Venezuela frente al 2017: ¿Normalización o transición? |
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Escrito por Indicado en la materia
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Viernes, 30 de Diciembre de 2016 16:19 |
Por ASDRUBAL OLIVEROS
Llegamos al cierre de 2016 y la situación económica en Venezuela está cantada: un país con una grave crisis económica y social, además de una situación política compleja. Este año estimamos que la contracción de la economía venezolana se ubique en 11,3 %, y ya son doce (12) trimestres consecutivos de contracción, un ciclo bastante largo. En tres años la economía venezolana se ha reducido 20,4 % y el PIB per cápita (en dólares) acumula una contracción de 56,8 % para el mismo período. Venezuela, como lo hemos dicho antes, vive una depresión. Además, en un hecho poco usual en la historia económica moderna, nuestro país parece estar frente a un choque de oferta y también un choque de demanda operando ambos al mismo tiempo.
En materia de inflación estimamos que la tasa para 2016 se ubique en torno a 511 %. Es importante destacar que a pesar de que la inflación fue alta en la primera mitad del año desaceleró un poco en el segundo semestre. Por supuesto, estamos lejos de una solución al grave problema inflacionario que tenemos, pero de alguna forma, el Ejecutivo logra contener el desbordamiento de la variable hacia un escenario clásico de hiperinflación.
En el frente externo, el Ejecutivo ha logrado surfear el déficit en la balanza de pagos. Al inicio de 2016, manteniendo los mismos niveles de importación de 2015 y con una elevada concentración de pagos en el servicio de la deuda, el Ejecutivo se enfrentaba a un déficit externo cercano a US$ 40.000 millones. Sin embargo, el Estado tras recortar en 45 % las importaciones, ejecutar una operación de canje de deuda de Pdvsa, renegociar con China y Rusia, comprometer el oro de las reservas internacionales, entre otras acciones; logró reducir el déficit a US$ 14 millardos, y cerrando un año más. El costo pagado es alto: Venezuela culmina 2016 con una posición líquida en activos externos bastante baja (menos de US$ 3.000 millones), con una situación social comprometida, un aparato productivo semi paralizado y una recesión profunda. En economía no hay almuerzo gratis.
En materia petrolera, la situación es preocupante. Este factor ha encendido las alarmas este año. La producción petrolera ha caído en promedio 257.000 b/d en base interanual. El circuito refinador tiene fallas importantes. Si bien Pdvsa, logró cumplir con sus compromisos de deuda financiera y logró sacar adelante un canje parcial de los vencimientos 2016 – 2017, no pudo lograr acuerdos satisfactorios con contratistas y proveedores que permitan evitar la contracción de producción y más aún, recuperar los niveles perdidos. Este elemento será un factor clave a seguir de cara a 2017.
Tras doce trimestres de contracción y exceso de regulaciones (que llevan años) el sector privado parece quedarse sin gasolina. La capacidad ociosa en la mayoría de los sectores supera el 50 %, y la contracción ha sido superior a dos dígitos en este año que está por finalizar. En la mayoría de los sectores, productos del choque de demanda, las ventas se han contraído y el efecto de la devaluación e inflación ha minado el patrimonio de las empresas que operan en Venezuela. El sector privado venezolano se ha reducido, no solo en tamaño por empresa sino en número de compañías por industrias; lo que plantea desafíos empresariales y de políticas públicas en el mediano y largo plazo.
El 2017 plantea importantes desafíos para Venezuela, no solo en el frente económico sino también en los frentes político e institucional. Los cartuchos del Ejecutivo para postergar los ajustes económicos parecen acabarse, pues ya no hay fondos en divisas al que apelar, las importaciones se han reducido a un umbral peligroso y el financiamiento externo parece haberse cerrado. La esperanza está en un alza del precio petrolero, pero el modelo chavista necesita que la cesta petrolera venezolana esté por encima de US$ 60/bl y eso hoy luce como un escenario muy improbable.
“El presidente Maduro no solo se va a enfrentar a las demandas de cambio que han venido principalmente del país no chavista sino que también va a tener que lidiar con las presiones para el cambio desde su propio movimiento”.
