza de las redes sociales y los instrumentos de comunicación, que pueden servir tanto para difundir vídeos de denuncia y convocar concentraciones como para identificar a los participantes mediante el control de sus teléfonos móviles o a través de las herramientas informáticas de reconocimiento de rostros.

Brasil y Turquía están siendo laboratorios de la protesta digital, escenarios de la exigencia de una mejor vida urbana, como también la rebelión de las nuevas clases medias contra las elites de los regímenes en el poder.

El país emergente que forma parte de los llamados BRICs (Brasil, Rusia, India y China), considerados como las naciones que compensaron la recesión mundial iniciada con la crisis del 2008, y se conformaron en nicho de atracción de capitales, la Bolsa brasileña se desplomó, y comenzó a cuestionarse la exposición de estos países a los movimientos de capitales futuros. Según recientes declaraciones del director del Banco de Pagos Internacionales (BIS), Jaime Caruana, las principales economías de los mercados emergentes estarían perdiendo fuerza, siendo Brasil el de mayor deuda bruta entre ellos. La clase media brasileña está indignada, está rezagada y desprotegida desde el gobierno de Lula hasta el actual mandato de Dilma Rousseff.

En fin, esos pueblos deben ser un ejemplo para el nuestro, que solo se autocastiga cuando protestan por miedo de llegar donde de verdad se le escuche y no trancando sus propias calles y la de sus vecinos en zonas "seguras" para ellos, solo molestando a sus vecinos sin ningún resultado, en conclusión esta oposición tímida y muy protagónica siempre esperan tras las cortinas.

Tomado de EL UNIVERSAL; VENEZUELA

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El tsunami de Brasil PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Miércoles, 10 de Julio de 2013 10:46

Por José Sarney.-

Surge un aumento de 20 centavos (0,07 euros) en los boletos de autobús en la ciudad de São Paulo (19.2 millones de habitantes) y provoca una explosión popular sin líderes, sin la movilización de ningún segmento de la sociedad civil y reúne a millones de personas. Y en todo el país, en todas las grandes y pequeñas ciudades, se va a la calle a protestar. Ningún cartel o pancarta presenta reivindicaciones institucionales. No se pide libertad, derecho de reunión o asociación, mejores sueldos o condiciones de trabajo –el país está al borde del pleno empleo– ni tampoco cambio de gobierno.

¿Qué reivindican? La disminución de los 20 centavos, el fin de la corrupción, más educación, salud. Cada manifestante prepara su cartel en el momento, de modo improvisado. Uno de ellos lo resume todo: “Todas mis demandas no caben en la pancarta”. Son muy diversas y fragmentarias, imposible sintetizarlas. Una es objetiva: el proyecto 37 de enmienda a la Constitución, una disputa corporativa entre la Policía y el Ministerio Público (fiscalía) por el mando en las investigaciones criminales. El Congreso lo había archivado.

… Las masas brasileñas fueron a las calles primero en las grandes metrópolis, donde los problemas son agudos y forman un caldo de cultivo para las protestas. No son veinte centavos de real, sino el tránsito, el tráfico, la movilidad urbana. Los vehículos de transporte colectivo atascado y las tardanzas de tres horas al día para llegar al trabajo respirando el aire contaminado de las grandes ciudades, llenos de estrés y sufriendo la lentitud de 18 kilómetros de media por hora en el tránsito, como carrozas de la Edad Media.

El fenómeno se limita al transporte colectivo, sino que ocurre también con los vehículos particulares, sujetos a las mismas circunstancias comunes a todas las ciudades brasileñas. Con el aumento del poder adquisitivo de la población llenamos a las ciudades de coches y alcanzamos una velocidad imposible en la construcción de vías expresas, trenes, metros, vehículos de transporte liviano.

El segundo punto es la inseguridad. Según una encuesta de opinión del IPEA (Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas) –órgano gubernamental- el 78% de los brasileños dejan sus casas con mucho miedo a ser asesinados. De este modo, la población de las grandes ciudades posee automóviles, llega a sus casas y encuentra un televisor, heladera, radio y todo tipo de equipos domésticos, pero pierde el 10% de su tiempo, diariamente, en transportarse asombrada por el miedo y el estrés.

Ese caldo de cultivo para la insatisfacción personal que llega al borde de la revuelta acumula todas las protestas –la primera en contra de los dirigentes, la clase política y su democracia harapienta, apuntada como responsable de muchos errores, y en contra de todos los que detentan poder. Los jóvenes se descaminan hacia la violencia, la destrucción de bancos, autobuses y trenes y llegan a apedrear iglesias –Brasil posee hoy un fuerte componente religioso en la política con gran número de evangélicos que no aceptan los cambios de visión en las conquistas de género.

