EEUU responde NO a cubanoamericanos que reclaman a Biden 'normalizar' las relaciones con la dictadur

Un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que Washington da ...

Catástrofe climática en Rio Grande do Sul, Brasil

Las devastadoras imágenes de las inundaciones en el sur de Brasil no ...

Persecución contra la prensa en Venezuela: la dictadura chavista acusó a periodistas de ArmandoInfo

El fiscal general de Venezuela, el chavista Tarek William Saab, acusó este ...

AstraZeneca retirará su vacuna contra el COVID-19 a nivel mundial. Peligro de coágulos

La farmacéutica anglo-sueca AstraZeneca está retirando su vacuna COVID-19 en todo el ...

Tragédia no Rio Grande do Sul chega a 100 mortos; 230 mil deixaram suas casas

A maior tragédia climática da história do Rio Grande do Sul continua ...

Artigos: Latinoamérica Fidelochavista
Chávez y Correa contra la CIDH, como las dictaduras de los 70 PDF Imprimir E-mail
Escrito por Indicado en la materia   
Viernes, 03 de Febrero de 2012 17:43

Por Pablo Díaz de Brito

 

Durante los años 70, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) era mala palabra para las dictaduras militares que dominaban en América latina y la atacaban de todas las maneras concebibles. Ahora es el turno de Hugo Chávez y Rafael Correa, quienes encabezan un frontal asalto deslegitimador contra la CIDH, alérgicos a una agencia realmente independiente de ellos y sus arbitrariedades.

Chávez llega incluso a negarles el ingreso a los hombres de la Comisión, y lo hace con un gesto ampuloso, ostentando su "soberanía" respecto a la OEA, ese invento imperialista. Negarle el ingreso a una misión de la CIDH causaría la inmediata condena generalizada en cualquier gobierno seriamente democrático. Pero los aliados de Chávez, como las presidentes de Brasil y Argentina, le dejan pasar semejante gesto autoritario.

Años atrás, la CIDH certificó en el Brasil de Lula el deplorable estado de las cárceles y de sus presos y redactó informes lapidarios sobre ese cuadro. A Lula no le gustó, pero tuvo que tragarse el amargo diagnóstico. Porque es un demócrata y no se concibe que le niegue el ingreso a una misión de la CIDH u hostigue a sus enviados. Si bien ahora Brasil, con Dilma al timón, mantiene una tensa relación con la CIDH por una represa que se construye en la Amazonia, el diferendo no gira en torno a los valores de fondo que encarna la CIDH, como sí ocurre en los casos de Venezuela y Ecuador. Y en todo caso ni se plantea la alternativa de negarle el ingreso a los enviados de la Comisión, como hace Chávez desde hace años o cubrirla de insultos, como hacen tanto el venezolano como su aprendiz ecuatoriano. Similar diferenciación cabe en el caso del Perú: no le gusta, pero acata y respeta a la CIDH.

De hecho, ni la dictadura militar argentina llegó a cerrarles el paso a los juristas interamericanos, y en 1979 debió, bajo presión internacional, especialmente de Estados Unidos, aceptar la visita de una misión de la CIDH. La dictadura hostigó a los visitantes de todas las maneras posibles, y echó a rodar aquel infame slogan: "Los argentinos somos derechos y humanos".

El ecuatoriano Correa, en tanto, ataca a la CIDH por el caso del diario El Comercio y la acusa de "meterse en asuntos internos". O sea, por defender la libertad de expresión. Correa tiene en la mira a la Relatoría para Libertad de Expresión de la CIDH por este caso.

El de los "asuntos internos" es el mismo manido argumento de las dictaduras militares en los 70, y el mismo que usa hoy China, por ejemplo, cuando se denuncia la falta total de libertades existente en ese país. Por todo esto, los ataques de los presidentes bolivarianos a la CIDH deben diferenciarse de las quejas o incluso de las maniobras de democracias plenas, como Brasil y Perú, aunque éstas busquen recortarle las alas a la CIDH y merezcan por eso un fuerte reproche y se deba estar alerta ante sus avances. En ese sentido, fue bienvenido, al menos entre los demócratas, el gesto del Departamento de Estado de aumentar sus aportes económicos a la CIDH.