Por otro lado, el Ejecutivo Nacional entra en una nueva etapa a partir del 10 de enero de 2017: su salida del poder no implica ir a un proceso electoral y eso va a mover el tablero en el chavismo. Así, el presidente Maduro no solo se va a enfrentar a las demandas de cambio que han venido principalmente del país no chavista sino que también va a tener que lidiar con las presiones para el cambio desde su propio movimiento.
El cambio político para 2017 sigue siendo una posibilidad real. Sin embargo, conviene precisar cómo puede darse este proceso, especialmente a raíz del inicio del proceso de diálogo entre gobierno y oposición bajo el auspicio de actores internacionales. Es evidente que el chavismo busca aprovechar el dialogo para acometer un proceso de normalización institucional en el país. Lo que pareciera estar detrás es: a cambio de algunas concesiones (liberación de presos políticos, nuevos rectores en el CNE, entre otros) aspira a que la oposición renuncie a su demanda de una salida electoral en el corto plazo. Está por verse.
En el ínterin lo que puede suceder es que la situación interna tanto del chavismo como de la oposición, así como la profundidad de la crisis lleven a un escenario de transición controlada por el chavismo que prescinda del presidente Maduro y que introduzca algunos cambios en lo económico, a saber: más pragmatismo en lo petrolero, legalización de un mercado paralelo de divisas y flexibilización del control de precios. Una transición menos traumática para el chavismo y que evite que el país entre en una profunda crisis de gobernabilidad, que sigue siendo un riesgo latente. Como ya es costumbre en Venezuela desde hace algunos años, Venezuela pinta ser un año interesante. Demasiado interesante.
En materia de premisas económicas para 2017 y en un escenario de “estatus quo” estimamos que la economía venezolana tenga un crecimiento cercano a cero. Estimamos que las exportaciones crezcan 15,6 % y las importaciones apenan 0,4 % en base interanual. La inflación puede ubicarse en torno a 850 %. En resumen: 2017 se parece mucho a 2016 pero con un deterioro que no se detiene, pues la única forma que la economía pueda retomar la senda de recuperación será a través de reformas estructurales y esto luce lejos (por ahora).
(Infolatam)
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No hubo golpe en Brasil, pero sí lo hay en Venezuela |
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Escrito por Indicado en la materia
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Viernes, 09 de Septiembre de 2016 10:34 |
Por ANDRES OPPENHEIMER.-
“Contrariamente a lo que están diciendo el ex precandidato demócrata Bernie Sanders y sus amigos de la vieja izquierda, la destitución de la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff no fue un golpe de Estado. Lo que es un golpe de Estado -y uno que ellos están ignorando- es la ruptura del Estado de Derecho por parte del régimen de Venezuela.
(La Nación. Argentina)-. Rousseff, que fue formalmente expulsada de la presidencia tras un juicio político en el Congreso, fue destituida por manipular el presupuesto nacional para hacer que las finanzas del país se vieran mejor durante su campaña de reelección de 2014.
Sanders dijo que “el polémico proceso de juicio político se parece más a un golpe de Estado” y que “el esfuerzo para destituir a la presidenta Rousseff no es un juicio legal, sino más bien político. Estados Unidos no puede quedarse en silencio”.
Pero ¿fue realmente un golpe de Estado lo que pasó en Brasil, o incluso un “golpe blando”? Según la mayoría de las definiciones, un golpe implica una acción militar u otra forma de tomar el poder que quiebre el Estado de Derecho. El diccionario de Merriam-Webster dice que un golpe de Estado es “un intento súbito por un pequeño grupo de personas para asumir el control del gobierno, generalmente a través de la violencia”.
Lo que pasó con Rousseff no cae bajo ninguna definición de un golpe, ni remotamente. Por el contrario, el proceso de juicio político de Rousseff siguió todos los pasos judiciales y legislativos exigidos por la Constitución de Brasil, incluyendo el derecho de la ex presidenta a defenderse públicamente.