Así, los brasileños se rebelan en contra de la calidad de vida y no desean conquistar bienes. En el fondo es un fenómeno nuevo, no comparable a la Primavera Árabe. Un ministro japonés del medioambiente, Oichi, dijo una vez que la gente comenzaba a indagar si la búsqueda frenética del aumento del PIB tendría algo que ver con la felicidad del hombre.

El fenómeno brasileño merece una reflexión profunda sobre la calidad de vida. El pueblo juzga y cree que vive una infelicidad feliz. Tanto es así que en las protestas una consigna dice: “Yo era infeliz y no lo sabía”

Tomado de INFOLATAM

 
La Protestas en Brasil y el Ocaso de la Izquierda Latinoamericana PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Lunes, 24 de Junio de 2013 10:49

Por Jorge Hernández Fonseca.-

Este proceder social, en todas las manifestaciones populares, de todas las ciudades de Brasil, muestra como la población que ha ido a las calles identifica el oportunismo propio de los partidos marxistas (el “librito” marxista establece que un grupo pequeño y organizado de militantes comprometidos capitalice siempre las protestas populares en su provecho).


La Protestas en Brasil y el Ocaso de la Izquierda Latinoamericana

Jorge Hernández Fonseca

23 de Junio de 2013

Los acontecimientos que se desarrollan en el gigante sudamericano desde hace dos semanas tiene lecturas diversas, todas asociadas a la inconformidad de amplios sectores sociales con las políticas públicas desarrolladas por los varios niveles del gobierno brasileño en los municipios, los estados y la federación. Algunas de las lecciones contenidas en los “recados” que el pueblo en las calles ha pasado a los políticos en el poder, deben ser analizadas con detenimiento.

Si bien las protestas callejeras no son directamente para “derrocar” el gobierno federal, como sucedió en el norte de África durante la llamada “primavera árabe”, todos los reclamos le incumben de manera directa. Siendo el gobierno brasileño actual conformado por dirigentes del mayor partido de la izquierda marxista latinoamericana, es notorio que demorara para posicionarse ante las manifestaciones y para tomar acciones directas, que todavía no llegaron.

Hay hechos ocurridos durante los actos de calle, que desmontan el discurso populista de la izquierda marxista brasileña. El llamado “Movimiento por el Pase Libre”, MPL, que fue uno de los iniciadores de las manifestaciones cuando comenzaron en San Pablo como reacción al incremento del valor de las tarifas de ómnibus urbanos, trenes y metros paulistas, se deslindó recientemente de la organización de “nuevas manifestaciones”, pensado equivocadamente que, como había inicialmente convocado protestas contra el aumento de los pasajes del trasporte urbano, por esa razón era quien lideraba las acciones de calle a nivel nacional. Se equivocaron.

El MPL no es más que una organización fachada, como los son el Movimiento de los Sin Tierra, MST, el Movimiento de los Sin Casas, MSC, dependiente de alguno de los partidos de la izquierda brasileña, estructurado para actuar como “movimiento social”, de manera a influir en determinados sectores álgidos de la sociedad, con vistas a tumultuar la paz social llegado el momento, es decir --ahora-- cuando creían haber capitalizado las manifestaciones.

La reveladora razón expuesta por el MPL para decidir no organizar nuevas manifestaciones (que lógicamente continuaron produciéndose a lo largo y ancho de la geografía del Brasil) fue que “el movimiento popular había sido tomado por la derecha”, debido a que no se le permitía a los partidos de izquierda enarbolar sus banderas rojas (cosa que intentaron hacer en medio de las protestas y fueron reprimidos por los propios manifestantes, los que rasgaron y quemaron sus banderas con gritos de “fuera los partidos”) aspecto que desenmascaró objetivos ocultos.

Este proceder social, en todas las manifestaciones populares, de todas las ciudades de Brasil, muestra como la población que ha ido a las calles identifica el oportunismo propio de los partidos marxistas (el “librito” marxista establece que un grupo pequeño y organizado de militantes comprometidos capitalice siempre las protestas populares en su provecho). Brasil no ha permitido que los marxistas hagan suya la protesta popular, que no sólo no les pertenece, sino que en realidad critica fuertemente al partido marxista en el poder y a sus sustentadores.