 
La deriva de Rafael Correa PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Viernes, 20 de Enero de 2012 13:23

Por: Fernando Gualdoni.-

Rafael Correa tenía que ganar las elecciones de 2006. La victoria de su adversario entonces, el magnate bananero Álvaro Noboa, hubiera supuesto la continuidad de un modelo que había llevado a Ecuador a cambiar ocho presidentes en 10 años. Mientras Noboa vivía aislado en su réplica de la Casa
Blanca dentro de una urbanización cerrada de Guayaquil, Correa vivía pegado a la realidad del país y tejía desde Quito la red de apoyo popular que en buena parte aun le apoya.

Los colegas de Correa en la Universidad San Francisco de la capital hablaban bien de él. Todos coincidían en que era un hombre honesto aunque también arrogante. Algunos, los menos, lo acusaban de insolente y resentido. Correa sabe muy bien lo que abrirse paso en una sociedad tan clasista como la ecuatoriana. Él es hijo de la clase media guayaquileña y fue gracias a las becas que logró cursar y profundizar sus estudios de Economía en su país, en Bélgica y en EEUU. Sabe también lo que es tener un padre en una cárcel de EEUU por narcotráfico, un flagelo demasiado corriente en la zona andina.

Alianza País, el movimiento encabezado por Correa, sembró mucha ilusión en ese Ecuador de 2006. Prometía borrar las antiguas diferencias geográficas (sierra y costa) y culturales (blancos, mestizos e indígenas) y construir una sociedad más justa. Correa hizo que muchos redescubrieran Huasipungo, la novela de Jorge Icaza de lectura obligada para cualquier latinoamericano, y sembró en la comunidad indígena la esperanza de que sus reivindicaciones iban por fin a ser tenidas en cuenta. El presidente ha dado muchas ayudas a los menos favorecidos, pero solo con las dádivas del Estado no se construye una sociedad más igualitaria.

En los primeros tiempos de mandato Correa estuvo acompañado por personas consideradas muy capaces por seguidores y detractores. Estaban Alberto Acosta, Fader Falconí, Fernando Bustamante, y otros moderados que probablemente acabaron distanciándose de Correa a medida que éste iba radicalizando su populismo. Y es que la comprensible necesidad del presidente de refundar la sociedad ecuatoriana acabó en una guerra sin cuartel contra los ricos y, en general, contra cualquier detractor de las políticas oficiales. El presidente está en pie de guerra contra la prensa ecuatoriana y parece dispuesto a todo para hundir a los medios críticos con su gestión.

Ahora también muchos de los sectores sociales con menos recursos en los que Correa se apoyó están a la greña con el gobierno. Son los que Correa tildó durante un discurso en Caracas de "izquierda infantil" porque, por ejemplo, son capaces de oponerse a futuros emprendimientos mineros o hidroeléctricos para defender sus intereses territoriales o sectoriales, algo que él mismo alentó cuando aun no detentaba el poder. La urgencia por dar la espalda a Washington y a los organismos financieros internacionales también ha llevado a Correa a buscar alianzas con China y con Irán, dos países con los que un profundo cristiano como él tiene poco que compartir a la hora de hablar de derechos humanos.

Correa se ha vuelto con los años especialmente sensibles a las conspiraciones, provengan de la policía, de EEUU, de Colombia, de los empresarios, banqueros o de la Iglesia. Da igual, solo él es un verdadero ecuatoriano y solo él puede transformar a Ecuador. Es una pena creer que aquellos profesores de la Universidad de San Francisco de Quito que enfatizaban la soberbia de Correa por encima de sus otras cualidades tenían razón. Y es más triste aun pensar que ese país tan maravilloso que es Ecuador, que merecía un líder lúcido para dar un vuelco a su injusta historia, solo haya ganado un prepotente mesías.

| 17 de enero de 2012

Última actualización el Viernes, 20 de Enero de 2012 13:24
 
Venezuela 2012: Cuando el futuro nos alcanzó… PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 08 de Enero de 2012 12:05

Por Asdrubal Oliveros.-

2011 finaliza con un balance mixto para la economía venezolana. Por un lado, tendremos un crecimiento en torno al 4%, acompañado por una fuerte expansión del gasto público y una leve recuperación de la actividad petrolera. Por el otro lado, la inflación no cede, la inversión no acompaña al crecimiento, la restricción de divisas sigue estando presente y  cierra con la plena vigencia de la Ley de Costos y Precios Justos.