Como me dijo en una entrevista esta semana el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, el arquitecto de la recuperación económica de Brasil en la década de 1990: “No hubo ningún golpe. La Constitución brasileña es muy clara en cuanto a que si el presidente desobedece las reglas presupuestarias sufragando gastos sin previa autorización del Congreso, está cometiendo un crimen de responsabilidad”.
Asimismo, José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, afirma: “Nunca hemos caracterizado lo que ocurrió como un golpe de Estado ni lo vamos a hacer”.
Incluso hay varios politólogos para quienes el juicio político a Rousseff fue una señal de madurez democrática.
“Un juicio político es saludable porque es el equivalente a un voto de no confianza en un sistema parlamentario”, escribió el politólogo John Polga-Hecimovich en LatinAmericagoesglobal.org.
Bernie, permítame explicarle lo que es un golpe de Estado: un golpe de Estado es lo que hizo el dictador chileno Augusto Pinochet en 1973; lo que hizo la dictadura argentina en 1976; lo que intentó hacer el teniente coronel venezolano Hugo Chávez en 1992; lo que intentaron hacer contra Chávez en 2002, y el quiebre del Estado de Derecho que está realizando ahora Nicolás Maduro.
El presidente venezolano, que ganó una elección controvertida en 2013, amplió ilegalmente el Tribunal Supremo de Justicia nombrando a más de una docena de jueces chavistas para tenerlo bajo su control en 2015 y luego usó el Tribunal para invalidar las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.
Asimismo, Maduro encarceló a líderes de la oposición como Leopoldo López y ahora está recurriendo a tecnicismos para negarle a la oposición su derecho constitucional a recolectar cuatro millones de firmas necesarias para convocar un referendo revocatorio.
Mi opinión: quienes llaman a lo que sucedió en Brasil un “golpe” están mirando al país equivocado. En lugar de indignarse con el proceso constitucional que tuvo lugar en Brasil, deberían indignarse contra el proceso inconstitucional que está teniendo lugar en Venezuela.
No debe haber un doble rasero en materia de golpes (seguramente habré cometido muchos errores en mi carrera periodística, pero uno de mis orgullos es haberme opuesto siempre a los golpes de Estado, ya fueran de derecha o de izquierda, incluyendo el de 2002 contra Chávez).
Lo que pasó en Brasil no fue un golpe. Lo que está pasando en Venezuela sí lo es, aunque esté ocurriendo en cámara lenta”.
INFOLATAM |
Ecuador elecciones 2017: División opositora e incertidumbre oficialista |
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Escrito por Indicado en la materia
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Viernes, 05 de Agosto de 2016 12:40 |
Por Rogelio Núñez.-
Las elecciones presidenciales de Ecuador, que tendrán lugar en 2017, están marcadas por la división entre las fuerzas opositoras anticorreistas y la incertidumbre oficialista en torno a si finalmente Rafael Correa será, o no, candidato a la reelección.
Las dos condiciones que se esperaban para las elecciones ecuatorianas de 2017 no se van a dar finalmente. La oposición, que parecía haber aprendido de la venezolana la necesidad de ir unida (como hizo la Mesa de Unidad Democrática frente a Nicolás Maduro) se ha ido separando y fraccionando.
Por otro lado, el correismo, que parecía condenado a buscar a un sustituto de Rafael Correa, quien no iba a concurrir a las elecciones de 2017, cada vez considera más un plan A al actual presidente y un plan B a figuras alternativas como Jorge Glass y Lenin Moreno.
Una reelección cada vez más cercana
Desde que fue reelecto en 2013, Correa sostuvo que no se presentaría a la reelección en 2017.
El propio Presidente lo anunció así: “Desde hace algunos meses yo vengo insistiendo que se ponga una transitoria en la enmienda que permite no la reelección indefinida -la reelección la deciden ustedes en las urnas-, la posibilidad de postularse sin restricciones… que por esta vez, en las elecciones de 2017, no puedan participar ni los asambleístas que están aprobando la enmienda y tengan dos períodos ni el presidente de la República que tiene ya también ya dos períodos, pero queda la posibilidad de reelegirse, no me interesa, yo quiero darle paso a otros cuadros, pero si es que la oposición impide la gobernabilidad de este país nos veremos nuevamente en las urnas, volveremos… Esa es mi postura al interior de Alianza PAÍS…”.