Las manifestaciones son claramente --y sobre todo-- contra un grupo de hechos escenificados precisamente por el partido de gobierno. Comenzando por la complicidad con varios de sus militantes corruptos, condenados en juicios públicos nada menos que por el Tribunal Supremo de Justicia, los cuales han sido promovidos a diputados federales, afrontando así la ética social y la moral partidaria. Lo anterior se suma a decisiones multimillonarias que el gobierno decidió para construir suntuosos e innecesarios estadios de fútbol, incluso en ciudades que carecen de times de primera categoría, sólo para contentar a la Federación Internacional de Fútbol, FIFA, con la cual ha estado en contubernio pernicioso contra los intereses y la dignidad brasileña.

Todo lo anterior está hoy en las calles, en forma de protestas reflejadas creativamente en los carteles improvisados por los manifestantes como “Queremos Escuelas de Padrón FIFA”, “Sin Partidos”, entre otros lemas y consignas que acusan directamente al gobierno actual.

Brasil nunca había visto fenómeno semejante, espontaneo y popular, que ha llevado a la clase media a las calles de las ciudades acusando directa e indirectamente los turbios manejos de la administración pública, hecha desde el mayor partido de la izquierda latinoamericana. Este fenómeno desde luego no es aislado, a pesar de no tener relación con entidades externas. La lección inmoral dada por el Socialismo del Siglo XXI en las últimas elecciones venezolanas --país donde el movimiento chavista literalmente acabó-- sumado al descalabro evidente y lastimoso de un Raúl Castro empobrecido enarbolando “bandera blanca” ante Washington, señalan el signo de los tiempos asociado al ocaso de la opción marxista en Nuestra América.

Todos hemos observado como el marxismo latinoamericano se ha ido metamorfoseando, partiendo del extremismo estatizante, guerrillero e intervencionista cubano de los años 60 y 70 del siglo pasado, pasando por las variantes “venezolana” (socialismo del siglo XXI), todavía en la extrema izquierda, hasta el “socialismo light” de Lula da Silva en Brasil, que acaba de estallar en medio de un descontento popular como no se había visto nunca antes y que nadie sabe hasta donde pudiera llegar, porque un pequeño grupo de militantes marxistas insisten en depredar sin límites y romper la paz social, que pudiera implicar en una restauración traumática.

Para Cuba, esta situación tiene desde luego lecciones importantes. Considerando que existen tres niveles diferentes de socialismos actuando desde los gobiernos en Latinoamérica --el socialismo cubano, una dictadura represiva con economía estatizada (están cambiando, pero muy lentamente); el socialismo del siglo XXI (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) con sus elecciones amañadas y su represión a la prensa y a la oposición; y el socialismo democrático (Brasil, Argentina (también en crisis) y Uruguay) con sus leyes sociales, con libertad de prensa y elecciones libres-- observamos crisis políticas en los tres “modelos” de socialismos implantados.

La primera lección para Cuba es que, en el momento actual, hay sectores marxistas desde la oposición pugnando por una solución de continuidad socialista, argumentando el mantenimiento de los llamados “logros” (ya invisibles) pensando --como buenos marxistas-- que el capitalismo es “malo” y que los “buenos” son ellos. Los cubanos debemos mirar hacia Venezuela y Brasil, dos modelos diferentes de lo mismo, para ver que hay problemas de todo tipo sin resolver.

La segunda lección importante es constatar que nadie es “dueño” del poder. No lo es en Venezuela, no lo es en Brasil –dos modelos diferentes de socialismo-- y desde luego que no lo es en Cuba, donde el modelo político se parece más al de Corea del Norte que otra cosa.

La tercera lección evidente es que el control que actualmente la dictadura castrista tiene sobre nuestra sociedad sojuzgada, puede estallar en pedazos. Cualquier acontecimiento traumático puede sucederse a la muerte de Fidel, o de Raúl, de similar manera a como está sucediendo en el gigante sudamericano hoy en día, país del que nadie esperaba semejante explosión social, por ser el socialismo más light de los experimentos “liberadores” de nuestro tiempo.

Es evidente que la oposición cubana es diversa y en ella debe caber, con derecho propio, tendencias de izquierda, centro y derecha, que de manera honesta y transparente deben luchar y coordinar acciones para el fin de la dictadura que nos oprime a todos. Sin embargo, sabemos que en el momento actual actúan fuerzas opositoras que han decido apoyar el intento raulista por materializar un proceso de continuidad, descalificando a la derecha y el centro opositor, que tiene tanto derecho como el que más por hacerse escuchar cuando de una solución a la problema cubana se trate, y más derecho todavía tiene a exigir una solución sin los hermanos Castro, sus familias y representantes, al frente de un falso y engañoso proceso de transición.

Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com

Última actualización el Lunes, 24 de Junio de 2013 10:52
 
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