Para 2012 es claro que el principal elemento dinamizador de la economía será la celebración de las elecciones presidenciales en octubre próximo. El presidente Chávez, con todo y enfermedad, busca su reelección y la fórmula es harto conocida: expandir el gasto para apuntalar la economía y generar una sensación de bienestar y bonanza que le permita ampliar la ventaja frente al candidato de oposición.

2012 no es 2006: la batalla será más intensa y en otras condiciones. Aunque el presidente Chávez puede iniciar con ventaja, la diferencia es mínima y tiene en contra un Gobierno desgastado y con problemas de gestión tras casi 13 años en el poder. La agenda radical no ayuda, así que el Ejecutivo intentará mostrar su mejor cara y ofrecer la idea clave de que un cambio será negativo y que sólo el actual Gobierno ofrece bienestar a la gente.

Por otro lado, la oposición ha avanzado bastante. No sólo contará con un candidato único, sino que además ha venido trabajando en una propuesta programática que contrasta con el modelo económico actual. En los próximos meses debe afianzar la idea de que está preparada para gobernar y que este nuevo modelo es superior al actual. El mensaje es clave.

En materia económica los principales elementos de cara a 2012 son:

Fuerte expansión del gasto público. Esto no es ninguna novedad, pero dado que la calidad del gasto se ha deteriorado y que las elecciones serán más reñidas, la expansión del gasto puede ser muy superior a la experimentada en 2006.

Esta mayor expansión será principalmente del gasto corriente, en detrimento del gasto de inversión. La meta es que el efecto llegue a los bolsillos de la mayor cantidad de personas, por lo que tendrá un impacto positivo en el consumo.

El Ejecutivo incrementará las importaciones públicas, atenderá los sectores prioritarios en Cadivi e intentará darle mayor dinamismo al Sitme; para ello, contará con las emisiones de deuda.

El mercado no oficial, a diferencia de este año, estará presionado al alza; sin embargo, insistimos que la cobertura es indispensable.

La inflación se mantendrá en niveles en torno a 28%. La estrategia del Ejecutivo Nacional parece dirigida a contenerla, para ello el instrumento de la Ley de Costos y Precios Justos, pues en medio de una inyección de gasto como la prevista, la presión al alza está presente.

La escasez es el elemento que exige mayor atención del gobierno en los meses por venir. Esto le da una especie de tregua al sector privado; pues si la escasez se dispara, el triunfo del gobierno puede verse comprometido.

Los sectores que van a capitalizar este crecimiento siguen asociados a las áreas no transables de la economía, donde destaca la actividad comercial, sistema financiero y seguros, telecomunicaciones y por supuesto, construcción.

Aunque intente vender lo contrario, este Gobierno es esclavo de la opinión pública. Por consiguiente, en la medida en la que favorezca al chavismo en cuanto a popularidad, el Ejecutivo sentirá que tiene carta blanca para avanzar en su modelo. Si por el contrario, el escenario se sigue cerrando, especialmente después de febrero próximo cuando ya se tenga al candidato opositor, el Ejecutivo intentará ser más pragmático.

Para el sector privado 2012 es un año de oportunidad, de buenos negocios, pero también es un año “stand-by”, pues se está a la expectativa de lo que pueda suceder en materia electoral.

Las decisiones estratégicas que ya deben estar preparándose vendrán después de 2012. Si continúa el actual modelo económico, es claro que el papel del sector privado será limitado y se generarán serias distorsiones en la economía. Si, por el contrario, hay un cambio de modelo, el sector privado podría expandirse, a pesar de que en el corto plazo surgirían dificultades por los ajustes que tendrían que realizarse. Así, la confrontación no es presente vs pasado, es presente vs futuro.

Venezuela, que hoy luce alejada del buen momento que vive el resto de América Latina, necesita cambios institucionales donde el Gobierno promueva un marco de reglas no discriminatorias, que sean claras y sostenibles, garantice el respeto a un régimen de propiedad prudentemente regulado y procure la estabilización macroeconómica mediante inversiones complementarias en infraestructura para estimular la inversión privada. Parece mentira que después de tanto tiempo, el año próximo pueda brindarnos la oportunidad de decidir a dónde nos enrumbamos.

Infolatam
Caracas, 15 diciembre 2011

 
Venezuela, al filo de la Navaja PDF Imprimir E-mail
Escrito por Fuente indicada en la materia   
Domingo, 13 de Noviembre de 2011 12:59

Por Pedro Corzo.-

Las primarias electorales son un ejercicio democrático muy difícil de cuestionar cuando se cumplen los principios de pluralidad y transparencia que hacen posible que todos los aspirantes a una posición, puedan presentarse en igualdad de oportunidades.