Sin embargo, los hechos han desmentido sus palabras. Primero porque el máximo organismo judicial de Ecuador dictaminó que, a través de un referéndum, los ecuatorianos podrán derogar una disposición transitoria que impide al actual presidente, Rafael Correa, presentarse a las elecciones del 2017.
La Corte Constitucional del país andino hizo público el dictamen sobre el pedido realizado en marzo por el colectivo “Rafael contigo siempre”, para permitir una nueva reelección de Correa, en el poder desde el 2007.
La Asamblea Nacional aprobó en diciembre varias enmiendas constitucionales, entre ellas una que permite la reelección indefinida a cargos de elección popular, pero incluyó una disposición que establece esa posibilidad a partir de mayo del 2017, impidiendo a Correa optar a la reelección en los comicios de principios de ese año.
El propio mandatario, un economista de 53 años que goza de una alta popularidad gracias a millonarios proyectos de inversión, dijo el año pasado que se retiraría “por lo menos un tiempo” de la vida política.
Sin embargo, el colectivo “Rafael contigo siempre” presentó la petición a principios de marzo y, el fin de semana, la Corte Constitucional resolvió que el pedido de la agrupación debe ser tramitado a través de una enmienda constitucional.
Además, el propio Correa ha sido muy ambiguo con respecto a su posible candidatura.
El presidente de Ecuador acaba de reiterar que mantiene su decisión de no buscar la reelección en los comicios de 2017, pero, a la vez, no descartó esta posibilidad si la Corte Constitucional anula una disposición que se lo impediría y si la oposición mantiene su actitud, que calificó de insultante.
“Mi decisión está tomada, pero que no se duerman sobre los laureles los mismos de siempre”, dijo en referencia a opositores que, según él, están siendo “tremendamente groseros” y “agresivos”.
¿Por qué esos vaivenes?
Como explica Simón Pachano en el diario El Universo “lo más significativo de esa declaración no está en el anuncio de la candidatura que, hay que insistir, nunca dejó de ser la primera opción. Aunque no le busquen ni le provoquen, el líder deberá sacrificarse nuevamente si el objetivo es que la revolución continúe. Sabido es que, cuando la magna humanidad de los caudillos abandona el escenario político, con ella se van también la patente y la marca. La cercanía de las elecciones y el escaso entusiasmo que despiertan los dos posibles sustitutos hicieron que la incontinencia pusiera al descubierto el papel de la Corte Constitucional en la estrategia oficialista. Ese es el núcleo de la cuestión”.
La oposición dividida
El triunfo de la Mesa de Unidad Democrática en las elecciones legislativas de Venezuela el pasado mes de diciembre pareció ser una lección para los anticorreistas quienes se dieron cuenta de que ir unidos sería la clave para ganar al régimen de la “Revolución Ciudadana”.
Sin embargo, la unidad no ha cuajado… al menos por ahora.
De hecho, la postulación de Cynthia Viteri a la Presidencia de la República por el Partido Social Cristiano ha provocado que el grupo político Podemos, del prefecto del Azuay, Paúl Carrasco, haya dicho que deja en suspenso la relación con la Unidad.
Además, Compromiso Ecuador va por su lado e impulsa la candidatura presidencial del empresarioGuillermo Lasso para quien “la verdadera unidad por la libertad y la democracia se concentra en Compromiso Ecuador. Ya somos 114 de la unidad que crece por la democracia, la libertad y el respeto a la libertad en el Ecuador”.
Al margen de la fuerzas de centroderecha, la izquierda no correista también tiene su propia estrategia.
Pachakutik (PK), Unidad Popular y Concertación podrían postular al historiador Enrique Ayala Mora.