 

Si una elección primaria es conveniente para que un partido designe a sus aspirantes  a posiciones electorales, es imprescindible cuando la selección tiene lugar en el marco de una coalición que reúne organizaciones y personas con diferentes proyectos, pero que se han asociados por un objetivo común.

 

Por eso son tan importante las primarias electorales en Venezuela. Su objetivo es fundamental para lograr de forma democrática,  el fin del despotismo electoral del presidente Hugo Chávez.

 

Quizás  varias de las agrupaciones que integran la Mesa de la Unidad Democrática,  no estén cien por ciento convencidas que el comandante presidente va a respetar la voluntad popular si esta le es adversa, pero sin dudas consideran importante demostrar que la oposición está comprometida con una salida electoral, y en consecuencia se preparan para lograr la victoria en las urnas.

 

Los aspirantes a la candidatura presidencial representan en su conjunto el más amplio panorama del pensamiento político nacional identificado con el pluralismo y la democracia, por lo qué aunque el escogido no cumpla con las expectativas de la totalidad de los electores, debe ser la persona más apta para representar la diversidad de criterios de un conglomerado plural en pensamiento, incluso, de diferentes orígenes y compromisos políticos.

 

 

 

Mas allá de los resultados y de las percepciones que cada quien pueda tener sobre el resultado de los comicios del año 2012 en Venezuela, es fácil apreciar que la Mesa de la Unidad Democrática está comprometida en procurar un cambio político en el país por medios pacíficos y para eso ha recurrido y promueve el único método que legitima cualquier autoridad pública: el voto ciudadano.

 

La Mesa de la Unidad, que coordina un político excepcional de sólidos valores morales, Ramón Guillermo Aveledo, está compuesta por diferentes sectores contrarios al chavismo. In dividuos y organizaciones que en algún momento rivalizaron y hasta fueron enemigos, pero que en la actualidad se han coaligado para que el despotismo desaparezca del país.

 

Cierto que en esta sombrilla de la oposición no están representados todos los que rechazan el chavismo. Hay quienes están convencidos que Hugo Chávez nunca respetará la voluntad popular y que por lo tanto no es necesario asistir a elecciones en las que el gobernante tiene un control que no cuenta con precedentes en el país.

 

El esfuerzo para encontrar un camino común, por encima de las diferencias genuinas que se generan en todo organismo pluralista, junto a los siempre presentes egos y ambiciones, parte de nuestra condición humana, deben haber demandado de parte de los directores de esta sombrilla estratégica, un talento y habilidad extrema para poder concertar las diferencias en pro de la meta que les une.

 

Si la Mesa logra que se seleccione al candidato que cuenta con mayor respaldo popular, todo el apoyo de la oposición y que además es capaz de llevar un mensaje a los indecisos, incluido aquellos que aunque simpatizan  con Chávez como líder son capaces de apreciar que el país se desmorona bajo su administración,  ha vencido otro difícil reto, pero todavía le restan más.

 

Otro reto es hacer que voten los que no integran la MUD,  porque tienen el convencimiento de que el régimen no respetará la voluntad popular, ya sea porque ha establecido mecanismo que escamotearan el voto, o tiene una estrategia legislativa o desestabilizadora, para frustrar el triunfo de la oposición.

 

Convencer a las personas que no confían en una vía electoral con el chavismo y favorecen la abstención es difícil, pero mas complicado aun es sacar de la frustración y el desencanto con los políticos y la política, a los electores que no les importa quien gobierna ni quien aspira.

 

Ese es el gran reto. Convencer a los votantes a  que vuelvan a creer en la política y los políticos, porque la mala gestión de los que nunca merecieron ser considerados servidores públicos, no sólo en Venezuela, ha generado una frustración tan grande entre los electores que la abstención se ha convertido en una  amenaza a la democracia tan letal, como el más sangriento de los dictadores.

 

Pedro Corzo



 
Ortega ganó e hizo trampa PDF Imprimir E-mail
Domingo, 13 de Noviembre de 2011 12:08

Por Carlos Alberto Montaner.-

Daniel Ortega ganó las elecciones nicaragüenses e hizo trampas. Las dos cosas.