Como apunta el analista Pachano, “los grupos de oposición, que comenzaron a dividirse porque confiaron ingenuamente en que el dueño de la marca no estaría en la partida, ahora harían bien en poner toda la atención en esa corta frase. Esas ocho palabras deberían resultarles suficientes para revisar sus cálculos y repensar sus estrategias. Hasta ahora todo lo han hecho bajo el supuesto de que el candidato será uno de los dos segundones que son fáciles de derrotar. Tanta ha sido su confianza que no han dudado en multiplicar las candidaturas aunque signifique dividir los votos. No se les ha pasado por la mente que podrían verse enfrentados al dueño de la marca, lo que significaría un escenario radicalmente diferente y complicado”.
A siete meses de la cita ante las urnas este es el panorama. Pero no se trata de una foto fija ni mucho menos. La candidatura de Correa es una posibilidad pero no una certeza y la división opositora viene determinada más por los personalismos que por la ideología. Aún existe mucho espacio por el que transitar para la política ecuatoriana.
INFOLATAM
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Escrito por Indicado en la materia
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Viernes, 26 de Febrero de 2016 11:02 |
Por Hidebrando Chaviano Montes.-
¿Terminó la euforia izquierdizante en América Latina? Después de casi dos décadas de que el virus del Socialismo del Siglo XXI hiciera metástasis en nuestro continente, se ha hecho evidente el agotamiento del discurso populista de Fidel, Hugo y compañía. Los resultados económicos de los dos países que encabezan el bloque no inspiran a su seguimiento, de ahí la tendencia creciente entre el resto, de cambiar discretamente a un modelo socialdemócrata donde la palabra comunismo es casi una obscenidad.
Los pueblos latinoamericanos fueron arrastrados por algunos líderes atiborrados de nacionalismo, ambiciones personales, antimperialismo y confusas ideas marxistas totalmente divorciadas de la realidad, pero que aprovecharon circunstancias propicias a las promesas de más pan en la mesa, educación y salud para todos.
Al final, el pan en la mesa es cada vez más escaso, y la educación y salud para todos no es gratis, sino que sale del bolsillo de los propios trabajadores. Una gran estafa, al decir del peruano Eudocio Ravines, y todo a cambio de haber entregado su libertad a algún iluminado mesías. Realmente el socialismo resultó ser un mal negocio.
Derrotados en las parlamentarias de Venezuela, las presidenciales de Argentina y por último, en el plebiscito de Bolivia, los socialistas del siglo XXI están contra las cuerdas y a punto de tirar la toalla. De Cuba ni hablar, entre anuncios de crecimiento y besos y caricias prodigados con los históricos enemigos del norte, la confusión en las filas comunistas es total. ¿Hacia dónde vamos?, se preguntan. Conmigo no han contado, declara el otrora líder máximo, hoy objetivo turístico de papas y presidentes.
Nicolás Maduro continúa con la práctica de aumentar los salarios, crear empresas estatales improductivas y más ministerios, esto es, más burocracia corrupta. A estas medidas las llama radicalizar la revolución socialista. ¿Otra Cuba? La inflación, la improductividad, el desabastecimiento, el mercado negro, la corrupción y el delito es lo único que crece con estas medidas, ya eso quedó demostrado desde la extinta URSS.
En Argentina los movimientos de izquierda hacen resistencia a las medidas de Mauricio Macri que buscan subsanar el derroche y la corrupción kichnerista; sindicalistas, burócratas, amamantados y el resto de la fauna revolucionaria-peronista-socialista, quieren seguir viviendo del erario público, los prohombres de las ideas llamadas progresistas.
En Bolivia ya le sonó la campana a Evo Morales. A pesar de los buenos resultados de su gestión, otra reelección es demasiado. Ya comienzan a ver la luz los casos de corrupción en su entorno más cercano, es natural que el sentimiento de impunidad se imponga y, aunque no llegue a convertirse en una dictadura, cada vez los círculos de poder querrán más y las instituciones saldrían perdiendo al final, los ciudadanos dejarían de serlo y pasarían a ser súbditos de un líder y su partido. Todo lo logrado por el pueblo boliviano en estos últimos años se convertiría en cartillas de racionamiento y dirigentes corruptos.
Los comentaristas de la televisión cubana, muestran cuán poco conocen de cómo funciona el mundo real al cuestionar los sistemas electorales de los países que deciden abandonar el sendero luminoso ofrecido por el socialismo. Estos comentaristas achacan la pérdida de votos de sus favoritos a las campañas de la derecha, la presión del imperio, las guerras económicas y mediática, las conspiraciones internacionales y cualquier otra justificación tonta. Por último, confiesan que si la izquierda quiere mantenerse en el poder, debe echar a un lado los mecanismos democráticos siguiendo el ejemplo de Cuba.
Estos criterios, propios del salvajismo político propugnado por los revolucionarios cubanos, no son adecuados para estos tiempos de las nuevas tecnologías de lainformática y las comunicaciones. El totalitarismo, que es la propuesta, nunca ha sido solución para los problemas sociales de ningún lugar en el mundo, ni de derecha ni de izquierda. Los regímenes totalitarios han fracasado siempre porque van contra la naturaleza humana. Sin libertad no hay desarrollo posible.
Este es el principal error de los dictadores o aspirantes a serlo. Si su programa de gobierno es tan bueno y exitoso, por qué todo tiene que centrarse en la permanencia de su persona al frente de la primera magistratura. Los que supuestamente se deben al pueblo no creen que el pueblo por sí mismo sea capaz de no votar por ellos, con lo que muestran todo lo arrogantes que pueden ser.
DIARIO DE CUBA |
Última actualización el Miércoles, 09 de Marzo de 2016 11:03 |
Escrito por Indicado en la materia
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Lunes, 15 de Febrero de 2016 11:57 |
Por Fernando Molina
Hasta ahora Evo Morales ha sido uno de los líderes bolivianos más afortunados: su gobierno coincidió con el mejor periodo de la economía del país, gracias a los altos precios de las materias primas que este exporta; además, heredó un sistema financiero saneado, logró condonar buena parte de la deuda externa, no sufrió de procesos inflacionarios internacionales serios, y se encaramó sobre la crisis política terminal de los partidos tradicionales y de la élite minera que dominaron Bolivia el último cuarto del siglo XX, por lo que pudo ofrecer estabilidad política y prosperidad al país.
(Infolatam).- Pero todos los organismos naturales y sociales tienden a la entropía y la caducidad. Hoy la fortuna de Morales parece estar tornándose adversa: en el último tiempo han estallado dos escándalos que afectaron la credibilidad de su partido y las organizaciones sociales que lo respaldan, y de él mismo. La caída del precio del petróleo anticipa el final de los superávits fiscales y de la balanza de pagos, que determinaron una ampliación del consumo interno que fue clave de la bonanza económica del pasado decenio.
Los países latinoamericanos con los que Bolivia estableciera una alianza izquierdista, llamada “bolivariana”, o han cambiado de signo político (Argentina) o están en problemas muy serios como para ocuparse de asuntos de política exterior (Brasil, Venezuela y Ecuador). Y, finalmente, el referendo que se celebrará el 21 de febrero para aprobar o rechazar una reforma constitucional que permitiría a Morales presentarse a la presidencia por cuarta vez consecutiva en 2019, será la lid electoral más reñida de todo el tiempo en que el presidente indígena ha conservado la égida política del país.
Los pronósticos para el referendo indicaban que lo ganaría el “sí” que piden Morales y su partido, pero por primera vez da por un margen estrecho y perdiendo en la mayor parte de las capitales. La fuerza de los opositores a una nueva reelección de Morales se apoyaba en el malestar, sobre todo de las clases medias, por la corrupción de algunos miembros del gobierno, involucrados en varios casos escandalosos, siendo el más claro de estos el del Fondo Indígena, una organización financiada con dinero de la exportación de gas, la principal actividad del país, para promover el desarrollo de las comunidades indígenas.