Ganó, porque la oposición se presentó dividida y amargamente peleada. Ganó, porque ya hay una generación de jóvenes nicas a los que la guerra civil de los ochenta y los desastres provocados por los sandinistas en aquella época de crímenes y pasiones colectivistas les parecen fenómenos remotos y ajenos. Ganó, porque Ortega utilizó hábilmente los petrodólares remitidos por Chávez para reclutar clientela política.

 

Ganó, porque el Daniel Ortega de hoy se parece más a Anastasio Somoza que a Fidel Castro: ortodoxia en el manejo de las variables macroeconómicas -como recomienda el FMI--, espacio para que el sector privado gane dinero, especialmente si los empresarios "no se meten en política", la bendición de parte del clero -el sorprendente cardenal Obando-, y alianza estrecha con las fuerzas armadas, al extremo de llevar esta vez como candidato a Vicepresidente a un general retirado, Omar Hallesleven Acevedo, quien, hasta hace poco, dirigió al estamento militar.

Hizo trampas, porque no triunfó con el 62% de los votos, sino tal vez con un 10 a 25% menos de sufragios, a juzgar por los patrones de conducta electoral de los comicios de los últimos veinte años, fraude que han denunciado con energía Dora María Téllez, ex comandante de la revolución y Carlos Tunnermann, ex ministro de educación del sandinismo, además del candidato derrotado Fabio Gadea (la gran víctima de la estafa) y algunos observadores imparciales como el eurodiputado socialista Luis Yáñez, el Centro Carter y la ONG Transparencia y Ética.

¿Por qué Daniel Ortega forzó la mano y estiró su victoria (si realmente ganó) despojando a sus adversarios de la cuota de poder que les correspondía de acuerdo con la voluntad popular? Bastante obvio: porque quiere toda la autoridad para perpetuar su gobierno. Ya lo hizo descaradamente en las elecciones municipales de 2008, cuando comprobó que podía robarse decenas de alcaldías, entre ellas la de Managua, sin pagar el menor costo por su felonía. Si entonces pudo salirse con la suya, ¿por qué se iba a inhibir de repetir el mismo atropello en estos comicios, que eran notoriamente más importantes? Por eso el prestigioso educador Carlos Tunnermann tituló su análisis "Crónica de un fraude anunciado". Se veía venir.

Ortega ahora dispone, además de la presidencia, de 60 diputados -las dos terceras partes del parlamento- y tiene el control del Poder Judicial y del Poder Electoral. Tras la máscara de la democracia, podrá gobernar a su antojo y aprobar una ley que permita su reelección indefinida. También es probable que convierta los Concejos del Poder Ciudadano, hoy manejados por su propio partido político, en una institución del Estado que se sostenga con fondos públicos.

Como hicieron fascistas y nazis en el primer tercio del siglo XX, ya Ortega posee todas las riendas institucionales para crear un régimen totalitario en el que estado, gobierno, partido y caudillo se fundan y confundan en una sola entidad. En ese punto, muy cercano, no quedarán vestigios de los ideales republicanos con que se creó Nicaragua.

¿Hay alguna prueba objetiva del fraude? A mi juicio la hay, aunque indirecta. Existe una amplia y reciente encuesta de Latinobarómetro, una notable ONG chilena, hecha en toda Hispanoamérica, que da algunos datos muy interesantes sobre 18 países, y entre ellos Nicaragua. Ésta es la nación del continente que peor valora a "los políticos" cuando se solicita que consignen al grupo "que menos cumple con la ley". Y los nicas están en el pelotón de los que "más se oponen" a la reelección presidencial junto a México, Honduras, Guatemala y Perú (dato que explica el rechazo al continuismo de Ortega). Al mismo tiempo, Nicaragua es, con mucho, la nación de América Latina que más valora la economía de mercado como "único sistema" capaz de lograr el desarrollo. Simultáneamente, de los 18 países, en esta escala de expectativas, Nicaragua es el número 15 en creer que su Estado es capaz de solucionar los cuatro problemas cruciales de la región: "delincuencia, narcotráfico, pobreza y corrupción". Mientras Argentina alcanza un nivel de esperanza de 75 en la capacidad del Estado para enfrentarse a estos flagelos, y mientras el promedio latinoamericano es 57, los nicas apenas llegan a 39.

Con una sociedad que tiene esas percepciones, ¿quién puede creer que Daniel Ortega obtuvo el 62% de los sufragios? Imposible.

 

 
«InicioPrev31323334353637383940PróximoFin»

Página 31 de 51