El año pasado se descubrió que los directivos del Fondo, entre los cuales se encontraba Nemesia Achacollo, entonces ministra de Desarrollo Rural y colaboradora cercana de Morales, habían autorizado que se depositara algo menos de 100 millones de dólares en las cuentas personales de los dirigentes rurales, que eran todos ellos militantes del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS). También se descubrió que proyectos del Fondo por al menos 30 millones de dólares pasaban por diferentes clases de problemas, y que al menos un tercio de estos eran “fantasma”, es decir, inexistentes e inventados para quedarse con el dinero. El escándalo terminó en el encarcelamiento de varios dirigentes, algunos de los cuales habían sido ministros y parlamentarios del MAS, pero aún no se ha investigado a Achacollo, que según la oposición está siendo protegida por el gobierno.
Otra causa del malestar de las clases medias, en especial de las del occidente del país, una zona tradicionalmente izquierdista, es la creciente presión tributaria que ejerce el Estado, necesitado de sostener su multiplicado tamaño en un momento en que prevé recibir menos ingresos directos por la exportación del gas nacionalizado. La dureza del Servicio de Impuestos ha generado un bloqueo de caminos de los transportistas de carga, que pidieron cambiar las leyes tributarias, lo que el gobierno considera imposible. Así que los conflictos de este tipo pueden repetirse en el futuro inmediato.
Finalmente, el malestar se debe al cansancio natural de la sociedad por un gobierno tan prolongado. La gestión del MAS ha roto todos los récords de duración que podían superarse en Bolivia. Además, por el estilo de administración del presidente, no solo este se halla en el poder por más de diez años, sino también varios ministros y otros funcionarios. Al mismo tiempo, el MAS ha estado a cargo de la mayoría de los municipios y sindicatos, y su actuación en estos puestos ha presentado un alto número de problemas de autoritarismo, conflicto y corrupción.
Hay, pues, una sensación de “cambio de ciclo”, que se agudizó los pasados días, cuando se involucró directamente a Morales en una supuesta trama de influencias indebidas. El conductor de un programa de televisión, Carlos Valverde, mostró ante cámaras el certificado de nacimiento de un hijo del presidente con Gabriela Zapata, gerente comercial de la empresa china CAMC Engineering, la principal proveedora del gobierno, con contratos con este por alrededor de 500 millones de dólares. Morales aceptó la relación, pero la circunscribió al lapso 2005-2007, tiempo en el que Zapata era adolescente (ahora tiene 28 años, la mitad de la edad del presidente). Informó también que el hijo que habían tenido entonces falleció. Y negó que hubiera tráfico de influencias, puesto que la chica se convirtió en ejecutiva de CAMC en 2013, cuando según él la relación había acabado y la mayor parte de los contratos con la compañía china ya se habían firmado.
Poco después aparecieron en las redes sociales una fotografía de Zapata con Morales en la entrada del carnaval 2015, y otras de esta sola en actos a los que este político asistió, a fin de mostrar que la relación había continuado después de la fecha que el presidente había aceptado, y que por tanto este mintió. En el que hasta ahora es el último capítulo de esta suerte de culebrón, Evo Morales aceptó que la foto era real, pero dijo que se la tomó con la chica por puro protocolo, ya que en ese momento no había reconocido completamente a su antigua pareja.
No se sabe cuál será el efecto del llamado “Evo-gate” en la votación del 21 de febrero, porque las encuestas preelectorales ya están prohibidas, pero la oposición confía en que le den los votos que necesitaba para triunfar. Morales, por su parte, intensificó su campaña, atribuyendo los ataques a un plan urdido por Estados Unidos en contra de su proyecto de conservar el poder. La favorabilidad con que cuenta, que ahora es más clara en el oriente del país, tradicionalmente conservador, se asienta sobre el hecho de que se ha vivido una década de progreso económico, sin grandes conflictos sociales, lo que hace de su gobierno una “rara avis” en la historia nacional.
Si perdiera el referendo, Morales tendría que abandonar el poder en 2020, lo que plantearía a su partido el problema de la sucesión, que no constituye una cuestión menor en sistemas caudillistas como el boliviano.
De una u otra manera, está claro que el gobierno izquierdista tiene hoy más problemas que satisfacciones, y que los bolivianos comienzan a salir del embrujo que representó el programa nacionalista, indianista y redistribuidor de este. |
Última actualización el Lunes, 15 de Febrero de 2016 11:58 |
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